Artista y madre de dos hijos, la creatividad de Rachel Lee Hovnanian, una reconocida artista americana que vive y trabaja entre Miami, Nueva York y la Toscana, está presente en todas las facetas de su vida. Nacida en Parkersburg (Virginia occidental), nuestra anfitriona creció en un hogar lleno de escritores y pintoras y su infancia estuvo impregnada de inspiración artística, la misma que ella desarrolló a la vez que trabajaba como directora artística en la agencia de publicidad McCann Erickson.
Sus obras se han expuesto en las galerías y exposiciones de arte contemporáneo más famosas del mundo, desde la Bienal de Venecia a la Feria de Arte de Dallas, pasando por la galería Leila Heller, de Nueva York, o Jason McCoy, de Hong Kong.
Hovnanian nos da la bienvenida a su residencia de Miami Beach, una de las zonas más exclusivas del mundo. Su casa está inmersa en el jardín tropical que da al canal, donde sus obras de arte cobran vida. El interior es totalmente blanco y muestra cuadros de colores intensos de su reciente exposición en la County Gallery de Palm Beach, titulada Beyond the Hedges. La casa, que destaca por su estética elegante y original, es un testimonio de su vida como artista y habla del placer de la buena compañía.
Infancia sureña
—¿Cómo comenzó tu amor por el arte?
—Nací en Parkersburg, pero me crie en el vibrante paisaje cultural de Houston, en Texas, así que mi camino hasta convertirme en artista comenzó con influencias tempranas y arraigadas en el espíritu creativo de mi familia y en mi educación sureña. Mi infancia estuvo llena de inspiración artística. Mis padres eran pintores y, gracias a su ejemplo, me animaron a dibujar y pintar desde que era una niña.
Cuando tenía trece años, nos mudamos a Cuernavaca, México, un tiempo y, después, cuando volvimos a Estados Unidos, pasábamos cada verano explorando una ciudad diferente del país mexicano. Pasar una parte de mi infancia inmersa en el vibrante entorno cultural mexicano profundizó mi amor por el arte, y los viajes siguen siendo una verdadera fuente de inspiración para mi práctica a día de hoy.
Tras licenciarme en Bellas Artes por la Universidad de Texas, me trasladé a Nueva York, donde trabajé como directora artística en la agencia de publicidad McCann Erickson y cultivé mi faceta artística de forma paralela, cursando estudios en la Parsons School of Design, mientras realizaba obras en mi apartamento. No fue hasta mucho más tarde, cuando mis hijos ya eran mayores, cuando empecé a exponer en serio, un viaje que, desde entonces, me ha llevado por todo el mundo.
—¿En qué se inspira tu trabajo?
—Lo que inspira mi trabajo está siempre en evolución, pero hay influencias que han permanecido constantes a lo largo de mi carrera como artista, tanto los paisajes de mi infancia sureña como la dinámica social que he observado a lo largo del tiempo. En última instancia, también se ve influido por mis observaciones de la experiencia humana y los problemas sociales a los que nos enfrentamos en la vida contemporánea, ya sean las innegables presiones a las que se ven sometidas las mujeres para cumplir unos cánones de belleza y perfección poco realistas o la soledad y desconexión exacerbadas por la pandemia y la tecnología.
Mi intención es crear obras que tiendan puentes y susciten conversaciones. Un ejemplo de ello es mi exposición Angel’s Listening. Presentada por primera vez en la 59ª Bienal de Venecia, la instalación invita a los visitantes a revelar los secretos, pensamientos y miedos más íntimos de sus corazones a través de una experiencia confesional inmersiva. Habla de la necesidad inherente del ser humano de ser escuchado y comprendido. Se presentó recientemente en una antigua iglesia del siglo XIV, en Pietrasanta (Italia), comisariada por Annalisa Bugliani y Alessandro Romanini.
Una familia de artistas
—La tuya es, sin duda, una familia muy creativa.
—El hilo creativo es muy fuerte en nuestra familia, sí, y ha sido una delicia ver cómo este rasgo se manifiesta en mis hijos y mis hermanos de formas tan singulares. Mi hijo, Alexander, tiene un estudio de cerámica en Nueva York, y mi hija, Serena, estudió cine y tiene un gran ojo, que ahora aplica a su trabajo de diseño de interiores. Juntos aportan nuevas perspectivas y un toque artístico a la familia.
