De todos los electrodomésticos que tenemos en casa, el frigorífico es el que más utilizamos. De hecho, jamás se desconecta y trabaja de manera continua todos los días (y noches) del año. Además, cumple una función esencial para nuestra salud: conservar perfectamente los alimentos que tomamos.
Por eso hemos de limpiarlo y cuidarlo al máximo. Así evitaremos que proliferen en él las bacterias y los gérmenes, acabaremos con los malos olores y conseguiremos rentabilizar todas sus prestaciones.
Un buen funcionamiento
Es muy importante que aprendamos a limpiar la nevera, no solo por motivos de higiene, sino también para mantenerla en buen estado. Así favorecemos su funcionamiento correcto y evitamos que consuma más energía de la cuenta.
Hay que tener en cuenta que es uno de los electrodomésticos que más gasto eléctrico supone. Según datos de IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía), dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, en torno al 18 % de la electricidad que se consume en los hogares españoles se dedica a la refrigeración y congelación de alimentos.
Para empezar, desconéctalo
Si limpiar los electrodomésticos es siempre importante, ahora lo es más todavía. Debido a la crisis sanitaria por el coronavirus nuestras casas han de estar impecables, desde el punto de vista de la higiene y la desinfección.
Lo primero que has de hacer es desenchufar el frigorífico de la corriente eléctrica. De este modo no malgastarás energía, ya que tendrás que dejar la puerta abierta bastante tiempo, y evitarás que se produzca algún percance eléctrico.
A continuación, vacíalo por completo, metiendo los alimentos que puedan estropearse en una nevera portátil o en una bolsa isotérmica. Es el momento perfecto para revisar lo que tienes y tirar aquellos alimentos que estén caducados.
Los elementos extraíbles
Retira del interior de la nevera todos aquellos elementos que se puedan sacar: bandejas, baldas, cajones, soportes, etc. Hazlo con cuidado para no forzar los enganches.
Para limpiar estos accesorios bastará con una solución de agua y jabón, aunque si alguno de ellos está muy sucio puedes utilizar vinagre diluido en agua. Aclara y seca completamente.
El interior, impecable
Ahora que tu frigorífico está vacío y sin los elementos extraíbles es mucho más fácil limpiar a fondo las paredes.
Hazlo con una solución de agua caliente, amoniaco y unas gotas de jabón lavavajillas, utilizando una bayeta o un estropajo de los que no rayan. Elimina todas las manchas que tenga y no dejes no un recoveco sin repasar. Después aclara con una bayeta limpia y seca con un trapo.
Desinfectar es clave
Es cierto que limpiar el interior de la nevera es el primer paso para mantenerla higiénicamente perfecta, pero no está de más ir un paso más allá y desinfectarla, dados los tiempos que corren.
Para hacerlo no nos sirve cualquier producto, ya que ha de ser apto para utilizar en superficies que van a estar en contacto con alimentos.
Una alternativa es el vinagre. Hay quien lo considera un desinfectante natural, por su contenido en ácido acético. Sin embargo, también puedes recurrir a la lista de virucidas autorizados por el Ministerio de Sanidad.
Contra los malos olores
Mantener unos hábitos de higiene y orden acabará de un plumazo con los malos olores en tu frigorífico. Acostúmbrate a guardar los alimentos, los frescos y sobre todo los ya preparados, en recipientes cerrados de forma que no se mezclen los olores de unos y otros.
Por otro lado, existen algunas soluciones caseras que resultan efectivas para desodorizar el interior y que, además, son naturales e inocuas. Por ejemplo, puedes colocar en una de las baldas un bol con bicarbonato de sodio, o un plato con unas rodajas de limón.
Utilizar vinagre diluido en agua para limpiar las paredes de la nevera también es efectivo a la hora de evitar los olores desagradables.
Repasa las gomas de las puertas
Es uno de los rincones que puede pasar desapercibido en el momento de limpiar la nevera y, sin embargo, se convierte en un punto negro en cuanto a la higiene se refiere.
En las gomas se acumulan las bacterias y los hongos, y es importante mantenerlas limpias. Una mezcla de agua y amoniaco será suficiente, aunque también puedes usar vinagre.
En cualquier caso, es fundamental que las seques a conciencia, ya que la humedad puede hacer que se forme moho y que las gomas se estropeen antes de tiempo.
Si esto sucede tendrías que cambiarlas, ya que son esenciales para garantizar que la nevera cierra herméticamente, lo que incide en la conservación de los alimentos y también en el consumo energético.
Mantener a punto el congelador
¿Qué haríamos en casa sin nuestro congelador? Es un elemento fundamental para todos aquellos que no tenemos tiempo de ir a comprar los productos perecederos cada día. Congelar la carne, el pescado, nos permite organizar nuestros menús de forma saludable sin ir de cabeza por la vida.
Hoy la mayoría de los frigoríficos son no frost, es decir que no es necesario descongelarlos. Si el tuyo no lo es, tendrás que hacerlo al menos una vez al año, ya que la escarcha o el hielo que se forma en su interior, hacen que el motor tenga que trabajar más para mantener la temperatura, con el consiguiente aumento del consumo de energía que ello supone.
Aprovecha un momento en el que no tengas alimentos congelados para limpiar el congelador a fondo; por ejemplo, antes de irte de vacaciones o al volver de ellas.
Friega los cajones y accesorios con agua y jabón, y el interior con agua y amoniaco.
Perfecto también por fuera
Llegados a este punto, ya solo queda repasar la parte exterior del frigorífico con una bayeta mojada y escurrida en agua y amoniaco.
Si tu nevera es de acero inoxidable y quieres que las puertas te queden brillantes, prueba a frotar con un trapo humedecido en ginebra. No hace falta aclarar.
Limpiar la parte trasera es algo más complicado, más que nada porque tendrás que mover la nevera y eso requiere un esfuerzo y la ayuda de otra persona. Sin embargo, es importante realizar esta tarea al menos una vez al año para que el electrodoméstico funcione a la perfección.
Elimina el polvo de las resistencias y mecanismos traseros con un aspirador de mano (a poca potencia) o con un plumero, así como del ventilador y las rejillas.