Situado en un edificio histórico de Copenhague y con 300 metros cuadrados, este apartamento nórdico muestra la versión más cálida del minimalismo, aquella donde el color y los accesorios decorativos tienen cabida. Diseñado por Emil Thorup de Handvärk, encuentra su razón de ser en la sencillez, la funcionalidad y, especialmente, en la honestidad. “Hacemos que la sostenibilidad sea una parte natural de nuestro trabajo diario, empaquetamos para reducir las emisiones de transporte, solo utilizamos envases reciclables y tenemos una fuerte presencia digital para minimizar la impresión. A través de nuestros productos, estamos tratando de hablar sobre la preservación de nuestros recursos. Rediseñamos y reutilizamos la mayor cantidad de materia prima”, reza la filosofía de la firma danesa. Y es con este leitmotiv con el que debe contemplarse cada estancia.
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Flanqueado por el dormitorio, en un lado, y el comedor, en el otro, el salón apuesta por un minimalismo teatral, al que contribuyen las molduras de puertas y paredes y las llamativas cortinas, que encuentra en los materiales y en el uso del color sus aliados para ganar en calidez y sensación de hogar. La mesa de mármol, las butacas de cuero, el terciopelo… Muebles que no solo duran toda la vida, sino que se vuelven más bellos y ‘vividos’ con el paso del tiempo.
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Aunque las bases del estilo nórdico son comunes (sencillez, belleza, utilidad, artesanal…), lo cierto es que el de Dinamarca, a diferencia del de Noruega, Suecia, Finlandia e Islandia, es más creativo, más personal. Por eso, además de los impactantes muebles, imposible no fijarse en las distintas mesas auxiliares del ambiente, el azul marino del sofá (uno de los colores de moda) y el rojo de las cortinas acaparan nuestra atención, marcando la diferencia. Por eso, no es de extrañar que el apartamento se alquile para eventos y presentaciones.
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Respetando el carácter histórico y señorial del espacio, con sus techos altos y las molduras de paredes y puertas, Emil Thorup, cuyos diseños están inspirados por el movimiento Bauhaus, apuesta por muebles de líneas sencillas y espíritu práctico, que persiguen la calidez nórdica.
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El comedor apuesta por una decoración en blanco y negro, rota únicamente por las cortinas camel, el espejo de la pared y el verde de las plantas sobre la mesa, que actúan como unos secundarios imprescindibles en la búsqueda de la calidez.
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Amplio y luminoso, el comedor formal, que puede convertirse en sala de reuniones o en mesa para un catering en un evento concurrido logra su fuerza y belleza de la nobleza y honestidad de los materiales, que reinterpretan a los clásicos, mostrando su versión más moderna. Llamativa, además del violonchelo que actúa como una obra de arte, es la alfombra XL, y la zona de despacho, adosada en un rincón.
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La cocina nórdica, como no podía ser de otro modo, se alía con el mobiliario blanco, la sencillez de líneas y el pavimento de madera. Sin olvidar, la luz, una de las compañeras de viaje de este estilo decorativo. Tremendamente ordenada y sin nada a la vista que perturbe la atmósfera tranquila, son los pequeños (o grandes) detalles los que marcan la diferencia: las plantas, los recipientes del lavavajillas, la tabla de madera, la mesa de trabajo...
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La decoración de una cocina nórdica siempre despierta emociones. Por eso, al ver esta diseñada por Handvärk solo podemos pensar en veladas con amigos preparando la cena, una copa de vino y buena conversación. La mesa tocinera y las lámparas de techo aportan un toque de calidez al universo 'white', donde las plantas son también protagonistas. Mención especial merecen los radiadores de hierro.
La cama, mullida confortable y llena de cojines, es la protagonista del dormitorio. Con un cabecero que reinterpreta el clásico capitoné, se ha acompañado con una mesita de noche con el sobre de mármol y una lámpara de pie articulada, que se puede mover según el momento: lectura, relax... Como en el salón las molduras de la pared, especialmente las de la parte inferior, dotan al ambiente de un carácter señorial, muy elegante.
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Muy luminoso, el blanco y el gris se apoderan de este coqueto cuarto de baño, que recupera un modelo de lavabo exento con aire 'vintage'. Su espíritu práctico se muestra en dos detalles: el uso del alfeizar de la ventana como estante para dejar productos de higiene y cosméticos y los apliques de pared colocados a ambos lados del espejo sin marco (mucho más ligero visualmente), que proporciona la luz ideal para afeitarse o maquillarse.