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Situada en una colina, esta casa de Singapur vive con las puertas abiertas, de manera que la luz y el paisaje formen parte del interior, gracias a la carpintería metálica y a los cristales correderos motorizados de Panoramah. Diseñada por K2LD Architects, su singular construcción influye en la distribución del espacio y en la decoración, definiendo estancias abiertas, que facilitan un estilo de vida tranquilo y sin prisas, con cierto aire a los tradicionales patios chinos. Fuera, un jardín con un pequeño huerto y una piscina (casi) infinita ofrecen el lugar perfecto para vivir en calma. 

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Con altos techos, que apenas pueden imaginarse al contemplar la vivienda desde fuera, la entrada ofrece una bienvenida majestuosa y cálida, al mismo tiempo. La iluminación cobra especial relevancia en este proyecto. Además de la luz natural que se cuela sin impedimentos a través de las ventanas minimalistas de Panoramah, que son verdaderos tabiques de vidrio, las lámparas de techo, tratadas casi como esculturas, son clave, junto con los apliques empotrados, para lograr la atmósfera ideal. 

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El salón es el corazón de la casa, no solo por albergar al comedor y la cocina en una estancia única sino por ampliar sus límites hacia fuera, uniendo el jardín y la piscina en un espacio común, donde desarrollar el día a día. La gran zona de estar con sofás cómodos, llenos de cojines, está rodeada de obras de arte, que ponen la pincelada de color al ambiente, decorado en tonos neutros. Los cuadros se integran en el ambiente sin molestar acompañando al interiorismo, dándole un toque 'arty' lleno de encanto. 

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El comedor, con capacidad para 10 personas, se ha delimitado visualmente mediante una gran alfombra, que otorga, a la vez, un plus de calidez. Los grises visten también este ambiente, mostrando el lado más elegante y atemporal de los colores neutros. La gran vitrina-botellero con cristales amarillos actúa como un muro separador con la cocina, logrando que esta mantenga su autonomía y estilo.

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Mediante tabiques de vidrio de seguridad de Panoramah, la escalera de cristal comunica con el exterior, permitiendo, al mismo tiempo disfrutar de una bellas vistas, tanto del mar como de la montaña. Con un diseño sencillo y cómodo, para poder subir y bajar sin dificultades, el cuadro situado en una de sus paredes es el encargado de poner la nota decorativa. 

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El segundo piso alberga cuatro dormitorios y tres baños. Resultra llamativo comprobar como en las habitaciones, las tonalidades se suavizan, buscando una atmósfera más relajante y serena, que ayude a conciliar el sueño. Las ventanas se han vestido con estores blancos, que tamizan el sol, pero dejan pasar la claridad a todos los rincones de la estancia, manteniendo también la conexión directa con el exterior. 

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Los cuartos de baño apuestan por un diseño al servicio de la comodidad, aliándose con el mármol para vestir superficies, paredes y suelo. Este se ha distribuido en dos zonas paralelas, que facilitan el momento de la higiene diaria, especialmente en baños para compartir, y una ducha XL. Cada área cuenta con un lavamanos y una gran encimera, que pueden ser usados por dos personas la vez.

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La carpintería de toda la casa es de roble cepillado, con acabado en aceite, lo que le proporciona un aspecto más natural, logrando que todas las estancias estén en armonía tanto en el exterior como en el interior. Las puertas correderas esconden armarios de gran capacidad que ayudan a mantener el orden en el dormitorio

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La zona de despacho, con una mesa doble y sillas de cuero, sorprende por los cuadros de Botero. Alegres y coloridos rompen la rigidez visual de las paredes forradas de madera oscura, aportando frescura y vitalidad al ambiente, al mismo tiempo que favorecen la concentración. La alfombra es el broche perfecto del conjunto ya que, además de delimitar el área de trabajo, imprime la calidez necesaria para trabajar en casa en una atmósfera agradable.

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Cada aspecto de esta espectacular casa de Singapur se ha cuidado al máximo, logrando que el diseño se ponga al servicio de las personas y no al revés. En esta sala para el ocio familiar destaca una preciosa mesa de billar y un estar con sofás, algún puf y una cálida alfombra. Como en el resto de la vivienda, el exterior se cuela por los grandes ventanales de Panoramah, diluyendo los límites visuales y (casi) espaciales entre ambos.

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