La zona pública se establece alrededor de un espacio único, que alberga salón, comedor y cocina, ambientes que conviven en una total armonía, gracias al empleo de los mismos colores, claros y suaves, y a la sencillez del mobiliario, en el que destaca una escultural mesa de centro de piedra. La luz es, sin duda, otro de los elementos principales del proyecto de Claudio Silvestrin. Con 13 ventanas de gran tamaño ofrecen, además de bellas vistas de la ciudad, un plus de calidez y amplitud, favoreciendo la limpieza y el ‘silencio’ que otorga mayor importancia a lo no material, creando atmósferas de aire zen.