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Esta vivienda situada en Sant Cugat, enamoró a sus propietarios por su arquitectura realmente singular, diferente, racional y geométrica.
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Le encargaron el trabajo a Margot Viandés, que buscó conseguir un hogar de aspecto atemporal respetando la arquitectura de la casa.
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Con esa arquitectura tan moderna y quizás fría, los propietarios sabían que necesitaban un interior cálido y elegante que contrastara con el aspecto exterior de la vivienda.
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El domirtorio principal cuenta con una pieza de mobiliario en la que se integra la pared con las mesillas de noche y la cama. Todo ello es un diseño de Margot Viarnés.
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La zona de la cocina trata de combinar el sentido práctico de la misma con un plus de elegancia, ya que los propietarios cenan a menudo en ella, con los amigos más íntimos.
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Se trata de una casa de dos plantas con 300 m2 abiertos a un jardín con piscina. Precisamente un elemento fundamental fue fomentar esa relación interior-exterior.
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En el comedor destaca la mesa, un diseño de la propia Margot realizado por artesanos de confianza de la decoradora. Y la lámpara: el modelo colgante Lastra de Flos.
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Se ha buscado para esta vivienda cierta uniformidad en los colores de las paredes y la piedra de los sueños. Pero al mismo tiempo se le ha dado a cada espacio su propio universo decorativo.
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La decoradora ha querido apostar en todo momento por los materiales nobles en los muebles y los textiles: roble blanqueado, hilo, algodón, terciopelo de lana y seda...
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En cuanto a los colores, la interiorista ha escogido tonos sobrios en la práctica totalidad de la casa: "el verde oscuro para el hall, o el tono mostaza para la cocina, con algún guiño atrevido para baño de invitados que es rojo china”.
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