Situada en uno de los edificios más lujosos de Miami, la nueva casa de Lucy Doughty, luminosa y con vistas al mar, se abre al horizonte como lo hace su vida: imparable, carismática y poderosa. La filántropa, empresaria y diseñadora de moda neoyorquina de ascendencia dominicana nos ha recibido en anteriores ocasiones en sus maravillosas casas, desde la de Cap Cana (República Dominicana) hasta la de Belgravia (Londres) y el Upper East Side (Nueva York), y todas son un reflejo de su vida, sus viajes y su pasión por el arte.
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Tras morir su marido, quien llegó a ser el mayor fabricante de turbinas eólicas del mundo, ella siguió adelante con el legado de su imperio y, ahora, pasa su vida viajando de un país a otro por sus múltiples intereses, tanto culturales como empresariales, o para ayudar a los más necesitados, principalmente a través de su fundación, The Doughty Family Foundation.
Creada en 2008, apoya a varias organizaciones internacionales y, además, ella es fideicomisaria de Theirworld.org, una organización benéfica para niños comprometida con poner fin a la crisis mundial educativa y liberar el potencial de la próxima generación, y es presidenta de la Fundación Galileo, que apoya las iniciativas de la Santa Sede y la misión apostólica de Su Santidad el Papa Francisco. También apoya a Glasswings International, la Fundación Niño de la Caridad y Casita María, que se dedican a la educación de jóvenes y familias de inmigrantes en la ciudad de Nueva York.
Cada una de las estancias de la vivienda, con impresionantes panorámicas del mar y la ciudad, es fiel reflejo de la vida cosmopolita de la empresaria y de su pasión por el arte
Es una mujer de gran personalidad y carisma. Puede ser una amiga sincera y es muy generosa. Le encanta estar presente en la escena mundial de las redes sociales, donde, con su programa Conversation Loves, ofrece lecciones de vida que revelan su ánimo por hacer del conocimiento una herramienta del cambio, y siempre está presente en las causas benéficas que preside, en las grandes reuniones con discursos que motivan a las mujeres, se interesa por la humanidad, el arte y la belleza, tiene sed de conocimiento para aprender a gestionar el ser y la evolución de su consciencia.
—¿Cómo decidiste mudarte a vivir a Miami?
—En la pandemia, con tantos encierros y cambios constantes de regulaciones, nos mudamos a Miami por el año escolar, ya que mi hijo mayor jugaba al baloncesto en la Academia IMG. Para estar siempre los tres unidos, Lucas y yo decidimos quedarnos en Miami mientras Sean seguía su sueño. Al terminar el bachillerato, decidió ir a la universidad y ahora estudia Finanzas en otro estado, mientras Lucas termina secundaria aquí, en Miami.
—¿Cómo es tu vida en esta ciudad?
—Me ha encantado reencontrarme y ponerme al día con mis amistades y familia. También suelo visitar nuevos restaurantes, museos y galerías, pasear por el Design District, Wynwood y caminar por las playas de Miami. Cuando mis hijos estudiaban en Inglaterra, veníamos cada mes de mayo y octubre, después de pasar unas semanas en Nueva York, y ahora que pasamos el año escolar aquí el esquema ha cambiado. Y luego, el próximo septiembre, Lucas irá a la universidad y se quedará el nido vacío… A ver a dónde me lleva esta realidad; seguramente, a reencontrarme con lo inesperado y lo desconocido… ¡Qué ilusión!
—Este gran apartamento está en uno de los edificios más lujosos de Miami.
—Es un piso de 410 metros cuadrados. Me encanta la decoración, el arte y vivir rodeada de las cosas que amo; cada detalle me recuerda un momento vivido, un país viajado, un almuerzo entre familia, amigos y mil cosas más, ya que cada paso recorrido es memoria de mi historia. Tiene cuatro habitaciones, cuatro baños en "suite", un aseo, dos salones, un cuarto de estar, un comedor formal, otro "casual" con cocina abierta y dos terrazas, una con vistas al mar y a la bahía y otra con vistas a la ciudad.
—Tienes muchas obras de arte.
—Adoro rodearme de obras de arte como la "Menina" de Manolo Valdés, las esculturas de Botero y de Anne Morris, Kaws, Richard Hudson y Jiménez Deredia, Anish Kapoor; las pinturas de Roberto Matta, George Condo, Claudio Tozzi, Tete Marella, Hugo Vásquez, Simon Berger, Iván Tovar, Peter Anton y Ilhwa Kim. Por otro lado, los muebles de Minotti, Natuzzi, R & Y Augousti, William Yeoward, Hervé van der Straeten y Artefacto; las lámparas de Murano, y cerámicas de Jonathan Adler. No hay ninguna de mis casas que no sea el reflejo de mi gusto y de mi alma. Se sienten vivas, aunque yo no esté ahí.
