Porque sí, esta casa de playa enamora a primera vista… pero espera a conocerla un poco más. Está ubicada en Praia Rasa, una de las zonas más tranquilas (y encantadoras) de Búzios, en el estado de Río de Janeiro. Tiene 700 m2 construidos sobre un terreno de 900, y fue pensada al milímetro para que todo –desde una cena con amigos hasta una siesta con el sonido de las olas de fondo– encajara a la perfección.
Los propietarios, una pareja de Río de Janeiro con hijos adultos, ya tenían una casa en la misma comunidad. Sin embargo, anhelaban algo más: una vivienda con vistas directas al mar. Así que, cuando el terreno salió a la venta, no lo dudaron. Era el momento de construir desde cero la casa de sus sueños, un rincón para desconectar los fines de semana, pasar vacaciones en familia y compartir buenos momentos rodeados de amigos y naturaleza.
Ahí es donde entra en escena Paola Ribeiro, la interiorista que supo traducir todos esos deseos en espacios reales, en colaboración con el arquitecto Roberto Aracri. Juntos lograron una casa pensada para disfrutar sin prisas, sin rigideces, y con muchísima personalidad.

Una casa que se abre al paisaje
Desde fuera ya se intuye que no es una casa de playa cualquiera. La arquitectura, diseñada por Roberto Aracri, se adapta con naturalidad al terreno y al entorno: volúmenes limpios, materiales nobles y una disposición pensada para que todo fluya.
La casa tiene dos fachadas: una delantera, donde se ubica la piscina; y una trasera (sobre estas líneas), con su cuidado césped y un par de tumbonas al sol, desde donde se llega a la playa. Y dos plantas: abajo, la vida social; arriba, la intimidad de las suites. Cada dormitorio cuenta con baño privado, y la suite principal, claro, con vistas al océano y detalles a medida. Pero ya llegaremos ahí…

Tres salones, tres estilos
Lo primero que te sorprende nada más entrar en esta casa de playa tan especial es la sensación de amplitud y la manera en que los espacios conectan, se mezclan, y la decoración fluye. Cuenta con tres salones, cada uno con su propio estilo, pero todos comparten una atmósfera relajada y acogedora que invita a desconectar. El que acompaña estas líneas es el más artístico, donde las paredes decoradas con cuadros aportan una personalidad única al espacio. Los muebles restaurados, los textiles en tonos turquesa y coral, y los detalles en fibras naturales crean un ambiente fresco y confortable, ideal para relajarse.

El comedor
Se encuentra en una posición privilegiada, ya que está conectado al salón principal y tiene un look que complementa perfectamente el estilo de toda la casa. Para su decoración, Paola Ribeiro eligió una mesa de madera que invita a compartir comidas y momentos en familia o con amigos, acompañada de sillas con respaldo de ratán. Este espacio, tan acogedor como luminoso, se completó con unos estores enrollables de caña para filtrar la luz sin perder ni un ápice de naturalidad.

Bajo un techo de madera
Como seguramente te habrás dado cuenta, toda la planta baja de la casa comparte un elegante techo de lamas de madera que, además de ser un excelente aislante térmico y acústico, aporta continuidad y calidez. En este salón, el segundo, el revestimiento se prolonga por la pared donde se apoya el mueble de la televisión. Entre éste y el principal (ya sabes, donde están los cuadros) se ha creado un pequeño rincón de estar, con cuatro sillones alrededor de una mesa de centro redonda de madera, que forman un lugar ideal para largas conversaciones, una lectura tranquila o simplemente contemplar el entorno.

La mezcla perfecta
Los propietarios trajeron consigo varios muebles y objetos de su casa anterior, como cuadros, lámparas y alfombras, que, además de tener mucha historia, aportan un toque único. Estos elementos, que tenían un significado especial para ellos, fueron restaurados –entre ellos, el sillón Jangada, de Jean Guillon, que se ha tapizado en un vibrante turquesa–, y como Paola los ha combinado con piezas nuevas se ha logrado una atmósfera fresca y contemporánea.

