Cuando lo cotidiano se apodera de cada rincón, lo único que puede hacer el diseñador de interiores es darle categoría y convertir lo habitual en extraordinario. Como ha ocurrido en este proyecto de Egue y Seta, hecho a la medida de un matrimonio y su hijo, un niño que nació durante las obras, poniendo el broche perfecto (y feliz) a la reforma.
Situado en el corazón del Eixample de Barcelona y con unas vistas privilegiadas a la Sagrada Familia, este ático de 86 metros cuadrados buscaba crear un hogar moderno y acogedor, en el que la terraza tuviera un papel protagonista en el día a día de los propietarios: “Un templo a la cotidianidad para una familia terrenal”, señalan desde el estudio.