Es bella, rebosa color y llena el ambiente de un peculiar y agradable aroma. La mimosa (Acacia dealbata) es una planta genial para decorar el jardín y llenarlo de matices amarillos. Además, es fácil de cultivar y no requiere complejos cuidados, más allá de cierta protección contra el frío, que no le gusta en absoluto. Aprende a cuidar la mimosa y disfruta de su belleza.
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Descubre un árbol fácil de cultivar
La mimosa, acacia mimosa o Acacia dealbata, es una planta de la familia de las leguminosas. Se trata de un árbol de hoja perenne y porte redondeado, aunque irregular. Procede de tierras australianas y en su hábitat puede llegar a alcanzar los 15 metros de altura. Si lo plantas en tu jardín no crecerá tanto, pero sí lo hará de forma rápida. Aunque su follaje es bello, de color verde oscuro, el verdadero aliciente para cultivar la mimosa es, sin duda, su espectacular floración.
Una maravillosa floración amarilla
Ni su porte, ni su follaje, ni la forma de su copa. Lo que realmente nos encanta de la Acacia dealbata es, sin duda, su espectacular floración. Suele aparecer a mediados del invierno y durar hasta el inicio de la primavera. Durante estos meses, la mimosa se llena de pequeñas flores con forma esférica, de un intenso color amarillo muy especial. Además de belleza, estos pompones destilan un aroma intenso y dulce.
Conviene saber: como todo tiene su cara y su cruz, existe un pequeño inconveniente para elegir la mimosa para el jardín. Sus frutos, una especie de legumbre de color marrón oscuro, maduran en verano y caen al suelo. Esto aumenta las tareas de mantenimiento, ya que tendrás que recogerlas.
¿Dónde plantar la mimosa?
La mimosa necesita mucha luz para desarrollarse, y mejor si es luz directa, por lo que es conveniente plantarla en un espacio amplio, a pleno sol. Una buena idea es buscarle un lugar cerca de una valla o de algún parapeto que lo proteja del viento, ya que no le viene nada bien. Incluso podrían dañarse las ramas más débiles del árbol.
En lo que se refiere al terreno, la Acacia dealbata prefiere los suelos arenosos, con un buen drenaje, y que contengan suficiente cantidad de nutrientes. No le viene mal que añadas materia orgánica al terreno con cierta frecuencia. Un aporte de humus de lombriz dos o tres veces al año sería perfecto.
Un consejo: no plantes la mimosa demasiado cerca de tu casa, ya que sus raíces se expanden mucho, siempre que tengan espacio.
Una planta que ama el calor
¿Vives en una zona en la que el clima es frío y riguroso, especialmente en invierno? En ese caso, puede que tengas que pensarte un poco mejor si la mimosa es una planta adecuada para tu jardín. Lo cierto es que no tolera el frío ni las bajas temperaturas, y mucho menos las heladas que pueden acabar con ella. De hecho, si el termómetro baja de 5ºC, la mimosa sufrirá de forma considerable. En el caso de que el clima sea frío aunque no demasiado, puedes cultivarla y protegerla con mallas térmicas y acolchados durante los meses de invierno.
¿Cómo hay que regar la mimosa?
Una de las ventajas de cultivar la mimosa en el jardín es que se trata de una especie que no requiere un riego intensivo y demasiado abundante. De hecho, puede soportar la sequía moderada. A pesar de ello, necesita un riego frecuente y regular, pero sin excesos. No tolera que las raíces se encharquen, ya que se pudren con bastante facilidad. Lo mejor es vigilar el riego, manteniendo el sustrato húmedo. En verano, durante las semanas de calor intenso, puedes acolchar el terreno alrededor de la mimosa para mantener el sustrato húmedo.
La poda, un cuidado importante
No es uno de los cuidados imprescindibles que necesita esta planta, pero sí es recomendable podarlo con cierta frecuencia para mantener su forma. Sus ramas tienden a desarrollarse de forma caótica, y como se trata de un árbol de rápido crecimiento, en poco tiempo puede adoptar un porte desgarbado e irregular. Un recorte a tiempo favorecerá que la copa tenga un aspecto más redondeado y decorativo. Además, te servirá para controlar el desarrollo del árbol.
El momento adecuado para la poda es después de la floración, recortando las ramas con hojas verdes. Poda el árbol de forma progresiva para que la estructura mantenga la armonía, utilizando unas tijeras de podar previamente desinfectadas.
Fácil de multiplicar
La mimosa o Acacia dealbata es una especie que se propaga muy fácilmente. De hecho, en ciertos países se considera una especie invasora. Si tú tienes un ejemplar y quieres multiplicarlo, tienes varias formas de hacerlo. Puedes emplear el método de las semillas o el de los esquejes.
Para multiplicar la mimosa mediante semillas, tendrás que hacer que germinen en pequeños semilleros. Antes de plantar las semillas conviene remojarlas durante unos cinco segundos en agua hirviendo y después dejarlas a remojo en agua a temperatura ambiente durante todo un día. Después colócalas en los semilleros, sobre un poco de sustrato, y cúbrelas con más tierra, regándolas a continuación. Ya solo queda esperar a que germinen. Cuando las plantitas tengan tres o cuatro hojas puedes trasplantarlas a una maceta o al terreno del jardín.
Reproducir la mimosa por esquejes
Si prefieres utilizar otro método para multiplicar tus mimosas puedes intentarlo mediante esquejes, algo que tampoco es difícil. Lo ideal es que lo hagas durante el verano, ya que las probabilidades de que los nuevos esquejes enraícen será mayor. Corta los tallos, úntalos en hormona de enraizamiento y plántalos en un contenedor o maceta, con sustrato de sumillero, y mantén los esquejes en un entorno cálido, con una temperatura lo más estable posible durante dos o tres meses. Ese es el tiempo que tardarán los esquejes en echar raíces en el sustrato.
¿Puedo cultivarla en maceta?
Si prefieres cultivar la mimosa en contenedor, en lugar que en el suelo del jardín, puedes hacerlo sin problema, teniendo claro que crecerá mucho menos. Sin embargo, esta opción puede tener importantes ventajas, sobre todo si vives en una zona de clima muy frío. De esta forma, podrás meter la planta al interior o trasladarla a un lugar más protegido mientras duran las semanas de invierno y las heladas.
Elige una maceta de gran tamaño, un sustrato universal mezclado con turba, y procura que el contenedor tenga un buen drenaje, ya que esto es esencial para que las raíces no se encharquen. A la hora de regar la mimosa en contenedor, debes estar atento porque puede que necesite más agua que si está plantada en el terreno del jardín. Durante las semanas de más calor en verano le vendrá bien que la pulverices con agua. Y si tu mimosa crece y tienes que trasplantarla a una maceta mayor, hazlo en primavera. Es la mejor época para llevar a cabo esta tarea.
Plagas y enfermedades
Cuando el clima es cálido y húmedo aumentan las probabilidades de que aparezcan las molestas y dañinas plagas para atacar a la mimosa. Entre los insectos más peligrosos para esta especie se cuenta la cochinilla algodonosa y el pulgón. Si detectas la presencia de alguna de estas plagas, lo mejor es tratar de eliminarlas lo antes posible utilizando un insecticida específico que resulte efectivo.
En cuanto a las enfermedades, la mimosa (Acacia dealbata) puede sufrir clorosis férrica o falta de hierro. A la mimosa le gustan los suelos ligeramente ácidos. Si el suelo tiene mucha cal, la planta puede acusar una carencia de hierro. Para solucionar el problema, tendrás que aportar al terreno quelatos de hierro.