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Ubicada en el paseo marítimo de Cadaqués (Costa Brava), al que Dalí calificó como “el pueblo más bonito del mundo” y por el que pasaron artistas como Picasso, Miró, Chagall o Marcel Duchamp, Casa Serinyana, también conocida como Casa Blaua, por su color azul, se alza sobre el paseo marítimo proporcionando una bella (y típica) estampa. Construida por el arquitecto Salvador Sellés i Baró en 1913 y reformada con posterioridad, hoy sale a la venta por 22 millones de euros. Nos colamos dentro para ver (y disfrutar) su original arquitectura y su plástico interiorismo.

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El primer propietario de esta preciosa vivienda modernista fue Octavio Serinyana. Descendiente de una familia de larga tradición marinera que encontró fortuna en Cuba, quiso otorgar a la casa un aire indiano que Sellés i Baró captó a la perfección. Años más tarde fue adquirida por Augusto Marocci, el cual en los años 80 llevó a cabo una importante restauración, manteniendo intacta, eso sí, su esencia original. Así, recuperó el color primitivo de los azulejos, restauró las pinturas del techo, el forjado de los balcones, el mosaico hidráulico del suelo y las vidrieras. Hoy son los herederos de Marocci los que la han puesto a la venta. 

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El interior de Casa Surinyana, que ha mantenido, prácticamente, en todas las plantas, la estructura distribución y decoración originales, es una verdadera delicia, que debe contemplarse como una obra plástica en su conjunto, desde el techo hasta el suelo, pasando por las paredes y la decoración. Así en las estancias conviven en armonía mobiliario original de la vivienda con otras piezas antiguas, lámparas de Murano y obras de arte contemporáneo, diseñando ambientes únicos y de gran belleza visual.

 

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La cerámica es una de las señas de identidad de Casa Blaua, como también lo era del modernismo de Gaudí. Este zócalo alto muticromático se extiende por toda la estancia, creando en la pared un bello jardín, que pone de manifiesto lo importante que es la naturaleza para esta corriente. Una vitrina de madera oscura, un sillón y un sofá rosa (una de las tendencias ‘deco’ que más se repite en nuestro Instagram) aportan el toque de distinción señorial al espacio.

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Todo en esta vivienda está cuidado hasta el último detalle. Algo que obsesionaba a Gaudí y a todos los seguidores de la arquitectura modernista, y que se extendía a cada elemento: picaportes de las puertas, suelos, lámparas, muebles... Como muestra este techo con molduras en azul y dorado, decorado con pequeños ramilletes de flores, del que cuelga una preciosa lámpara.

 

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Con 625 metros cuadrados, tres plantas más una buhardilla, el color azul es, sin ninguna duda, el dominante tanto dentro como fuera de la vivienda, donde la cerámica, los frisos, balaustradas y marcos, así como las rejas y balcones de forja, se han pintado de este color. En este espacio llama la atención, además de las distintas tonalidades de azul de telas y azulejos, la combinación de motivos, donde rayas, cuadros y geométricos se mezclan, logrando un resultado original, bello y tremendamente personal.

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Casa Surinyana debe contemplarse como una obra de arte desde que traspasas la entrada, porque cada elemento estructural (o no) encierra un gran trabajo artístico, como ocurre con el tramo de la escalera central, la puerta con vidriera de colores y madera tallada, el enrejado de la barandilla y el zócalo alto de cerámica. Este arrimadero, que se extiende por las distintas estancias, crea un nexo de unión entre ellas, ya que, aunque son diferentes comparten motivos naturales. 

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La buhardilla mantiene intacto el encanto de este estilo original, ecléctico y divertido. Sus pequeñas ventanas azules y las vigas de madera también azules ('of course'), junto con los cojines de rayas, crean una atmósfera con aire marineros muy en consonancia con el entorno que la rodea. En esta estancia, la decoración se vuelve más fresca e informal, abandonando los dorados y las piezas de arte para apostar por las fibras naturales y las fotografías. 

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Cada elemento de este cuarto de baño ayuda a diseñar una atmósfera decadente, sofisticada y con clase, muy en consonancia con el estilo que impera en el resto de esta vivienda de la Costa Brava. La bañera exenta, la grifería clásica, la preciosa lámpara de techo y, por supuesto, el zócalo alto de azulejos blancos y azules son clave para el resultado final. 

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El techo del edificio, con sus dos torres y un cuerpo central recubierto de tejas anaranjadas, y la fachada, que sigue la línea curva de la calle, se han decorado con elementos de cerámica en color azul claro y hierro en balcones y ventanas, ya que el modernismo trata los remates de los edificios como verdaderas esculturas. La encantadora terraza, desde la que se contemplan unas preciosas vistas, mantiene el estilo y el tono 'blue' del interior de la vivienda, con muebles de forja de gráciles formas. 

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