Salón con dos sofás enfrentados y chimenea central© Jordi Canosa

Neuroarquitectura

Interiorismo emocional o cómo diseñar espacios que transforman emociones

La arquitecta María Gil nos descubre el impacto del interiorismo emocional en los hogares y por qué es clave para fomentar nuestra felicidad


22 de noviembre de 2024 - 7:00 CET

El espacio que habitamos tiene un impacto directo en nuestras emociones (positiva o negativamente) segundo a segundo, incluso mientras dormimos. El interiorismo emocional es intencionado, creado para generar emociones específicas en quienes lo experimentan. De todo ello hemos conversado con María Gil, fundadora de la Academia de Neurociencias para Arquitectura y Diseño (AENAD; academiadeneuroarquitectura.com)

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La experta en neuroarquitectura comienza citando a Martin Seligman, uno de los principales exponentes de la psicología positiva: ‘Lo más importante no es aliviar o suprimir lo que nos causa infelicidad, sino estimular lo que nos produce felicidad’. Y afirma: “el diseño del espacio es una poderosa herramienta para fomentar nuestra felicidad, pero para lograrlo, los profesionales del diseño necesitamos más formación en biología y en neurociencia que en tecnología, porque diseñamos para personas, no para máquinas”.

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© Green Lili

La repercusión del interiorismo emocional 

A diferencia del interiorismo tradicional, que prioriza la funcionalidad y la estética, el objetivo del interiorismo emocional no es solo que un espacio sea bonito o práctico, sino que busque provocar determinadas emociones y, con ello, influir en el comportamiento de las personas.

Para lograrlo, es fundamental comprender cómo funciona nuestro sistema nervioso y cómo responde a los estímulos del entorno. Aquí es donde entra la neurociencia, que, a través de rigurosas investigaciones científicas, ha demostrado cómo ciertas características de los espacios pueden influir en nuestras emociones y, por ende, en nuestras acciones.

Cuidar el entorno en el que vivimos, para que concilie con nuestra biología y nuestras necesidades emocionales, debe ser la base del diseño, mucho más allá de las consideraciones estéticas o de confort. ¡El interiorismo emocional no solo transforma el espacio, sino que puede transformar nuestras vidas!”, considera María.

Además, conocer la cultura y las costumbres familiares es esencial para crear un entorno que promueva el bienestar. Un claro ejemplo de esto es la diferencia en el significado de los colores: mientras que en Occidente el blanco se asocia con la pureza y la paz, en China representa el luto. Estos contrastes culturales tienen un impacto directo en el diseño.

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© Mercè Gost Photo para MARIAOdena Studio

El principio fundamental del interiorismo emocional

El interiorismo emocional puede tener beneficios en el bienestar y en la salud emocional. “Para la Academia Española de Neurociencias para Arquitectura y Diseño, el principio clave de este enfoque es LA SEGURIDAD, un concepto que se maneja en mayúsculas debido a su importancia central”, revela la experta. 

En palabras del reconocido neurocientífico estadounidense Stephen Porges, creador de la Teoría Polivagal: ‘La seguridad es el tratamiento’. Este principio es esencial en todos los espacios, tanto sociales como físicos, pues la sensación de seguridad es fundamental para el bienestar emocional.

Sentirnos seguros y, a su vez, sentirnos sentidos —comprendidos y atendidos— en nuestro entorno son elementos clave para lograr una vida plena y feliz. Como bien señala Porges, no podemos alcanzar la felicidad plena si no experimentamos una sensación de seguridad en el lugar en el que vivimos y trabajamos. 

Firma el proyecto de cocina MARIAOdena Studio, que combina el gris antracita del mobiliario con una encimera de Neolith con efecto cemento y un toque muy natural: las plantas que rodean la campana extractora.

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© Felipe Scheffel para Natalia Zubizarreta

Nuestro hogar, nuestro refugio… 

La experta defiende que un diseño que tenga en cuenta las evidencias científicas y que esté reflexionado puede ofrecer beneficios sorprendentes para nuestra vida cotidiana.

