Cuando llega el frío, la vida se traslada al interior de la casa, dejando el jardín en una especie de hibernación, de la que despertará únicamente en esos preciosos días en los que luce el sol. Para ello, es preciso realizar algunos cuidados, de manera que, cuando llegue la primavera, haya sufrido el menor daño posible y esté en buena forma.
1. Presume de césped
El césped es uno de los indicativos de la salud de tu jardín. “Para evitar un exceso de humedad, es recomendable que lo riegues, solo si no llueve, como máximo una vez por semana durante las horas de sol, que lo cortes antes de las heladas y lo siegues lo menos posible”, apuntan los expertos de Tu&Co. Si es artificial, ten cuidado con la humedad, y "asegúrate de que los sistemas de drenaje cumplen con su función. Además, deberás cepillar la suciedad de las fibras con regularidad, para que la tierra pueda absorber el agua fácilmente, y usar fungicidas frecuentemente, para evitar hongos".