El diseño de los hogares que van más allá de la estética y logra que emocione e influya en el bienestar de sus habitantes, esto es lo que plantea el interiorismo emocional. En Amai Studio (www.amaistudio.com) conciben así la única forma posible de diseñar los interiores. La interiorista y fundadora del estudio, Amaia Elias, nos hablará en concreto de la iluminación emocional. Es de la opinión de que “la luz es uno de los elementos más poderosos a la hora de transformar la manera en que vivimos un hogar”.
En un evento presencial que el estudio con sede en Guipúzcoa realizó sobre iluminación y salud visual, en el que participó Ainhoa Conde, experta en terapia visual,y la marca de domótica Niessen, se destacó la estrecha relación entre la luz, la salud ocular y el bienestar emocional en el hogar. Amaia nos va a hablar de todo ello en el reportaje.
La iluminación adecuada no solo mejora la funcionalidad de un hogar, sino que también impacta en nuestro estado de ánimo, nuestra energía y nuestro descanso. La luz natural regula el ritmo biológico, ayuda a la producción de serotonina y dopamina, y mejora la concentración. En la imagen, una cocina diseño del interiorista Alberto Torres
“Para diseñar un hogar saludable, apostamos por la combinación equilibrada de luz natural y artificial, adaptando los tonos e intensidades a cada momento del día”, explica la fundadora de Amai Studio.
Hoy en día, pasamos largas horas en espacios interiores, frente a pantallas y con iluminación artificial deficiente, lo que ha contribuido al aumento de problemas como la fatiga ocular, insomnio y la progresión de la miopía. La falta de luz natural, sumada a una iluminación artificial inadecuada, puede desequilibrar nuestros ritmos circadianos, afectando la calidad del sueño y el bienestar general.
En resumen, Amaia cuenta que “una mala iluminación puede generar fatiga ocular, estrés y afectar negativamente a la calidad del sueño”.
La experta explica que en su estudio diseñan con la luz para generar emociones y bienestar. Así pues, la definición de iluminación emocional es: crear escenarios lumínicos adaptados a cada momento y estado de ánimo. Por ejemplo, luz difusa y cálida en zonas de descanso para promover la relajación, o luz más intensa y fría en espacios de trabajo para potenciar la concentración.
La luz natural es un recurso valioso que influye en nuestro estado de ánimo, nuestra salud y la percepción del espacio. Para sacarle el máximo partido en el hogar, es clave planificar su entrada y distribución de manera estratégica. Amaia propone:
Optimizar la entrada de luz: evitar muebles o elementos que bloqueen las ventanas y dificulten su paso.
Multiplicar su efecto: utilizar colores claros en paredes y techos, además de materiales reflectantes como espejos o acabados lacados.
Filtrar sin oscurecer: optar por visillos o cortinas ligeras que permitan el paso de la luz sin comprometer la privacidad.
Diseñar con la luz en mente: distribuir el mobiliario de forma que favorezca la iluminación natural en las zonas de uso habitual.
Aprovechar elementos arquitectónicos: integrar soluciones como tragaluces, puertas de vidrio o divisiones abiertas para que la luz fluya mejor por el espacio.
El estudio previo para un proyecto de iluminación artificial acertado
“Un buen diseño lumínico no consiste solo en colocar lámparas, sino en entender cómo la luz interactúa con los espacios y los materiales. La dirección de la luz, la temperatura de color y la distribución son claves para evitar sombras molestas y deslumbramientos”, detalla Amaia.
La iluminación debe adaptarse a cada persona y a su estilo de vida. Por eso, antes de diseñar cualquier proyecto, hay que analizar en profundidad los hábitos y actividades que se realizan en cada estancia. No es lo mismo iluminar un espacio de lectura que una cocina, una zona de trabajo o un baño. Cada una de estas actividades requiere una luz específica que facilite la tarea y mejore la experiencia en el hogar.
La luz debe evolucionar a lo largo del día, para lograr un hogar alineado con nuestros ritmos circadianos, es decir, patrones biológicos que responden a estímulos como la luz/oscuridad y regulan funciones en el organismo como el hambre, la actividad y el sueño.
“En Amai Studio, siempre defendemos que la iluminación artificial debe seguir el mismo ritmo que la luz natural, porque creemos que el bienestar emocional en el hogar se consigue imitando los ciclos del sol. Desde este enfoque, recomendamos que la luz artificial se encienda de forma progresiva y comience con tonos cálidos en las primeras horas de la mañana, cuando el cuerpo aún está despertando. Esto genera una sensación de calma y ayuda a empezar el día de manera más armónica, sin un estímulo demasiado agresivo. Sin embargo, desde el punto de vista de la salud visual y la neurociencia, la luz azul de la mañana tiene un papel importante en la activación del cuerpo, ayudando a sincronizar los ritmos circadianos y favoreciendo la producción de dopamina y cortisol, esenciales para la concentración y el rendimiento”, detalla Amaia.
