Patrizia Sandretto Re Rebaudengo es, además de una gran mecenas, una de las coleccionistas de arte contemporáneo más importantes del mundo. Conocida como "la Peggy Guggenheim del siglo XXI", nos da la bienvenida con absoluta naturalidad en su soberbia mansión, una oportunidad única para ¡HOLA! de experimentar la cercanía de una mujer destinada a dejar una huella indeleble en el mundo del arte.
Nos recibe vestida de manera sobria y elegante, adornada con joyas que complementan sus maravillosos vestidos. Patrizia posee una impresionante colección de más de 1.000 collares y broches, todos meticulosamente catalogados. Cuatrocientas de estas impresionantes piezas formarán parte de un exclusivo libro de la editorial Taschen, que acompañará a una próxima exposición.
Regalo de su padre
Filántropa y comprometida con la educación, su estilo sofisticado se refleja no solo en cada uno de sus detalles, sino también en su hogar, una casa-joya de estilo art nouveau, situada en el corazón de Turín, una de las ciudades más prósperas, elegantes e industriales del norte de Italia. Construida en 1901, la espléndida mansión perteneció a la familia de Carla Bruni y fue el escenario de gran parte de la infancia de la top y mujer del ex Presidente de Francia Nicolas Sarkozy.
De niña, Patrizia solía pasear en bicicleta por los alrededores y, en el año 2000, su padre se la regaló. Nuestra protagonista comparte su vida con su marido, Agostino Re Rebaudengo, un destacado empresario italiano y fundador de Asja Ambiente Italia, empresa especializada en energías renovables y sostenibilidad. Los dos viven rodeados de obras de arte de renombrados artistas que siempre van cambiando, entre otros, Cindy Sherman, Damien Hirst, Maurizio Cattelan, Shirin Neshat y Anish Kapoor.
"Mi marido ha sido, y sigue siendo, una presencia fundamental en mi vida, tanto personal como profesionalmente", nos cuenta Patrizia, que está casada con el destacado empresario italiano Agostino Re Rebaudengo
En 1995, Patrizia fundó con Agostino la Fondazione Sandretto Re Rebaudengo, una institución dedicada a apoyar a artistas jóvenes y a acercar el arte contemporáneo al público general.
Conocida internacionalmente por su innovación, la institución, que organiza exposiciones y proyectos educativos para la promoción cultural, amplió en 2017 su influencia abriendo una fundación en Madrid con un programa de exposiciones individuales nómadas en la ciudad para el que cada año seleccionan lugares especiales. Y es que la influencia de Patrizia trasciende las fronteras italianas.
Con su gran aplomo, pero también cercanía, nos comparte como "si no fuera nada" que también está vinculada a importantes instituciones culturales, como el Consejo Internacional del MoMA, en Nueva York; el Consejo Internacional de la Tate Gallery, en Londres, y el Consejo de Liderazgo del New Museum, también en Nueva York, entre otros. Además, es mecenas del Comité Internacional para Museos y Colecciones de Arte Moderno (CIMAM); patrona electa de la Fundación del Museo Reina Sofía, en Madrid, y miembro del patronato de la Fundación MACBA, en Barcelona. Todo sin perder su maravillosa sonrisa, ya que, tal como nos confiesa, no sería ella.
—¿Desde cuándo tienes esta casa y cómo fue el proceso de renovación?
—Mi padre compró esta villa y me la regaló. De niña, solía pasar en bicicleta por delante de ella y me fascinaba. Recuerdo que la primera vez que entré me impactó la luz que se filtraba a través de las ventanas y la hermosa escalera. Y, a pesar de que crecí en una casa rica en objetos antiguos, cuando llegó el momento de amueblar mi propio hogar, elegí un estilo diferente.
Evité los tapices y las cortinas ornamentadas, optando por paredes blancas y añadiendo piezas de diseño y obras de arte contemporáneas con las que sentía una conexión personal. Además, trato de rotarlas frecuentemente (mis pinturas, fotografías y vídeos) para darlas a conocer a todo aquel que entre en mi casa. Muchas de ellas son creaciones de jóvenes artistas.
—¿Disfrutas recibiendo invitados aquí?
—¡Claro! Yo entiendo el recibir como un acto de compartir. Durante 30 años, he organizado la cena en honor de la Feria Artissima: no solo es una oportunidad para dar la bienvenida a artistas, comisarios, coleccionistas y amigos, sino también un momento para celebrar el arte contemporáneo y el diálogo que inspira. Creo que abrir mi hogar es como abrir una parte de uno mismo, ofreciendo un espacio donde las ideas, emociones y visiones pueden encontrarse.
—¿Cómo te sientes cuando te describen como "la Peggy Guggenheim del siglo XXI"?
