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Francis Sultana con una amiga en su casa© César Villoria

Un edificio histórico lleno de arte en la capital de Malta

Entramos en el maravilloso Palacio del siglo XVI del diseñador de interiores Francis Sultana

El talento de Francis, que es embajador cultural de su país, director creativo de David Gill Gallery y miembro del consejo internacional del museo Victoria & Albert, de Londres, ha atraído a personalidades como las cantantes Madonna y Annie Lennox


Por: Victoria de Alcahúd
28 de enero de 2025 - 17:32 CET

Nació en la isla de Gozo, la segunda más importante del archipiélago de Malta, situada frente a las costas de Sicilia. Un idílico lugar en el que, en el pasado, sus habitantes vivían, en general, de la agricultura y en el que, como en el campo las cosas unas veces van bien y otras no tanto, sus moradores tienen la costumbre de ayudarse unos a otros . "Aprendí, de mi abuelita y de mi madre, que si la vida es generosa contigo, tú has de ser generoso también".

Ese es el lema con el que vive nuestro protagonista, Francis Sultana, diseñador de interiores, creador de muebles, director creativo de David Gill Gallery, embajador cultural de su país, miembro del consejo internacional del museo Victoria & Albert de Londres... y tantos ejemplos más que no cabrían en este artículo.

Sobre estas líneas, una vista general de la ciudad de La Valeta, dominada por la cúpula de la basílica del Monte Carmelo.© César Villoria
Sobre estas líneas, una vista general de la ciudad de La Valeta, dominada por la cúpula de la basílica del Monte Carmelo.
El hall de entrada del palacio, con una fuente de piedra caliza, que lleva el escudo de armas de Francisco de Torres.© César Villoria
El hall de entrada del palacio, con una fuente de piedra caliza, que lleva el escudo de armas de Francisco de Torres.
Una vista del interior del edificio, con una de las terrazas que da frescor en los días de gran calor. © César Villoria
Una vista del interior del edificio, con una de las terrazas que da frescor en los días de gran calor.

A los siete años

En su palacio de La Valeta, construido para un noble español, Francisco de Torres, hace 500 años, y que él ha reconstruido minuciosamente durante siete años, Francis echa la vista atrás. "Siempre supe que era diferente. Soy hijo único y ya, a los cinco o seis años, 'devoraba' la única revista de decoración que llegaba a la isla, House & Garden. A los seis, acudía a la biblioteca local a estudiar los cuatro libros sobre arquitectura que allí tenían. Básicamente, a Frank Lloyd Wright, el maestro de la 'arquitectura orgánica' (ocho de sus más de mil proyectos están declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco), y a Philip Johnson, artífice de emblemáticos edificios del siglo pasado. Copiaba incluso sus planos una y otra vez. A los siete años, diseñé la casa de una hermana de mi madre. Pero no me considero ningún genio. He comprobado que es algo que tenemos en común los espíritus creativos… que empezamos muy jóvenes".

© César Villoria
 Francis Sultana en la terraza de su mansión, desde la cual se puede disfrutar de unas maravillosas vistas de Port Fort St. Angelo, que forma parte de las tres ciudades que rodean el puerto© César Villoria
Francis Sultana en la terraza de su mansión, desde la cual se puede disfrutar de unas maravillosas vistas de Port Fort St. Angelo, que forma parte de las tres ciudades que rodean el puerto

Su madre estaba empeñada en que fuera a la universidad y se convirtiera en arquitecto. Aprobó el ingreso, pero no quería quedarse en la isla. "Iré a Londres", afirmó contundentemente, y no tuvieron más remedio que aceptarlo. Tenía familia allí, así que se marchó. En los múltiples artículos que leía en las revistas, hablaban de un galerista muy interesante y prometedor: David Gill.

"Tenía, por aquel entonces, una pequeña galería en Fulham Road, Chelsea. Era y es un hombre cultísimo. Licenciado en Historia del Arte, es un experto en arte barroco, en pintura antigua y en grabados modernos. Redescubrió, en su galería, a genios del diseño como Jacques Émile Ruhlmann o Eileen Gray. Posteriormente, comenzó a solicitar a diseñadores emergentes, que luego serían emblemáticos, como Marc Newson, Tom Dixon, Mattia Bonetti y Zaha Hadid, y diseños exclusivos. Tenía que conocerle, así que fui a verle. Se sorprendió al comprobar que un chaval tan joven, como era yo, supiera mucho de arte y le fasciné (sonríe)".

