Uno de los recursos esenciales capaz de crear ambientes ricos, elegantes y acogedores es, sin duda, la iluminación. De cómo la planifiquemos en cada uno de nuestros espacios dependerá el resultado final de los mismos y la atmósfera que se respire en ellos. La manera de diseñar la luz puede enriquecer una estancia, dotarla de estilo o, por el contrario, arruinar su interiorismo. Descubre cuáles son los errores que se suelen cometer a la hora de elegir las luces y cómo evitarlos.
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Nº 1: pensar en un único tipo de iluminación
No hay un único tipo de iluminación para utilizar en nuestra casa, sino que debemos combinar varios para lograr el mejor resultado. Quedarnos solo con un tipo de luz es uno de los errores más frecuentes al iluminar el salón o cualquier otro espacio. Puesto que nuestras necesidades de iluminación no son siempre las mismas, no conviene contar siempre con un único patrón de luces, para todos los momentos y situaciones.
- La mayoría de las ocasiones necesitaremos una luz ambiental, que aporte una iluminación general, y que suele venir determinada por una lámpara de techo o focos empotrados.
- También será necesario contar con una luz focalizada en determinadas áreas específicas como la zona de trabajo o las encimeras de la cocina (las lámparas de escritorio o la iluminación bajo los armarios aportan esta iluminación).
- Por último, es buena idea añadir luces de acento, puntuales, que iluminen una pieza decorativa, que bañen la pared en la que cuelga un cuadro, o para iluminar zonas que quedan oscuras a pesar de la luz ambiental.
Nº 2: no aprovechar la luz natural
La luz natural es un tesoro que nos encanta. Queremos interiores luminosos, que queden bañados por la luz del exterior por la mañana y también por la noche. Sin embargo, eso no es siempre es posible. En cualquier caso, e independientemente de lo luminosa que sea nuestra casa, lo importante es tratar de aprovechar la luz natural al máximo. Deja que fluya libre por tu casa, evitando colocar cortinas muy tupidas en las ventanas. Disfruta de las horas en las que recibes más luz natural y crea espacios de estar en las zonas más luminosas. Cuando cae el sol llega el momento de recurrir a la iluminación artificial. Planifícala para que resulte serena, lógica y práctica, y para que te ayude a crear ambientes cómodos y acogedores.
Nº 3: usar solamente luces empotradas
Si la iluminación principal de tu salón procede solamente de luces empotradas en el techo puede que haya llegado el momento de revisar algunos conceptos lumínicos y decorativos. No es buena idea contar únicamente con este tipo de focos empotrados, puesto que la luz cae de arriba a abajo lo que puede resultar frío y un tanto plano. Eso sin contar con que se pueden generar sombras molestas en algunas zonas. Aunque cuentes con ellos, completa la iluminación general de la estancia con una lámpara colgante. Elige un modelo con varias bombillas o con pantallas que orienten la luz hacia arriba. De esta forma la luz será más indirecta y suave, y el resultado global más cálido y acogedor.
Nº 4: no usar reguladores de luz
Según la actividad que estemos realizando en nuestro salón necesitaremos más o menos luz. Es decir, no siempre se requiere la misma intensidad lumínica. Para ver una serie desde el sofá seguro que prefieres una luz tenue y acogedora, mientras que para celebrar una sobremesa con amigos, por ejemplo, es mejor contar con un ambiente luminoso, que nos ofrezca una visión clara mientras charlamos. Por eso es buena idea instalar reguladores que nos ayuden a elegir la intensidad de las luces. No usar este tipo de reguladores, que son fáciles de instalar en los interruptores, es un error común que conviene subsanar cuanto antes. Así podrás decidir qué tipo e intensidad de luz quieres en cada momento.
Nº 5: no tener en cuenta el color de la luz
Más que hablar del color de la luz, deberíamos referirnos a la temperatura de color de la misma. Es un concepto que nos habla de los matices y tonalidad de las luces, que no deben ser iguales en toda la casa. Es muy importante elegir la adecuada en cada estancia, para lograr el efecto adecuado y no arruinar los ambientes. Por ejemplo, las bombillas frías de tono azulado, de entre 5.500 y 6.500 grados Kelvin, deben dejarse para los espacios más fríos como la cocina o las zonas específicas de trabajo. Por otro lado, para las zonas de estar lo mejor es elegir una luz blanca suave y cálida, que tenga de 2.000 a 3.000 grados Kelvin.
