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En cuanto a la limpieza, debes usar un estropajo suave y solución jabonosa. Ollas y cacerolas no se deben lavar en el lavavajillas si cuentan con una capa antiadherente puesto que las altas temperaturas pueden dañar esa capa. Y si se pueden lavar en lavavajillas es preferible que uses un jabón en gel, menos agresivo. Es importante que tengas en cuenta que el estropajo se usa en ollas de acero inoxidable, hierro, cobre, barro o aluminio. Para el teflón o la cerámica (antiadherentes) deberás usar una esponja suave o un estropajo azul.

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¿Sabías que el bicarbonato es un potente limpiador? Este remedio casero es perfecto si se ha quemado mucho la comida en la olla. Haz una mezcla de una cucharada sopera de bicarbonato sódico por cada litro y medio de agua. Ponla a calentar removiendo de vez en cuando, deja hervir unos minutos y luego enfriar hasta poder rascar. También el limón es un truco que tienes que anotar para dejar relucientes las ollas y cacerolas. Puede pasar que después de limpiar, sobre todo cuando se ha quemado o agarrado la comida al fondo, queden manchas oscuras. Corta un limón por la mitad y frótalo sobre la mancha. Después pasa el estropajo y repite hasta que la mancha desaparezca por completo.

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A la hora de guardar ollas y cacerolas hay que procurar hacerlo de manera que queden cómodas para acceder a ellas. Se suelen apilar para aprovechar el espacio pero recuerda que si no está cómodo su acceso te dará pereza usarlas. Es fundamental que no se rocen entre ellas demasiado para evitar que se salte el teflón, se marquen o arañen. Puedes colocar entre ellas paños acolchados o trozos de bayetas. Existen en el marcado separadores específicos para este fin.

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También puedes guardar ollas y cacerolas en un mueble con puerta. Coloca los estantes según el tamaño de las ollas para que sea fácil guardarlas y sacarlas. Puedes colocar en la base de los estantes un plástico protector para evitar que se ensucie o raye. En los armarios con puerta se pueden instalar estantes extraíbles que facilitan el acceso al contenido del mueble y, sobre todo, al interior. Es muy práctico, casi imprescindible, en los muebles en esquina. De esta forma no solo el acceso a las ollas y cacerolas es más cómodo sino que además se aprovecha toda la capacidad del módulo.

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Dentro del armario hay quien instala un accesorio con ganchos extraíbles y cuelga cacerolas y ollas de las asas. Sin embargo, las de mayor tamaño y peso no es recomendable guardarlas así. Es una opción solo para las más pequeñas. Otra forma de guardar ollas y cacerolas es en repisas abiertas a la vista. Pero esto es solo práctico para el recipiente que más uses y si lo haces a diario. Por lo general se trata de piezas voluminosas y ocupan mucho. Además, si no la usas con frecuencia solo conseguirás que se ensucie. Otra cosa es si las almacenas en una repisa inferior de un mueble carrito, por ejemplo. Estarán protegidas por la encimera por lo que se mantendrán limpias más tiempo. Si se trata de una cacerola pequeña, también puede ir colgada. Hay quien aprovecha incluso el techo para colgarlas de ganchos instalados directamente o de una rejilla. Es una solución para aprovechar el espacio pero debes asegurarte de que queden bien colgadas, de manera segura, para evitar accidentes en la cocina. Ten en cuenta, que necesitarás subirte a un escalón para acceder a ellas.

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En el caso de las tapas para las ollas, las puedes colgar de ganchos en el interior del mueble, colocar soportes específicos para ellas, barras en las puertas u ordenarlas, si tienes muchas, en un escurridor, una detrás de otra. Solo debes guardarlas con las ollas si encajan bien (es decir, sin riesgo a que se caigan).

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