Perteneció al noble español Francisco de Torres, caballero de la Orden de San Juan (más tarde Orden de Malta), y tiene una extensión de 1.000 metros cuadrados, divididos en seis pisos y una terraza con vistas espectaculares del puerto

Francis también se fascinó y, unos meses más tarde, recién cumplidos sus 20 años, consiguió que le diera trabajo en su galería, en la trastienda, consultando catálogos antiguos del archivo, aunque muy pronto descubrió bien y tenía unas ideas fantásticas como creativo. Y es entonces cuando aparece Annie Lennox: "La galería que lleva su nombre, David Gill Gallery, era ya bastante conocida y Annie, que vivía entonces en Hampstead, se acercó porque necesitaba un sofá. Con el atrevimiento de la juventud y sin saber apenas quién era ella, se lo diseñé. No le di, por supuesto, ninguna importancia al hecho".

Curvado. Hermoso. Sin tapizar. Un objeto muy especial. Luego, como la galería crecía en importancia, Madonna, que siempre está dispuesta a "descubrir" a gente nueva, se acercó al local. "Estaba haciendo un proyecto teatral (Up For Grabs) en Londres y necesitaba elementos para el decorado en escena. Los encontró en la galería y yo le ayudé con la decoración. De nuevo, me pareció todo normal y, sin proponérmelo, pero apoyado por David, que se dio cuenta de que había un potencial en mí, fueron llegando mis clientes".

"Durante la Segunda Guerra Mundial, los bombarderos alemanes e italianos destrozaron la ciudad. Desde entonces, el palacio permaneció vacío, conservando milagrosamente su antiguo esplendor del barroco maltés"

Francis con su amiga Bona Montagu, galerista, experta en arte y asesora, además de fundadora de su propia empresa, Montagu Arts, en Londres. © César Villoria
Francis con su amiga Bona Montagu, galerista, experta en arte y asesora, además de fundadora de su propia empresa, Montagu Arts, en Londres.

También llegó el amor, o diríamos que muy pronto llegó el amor, porque este español universal (David) y este maltés ciudadano del mundo (Francis) forman pareja desde hace más de 30 años. Distintos, pero iguales en talento, sencillez… y humanidad. "David y yo nos apoyamos mutuamente y las decisiones importantes las tomamos juntos. Excepto en una ocasión en la que, pensando solo con el corazón, como buen español, compró este palacio sin consultarme (ríe)".

Dos vistas del salón principal. El sofá es un diseño de Francis y las consolas, los silloncitos, los bancos y las lámparas, de Mattia Bonetti. © César Villoria
Dos vistas del salón principal. El sofá es un diseño de Francis y las consolas, los silloncitos, los bancos y las lámparas, de Mattia Bonetti.
Las mesitas auxiliares de mármol son de Campana Brothers. En la pared, se puede admirar un cuadro del artista Secondino Hernández© César Villoria
Las mesitas auxiliares de mármol son de Campana Brothers. En la pared, se puede admirar un cuadro del artista Secondino Hernández

La historia es como sigue. Fue David el primero que sugirió tener una casa en una ciudad poco burguesa y, como La Valeta le recordaba a La Haba­na en su decadencia, sugirió buscarla allí. "Por aquel entonces —hablamos de hace unos 18 años—, la ciudad era una ruina. Había atravesado invasiones y guerras destructoras en su historia, pero, durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes y los italianos la bombardearon furiosamente. Habíamos visitado ya 80 propiedades y, un fin de semana que yo no pude ir, David viajó en solitario a la isla. “He comprado un palacio”, me dijo al teléfono. “¿Queeé?”, respondí en shock”.

© César Villoria

"Soy hijo único y, ya a los cinco o seis años, 'devoraba' la única revista de decoración que llegaba a la isla y acudía a la biblioteca a estudiar los cuatro libros sobre arquitectura que allí tenían"

El precio original

Lo peor no era que la hubiera comprado sin su conocimiento ni consentimiento, sino que, además, había pagado el precio original sin regatear. El fin de semana siguiente, Francis acudió a visitarla y, por supuesto, le encantó. No podía ser de otra manera. "Llamé a mi madre y le dije: 'David ha comprado la casa sin regatear'". "¿Quééé? ¡Déjame a mí!",  contestó, y contactó con el exdueño. 