Mi hermano Matthew fundó Tèo Gelato, ahora reconocida como una de las mejores marcas de helados de Estados Unidos e, incluso, nombrada uno de los cinco mejores helados del mundo. Por su parte, mi hermano Andrew, profesor de la Universidad de Nueva York, pasó un tiempo en Barcelona investigando sobre urbanismo. Mi cuñada Lera, mujer de mi hermano Duncan, y su hija, Ivy, fundaron la joyería Lera Lee & Ivy, en Florencia, donde viven desde hace muchos años. Lera lleva más de dos décadas dedicada a la joyería fina, una habilidad y una pasión que ha transmitido a mi sobrina.
—¿Qué te inspira de vivir entre Miami, Nueva York y la Toscana?
—Equilibrar la vida entre Miami, Nueva York y la Toscana ofrece a nuestra familia una hermosa mezcla de mundos, cada uno rico en significados e inspiración. En Miami, estamos rodeados de una energía vibrante y una mezcla cultural única, que alimenta mi creatividad. Mi estudio y la oficina de mi marido se encuentran aquí, por lo que es nuestra base natural y un lugar donde puedo sumergirme en mi trabajo. Mis hijos viven en Nueva York y estar cerca de ellos tiene un valor incalculable.
La energía inigualable de la ciudad, sus museos y su estrecho círculo de familiares y amigos la convierten en una parte dinámica de nuestras vidas. Luego está la Toscana, donde pasamos los veranos desde hace más de dos décadas. Es mi principal fuente de inspiración, con sus impresionantes paisajes y la proximidad a las canteras de mármol de Carrara, los artesanos expertos y las fundiciones esenciales para mi práctica artística. Nos encanta compartir este entorno mágico con la familia y los amigos, donde el arte, la naturaleza y los momentos entrañables se funden a la perfección en un lugar que parece atemporal.
—¿Cómo describirías esta casa de Miami?
—Cuando mi marido y yo nos mudamos a Miami, durante la pandemia, para nosotros era esencial crear un refugio tranquilo que estuviera construido en armonía con su entorno. Siempre he admirado el biomimetismo en la arquitectura y, para mí, era importante que donde viviéramos estuviera integrado con el mundo natural. Construida inicialmente en 1932, la arquitectura colonial española de nuestra casa tiene un estilo claramente relajado y contemporáneo, con influencias de la costa oeste. Nunca me ha gustado el aire acondicionado, así que en los meses más fríos mantenemos las ventanas abiertas, lo que permite una conexión continua con el exterior.
El espacio es acogedor y sereno, con una paleta totalmente blanca —paredes, muebles y acabados— salpicada por mis cuadros y esculturas, así como por antigüedades que añaden calidez y carácter a cada habitación. La entrada a nuestra casa solo puede describirse como mágica, con puertas de madera que dan a un patio donde recibimos a los amigos para cenar al aire libre junto a la chimenea, rodeados de madreselva aromática, un altísimo árbol central y luces que iluminan nuestra casa por la noche.
La belleza natural de Miami
—¿Cómo es la atmósfera de la casa y la distribución?
—La casa está diseñada para que pueda disfrutar de la belleza natural de Miami: puertas francesas de suelo a techo se abren para revelar exquisitos patios, una piscina de azulejos, jardines en terrazas y nuestro muelle de 19 metros con vistas al horizonte de South Beach. Nuestra cocina es perfecta para nuestra familia de cocineros y conecta con el patio y el comedor principal. Arriba, la suite principal tiene una chimenea y, como la mayor parte de la casa, está envuelta en blanco, con suelos de tablones de madera italiana que prestan una textura suave y calidez.
—¿Cómo vivís la ciudad?
—Estamos a un paseo en bicicleta o a pie de la playa, donde tengo mi estudio y paso la mayor parte del tiempo. Las ventanas del suelo al techo dan al océano y crean una sensación de calma durante todo el día. De vez en cuando, me aseguro de ver las últimas exposiciones e inauguraciones, ya sea en el Instituto de Arte Contemporáneo, el Museo de Arte Pérez o una de las muchas galerías que están apareciendo en Little Haiti y otros barrios emergentes de la ciudad.
