Entramos en el exclusivo y paradisíaco refugio de Robert Redford en Napa Valley

Pocas cosas se pueden decir a ‘esta altura de la película’ sobre Robert Redford, un hombre que ha consagrado su vida al cine, primero como actor (en 2002,  la Academia le concedió el Oscar honorífico a toda su carrera), luego como director (en 1980 recibe el Oscar a la mejor dirección por Gente corriente) y, posteriormente, convirtiéndose en el artífice de uno de los festivales de cine independiente más importantes del mundo, el de Sundance. A sus 82 años, no es de extrañar que esta leyenda del cine (y un sex symbol de la época muy a su pesar) haya considerado que ahora le toca descansar. Atrás quedan películas tan memorables como Descalzos en el parque (1963), Dos hombres y un destino (1969), El golpe (1973), Todos los hombres del presidente (1973), Brubaker (1980), Memorias de África (1985) o  Cuando todo está perdido (2013), solo por citar unos pocos ejemplos. Eso sí, también es cierto que el actor no ha cerrado la puerta a ponerse de nuevo detrás de una cámara si el proyecto le parece interesante.

Casado en segundas nupcias con la artista de origen alemán Sibylle Szaggars en 2009, Robert Redford ha llevado desde siempre una vida muy discreta y alejada de los flashes de Hollywood. Quizá por ello se decidiera a instalarse en este verdadero paraíso terrenal ubicado en Santa Helena, en el corazón del Valle de Napa (California).

La propiedad fue comprada por el actor en 2004 y en sus más de cuatro mil metros cuadrados el matrimonio Redford encontró la paz y la privacidad necesarias para dedicarse a trabajar en sus creaciones y al mismo tiempo disfrutar de un entorno natural idílico. Sin duda, es el lugar perfecto para alejarse del mundanal ruido. Ahora, según el portal inmobiliario Steven Mavromihalis, esta espectacular casa está a la venta por 6.611.737 euros. Al parecer el matrimonio, según declaraciones del propio actor al Wall Street Journal, quiere mudarse al área de la Bahía de San Francisco para estar más cerca de la familia.

Esta enorme finca consta de una casa principal de aproximadamente unos 500 metros cuadrados, distribuidos en dos plantas con 3 habitaciones, 2 baños completos y 1 aseo, sauna, gimnasio, una biblioteca, despacho, gran salón, sala de estar, comedor, cocina y dos garajes.
En la imagen, se puede observar la maravillosa piscina, con todo tipo de detalles, como las sombrillas y las pérgolas, para disfrutar durante los calurosos días californianos.

En la imagen uno de los rincones de descanso junto a la piscina donde puede apreciarse también la exuberante vegetación que rodea a la vivienda.

La vivienda cuenta también con agradables terrazas con unas preciosas vistas a las colinas circundantes cubiertas de robles y a los viñedos, tan característicos del valle de Napa, zona vitivinícola por excelencia de California. En la imagen, una de las terrazas, ideal para celebrar una comida informal con amigos. El predominio de la madera, la piedra y los detalles de mimbre nos hablan de una decoración muy chic donde priman los elementos naturales.

La vivienda se encuentra ubicada sobre una colina y está rodeada de unos jardines donde predomina una abundante vegetación, además están recorridos por diferentes senderos que conducen a Meadowood Resort, un exclusivo hotel-spa con restaurante, canchas de tenis y campo de golf, a donde el actor y su esposa solían acudir como clientes habituales.

A pesar de la privacidad y aislamiento de la que goza la propiedad, esta se encuentra a cinco minutos en coche del pueblo de Santa Helena, una encantadora localidad donde disfrutar de la gastronomía, las compras y por supuesto de sus famosas bodegas.

La casa está construida inspirándose en el estilo europeo. Es más, el recubrimiento en estuco blanco trae a la mente un cierto aire español. La entrada principal está precedida por una bonita fuente de piedra también de inspiración europea. No hay que olvidar que Robert Redford es un enamorado de Europa. Durante su juventud viajó por Italia y Francia, incluso, estuvo en España, en Mijas y, posteriormente, en Mallorca. De hecho, en más de una ocasión ha declarado su amor por nuestro país.

Una vez en el interior se accede a un gran salón decorado en un estilo moderno pero muy acogedor, fruto de la preponderancia de líneas muy simples, así como la elección de materiales naturales (madera, piedra, rafia). Este gran salón está presidido por una gran chimenea de piedra. Destacan también los colores neutros como grandes protagonistas de la decoración, así como el techo de madera con vigas vistas pintado enteramente de blanco.

La casa está dotada de espacios donde descansar y disfrutar en familia de una buena película. Volvemos a encontrarnos con un espacio equilibrado, donde predominan los tonos neutros, la madera y toques de color para dar calidez y contraste decorativo.

En el dormitorio principal lo que más llama la atención es la importancia que se ha concedido a la luz, que se cuela por enormes ventanales que van del techo al suelo, consiguiendo espacios que se impregnan de confort y calidez.

El cuarto de baño principal está presidido por una enorme bañera, aunque también posee una ducha acristalada; destaca por las líneas minimalistas y la preponderancia del blanco y la madera, que consiguen dotar también de una agradable luminosidad y sensación de amplitud al espacio.

La cocina, amplia y luminosa, se abre a un coqueto e íntimo comedor, perfecto para las comidas familiares del día a día. El espacio está dominado por una gran isleta central con cocina y el espacio suficiente para poder trabajar sin dificultad.

Un detalle de las preciosas vistas que se pueden contemplar desde la cocina, con muebles lacados en blanco y una encimera en color gris. Todo equilibrio, amplitud y, sobre todo, funcionalidad, aspecto fundamental en una cocina.

Otro de los salones donde relajarse mientras se mantiene una conversación entre amigos, por ejemplo. A excepción de la cocina y baños, las chimeneas presiden todas las estancias de la casa.

La casa cuenta con un amplísimo gimanasio donde poder ponerse en forma, un aspecto que Robert Redford jamás ha descuidado. Amante de las motos y la equitación, el actor, a sus 82 años, ha reconocido en alguna entrevista que le gusta cuidarse porque le gusta verse bien. 

Dentro de la propiedad, su esposa (no olvidemos que es pintora de profesión) mandó construir este envidiable estudio. Rodeado por la vegetación, Sibylla se construyó un espacio de creación a medida. Tiene tejado a dos aguas y destaca una especie de pseudoporche formado por una enorme cristalera por la que penetra la luz.

El interior del estudio no puede ser más funcional. Cuenta con un amplio espacio diáfano donde poder trabajar cómodamente gracias también a la enorme cantidad de luz que penetra no solo por las cristaleras de los grandes ventanales, sino también por las claraboyas abiertas en el tejado. Junto a este espacio diáfano, el estudio cuenta, como no podía ser de otra manera, con una pequeña cocina y un cuarto de baño completo.