Te encanta tu casa. Sobre todo cuando está limpia y ordenada. Por eso es esencial realizar las tareas domésticas con la frecuencia necesaria y de la forma adecuada, por mucho que se te ocurran otras muchas cosas mejores en las que invertir tu tiempo y tu esfuerzo. Existen decenas de métodos que nos prometen ayudarnos a dejar nuestra casa impoluta de forma rápida y sencilla, muchos de los cuales sí resultan eficaces. Pero también hay muchos mitos en torno a la limpieza de la casa que son solo eso, mitos. Aprende a detectarlos y abandónalos lo antes posible, si es que los tenías en cuenta.

1. Los productos naturales no limpian en profundidad
Los limpiadores de origen natural, que no son comerciales ni contienen muchos químicos, no siempre tienen buena fama en lo que a su eficacia se refiere. Puede parecer que, por su formulación natural, no son capaces de eliminar la suciedad ni, mucho menos, gérmenes y bacterias. Sin embargo, muchas sustancias naturales resultan muy eficaces para dejar la casa perfectamente limpia y, además, lo hacen de forma muy sostenible.
Además de ser eficaces, los limpiadores naturales evitan alergias, dermatitis por contacto, irritaciones de la piel y otros problemas de salud, ya que no contienen sustancias químicas agresivas.

2. El papel de periódico deja los cristales impecables
Seguro que alguna vez has oído que los cristales de las ventanas quedan relucientes si los frotas con papel de periódico. Se trata de un truco del pasado que, en realidad, no es tan efectivo como se ha dicho siempre. La calidad del papel que se utiliza hoy en los periódicos impresos y las tintas empleadas no favorecen que los cristales queden limpios y brillantes, sino que dejan rayajos, manchas y marcas. Además, limpiar los cristales de casa y dejarlos impecables no es tan difícil si utilizas una bayeta de microfibra o una rasqueta de goma si están muy sucios y tienen manchas. Puedes emplear una solución de agua jabonosa con un chorrito de amoniaco o de vinagre de limpieza, o un limpiacristales al uso.
Un consejo: no limpies los cristales un día de mucho sol y calor. El producto que utilices se secará muy rápido y quedarán marcas que te costará más tiempo y esfuerzo eliminar.

3. Los plumeros eliminan el polvo
Esta afirmación, ¿es mito o realidad? Pues sí, es un... ¡mito! Los plumeros, tan utilizados en el pasado para eliminar el polvo, en realidad no lo recogen, sino que lo dispersan por el ambiente. Es decir, únicamente lo cambian de sitio, por lo que lo mejor es dejar de usarlos. Este tipo de plumeros pueden ser útiles en casos puntuales, como cuando tienes que quitar el polvo a una lámpara con cristales y muchos recovecos, pero después tendrás que limpiar para recoger todas las partículas que habrán caído al suelo o se depositarán en los muebles y otras superficies.
Un consejo: si estás acostumbrado a usar el plumero y no quieres dejar de hacerlo, lo mejor es que lo cambies por un modelo de microfibra, en lugar del típico de plumas, ya que resultará más eficaz.

4. Puedes limpiar toda la casa con vinagre de limpieza
Es cierto que el vinagre de limpieza es un producto natural y eficaz para determinados usos domésticos, pero eso no significa que puedas utilizarlo siempre y para limpiar cualquier superficie de la casa. De hecho, el vinagre contiene una alta proporción de ácido acético, lo que puede resultar agresivo para algunas superficies como, por ejemplo, la piedra natural. Eso significa que no es buena idea utilizar vinagre para limpiar las encimeras de granito o de mármol. Tampoco, y en contra de ciertas creencias populares, es buena idea limpiar los suelos de madera con vinagre, ya que podrían deteriorarse y perder su brillo natural.