María insiste en que crear un espacio donde nos sintamos seguros va a ayudar, es clave, porque va a fortalecer nuestros lazos familiares y a mejorar nuestro comportamiento y nuestra forma de ser y de estar en el mundo, promoviendo una comunicación más fluida y empática. En este contexto, es fundamental entender que no podemos conectar con los demás ni ser felices si nuestros sistemas de defensa están en constante alerta. 

En la propuesta, un dormitorio acogedor, tras el diseño de Natalia Zubizarreta, quien ‘abriga’ el ambiente con papel pintado de efecto textil en la pared del cabecero (de la firma Arte) y unos tejidos naturales que visten la cama y el ventanal.

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© AMA Studio Interiors

… nunca nuestra cárcel

A raíz de la pandemia, muchas personas experimentaron sus hogares como una cárcel, mientras que otros los vieron como refugios de calma y bienestar. La diferencia radicó en los elementos del entorno físico y social. Vivir en un hogar armonioso, bien iluminado y ventilado, con acceso a un pequeño espacio exterior, donde la luz solar y los sonidos de la naturaleza, como el canto de los pájaros, se convierten en parte del paisaje cotidiano, es muy distinto a estar encerrado en un pequeño apartamento sin vistas, con orientación norte y hacinado de cosas.

Afortunadamente, la neurociencia nos ofrece herramientas para transformar incluso los espacios más pequeños en refugios de paz. ¿De qué formas? Por ejemplo, con el uso de colores cálidos como el amarillo albero suave en las paredes, que puede imitar la luminosidad del sol, o con la incorporación de plantas o elementos naturales que contribuye a generar una atmósfera más relajante. También podemos escuchar sonidos de la naturaleza, como el trinar de los pájaros, unas armonías que actúan como un recordatorio subconsciente de que estamos a salvo, ya que, después de millones de años de evolución, este sonido sigue indicando que no hay amenazas cercanas.

Además, añade María, la disposición del hogar también juega un papel clave: abrir la cocina al salón, por ejemplo, o fomentar un diseño sencillo y ordenado (como este rincón de despacho creado por AMA Studio Interiors), puede mejorar significativamente la interacción y la comunicación dentro del hogar.

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© Amador Toril para María Acha Interiorismo

Decisiones de diseño que evocan emociones positivas

En el diseño de espacios, existen tres pilares fundamentales que son clave para lograr un entorno que nos haga sentir seguros y sentidos: la conexión con la naturaleza, la personalización y la biohabitabilidad.

En primer lugar, veamos cómo debe ser el denominado diseño biofílico. Un estudio en 1984 de Robert Ulrich, profesor de arquitectura paisajística y urbanismo de la Universidad de Texas, demostró que pacientes hospitalizados por una operación de vesícula, que tenían vistas a árboles en lugar de a edificios, experimentaban una reducción del 20% en el tiempo de hospitalización y necesitaban menos analgésicos. Ulrich amplió su investigación en 1993 y demostró que incluso la presencia de imágenes de naturaleza en ambientes hospitalarios, con una iluminación adecuada, podía reducir la necesidad de medicación y acelerar la recuperación.

La conclusión es que, “si bien no siempre es posible llevarnos la naturaleza a todos los espacios urbanos, sí podemos incorporarla de manera real o simulada en nuestro entorno. Los beneficios de lo natural son indiscutibles, y cuanto más real sea su presencia, mayor será su efecto reparador”, revela María.

En la imagen varios espacios con generosas líneas curvas (orgánicas) y, como punto focal, un jardín japonés con un árbol preservado, en un diseño interior de María Acha.

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© Create

Un espacio que habla de nosotros y con nosotros

Como hemos comentado en el punto anterior, la personalización es otro pilar esencial para que un espacio se sienta verdaderamente nuestro. Un entorno que refleja nuestras experiencias, gustos o aficiones personales tiene un poder transformador. Objetos que evocan recuerdos felices —el tocadiscos de vinilo que tanto sonaba en nuestra infancia (este de aire retro es de la firma Create), la mecedora donde nos acunó nuestra abuela, fotos familiares o recuerdos de viajes memorables— nos permiten reconectar con momentos importantes de nuestras vidas y revivir sus emociones.