—Ser comparada con una figura tan extraordinaria es, sin duda, un gran honor, pero también una responsabilidad. Peggy marcó la historia del arte con su intuición y la capacidad para apoyar a artistas que más tarde se convertirían en leyendas. Fue una pionera, una mujer con una visión increíble, y su contribución al arte moderno fue inigualable. Si alguien ve similitudes entre mi trabajo y el de ella, quizá sea por mi compromiso a la hora de apoyar el arte contemporáneo y crear conexiones entre artistas, instituciones y el público general.
—¿Cómo ha influido y apoyado tu carrera tu marido?
—Agostino ha sido, y sigue siendo, una presencia fundamental en mi vida, tanto personal como profesionalmente. Desde el principio, apoyó de manera entusiasta mi pasión, reconociendo el valor y la importancia de lo que quería construir. Su aliento me permitió creer en mis ideas y realizar proyectos ambiciosos como la fundación.
Generaciones futuras
—¿Crees que tus hijos, Eugenio y Emilio, continuarán tu legado?
—Sí, estoy segura. El legado no es solo lo material. Es el cuidado, la atención y la pasión que cada coleccionista dedica cada día a construir una colección o a gestionar un museo privado. A través de la fundación y nuestros muchos proyectos e iniciativas, me gusta pensar que estoy devolviéndole a la comunidad y a nuestros visitantes una parte de lo que he tenido la suerte de vivir.
Con el paso de los años, reflexiono cada vez más sobre el futuro de todo lo que he construido, pero sé que puedo contar con dos hijos que aman profundamente este mundo. Están cerca de mí y comparten esta pasión, especialmente Eugenio. Para ellos, y para las futuras generaciones, sigo construyendo algo que no terminará conmigo, sino que se transformará y seguirá creciendo con el tiempo. Pienso en ellos y también en mis pequeñas nietas.
—Tu colección está considerada como una de las mejores del mundo. ¿Cómo y cuándo comenzó tu relación con el arte contemporáneo?
—Mi trayectoria comenzó con un viaje a Londres, en 1992, después de trabajar en el negocio familiar y dedicarme a mis hijos. Inicialmente, estructuré mi colección en torno a temas específicos: arte italiano y de mujeres, fotografía y las escenas artísticas británicas y californianas. Hoy en día, sin embargo, colecciono artistas de todo el mundo, trabajando con una diversa gama de temas, medios y elecciones artísticas.
Estudié muchísimo, visité innumerables museos, estudios, galerías, ferias y bienales de todo el mundo y conocí instituciones internacionales dedicadas al arte contemporáneo. Fue entonces cuando noté la falta de organismos comparables en Italia. Me di cuenta de que todavía quedaba mucho por hacer aquí. Así fue como nació la Fondazione Sandretto Re Rebaudengo, de un deseo de apoyar a los artistas y compartir mi colección. Transformó mi pasión privada como coleccionista en un esfuerzo público.
—¿Cuál fue la primera obra que compraste?
—Blood Stone, una obra de Anish Kapoor. Fue en mayo de 1992, cuando el galerista Nicholas Logsdail, de la Lisson Gallery, de Londres, pasó al menos dos o tres días con nosotros recorriendo estudios. Anish fue uno de los primeros artistas que visité. Aún recuerdo que entré en su enorme loft, donde había esculturas de pigmentos amarillos, azules y rojos en el suelo. Fue, realmente, algo especial.
Colección de broches y collares
—Vemos que para ti la moda y los complementos también son muy especiales, ¿cómo es tu estilo?
—Me encantan los pequeños talleres de sastrería de Turín, donde tienen telas hermosas y crean diseños magníficos. La ropa que llevo está diseñada y hecha por Paolo Frezzato, de Pièces Uniques. Son piezas únicas y originales, el resultado de un diálogo entre mi gusto personal y el talento de un artesano experto. Estas prendas me acompañan en mi vida diaria, ya sea en la oficina, asistiendo a inauguraciones o visitando museos, ferias y galerías alrededor del mundo. La moda es, sin duda, una de mis pasiones, una forma de expresar estilo, interpretar la vida cotidiana y celebrar ocasiones especiales.
—Tienes una magnífica colección de más de mil broches y collares. ¿Qué representan los complementos para ti?
—Adoro la joyería de fantasía y, en ocasiones importantes, elijo primero el broche o el collar y luego continúo con el atuendo. Al igual que las obras de arte, las joyas son un reflejo del contexto y del momento histórico en el que fueron creadas: el broche diseñado específicamente para la inauguración del Puente Golden Gate de San Francisco; los usados por los maîtres del famoso Stork Club, en Nueva York, en la década de 1950, o el creado tras el ataque a Pearl Harbor.
También me atraen las historias detrás de mis broches en forma de árbol de Navidad, como los que las madres, mujeres y prometidas enviaban a los soldados durante la guerra de Corea para felicitarles las fiestas navideñas. Al igual que los cuadros y fotografías, mis piezas de joyería tienen el poder de contar historias profundamente evocadoras y fascinantes para mí.