Dormir bien no es solo cuestión de un buen colchón o de una ropa de cama suave y confortable. Aunque no lo creas, la elección del color de las paredes también influye en la calidad de nuestro descanso. Y es que los colores afectan nuestro estado de ánimo y escoger el adecuado puede marcar la diferencia entre un sueño reparador y noches inquietas. Hay tonalidades que tranquilizan, otras que nos activan y algunas que, usadas con mesura, consiguen el punto perfecto entre personalidad y serenidad, porque no hay que renunciar a los tonos potentes, pero sí saber cómo combinarlos y matizarlos. Aquí te contamos cuáles son esos colores que te ayudarán a dormir mejor (¡y no son sosos!).
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Blanco, todo un clásico
No solo es un clásico, sino que es la elección menos arriesgada, el único color con el que seguro no fallas. Pero no todos los blancos son iguales. Los cálidos tienen matices en tonos crema o beis, envuelven el espacio en una luz suave y relajante. En cambio, los fríos tienen un ligero matiz azul o gris, que los hace perfectos para decoraciones modernas y minimalistas. En cualquiera de sus versiones, los blancos reflejan la luz, generan sensación de amplitud y evitan que la habitación se sienta recargada. Por eso, favorecen el descanso. Acompáñalos de textiles en tonos cálidos y naturales, como se ha hecho en este dormitorio, decorado con muebles de BoConcept, para evitar que el espacio parezca un hospital.
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Gris topo, en su versión más suave
Este color es un neutro con carácter. Ni frío ni cálido, se adapta a cualquier estilo y transmite una sensación de estabilidad y calma. Las paredes pintadas en este tono crean una base ideal para realzar el mobiliario de madera (este es de la firma italiana Dallagnese). Además es moderno y muy elegante. Para darle vida, juega con contrastes en tonos tierra, mostaza o azules que aportan dinamismo sin romper la armonía del conjunto.
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Azules suaves
Este tono de azul (como el de esta pintura de Jotun) es sinónimo de serenidad. Recuerda al cielo despejado y al mar tranquilo. Perfecto con detalles en beige o gris claro para que tu dormitorio inspire paz. También funciona de maravilla con muebles de madera y textiles en tonos cálidos, ya que ayudan a contrarrestar su carácter frío y equilibrio al ambiente.
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En su versión 'denim'
Tiene personalidad, aporta profundidad y no es para nada agresivo. Si pintas tu dormitorio en un azul intenso, con paredes, techo y molduras o carpintería en el mismo tono, lograrás crear un efecto envolvente ideal para el descanso. Ten en cuenta que los azules profundos favorecen un sueño de alta calidad debido a su asociación con la calma del océano. Para suavizarlo, combínalo con elementos en madera clara y textiles en tonos crema o blanco, o, por qué no, viste la cama en distintas tonalidades de azul, como se ha hecho en este caso, con textiles de algodón de Where Saints Go.
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Los verdes también traen calma
Según la psicología del color, el verde favorece la calma y el descanso, por lo que es una apuesta segura para la decoración de cualquier dormitorio. Para que funcione bien, elige tonos suaves con un matiz de salvia –similar al de este proyecto de Coblonal– en lugar de verdes demasiado brillantes o intensos, que pueden resultar estimulantes. Si la habitación es pequeña, puedes pintar los armarios empotrados del mismo color de las paredes para generar continuidad visual y una mayor sensación de amplitud.
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Verde grisáceo
Potencia la sensación de calma que transmite este tono a través de escenas inspiradas en la naturaleza, como paisajes o bosques serenos, que, al integrarse en un mural pintado a mano, le dan un toque único y personalizado a la habitación. En este caso, es obra de Marta Labrador, realizado con temple al huevo, y su delicadeza y riqueza consigue crear un entorno envolvente y relajante. Esta propuesta es perfecta para dormitorios amplios, donde se puede apreciar toda la gama de matices, pero también resulta ideal para estancias más pequeñas, siempre que se utilice una paleta cromática suave y armoniosa.
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El amarillo pálido y demás tonos pastel
Entre la calma y la vitalidad. El amarillo, en sus tonos más suaves, es un color alegre y luminoso que, sin llegar a ser estridente, llenará el dormitorio de energía positiva. Su vitalidad y optimismo te ayudará a empezar el día de buen rollo, con la serenidad necesaria para no alterar el sueño. Para potenciar su efecto, combínalo con otros tonos pastel, como rosa pálido, melocotón, azul cielo o verde menta. Basta con ver esta estancia, decorada con láminas de Desenio, para darse cuenta de que estas mezclas crean una paleta alegre pero discreta, que no solo enriquece el ambiente visualmente, sino que mantiene la atmósfera relajante.
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Rosa empolvado
Si te gusta el look femenino, pintar las paredes en este tono es garantía de éxito. Sobre esta base queda muy bien una composición de láminas en colores suaves (escenas en blanco y negro, como estas de Poster Store) que lo maticen para que no resulte excesivamente cursi. También puedes añadir toques de tonos más oscuros, como un rosa más profundo o un burdeos suave, para crear un contraste sutil y sofisticado, así como textiles lisos y sencillos o elementos en acabados metálicos que aporten un aire elegante y contemporáneo.
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Los colores tierra
Evocan una sensación de calidez y seguridad, y por eso mismo, consiguen ambientes que invitan al refugio y al descanso. El Marrón Centenario de Bruguer (elegido para pintar las paredes de este dormitorio), con su rica profundidad y sofisticación, es una representación ideal de este tipo de tonalidad. Un color que aporta un toque cálido y elegante, ideal para quienes desean un estilo atemporal y acogedor. La gama de los tierra combina a la perfección con blancos y cuando se acompaña de fibras vegetales o madera se refuerza esa atmósfera de conexión con la naturaleza.
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El gris
Puede ser tan acogedor y envolvente como cualquier color cálido, y es perfecto para las paredes del dormitorio. Es importante evitar los grises demasiado oscuros, ya que pueden hacer que el espacio se sienta sombrío y frío, especialmente si la habitación no recibe mucha luz natural. Sin embargo, un gris suave o incluso uno con matices cálidos como este de la marca de pinturas San Marco sumará serenidad y elegancia.
Para evitar que el gris se vuelva monótono o austero, es esencial incorporar capas de color a través de los textiles. Almohadones, cortinas o alfombras en tonos suaves, como los tonos pastel, el beige o el terracota, y detalles en madera que equilibren su frialdad.