¿Cómo conciliar ambos enfoques? Lo ideal es diseñar una iluminación dinámica que acompañe el despertar de forma progresiva. Por la tarde, la luz natural comienza a cambiar de manera progresiva, reduciendo su cantidad de azul y virando hacia tonos más neutros y cálidos.
En concreto la experta propone este tipo de luz a lo largo de la jornada:
Amanecer (antes de salir el sol o cuando está oscuro): luz cálida baja en intensidad para un despertar progresivo.
Mañana (una vez despiertos y activos): luz blanca neutra o fría para estimular la atención y la energía.
Tarde:luz neutra para mantener un estado de alerta equilibrado. Como la que proporciona la lámpara de pie ‘Abbey’, de DelightFULL, en el rincón de lectura de la propuesta.
Noche:luz cálida que prepara el cuerpo para el descanso.
Las luces indirectas generan ambientes acogedores y reducen el deslumbramiento. Se integran en elementos arquitectónicos como molduras, techos o paneles retroiluminados, proporcionando una iluminación uniforme que potencia la sensación de bienestar. Son ideales para salas de estar y dormitorios, donde se busca un ambiente relajado y cálido.
Precisamente el diseño interior de esta habitación infantil, con iluminación a base de luces envolventes y una lámpara colgante, lo firma Amai Studio.
¿Teletrabajas? Medidas eficientes en la iluminación del despacho en casa
Amaia revela que para crear un espacio de teletrabajo que cuide la salud visual, es fundamental combinar luz natural y artificial de manera equilibrada. La ubicación del escritorio juega un papel clave: lo ideal es colocarlo cerca de una ventana para aprovechar la luz del día, pero evitando colocar la ventana directamente detrás o enfrente del ordenador, ya que esto puede generar reflejos en la pantalla y forzar la vista. Lo ideal es que la luz natural llegue de forma lateral.
La iluminación general debe ser homogénea y difusa, evitando contrastes excesivos entre la pantalla y el entorno, mientras que una luz puntual en la zona de trabajo, preferiblemente una lámpara de escritorio con luz neutra y regulable permite ajustar la iluminación según la tarea (en la propuesta ‘6631 Luxus’, editada por Fritz Hansen, una lámpara de sobremesa icónica diseñada por el alemán Christian Dell). Además, es recomendable complementar con luces auxiliares, como lámparas de pie o apliques, para que la pantalla del ordenador no sea la única fuente de luz en la estancia.
También es importante hacer pausas visuales para reducir la fatiga ocular y reducir el riesgo de miopía. Conviene seguir la regla 20/20/20, que consiste en, cada 20 minutos de trabajo en pantalla, mirar a un objeto a 20 pies (6 metros) durante al menos 20 segundos. Esto relaja los músculos oculares y evita el esfuerzo continuo en la visión cercana.
Por último, Amaia reivindica la iluminación emocional. Expresa que la luz no solo ilumina los espacios, sino que moldea nuestra percepción, nuestro estado de ánimo y hasta nuestra salud.
“Cada vez pasamos más horas en interiores y sin darnos cuenta, el espacio y la iluminación influyen en cómo nos sentimos cada día: una luz inadecuada puede generar estrés, fatiga ocular y alterar nuestros ritmos circadianos, afectando el sueño y el bienestar general. Además, pasar largas horas con una iluminación fría e intensa puede generar ansiedad y tensión, mientras que una luz cálida y envolvente nos hace sentir relajados”, explica.
¿Sabías que la falta de luz natural durante el día reduce la producción de serotonina, afectando la concentración y el estado de ánimo? Mientras que, por la noche, la sobreexposición a luces blancas o pantallas bloquea la melatonina, dificultando el descanso.
Diseñar con la luz es diseñar con emociones. “El objetivo de Amai Studio es crear entornos que trabajen a nuestro favor. Reivindicamos la importancia de una iluminación pensada para el bienestar, porque la luz, bien utilizada, tiene el poder de mejorar nuestra vida”, detalla la interiorista. En el comedor de la imagen, en un proyecto de su estudio para una casa en Azkoitia (Guipúzcoa) la lámpara de yute ofrece una iluminación cálida y da un toque natural a la estancia. Y para lograr una atmósfera todavía más acogedora, se añaden madera, piedra y cortinas de lino.