En todas las Navidades, hay siempre un lugar feliz que nos recuerda los mejores momentos de nuestra vida. Para mí, ese lugar es Cortina d’Ampezzo, la mágica cuenca abrazada porlos Dolomitas. Y la historia que le cuento a mi hijo cada Navidad es sobre Papá Noel, que, con los elfos y las hadas del bosque, tiene su fábrica de juguetes aquí mismo, en nuestras montañas. Es donde traigo su carta de regalos".
Una larga historia
Este es el cuento que narra Gioia Martini cuando abre las puertas de su hermosa casa, en el encantador pueblecito de Cadin di Sotto, preparada para celebrar las fiestas navideñas entre árboles, soldados cascanueces grandes, luces y dulces. Amplia y de varios niveles, tiene una larga historia: es una antigua vivienda tradicional de Ampezzo, alojada en un "tabià", granero de principios del siglo XIX, lujosamente renovado en su interior con boiserie de madera con incrustaciones de marquetería.
Gioia es hija de una famosa familia de Emilia-Romaña, propietaria de una importante multinacional del sector alimentario. El espíritu emprendedor de su ADN la ha motivado a desarrollar también su propio negocio, la Galleria Cavour, uno de los centros de lujo más importantes de Italia, sede de los brand de moda y alta joyería más emblemáticos del mundo, que tiene su entrada principal en una de las plazas más importantes del centro de Bolonia, la Piazza Cavour, y se extiende desde Tiffany hasta Prada.
Dinámica, independiente, auténtica y romántica, es una mujer que hace todo lo posible por conciliar los negocios con su vida privada, en la que su hijo de nueve años, Brando, y su pareja, Angelo Tozzi, ocupan el centro de su corazón.
Un pequeño ejército
—Empecemos por tu familia. Háblanos de ella.
—Nací en el seno de una familia romañola de fuerte impronta masculina, encabezada por mi padre. Soy la única mujer entre cuatro hermanos y, en clara minoría, aprendí pronto a hacerme un hueco en un pequeño ejército exclusivamente de hombres.
—¿A qué se dedica tu padre ?
—Es un empresario de la industria alimentaria y una figura que siempre me ha transmitido la importancia de la dedicación al trabajo. Para mí es un ejemplo y sus logros empresariales han sido reconocidos con el título de Cavaliere del Lavoro.
—¿Cómo desarrollaste tu carrera?
—Soy abogado de formación y durante un tiempo puse mis conocimientos al servicio del grupo familiar, ocupándome de los aspectos jurídicos de las empresas. Posteriormente, mi trayectoria profesional tomó un rumbo independiente. Hace cinco años decidí comprar la Galleria Cavour y, desde entonces, he trabajado duro para potenciarla, centrándome, sobre todo, en la hospitalidad y la experiencia.
Trabajé para embellecer tanto el continente como el contenido, creando una comunicación y un "marketing" que transmitieran un concepto más profundo del lujo. Me di cuenta de que este mundo, el de las grandes marcas, es el resultado de un meticuloso trabajo humano, creatividad, ingenio, investigación, pasión y un gran estudio. Mis arrendatarios son firmas muy importantes del mundo de la moda y la alta joyería: Louis Vuitton, Tiffany, Chanel Beauty, Jeger Le-Coultre, Versace, Bottega Veneta, Prada, Bartorelli Jewellery, Moncler, K-Way... Es una inversión que también me ha permitido comprender que la belleza debe crearse y con gran dedicación y cuidado.
—¿Cómo definirías tu proyecto?
—Es un lugar concebido para estar abierto a todo el mundo. Un passage couvert en el corazón palpitante de la ciudad de Bolonia, que se monta constantemente a medida que cambian las estaciones y los acontecimientos. Cualquiera puede pasear por la Galleria, sumergiéndose en una atmósfera de colores, música y sugerencias ofrecidas por las numerosas "boutiques", como el perfume especial que he creado. Se llama Farini 14 y es el perfume de Galleria Cavour, que cuenta la historia de este fascinante lugar.
—También organizas diversas iniciativas benéficas.