“Un ejemplo conmovedor de cómo los objetos personales pueden ofrecer consuelo son las pertenencias de los migrantes que cruzan el mar en pateras, buscando un futuro mejor. Muchos llevan consigo una foto familiar o un amuleto espiritual, pequeñas cosas que les conectan con la esperanza y la memoria de momentos felices, proporcionándoles una sensación de seguridad y propósito”, añade la fundadora de la Academia de Neurociencias para Arquitectura y Diseño.

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© Juan Luis Campoy

La biohabitabilidad: un entorno libre de tóxicos ambientales

El tercer punto en el que poner el foco es la biohabitabilidad. María señala que la calidad del aire en nuestros hogares juega un papel crucial en nuestro bienestar. Según la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos, los niveles de contaminación del aire interior pueden ser de 2 a 5 veces más elevados que los del aire exterior, y en ocasiones incluso más de 100 veces. Por esta razón, es esencial ventilar nuestros espacios de manera regular y usar aspiradoras con filtros adecuados.

También debemos ser conscientes de los productos que utilizamos en la construcción, el mobiliario y los objetos decorativos, así como los productos de limpieza, evitando los que emitan Compuestos Orgánicos Volátiles (COVs), como el formaldehído y el benceno. Estas sustancias pueden tener efectos negativos para la salud, especialmente en ambientes cerrados y con poca ventilación.

De este modo, hay que pensar en un arquitectura que tenga un impacto medioambiental positivo. Y también en un diseño interior que respete el planeta, por ejemplo, con pinturas a base de cal, piedras naturales o muebles de madera no tratada. 

“Nuestro cuerpo tiene la capacidad de neutralizar ciertos tóxicos, siempre y cuando no se sobrecargue. El equilibrio en nuestro entorno es fundamental para mantener nuestra salud física y emocional”, afirma la experta.

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© AdeL

¿Cómo fue la casa de tus padres?

Los espacios en los que crecimos influyen profundamente en la forma en que nos relacionamos con nuestros entornos actuales. María destaca que nuestros hogares no solo son lugares donde vivimos, sino que están profundamente vinculados a nuestras historias personales. La forma en que nos relacionamos con ellos —ya sea a través del rechazo o la atracción— está influenciada por experiencias pasadas que marcan nuestra vida, especialmente durante la infancia. Esta conexión emocional con el espacio se moldea desde nuestros primeros recuerdos y determina, en muchos casos, nuestras preferencias a la hora de elegir una vivienda.

“Ellard Colin, experto en psicología ambiental, relata en uno de sus libros el caso de un oyente de un programa radiofónico que compartió su experiencia al comprar una casa por la que se sintió inexplicablemente atraído. Esta vivienda, curiosamente, se parecía mucho al hogar donde había vivido durante su infancia. Sin embargo, esa misma infancia estuvo marcada por episodios traumáticos. En su intento por dejar atrás esos recuerdos dolorosos, decidió realizar una reforma profunda en el inmueble, alejándose de las huellas emocionales del pasado. Este fenómeno, aunque parezca paradójico, tiene una explicación científica. A menudo elegimos lo que nos resulta familiar, incluso cuando esa familiaridad no nos trae bienestar. De hecho, nuestras primeras experiencias nos moldean de tal forma que nuestras preferencias en el diseño de espacios están profundamente influenciadas por ellas. Por ejemplo, una persona introvertida podría sentirse incómoda en ambientes con techos altos y planos abiertos, a pesar de que estos son considerados ideales para fomentar la creatividad”, narra María.

El diseño emocional de un hogar requiere del entendimiento profundo de nuestras vivencias, gustos y aficiones, y para ello es necesario contar con un profesional del diseño con quien podamos compartir nuestras emociones y experiencias más íntimas.

En última instancia, un hogar verdaderamente personalizado captura la esencia de quienes somos, de lo que nos hace sentir plenos y felices, brindándonos un espacio donde, por fin, podemos ser nosotros mismos. Lo es el de la propuesta, en el que la interiorista Anouk de Lesparda apuesta por un lujo silencioso.

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© Wilfried Overwater / Flower Council of Holland

Recuerdos y nostalgia

¿Qué recomendación da María a alguien que quiere reflejar aspectos de su infancia en su hogar actual sin quedarse atrapado en el pasado? “Tomarnos un momento para reflexionar sobre los instantes de nuestra vida en los que realmente experimentamos felicidad. Esos momentos, tan preciados, a menudo están ligados a ciertos espacios o elementos que, de alguna manera, los anclan en nuestra memoria. Nuestro hogar debería ser, en esencia, un refugio emocional: un ‘kit de rescate’ que nos permita revivir esos recuerdos felices y no, por el contrario, evocarnos tiempos de adversidad”, aconseja la arquitecta experta en neurociencias.

