Lázaro Rosa-Violán, un genio del diseño y considerado uno de los mejores interioristas del mundo, nos recibe en su formidable hogar para disfrutar de un día de Navidad. Lo hace junto a su inseparable y cautivadora hermana, Mar, de quien es socio y a la que, cariñosamente, llama "la Jefa", con quien posee uno de los mejores estudios de interiorismo y decoración del globo terráqueo. El primer encargo que recibió Lázaro fue un restaurante en Ibiza, en el año 1990. Doce años después, abrió su propio negocio, consiguiendo el reconocimiento que les ha permitido tener una plantilla de más de 200 trabajadores, repartidos entre Madrid y Barcelona.
Niño prodigio y trotamundos
Niño prodigio entrenado como pintor, trotamundos por convicción y diseñador de interiores por instinto, Lázaro vive en el centro de Barcelona con el diseñador de alta costura y moda nupcial Mariano Moreno y dos bracos de Weimar. Se trata de la planta principal de la Casa Salvadó, una joya del modernismo barcelonés, diseñada por el arquitecto Juli Batllevell, a dos pasos del paseo de Gracia, un ejemplo muy singular del "art nouveau".
"Cuando encontré esta casa, me enteré de que muchos de los que habían estado interesados en ella se habían echado atrás. Al estar protegida por Patrimonio, no sabían cómo afrontar su rehabilitación ni cómo colocar sus muebles. Yo, en cambio, lo vi clarísimo... ¡tenía que aliarme con ella!| Todas las reformas se hicieron con elementos arqueológicos originales del modernismo catalán adaptados a la vivienda. Por ejemplo, la cocina, que se construyó a partir de varias galerías de otros edificios de la época, y la chimenea, traída de un palacete del Tibidabo".
Con sus últimas obras, Lázaro ha dejado una huella indeleble en el paisaje urbano y cultural de Barcelona y de las ciudades más importantes del mundo. Con un enfoque que combina la tradición y la modernidad, ha logrado transformar espacios en experiencias únicas. Comenzó su carrera en el mundo de la arquitectura y el diseño con una visión clara: crear espacios que no solo fueran estéticamente agradables, sino que también contaran una historia. Estudió en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, donde se empapó de la rica tradición arquitectónica de la ciudad, y, desde sus inicios, su trabajo ha estado marcado por un enfoque interdisciplinario, fusionando elementos de la arquitectura, el diseño de interiores y la escenografía.
Un gran coleccionista de arte
A lo largo de los años, ha trabajado en una gran variedad de proyectos, desde restaurantes y hoteles hasta espacios comerciales y residenciales. Conocido por su atención al detalle y su habilidad para mezclar estilos y épocas, en sus proyectos combina elementos clásicos y contemporáneos, utilizando materiales y mobiliario que cuentan historias y otorgan a cada espacio una personalidad única. Para Lázaro, gran coleccionista de arte, el lujo es no tener lo mismo que todo el mundo. Su casa es un lienzo que ha llenado de diseño, texturas y color, consiguiendo una atmósfera espectacular.
Para Lázaro, gran coleccionista de arte, el lujo es no tener lo mismo que todo el mundo: "Mi padre me dijo: “Sé tú mismo”. Ese consejo se ha convertido en una guía que aplico a mi vida personal y profesional"
—Nos puedes contar un poco más sobre la arquitectura y decoración de esta casa.
—Otra de las peculiaridades es que la familia que la construyó era muy religiosa y tenía decorado el comedor principal con frescos de un vía crucis. Yo no veía la manera de conjugar esa temática con las cenas y fiestas que quería dar en ella, así que opté por cubrirlo con grandes espejos para que desaparecieran de una manera respetable. También tenía una capilla junto a la cocina, que terminó convirtiéndose en una alacena de vajillas y un cóctel-bar ocasional.
—¿En qué rincón pasas más tiempo?
—Uno de los motivos por los que me interesó esta casa fue porque tiene 800 metros cuadrados de terraza-jardín, con un salón de verano dentro de una gran pérgola. La rehabilitamos con elementos modernistas originales para alinearla con el estilo de la casa. Me encanta estar en ella, y por las mañanas se convierte en una sala de boxing, deporte que practico desde hace años. Además, hemos creado un pequeño bosque para dar privacidad a la parte social de la casa de una manera muy natural. La sensación que buscaba es de que ese vergel siempre ha estado ahí.
