Los suelos laminados se han ido introduciendo poco a poco en nuestras casas, haciéndose un hueco entre el parqué, los porcelánicos, los vinílicos y los continuos, escalando posiciones sin hacer mucho ruido, pero cosechando grandes éxitos: están detrás (o mejor dicho a los pies) de muchos proyectos actuales de decoración de interiores.
Aprende a distinguirlos
Los términos tarima, parqué y laminado se usan a menudo como sinónimos, pero no lo son, aunque a veces lo parezca. “Un suelo laminado consta de cuatro capas. Una base de HDF, la contraplaca, que garantiza que el núcleo no se puede deformar o comba, la ‘capa decorativa’ (una fotografía de alta resolución) y encima un revestimiento transparente resistente a la abrasión, que protege el suelo”, explican desde Quick-Step. ¿Tienes dudas? ¡Sigue leyendo!
1. Aptos para la cocina y el baño
Aunque antes tenían prohibida la entrada en estancias como la cocina y el cuarto de baño y se declaraban enemigos del agua, actualmente han conseguido vencer esos miedos con tratamientos y protecciones que garantizan un mejor comportamiento ante la humedad. Esto posibilita que puedan instalarse en toda la vivienda, favoreciendo la sensación de unidad y logrando un favorecedor ‘look’ a juego.
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2. Limpios por partida doble
Además que para limpiarlo basta con aspirarlos o fregarlos, según el grado de suciedad, son hipoalergénicos debido a que su superficie antiestática hace que el polvo no se acumule, ya que no se fija, mientras que el sistema de clic sin fisuras evita que la suciedad se meta en las planchas o entre ellas. Condiciones que proporcionan un ambiente más 'limpio' y saludable, que mantiene a raya a las alergias.
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3. Se colocan en un clic
Y en tiempo exprés, lo que evita engorrosas obras y tener la casa ‘levantada’ durante varios días. Con sistema de clic y sin necesidad de usar pegamento, la colocación, como la de este laminado de Meister, garantiza que los tablones se mantengan siempre en su sitio. Tan fácil resulta que puede hacerlo uno mismo, siempre que sea algo manitas.
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4. Idóneos para una casa con niños
Muy resistentes a los arañazos, el trote diario intenso, como el de patinetes corriendo por el pasillo, o el impacto de un juguete 'pesado', resultan una buena opción para casas con niños o habitaciones infantiles, donde las carreras y los juegos en el suelo son lo habitual. Además, se limpian fácilmente y son mullidos.
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5. Sin problemas de adaptación
Se integra en cualquier estilo, sin perder encanto, adaptándose a interiores modernos, clásicos, nórdicos o rústicos. No solo puedes elegir el aspecto de tu pavimento sino también decidir el tamaño de la lama, para que parezca más ancha, más larga, más oscura… Además, cuentan con un amplio abanico de texturas que favorecen un tipo de acabado diferente, según el efecto que quieras lograr.
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6. Con muchas caras
Y versiones distintas. Además de la madera, un clásico de los suelos laminados, la piedra, el cemento, la cerámica y el hidráulico son algunas de las posibilidades que más tirón tienen en el mercado. Sin olvidar, sus diferentes acabados, colores y diseños. ¡Cuestión de imaginación!
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7. Madera parece, laminado es
Confundidos muchas veces con el parqué, los laminados no solo se parecen estéticamente a los suelos de madera sino que transmiten las mismas sensaciones. Ahora hay diseños, como el roble clásico de Tarkett, que incorporan una técnica de relieve especial que resalta la belleza natural del grano de la madera.
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8. Para toda la vida
Lo que en su caso suele unos 20 años. Además, muchos incorporan tratamientos que les protege de la decoloración y los rayos solares y, aunque no se pueden restaurar (su talón de Aquiles), en algunos modelos puedes sustituir alguna tabla, para que luzcan siempre como si fueran nuevos.
9. Se han vuelto más silenciosos
Tenían fama de ruidosos y se hablaba del conocido como ‘efecto tambor’, pero su evolución les ha permitido solucionar sus problemas y ofrecer un confortable silencio. El suelo Haro Tritty Silent CT reduce el ruido ambiental en más de un 60%, lo que le convierte en una opción perfecta para habitaciones infantiles, comedores, rincones de lectura y, en general, todas las zonas del hogar donde se haga vida.
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10. En forma, sin mantenimiento
Gracias a su composición, sistema de instalación y tratamientos, lucirán durante mucho tiempo como si fueran nuevos, ya que no precisan cuidados especiales. Es decir, no hay que aceitarlos ni sellarlos cada cierto tiempo. Solo un pero: tampoco se pueden restaurar, aunque seguramente te canses tú antes de él que él de ti.