En lo personal, los recuerdos más felices de su infancia están vinculados al patio andaluz de la casa de sus padres, un rincón lleno de macetas y orientado hacia el sur. Esta conexión con la luz, la naturaleza y la tranquilidad ha sido tan significativa que, a lo largo de los años, todos los hogares en los que ha vivido han seguido la misma orientación y han contado con un espacio dedicado al cuidado de las plantas.

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© Mark Groen / Rituals

Reivindicación del sentido del olfato

El sentido del olfato, el más relacionado con la memoria y las emociones, es un elemento vital que se pasa por alto en el diseño de espacios. Estudios recientes están investigando cómo los aromas pueden ser utilizados como terapia en enfermedades como el alzhéimer. Sin embargo, es uno de los sentidos menos explorados en los ambientes construidos, a pesar de su impacto directo sobre nuestro bienestar.

María relata que “los aromas de lavanda, rosa o sándalo tienen el poder de inducir serenidad, conectándonos con la naturaleza, incluso en entornos urbanos”. En la propuesta la fragancia para el hogar ‘The Ritual of Jing’, de la firma Rituals, cuya mezcla de jinjolero y flor de loto ayuda a llenarnos de calma.

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© David Frutos para Estudio Code

El justo medio

Por otra parte, es crucial evitar la sobreestimulación sensorial, pues “un exceso de estímulos puede resultar tan perjudicial como un minimalismo excesivo”, advierte María. La clave está en encontrar un equilibrio, donde la sencillez y la naturaleza nos ofrezcan lo que nuestro cuerpo y mente realmente necesitan para prosperar.

En ese sentido, conviene integrar la naturaleza en nuestro entorno y crear espacios ricos en matices, pero no excesivamente abrumadores. Un buen ejemplo de equilibrio en el diseño interior es esta cocina armoniosa de estilo actual, para la que Estudio Code ha seleccionado un mobiliario de la firma italiana Cesar. Un ambiente con sillas vistosas (las ‘Nub’ creadas por Patricia Urquiola para Andreu World), plantas y arte, a modo de una escultura de un hombre desnudo, obra de Martín Duque.

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© David Frutos para Laura Ortín Arquitectura

Combatir las grandes ‘pandemias sociales’ de nuestros tiempos: ansiedad, estrés y depresión

En su web María expone que las tres grandes pandemias sociales de nuestra era son la ansiedad, el estrés y la depresión. El diseño del espacio es una herramienta muy eficaz para contribuir a la gestión emocional y a reducir el sufrimiento de las personas y debe acompañar cualquier intervención en la salud y el bienestar.

La prevalencia de estos trastornos psicológicos, en opinión de la arquitecta no solo refleja un malestar individual, sino también una disonancia profunda entre nuestra biología y el entorno que nos rodea. Vemos una zona de un día de un piso urbano, en el que la arquitecta Laura Ortín idea un paisaje de montañas y cuevas, para evocarnos la naturaleza y producirnos sensación de bienestar.

Según el psicólogo Rafael Nieto Rivera, creador del ‘Enfoque centrado en responsabilidad relacional reflexiva’ —fundamento, junto con la Teoría Polivagal, del Método para aplicar la neuroarquitectura en la Academia Española de Neurociencias para Arquitectura y Diseño—, estos trastornos son producto de una sociedad cada vez más desregulada. Él, al igual que otros pensadores contemporáneos, sostiene que todo sufrimiento tiene raíces culturales y está alimentado por un sistema que no está diseñado para satisfacer nuestras necesidades biológicas, ni en lo físico (los espacios que habitamos) ni en lo social.

 “El interiorismo emocional, el neurodiseño, es un bien social, necesario, urgente y asequible a todos los bolsillos. El bienestar no es una cuestión de metros, es una cuestión de diseñar espacios donde el neandertal que llevamos dentro se sienta seguro y sentido”, concluye María.