En el comedor, las paredes azules están decoradas con torres y cruces de Malta. La mesa es de Garouste & Bonetti, y las sillas y la consola de madera, lacada en rojo, de Mattia Bonetti. Los cubiertos de plata son de Bucellatti, la vajilla de Laboratory Pavarancini y la cristalería, "vintage". © César Villoria
En el comedor, las paredes azules están decoradas con torres y cruces de Malta. La mesa es de Garouste & Bonetti, y las sillas y la consola de madera, lacada en rojo, de Mattia Bonetti. Los cubiertos de plata son de Bucellatti, la vajilla de Laboratory Pavarancini y la cristalería, "vintage".
Un contraplano de la estancia, con la chimenea original de la casa al fondo. Sobre ella, se puede apreciar un retrato, obra del artista Secondino Hernández© César Villoria
Un contraplano de la estancia, con la chimenea original de la casa al fondo. Sobre ella, se puede apreciar un retrato, obra del artista Secondino Hernández

Era un maltés que se llamaba como yo, Francis, pero que, por sus barbas largas, era conocido como “Mesías”. “Mi hijo no es un extranjero, tenemos que hablar”, empezó mi madre enérgicamente. “Señora Sultana, es usted una mujer muy intensa”, respondió él, y le preguntó: “¿Está libre?”. A lo que mi madre, astutamente, le contestó: “Depende del descuento que me haga”. Cuando se lo hizo, le respondió que no lo estaba. Siempre recordaba con una sonrisa aquel intento “de ligue… a mi edad”.

"A los siete años, diseñé la casa de una hermana de mi madre. Pero no me considero ningún genio. He comprobado que es algo que tenemos en común los espíritus creativos... que empezamos muy jóvenes"

Francis con sus amigas Bona Montagu y la periodista maltesa Fiona Galea Debono, en la escalera principal, con la obra de Paul McCarthy a sus espaldas.© César Villoria
Francis con sus amigas Bona Montagu y la periodista maltesa Fiona Galea Debono, en la escalera principal, con la obra de Paul McCarthy a sus espaldas.

Durante años, se destruyeron muchos edificios emblemáticos. Luego, tras la declaración de La Valeta como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en 1980, comenzaron las regulaciones. Francis estaba encantado, porque recuperar el pasado para que pueda vivir en el futuro es necesario, aunque a veces sea agotador.

El salón de la biblioteca. En la pared, hay un tríptico de Francis Bacon. El sofá y las otomanas son un diseño de Sultana y las lámparas, de Garouste & Bonetti.© César Villoria
El salón de la biblioteca. En la pared, hay un tríptico de Francis Bacon. El sofá y las otomanas son un diseño de Sultana y las lámparas, de Garouste & Bonetti.
Un plano general de la escalera principal. Del techo cuelga una escultura luminosa de Olafur Eliasson. En el descansillo de la tercera planta, se encuentra la pieza gigante de Michael Jackson y "Bubbles" (su chimpancé)© César Villoria
Un plano general de la escalera principal. Del techo cuelga una escultura luminosa de Olafur Eliasson. En el descansillo de la tercera planta, se encuentra la pieza gigante de Michael Jackson y "Bubbles" (su chimpancé)

"Los dos primeros años los dedicamos a los permisos y a esperar su resolución. Luego comenzó la reconstrucción. Los ingleses —que estuvieron a principios del XIX y a los que parece que no les gustaban ni los frescos antiguos ni las tallas— lo destruyeron todo. Eliminamos pintura de siglos y apareció la piedra caliza. Y aunque es grande (1.000 metros), es muy manejable por su distribución. El patio de entrada, con su fuente y su situación bajo los miradores de seis de sus siete pisos, lo convierte en un edificio muy fresco en verano y... muy español". Naturalmente, porque fue construido por un español, Francisco de Torres.

Francis tardó siete años en reconstruir su majestuosa casa, siguiendo las recomendaciones de restauración institucionalizadas desde 1980, cuando la ciudad fue nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco

El Rey Carlos I de España, que era entonces también Rey de Sicilia y de la isla de Malta, le otorgó, hacia 1520, el título de barón de Fiddien. Se instaló en La Valeta en su posición de caballero de San Juan (más tarde Orden de Malta), donde construyó este palacio que continuó en la familia durante generaciones. En 1567, Sebastiano de Torres (cuarto barón de Fiddien) participó en la batalla de Lepanto junto a don Juan de Austria, donde, como se sabe, también peleó Miguel de Cervantes, que rememora su experiencia, en la voz de don Quijote, como "la más alta ocasión que vivieron los siglos pasados, los presentes y esperan ver los venideros". Salvando las distancias, las palabras también serían adecuadas para la desinteresada labor que realiza Francis respecto a su país.

