Hay muchos factores que definen tu salón: la luz, el espacio, el diseño de los muebles… ¡Y, por supuesto, el color! Este, sin duda, es uno de los factores más importantes, ya que es capaz de definir la atmósfera y las sensaciones que transmitirá el espacio. La principal elección la encontramos entre los colores neutros o decorar el salón con un estilo más colorista. Y es que mientras que los colores beige son más versátiles, aportando calma y elegancia; un salón a todo color es una opción más arriesgada, pero más divertida. Te damos varios consejos y propuestas para que te decantes por una opción, ¡o por otra!
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Una apuesta por la serenidad
Blancos, beiges, gris… Los colores neutros tienen la virtud de transmitir calma, elegancia y luminosidad al salón. Pero sus ventajas son muchas más. Estos colores, además, ayudan a ampliar visualmente el espacio, lo que los hace muy adecuados para salones pequeños o para aquellos que tienen poca luz natural.
A esto se suma su versatilidad. Y es que los colores neutros quedan bien, sea cual sea el estilo que elijas para el salón. En espacios más clásicos ayudará a suavizar los muebles con mucha presencia, mientras que en salones modernos, se aprovechará de la calidez de las maderas claras para subir la temperatura visual, como en este espacio decorado por José Lara con muebles de Tegar.
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El poder del color
Los colores vivos o más intensos en el salón, como azules, verdes o mostazas, aportan carácter y dinamismo. Son capaces de transmitir personalidad y carácter, tanto individualmente como si decides mezclarlos, con un resultado potente y muy divertido. Eso sí, la mezcla puede saturar el ambiente si no se hace con cuidado. De hecho, uno de sus principales aliados será la luz natural. Si te decides por mezclar todo tipo de colores, como en esta divertida propuesta de Lapopie, asegúrate de que el salón cuenta con mucha luminosidad durante gran parte del día
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La mejor base
Una manera de no fallar es emplear los colores neutros como base en la decoración del salón. Así, sofá, paredes, alfombra y otros textiles, como las cortinas, lucirán un color neutros y claro. Después podrás añadir pinceladas de color a través de elementos más pequeños, como los cuadros, unas butacas o textiles más pequeños, como los cojines o el plaid. Este salón del interiorista Alberto Torres es un buen ejemplo. Son las butacas de color mostaza y los textiles que adornan el sofá son las responsables de poner el punto desenfadado a este sobrio y elegante salón.
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Con contraste
Puedes añadir pinceladas de un solo color con varias intensidades o apostar por la mezcla. Combinar tonos cálidos con tonos fríos conseguirá dar a la decoración un aspecto vivaz, alegre y con un matiz veraniego. Y es que esa es una de las virtudes de emplear el color en la decoración: huirás de la sobriedad de los tonos neutros con vitalidad y carácter.
Por un lado, el rojo, vibrante y cálido, simboliza energía y dinamismo, y se ayuda del azul para transmitir calma y un ambiente más sereno. Al mezclarlos, esas sensaciones se ven equilibradas, con un resultado dinámico y, al mismo tiempo, en calma, como vemos en esta propuesta de Agoko.
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Neutros que se entienden
Aunque los neutros entre sí siempre combinan bien: el blanco y el beige, el gris y el negro, el blanco y el gris… Las posibilidades son muchísimas. Pero si hay una mezcla que nunca pasa de moda, es el blanco y negro. Se trata de una combinación atemporal que equilibra elegancia, simplicidad y versatilidad. El blanco aporta luminosidad, amplitud y pureza, mientras que el negro añade sofisticación, profundidad y contraste. Juntos, crean un equilibrio visual que se adapta a múltiples estilos, desde el minimalismo moderno hasta el clasicismo más refinado.
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A todo color
No solo el blanco, el beige o el gris claro son una buena base para la decoración de un salón. Un gris oscuro o un negro pueden serlo también. De hecho, su elegancia y carácter sofisticado será clave para introducir pinceladas de colores cálidos, como el rojo o el amarillo, que creen contraste de una manera original. De hecho, un salón con muebles de estilo clásico se aprovechará de la viveza de estos colores para darle un punto actual y canalla. Un buen ejemplo es este salón, decorado por Luzio Studio, donde la boiserie clásica y la chimenea de piedra se ven revitalizadas gracias al uso del color.
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La importancia del color secundario
¿Conoces la regla del 60/30/10 en decoración? Según este principio, el 60% de la decoración es de un tono neutro que sirve como base, el 30% sería el color secundario, mientras que el 10% restante es lo que denominamos el color de acento y que sirve para crear contraste. Así, en este salón, el beige del papel pintado con efecto textil es el color predominante, pero es ese 30% del azul de los sofás el que protagoniza el espacio. Después, las pinceladas en rojo vino de la base de las lámparas o los detalles de los cojines ponen el contrapunto decorativo. Es un proyecto de la interiorista Raquel González.
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La clave está en la alfombra
Aunque no lo creas, la alfombra que elijas para cubrir y decorar el suelo de tu salón tiene mucho más poder del que le otorgamos. Y es que una decoración en colores sobrios y aburridos puede beneficiarse de una alfombra de tonos más vivaces y alegres que aporten a la decoración un matiz fresco y atrevido. Lo vemos claramente en este salón decorado por la interiorista Pia Capdevila. Aquí, los tonos naranjas y azules de la alfombra aportan un look moderno y divertido que se apoya en determinados objetos decorativos y no satura el ambiente.
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El poder de los colores pastel
Si sabes que quieres introducir el color en tu salón, pero no quieres que el ambiente resulte demasiado saturado, apuesta por tonalidades más suaves. Aquí es cuando los tonos deslavados y la paleta de colores pastel hacen su aparición. Y al ser tan delicados y suaves, podrás mezclar tonalidades como el azul y rojo e, incluso, añadir elementos en amarillo. Un ejemplo perfecto es este salón de Studio Beleta, donde estos tres colores, en su faceta más delicada, consiguen un efecto decorativo único. Eso sí, con el blanco de fondo.
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Añade el color con un gran cuadro
Si tu salón presume de un tono neutro, como este de Espejo & Goyanes, puedes emplear elementos como los cuadros para llevar el color. Se trata de una opción que te permitirá cambiar la decoración de manera sencilla y rápida, sin grandes cambios. Y lo mejor es que al usar un neutro como el blanco de base, podrás añadir cualquier otro color y quedará genial.