5. Conviene mantener las rutinas de limpieza
Este es otro mito ampliamente extendido. Cuando te planteas organizar las tareas domésticas con cierto orden, tiendes a establecer unas rutinas y a repetirlas en cada jornada de trabajo. Sin embargo, y aunque se cree que realizar las tareas siempre con el mismo orden es lo más adecuado, en realidad esto es una equivocación. Lo más probable es que no tengas tiempo en un solo día a terminar con la limpieza de toda la casa. Si siempre lo haces igual, limpiarás siempre las mismas zonas y repetirás tareas, mientras que quedan zonas sin limpiar y trabajos sin hacer. Lo mejor es establecer diferentes tareas y alternarlas en función de la frecuencia necesaria y los días de trabajo y limpieza.

6. Más detergente es mejor
Si crees que usar más cantidad de producto a la hora de limpiar, o al hacer la colada, es más efectivo, debes saber que esto no es cierto. Lo indican los propios expertos en limpieza, así como los fabricantes de lavadoras y otros electrodomésticos. Utilizar más jabón de lo recomendado no solo supone un gasto innecesario, sino que además puede perjudicar el resultado obtenido. La ropa no quedará más limpia por poner más detergente en la lavadora o en el lavaplatos. Tampoco es conveniente utilizar más cantidad de producto a la hora de limpiar las superficies en la cocina o en otras zonas de la casa, o al fregar el suelo.

7. Los detergentes y jabones actúan al instante
Este es otro de los errores que solemos cometer a la hora de limpiar las superficies tanto en la cocina como en el baño, o en otras estancias de la casa. Quizá porque queremos invertir el menor tiempo posible en las tareas domésticas, la mayoría de las veces no dejamos actuar los productos de limpieza el tiempo adecuado. Los limpiadores no actúan al instante, sino que necesitan un tiempo para ablandar la suciedad y hacerla desaparecer. Conviene aplicar el producto y esperar dos o tres minutos antes de aclarar y retirarlo. Solamente debemos retirar inmediatamente aquellos limpiadores más agresivos que pueden deteriorar las superficies si los dejamos demasiado tiempo sobre ellas.

8. La lejía lo limpia todo
Este es un mito ampliamente extendido: se le concede a la lejía, por ser un poderoso desinfectante, la capacidad de limpiarlo absolutamente todo. Pero, en realidad, la lejía no limpia. No es un limpiador, puesto que no elimina la suciedad. Se trata de un desinfectante, pero si no limpiamos antes la superficie en cuestión sobre la que vamos a aplicarla, tampoco lograremos que la lejía desinfecte correctamente. Por otro lado, no es aconsejable utilizar lejía sobre todas las superficies porque puede deteriorar los materiales más delicados.
Un consejo: si utilizas lejía para desinfectar algunas superficies, ten mucho cuidado de no mezclarlo con otras sustancias químicas como el amoniaco, lo que puede resultar muy peligroso. La mezcla de lejía y amoniaco produce unos gases muy tóxicos que pueden llegar a ser mortales.

9. El agua caliente elimina los gérmenes
Tenemos la idea de que el agua caliente sirve para eliminar, además de la suciedad, los gérmenes y microorganismos que puedan tener las superficies. Sin embargo, utilizar agua muy caliente no es siempre la mejor idea. Si para lavar las sábanas y las toallas se puede programar la temperatura del agua a 60ºC, en otras ocasiones es mejor utilizar agua fría. Sobre todo a la hora de lavar prendas más delicadas o de colores intensos. Por otro lado, el agua para fregar los suelos debe estar fría. Si utilizar agua caliente y después añades lejía o amoniaco, estos productos se evaporarán y perderán gran parte de su poder limpiador y desinfectante.

10. No hace falta lavar estropajos y cepillos
A veces se tiene la creencia (equivocada) de que los estropajos, cepillos, bayetas y demás utensilios de limpieza se mantienen limpios por arte de magia, con el uso cotidiano. Nada más lejos de la realidad. Todos estos objetos se van estropeando con el tiempo, y también se van ensuciando, por lo que necesitan cierto mantenimiento. Si no los limpias de vez en cuando y los usas sucios es imposible que puedas limpiar con ellos superficies y otros elementos. En el conjunto de utensilios de limpieza se incluye también la fregona, el cepillo de barrer, la mopa, etc.