—¿Qué es para ti el diseño?
—Es una manera de darle carácter a todo lo que nos rodea.
Edad de oro
—Háblanos un poco de tu proceso creativo, ¿cómo el pintor se convirtió en interiorista?
—Aunque mis primeros pasos profesionales estuvieron ligados al mundo de la pintura y el arte, mi interés por la arquitectura y el interiorismo siempre estuvo presente en mi infancia. El hecho de haber crecido en Neguri, rodeado por las casas más espectaculares de la edad de oro de la sociedad bilbaína y en un ambiente muy sofisticado en términos de diseño, me inculcó la pasión por el trabajo al que me dedico.
—¿Dónde estudiaste?
—Mis ansias de conocimiento me llevaron a compaginar mis estudios escolares con clases de dibujo y pintura en el estudio de la catedrática de la Facultad de Bellas Artes, carrera que compaginé con la de Diseño Industrial, Gráfico y Arquitectura. En paralelo, inicié mi carrera de pintor con mis primeras exposiciones en el extranjero.
—¿Y cuándo te diste cuenta de que lo tuyo era el diseño de interiores?
—Cuando descubrí que, por mucho éxito que tuviera, no quería pasarme el resto de mi vida encerrado en un estudio y trabajando prácticamente solo. Tenía energía para mucho más, así que, cuando tuve la ocasión de hacer mi primer proyecto, me puse manos a la obra en el mundo del diseño y, en particular, en el de interiores, que era donde yo veía que había más carencias. En cuanto al estilo que debía seguir, tenía claro que tenía que diferenciarse de los demás.
—¿Quiénes son tus principales referentes?
—Gio Ponti es uno de mis referentes, pero no el único. Admiro especialmente a los creadores que logran ser transversales en materias, técnicas y estilos.
—¿Cuál es el mejor consejo que has recibido?
—Mi padre me dijo: "Sé tú mismo". Ese consejo se ha convertido en una guía que aplico a todos los aspectos de mi vida personal y profesional.
—¿En qué proyectos andas inmerso?
—En muchos y por todo el mundo. Estamos inmersos en Metrópolis, del Grupo Paraguas, que va a ser un icono en la restauración española. También seguimos trabajando con José Andrés, en Estados Unidos, y con el Teatro Principal de Barcelona, entre otros. Y tenemos muchos proyectos en Asia, América y Emiratos.
Una familia de siete hermanos
—¿Cómo vives las Navidades con tu familia y amigos?
—En una familia de siete hermanos muy bien avenidos, la Navidad es siempre una fiesta, y lo que empieza como una reunión familiar se convierte en una celebración llena de vida. Hay momentos para todo: grandes almuerzos, largas sobremesas recordando anécdotas del pasado y, por supuesto, planes espontáneos con los sobrinos, allegados y amigos que se unen a nosotros. Es el momento en el que cada rincón de la casa cobra vida y donde lo importante no es tanto lo que hacemos, sino con quién lo compartimos. Hacemos un plan de organización y cada uno de la familia se ocupa de algo.
—¿Hay alguna tradición que te guste en estas fechas?
—Mis padres, siendo catalanes y habiendo vivido tantos años fuera, siempre han querido conservar los canelones de San Esteban el 26 de diciembre. Para mantener viva esta costumbre, organizamos un concurso familiar. Votamos y, por supuesto, no faltan los premios para los ganadores.
—¿Cuál es vuestro menú en el día de Navidad y cómo sería tu mesa navideña ideal?
—En nuestra familia, cada uno aporta algo especial al menú y nos volcamos para que todo esté perfecto. La decoración de la mesa, donde coloco muchas velas, es mi responsabilidad y cada año me encanta tematizarla de manera diferente para sorprender a todos.
—¿Eres sibarita?
—Especialmente en lo relacionado con la gastronomía. Trabajar con muchos chefs, con estrellas Michelin o no, me ha permitido experimentar sabores, técnicas y propuestas innovadoras.
—Viajas con mucha frecuencia, ¿a qué lugar del mundo te gusta más ir?
—Más allá de los viajes en sí y el encuentro con culturas diferentes, lo que me encanta es trabajar en proyectos en lugares fuera de mi radio de control con recursos, metodología y criterios diferentes. Es algo que me motiva y me hace crecer.