Un consejo: es importante que todas las bombillas de un espacio presenten la misma temperatura de color, ya que de lo contrario se creará un efecto extraño y poco agradable.
Nº 6: elegir lámparas de tamaño inadecuado
No elegir correctamente el tamaño de las lámparas es otra equivocación más habitual de lo que pueda parecer. Las medidas de las luminarias colgantes debe estar en equilibrio con las dimensiones del espacio y con el resto de muebles y elementos. Si tienes un comedor amplio con una mesa grande y pones una lámpara de techo demasiado pequeña, eso hará que todo se vea desproporcionado. Lo mismo sucederá si, por el contrario, eliges una lámpara excesivamente grande para un espacio pequeño. Piensa en las leyes de la proporción y busca la armonía entre todos los elementos.
Nº 7: colgar las lámparas a la altura incorrecta
Una cuestión importante a la hora de instalar las lámparas en casa es la altura a la que debemos colgarlas, cuando se trata de modelos de techo. En este sentido, tan equivocado es suspenderlas demasiado altas como ponerlas muy bajas. En cualquiera de los dos casos la luz puede alterar la armonía visual de toda la estancia. Presta especial atención a las lámparas que cuelgan sobre la mesa de comedor o sobre la isla de la cocina. Si las pones muy bajas molestarán a los comensales, mientras que si quedan muy altas pueden provocar deslumbramientos. Estas lámparas han de quedar suspendidas a una distancia desde la mesa de entre 75 y 90 cm.
Nº 8: no tener en cuenta la ubicación de los interruptores
Aquí tenemos otro error común que genera molestias a diario: no tener en cuenta durante una reforma dónde colocar los interruptores y conmutadores. A lo largo del día son incontables las veces que podemos encender y apagar la luz en ciertas estancias, por lo que es esencial que estén bien ubicados para ganar en comodidad. Sea como sea, lo importante es evitar que todas las luces de una habitación, por ejemplo el salón, se enciendan y se apaguen con el mismo interruptor. De esta forma tendremos mayor capacidad de decisión a la hora de elegir la iluminación del espacio. Podrás encender una zona del salón, mientras que otros rincones quedan en penumbra.
Nº 9: no vigilar los deslumbramientos
Una vez hayas definido la iluminación de tu salón, enciende las luces y mira la escena. Además de valorar las sensaciones que transmiten las luces artificiales, debes fijarte en la forma en que inciden sobre las diferentes superficies. La luz se refleja en ellas y, en algunas de ellas que son brillantes, puede rebotar y provocar molestos deslumbramientos. Es el caso de espejos y de algunas superficies lacadas en brillo. Los deslumbramientos estropean el ambiente general del espacio, crean incomodidad y pueden resultar molestos. Además, echan a perder el ambiente confortable y acogedor de un espacio, por lo que es esencial detectar estos puntos débiles de nuestro plan de iluminación, para poder buscar soluciones.
Nº 10: poner luces sobre el espejo del baño
La zona del lavabo y del espejo es uno de los puntos claves a la hora de iluminar el cuarto de baño. Es importante hacerlo adecuadamente y evitar algunos errores que perjudicarán la forma en que nos vemos en el espejo. Por ejemplo, es muy común colocar las luces justo encima del espejo. Sin embargo, no es lo más recomendable porque esta forma de iluminar resulta poco favorecedora. Las luces se proyectan desde arriba y crean sombras en el rostro que resultan molestas. Por eso siempre es mejor instalar dos apliques, uno a cada lado del espejo.
Una idea: si estás inmerso en una reforma del baño y tienes hueco suficiente, puedes colocar dos lámparas colgantes, una a cada lado del espejo, en lugar de apliques de pared. Conseguirás un efecto decorativo genial que te proporcionará, además, una buena luz para mirarte, asearte y arreglarte.