El porche donde querríamos pasar todo el día
Si hay un lugar que resume el espíritu de esta casa, ese es el porche. Es amplio, acogedor y está pensado para disfrutar a cualquier hora del día. Aquí, el interior y el exterior se funden sin esfuerzo: se pasa del salón al jardín casi sin darte cuenta. Pero no es solo una cuestión de distribución, es el ambiente que se ha creado.
El techo de paja trenzada a mano aporta ese aire fresco y tropical que tanto apetece en una casa de playa, y las plantas en grandes macetas ayudan a dar sombra y a bajar la temperatura. Los muebles son cómodos, bonitos y están dispuestos en distintos rincones para elegir si leer tranquilo, tomar algo con amigos o simplemente tumbarse sin pensar en nada. Además, el porche también funciona como zona gourmet. Tiene una cocina de exterior con barbacoa, perfecta para preparar pescados, unas brochetas o lo que surja, sin tener que meterte dentro de casa.
Y como la playa que está justo delante puede ser bastante ventosa, la piscina se colocó justo en el centro de la casa. Así está más protegida y, al mismo tiempo, conecta visual y funcionalmente con el resto de las zonas de ocio. Es un planazo: pasar del chapuzón al aperitivo en dos pasos y sin perder de vista ni el mar ni el grupo de amigos.

Cocinar, compartir y disfrutar
Predominan los tonos blancos, combinados con madera natural y acentos en azul que recuerdan al mar cercano. Todo está muy bien equilibrado: es relajada pero cuidada, sencilla pero con personalidad.
La zona de trabajo está distribuida en forma de L, con encimeras amplias y almacenamiento bien resuelto. Al fondo, una barra funciona como punto de apoyo o desayuno informal, y a continuación, se ha ubicado una zona de comedor, con una gran mesa de madera que reúne a familia y amigos sin estrecheces.

¿Te imaginas despertar cada mañana con estas vistas?
Cuando se sentaron con Paola Ribeiro para imaginar su casa ideal, los propietarios lo tuvieron clarísimo: una suite principal espectacular para ellos y tres más para mimar a sus invitados como se merecen. Porque si algo tenían claro es que esta casa no era solo para descansar, sino para compartirla con familia y amigos. Paola tomó nota y lo convirtió en realidad: cuatro suites, cada una con su propio baño, pensadas al detalle para que nadie eche nada en falta.

Muy personal
Como ya habrás imaginado, este es el dormitorio principal y nos encanta por su estilo relajado y sofisticado a la vez. Tonos blancos y azules, un degradado turquesa en las paredes, una cama de caña natural, mesitas del mismo material, una lámpara colgante traída de un viaje por los propietarios…

En la misma línea
El color es el hilo conductor entre dormitorios y baños, distintos en cada suite pero siguiendo un mismo lenguaje: toques cromáticos sobre una base neutra. En este caso, el turquesa no solo une los espacios visualmente, sino que también refuerza la sensación de serenidad y frescura que recorre toda la casa.

En blanco y madera
Este dormitorio mantiene la línea natural pero con una propuesta distinta. Aquí mandan los tonos neutros: paredes blancas, mobiliario en madera clara y textiles ligeros que lo convierten en un espacio muy sereno. El diseño es sencillo pero no aburrido: una cama bien vestida, lámparas de fibras naturales y objetos decorativos bien elegidos que aportan personalidad.

Doble encanto
Una de las suites se ha decorado con dos camas individuales, ideal para hermanos, amigos o invitados que vienen en pareja. Las fibras naturales, los textiles suaves, la luz y el verde que entra por las ventanas crean un ambiente muy agradable. Todo contribuye a esa atmósfera despreocupada pero pensada.

¿Y qué me dices de este baño?
Es todo un acierto. Una cortina de ducha decorada con dibujos de palmeras; el espejo en forma de arco con un marco de fibra; un lavabo rústico tallado en piedra sobre una encimera volada de madera, paredes revestidas en verde…Tiene un punto tropical que nos encanta.

Y llegamos al tercer salón…
Con la pared pintada de verde. Un ejemplo de cómo la interiorista Paola Ribeiro ha sabido jugar con los colores y las texturas para crear ambientes únicos y llenos de personalidad.