Más allá de la Semana del Arte de Miami, a principios de diciembre, los creativos acuden en masa a la ciudad y es inspirador ver cómo la escena del arte y el diseño cobra impulso. Además, en Miami, el agua nos rodea por todas partes y nadar se ha convertido en una parte importante de mi vida: es la forma en la que empiezo el día y me proporciona la concentración y la claridad que necesito para enfocar tanto mi trabajo como mi vida familiar.
"Cocinar es nuestra forma de unirnos"
—¿Cómo es tu vida familiar?
—Somos una familia que siempre está en movimiento, pero la cocina es nuestro corazón y nuestro hogar dondequiera que estemos. Es donde nos reunimos compartiendo comida, conversación y conexión. Cocinar es nuestra forma de unirnos, un ritual que tiende puentes entre generaciones y celebra la unión. El paladar de mi marido no se parece al de ningún otro, lo que añade un toque distintivo a nuestras reuniones, y mis hijos tienen cada uno su propio enfoque de la cocina. Cuando nos juntamos, nuestra cocina se convierte en un vibrante laboratorio de sabores, donde experimentamos con recetas de todo el mundo, llevando el sabor de nuestros viajes a la vida cotidiana.
—¿De dónde viene esta pasión por la cocina?
—Nuestro amor por la comida y la aventura culinaria es un legado transmitido por mi madre, que era conocida como la "Julia Child de Houston". Enseñó a cocinar a varias generaciones de nuestra ciudad natal e incluso, en sus últimos días, nos reunió con su calidez y su amor por la cocina, mostrándonos cómo la comida expresa vida, amor y conexión. Su influencia está profundamente enraizada en el tejido familiar: mi hermano es cocinero, la familia de mi marido cocina, sus cónyuges cocinan y nuestros hijos también se han aficionado. La comida se ha convertido en el lenguaje cultural de nuestra familia, una forma de mostrar cariño y gratitud a las personas que queremos.
Sus mesas de comedor son obras de arte
—Tus mesas de comedor son como una obra de arte.
—Una vez me dijeron: "Si pones la mesa con un mantel, la gente tiende a sentarse a ella más tiempo". Es un sentimiento que guía mi enfoque, añadiendo capas de riqueza y sofisticación que invitan a la gente a disfrutar del momento. Para mí, cenar es algo más que comer: es crear una experiencia envolvente que despierte la conexión. No hay nada más gratificante que reunirse alrededor de una mesa bien puesta y adornada con flores frescas, escuchar una lista de reproducción bien seleccionada y ver cómo los amigos se animan a conversar. Mi hija y yo siempre hemos colaborado en la creación de mesas, haciendo de cada una de ellas una expresión conjunta de nuestro amor por los detalles.
Nuestro enfoque de la creación de un entorno de comedor, ya sea en interiores o al aire libre, se inspira en nuestro amor mutuo por el color y el interés por trabajar con diversos materiales y texturas. La mesa se convierte realmente en un lienzo en el que se mezclan texturas, colores y estampados para crear un telón de fondo memorable para cada comida. A menudo utilizo manteles, individuales y servilletas de Mrs. Alice, que combino con telas diseñadas por Serena Fresson, la madre de mi querida amiga Alice. Nuestra larga amistad con Alice y Serena se basa en el apoyo y la inspiración mutuos, ya que cada una anima a la otra en sus empeños artísticos.
Por supuesto, el color es esencial a la hora de pensar en la puesta en escena de una mesa. Nunca temo mezclar tonos atrevidos con una variedad de estampados, para inspirar y elevar la velada. Y la iluminación es esencial para crear un ambiente cálido y acogedor que anime a la gente a relajarse, permanecer y conectar. Con las luces adecuadas, el espacio es íntimo pero animado, un entorno perfecto. Cuando cada elemento se elige con cuidado, la mesa del comedor se transforma en un escenario para la creatividad y la alegría.
"Lo que inspira mi trabajo está siempre en evolución, pero hay influencias que han permanecido constantes a lo largo de mi carrera como artista, tanto los paisajes de mi infancia sureña como la dinámica social que he observado a lo largo del tiempo"