La habitación de invitados, llamada "el palomar", ya que en ella habitaban originariamente los pichones y otros animales, en tiempos de los Caballeros de Malta. © César Villoria
La habitación de invitados, llamada "el palomar", ya que en ella habitaban originariamente los pichones y otros animales, en tiempos de los Caballeros de Malta.
El dormitorio principal, con el perrito del diseñador, "Tyga", y un sofá peludo "Big Jim", de Mattia Bonetti. © César Villoria
El dormitorio principal, con el perrito del diseñador, "Tyga", y un sofá peludo "Big Jim", de Mattia Bonetti.
Otra de las habitaciones, con un sillón de ratán de Bonacina 1989 y una obra de Francesco Clemente. © César Villoria
Otra de las habitaciones, con un sillón de ratán de Bonacina 1989 y una obra de Francesco Clemente.
El cuarto de baño de invitados© César Villoria
El cuarto de baño de invitados

"Conocí, hace años, a una dama que tuvo una gran influencia en mi vida y que, un día, me dijo: 'Algunas personas nacen con buena estrella, y eso te ha ocurrido a ti. Debes ser siempre humilde, darte a los demás y apoyar las causas en las que creas'. Por ejemplo, trabajo voluntariamente con el museo Serpentine. Creo que los museos son vitales para el aprendizaje. No tengo una formación académica, pero he pasado horas, horas y horas… y sigo pasándolas observando y aprendiendo entre sus paredes, también en el Victoria & Albert, de Londres, y otros muchos. Por tanto, ayudo, en mi pequeña medida, a que otros también puedan beneficiarse".

"Conocí, hace años, a una dama que tuvo una gran influencia en mi vida y que un día me dijo: 'Algunas personas nacen con buena estrella, y eso te ha ocurrido a ti' "

Bona y Francis posando en la fuente de la entrada, que estaba originalmente en el palacio.© César Villoria
Bona y Francis posando en la fuente de la entrada, que estaba originalmente en el palacio.

Embajador cultural

Son muchas las causas a las que Francis dedica su tiempo, como conseguir que Malta volviera a estar presente en la Bienal de Venecia. En 2018, fue nombrado embajador cultural. Es una posición especial, gracias a la cual representa a su país donde quiera que vaya y con la que ayuda a su difusión cultural. Le llegó por sorpresa cuando, por fin, sus conciudadanos descubrieron que llevaba años ayudando a la difusión de la cultura y el arte local. También es gracias a su empeño —unido al de otros muchos, por supuesto— que, desde el pasado 27 de octubre, la ciudad tiene un museo de arte contemporáneo: el MICAS (Malta International Contemporary Art Space)

La piscina, que se encuentra en el sótano, bajo un arco de piedra caliza. En la pared, hay unas máscaras de Djordje Ozbolt y las lámparas de suelo son de Francis Sultana.© César Villoria
La piscina, que se encuentra en el sótano, bajo un arco de piedra caliza. En la pared, hay unas máscaras de Djordje Ozbolt y las lámparas de suelo son de Francis Sultana.

"Tenía que tenerlo. Desde hace siete años, soy simple y humildemente como un hilo conductor, un puente para conseguir donaciones y ayudar a enlazarlo con el mundo del arte internacional. Y todo lo hago desde el corazón por dos razones: mi amor por el proyecto y por Malta". Le guste o no, por aquello de su humildad, Francis ha contribuido en gran medida a la creación del museo. Como ahora, tras su inauguración, "le sobra algo de tiempo", está pensando en encontrar un lugar que un día albergue su extensa colección de arte —en Malta, por supuesto—, para que la disfruten futuras generaciones. Ciertamente, Malta debería hacerle a él un monumento.

Otra perspectiva del hall con suelo de mármol. En primer plano, hay una silla del famoso arquitecto y decorador del siglo pasado Emilio Terry. La alfombra de la escalera, hecha a mano, es de Madeleine Castaing© César Villoria
Otra perspectiva del hall con suelo de mármol. En primer plano, hay una silla del famoso arquitecto y decorador del siglo pasado Emilio Terry. La alfombra de la escalera, hecha a mano, es de Madeleine Castaing

TEXTO

Victoria de Alcahúd

FOTOGRAFÍA

César Villoria

DECORACIÓN

Francis Sultana

ARTE

David Gill Gallery

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