—Los amuletos también están presentes en cada lado de la casa.
—Los amuletos protectores, los talismanes y símbolos de la suerte que nos protegen frente a la desgracia y el infortunio. Son objetos que, desde la antigüedad, han sido utilizados para protegernos de las energías negativas, atrayendo la suerte y la vitalidad; su energía celestial fluye para servir de escudo ante las adversidades, ya que son portadores de energía ancestral. El ojo, que lo ves por doquier en casa, es capaz de otorgar salud y sabiduría a quien lo porta. Es un faro de luz en la oscuridad. La cornalina es una de las piedras energéticas más poderosas de la Tierra, es muy bonita e infunde vigor y pasión a quien la porta consigo. Es un amuleto de energía que estimula la creatividad y aporta vitalidad a quien lo posee, por eso la encuentras en la entrada de la casa. "Hamsa" se presenta como el mayor guardián místico de cuantos podemos encontrar. Aleja las malas energías, previene contra el mal de ojo y nos acerca a la prosperidad.
Nos sirve como escudo de protección. Procedente de la cultura de Oriente Medio, el símbolo "Hamsa" representa a la diosa fenicia Tanit. Con forma de mano, simboliza los cinco chakras del budismo y representa cinco bendiciones: amor, dinero, salud, sabiduría y poder. Además de evitar que la energía negativa impacte tu aura. También la cruz, un símbolo común en la religión cristiana, que en realidad proviene de la historia pagana. Se ha utilizado en todas las formas de arte, actuando como un recordatorio del poder de la curación, el sacrificio y el amor.
—Con tu carácter y fuerza, has llevado tu fundación a ser siempre más importante y operativa en todo el mundo.
—Puedo decir con orgullo que The Doughty Family Foundation me ha llevado a recorrer el mundo desde los campamentos de refugiados en Alepo (Siria) y Turquía a alimentar, sanar y educar en África, América, Europa y en mi amada República Dominicana. En febrero de este año, con mi fundación hemos llegado a cientos de miles de familias a través de educación, alimentación y salud; seguimos comprometidos con nuestros programas de donaciones a otras fundaciones que he conocido en este largo camino y su arduo trabajo no para de impresionarme día a día. ¡Cuántos ángeles terrestres he conocido! Soy testigo de que, cuando me detuve y miré hacia atrás, entendí que mientras más ayudaba a sanar a otros, eran ellos los que realmente me sanaban a mí. Descubrí que somos eternos, somos pasos, una historia, hijos de nuestra verdad.
—¿Con cuál de todas las necesidades te identificas más?
—La educación, porque más que un privilegio es un derecho, es aquella que define el final a la ignorancia y conduce al conocimiento de las leyes, nutrición, salud, economía… Es aquella que te ayuda a pensar y no a obedecer lo que la sociedad exige de ti sin entender si es lo que quieres o lo que te conviene.
—¿Cuál crees que será tu próxima iniciativa?
—Me encantaría involucrarme en las artes, ayudar al desarrollo de la expresión artística en las personas creativas.
—¿Cuál es tu mayor satisfacción?
—La gratitud.
—¿Cuál es la lección más importante que te ha dado la crianza de tus hijos?
—La validez de tu persona se encontrará en la honestidad, integridad y la humildad con que asumes tus fracasos y recibas tus triunfos. La amistad es una palabra de origen griego que significa 'sin ego', y es porque la amistad es un acto de generosidad; entender este significado nos permite convertir el acto de relación más común del planeta en un acto de bondad donde no esperas nada del otro, porque tu interés no es recibir, tu interés es dar sin esperar nada a cambio.
—Eres la mayor ciudadana del mundo que conozco.
—Yo creo que hoy debemos entender que todos somos ciudadanos del mundo; las fronteras, hoy por hoy, no existen; lo que hago afecta al prójimo sin importar la distancia en que se encuentre. Para mí, ser ciudadana del mundo no es conocerlo, sino entenderlo y ser empática con la cantidad de culturas y creencias de quienes lo habitan. Porque solo aquel que tiene la consciencia para entender su responsabilidad en este planeta que habita tendrá la consciencia para amar la vida misma y, por ende, amar a su espejo.