—A menudo, y especialmente durante el periodo navideño, soy anfitriona de varias organizaciones benéficas que donan lo que recaudan a los niños. Este año fue muy bonito para mí poder habilitar dos salas, una de pediatría en el hospital de Sant’Orsola y otra en el hospital de Bellaria, a favor de la asociación Bimbo Tu, para la que todos los años organizo meriendas solidarias en la Galleria. Para mí es importante hacer más acogedores estos lugares, donde los niños y el personal médico tienen que quedarse incluso en Navidad.
—Estás muy ocupada, eres una mujer muy trabajadora.
—Soy una mujer muy curiosa y en constante evolución. Siempre intento mejorar y estudio mucho para ello. Y trabajo con pasión y abnegación porque siempre he sido así. Incluso cuando estaba en la universidad. Me encantan las cosas bien hechas.
—¿Cómo definirías tu carácter?
—Para bien o para mal, soy una persona muy directa, aunque con los años he aprendido a serlo menos, porque no siempre me ha traído suerte. Todavía debería ser, quizá, un poco más diplomática y menos impulsiva. También soy auténtica, entusiasta, apasionada y muy curiosa.
—¿Cuándo conociste a tu pareja?
—Hace once años. Además de ser un compañero que me apoya, es un padre excelente.
—Eres madre y empresaria, ¿cómo se concilia todo?
—No me considero realmente una madre convencional, porque no soy capaz de jugar con dinosaurios. Prefiero interpretarle a mi hijo el mito de la caverna de Platón o leerle Sócrates y Aristóteles. De forma divertida, por supuesto.
—¿Y cómo está creciendo con esas enseñanzas?
—Con semejante madre, es un niño muy exigente, pero me da muchas satisfacciones. Consciente de las enseñanzas socráticas, me contesta cuando le regaño: "Mamá, no te enfades. ¡El pasado es pasado, ya pasó!".
—¿Cómo la celebras?
—Nos encanta pasar las fiestas en esta casa, que considero un refugio acogedor e íntimo, perfecto para vivir plenamente el ambiente navideño. Es una casa que yo llamaría "kinestésica", porque involucra todos los sentidos: la mirada se pierde en las montañas que se ven desde cada ventana, el oído se llena con el crepitar de la lluvia y el sonido de las campanas cercanas, el olfato se embriaga con el olor de la madera y el aroma del bosque y el tacto se deleita con la suavidad de los tejidos y los materiales que calientan cada rincón. Luego está el gusto, porque solo aquí me "deleito" cocinando y compartiendo momentos especiales con Brando, mientras preparamos juntos los amaretti y la tarta de chocolate.
—¿De cuándo data esta casa?
—Esta casa data de principios del siglo XIX, cuando aún era un granero, y la compré hace nueve años, cuando esperaba a Brando. Después la renové, eligiendo para ello a Ambra Piccin, la primera mujer que abrió un estudio de arquitectura en Cortina. Es una profesional con gran experiencia en este tipo de casas históricas, que requieren una atención especial por ser edificios catalogados por la Superintendencia de Venecia.
—¿Qué soléis hacer aquí en Navidad?
—Celebramos la Navidad con la tradicional comida, pero el día empieza temprano, con Brando despertándose emocionado, y abriendo los regalos que colocamos bajo nuestros maravillosos árboles. Luego comemos en casa, porque me encanta poner la mesa con mimo y esmero.
—¿Cómo la decorarás?
—Los colores serán los de la montaña, con un precioso mantel de Mrs. Alice en tonos marrones y marfil, platos con lazos verdes, bajoplatos dorados, cubertería dorada de Ralph Lauren y copas familiares de cristal. Toda la decoración sigue matices claros y cálidos próximos al color galleta. No pueden faltar los árboles de Navidad de Gianduia y las alfombras reinan en este hogar, que está vigilado por dos grandes soldados de juguete que custodian la entrada.
—¿Y cuál será vuestro menú?
—En pareja, a menudo hay que mediar. Yo soy de Romaña, así que me gustan los capelletti en caldo, mientras que Angelo es de Emilia, así que le encantan los "tortellini" en caldo. A continuación, servimos carnes hervidas acompañadas de diversas salsas, puré de patatas, "mostarda" y el gran final, los "panettone" de Antoniazzi, verdaderas obras de arte gastronómicas, hermosamente decoradas, y los turrones de chocolate.