Un piso del siglo XIX del céntrico barrio de La Ribera de Barcelona, con tan solo 45 m2, se transforma por completo tras la intervención de Alexandra Leira Interiores (www.alexandraleira.com).
En origen la vivienda estaba bastante deteriorada, pero la reforma lo convierte en un hogar confortable y con encanto en el que se han introducido colores vivos, inspirados en el techo del vecino mercado de Santa Caterina, aportando así brillo y vida al interior.
Una distribución más eficiente
La limitación de espacio fue un desafío fascinante. “Para un interiorista, la capacidad de optimizar y ampliar visualmente los ambientes es una de las claves del buen diseño. En la necesaria nueva configuración decidimos ampliar el salón comedor, integrando la cocina en el pasillo, creando de este modo una zona de día más espaciosa y funcional, y redujimos el área de noche sin comprometer su confort”, detalla Alexandra.
De hecho, en aras de rentabilizar hasta el más mínimo centímetro la cocina es el primer espacio que nos encontramos de la vivienda, prescindiendo de un recibidor. Incluir la cocina en una parte del pasillo, abierta al comedor y al salón, establece una dinámica más interactiva para quien lo habita.
Sorpresas muy positivas
Durante los derribos se descubrió las impresionantes bovedillas catalanas en muy buen estado, así que se decidió conservarlas, tras pulir las vigas para devolverlas a su aspecto original. “También encontramos algunas paredes de ladrillo visto, que conservaban una excelente condición tras picar el yeso, un hallazgo poco común en pisos de esta antigüedad. Decidimos preservar esas paredes, ya que su contraste con el resto de la reforma aportaba carácter y autenticidad al proyecto”, cuenta la interiorista.
Detalles cuidados
“El buen diseño no solo se centra en la estética, sino también en la funcionalidad. Cubrir el techo en la zona de la cocina permitió ocultar las instalaciones y mejorar la limpieza diaria. De forma estratégica, dejamos parte de las vigas vistas en el pasillo, para no perder la coherencia visual con el resto de la vivienda”, explica la artífice del proyecto de reforma e interiorismo.
Otro aspecto que cabe destacar es cómo se aporta color en la cocina, gracias al salpicadero cerámico (alicatado con piezas artesanales azul marino de Cantara Grup), que destaca en contraste con el mobiliario en madera clara.
Un comedor pequeño, pero práctico
La combinación de banco y sillas en el comedor refuerza la amplitud espacial. Además, se trata de una decoración low cost para el que se ha apostado por marcas como Lufe (la mesa y el banco) o Eme mobiliario (las sillas). Todas estas piezas fueron seleccionados por su diseño sencillo y funcional, mientras que los toques de color los aportan elementos más pequeños, como los cojines y manteles.
Un salón polivalente
En los 45 metros2 de piso se ha incluido un único dormitorio, no obstante, el salón puede hacer las veces de cuatro de invitados gracias a que se escoge un sofá cama (modelo ‘Hesson’ tapizado en lino, de Sklum). Las mesas auxiliares de The Masie en un intenso azul eléctrico aportan una nota alegre y, además, flexibilidad, permitiendo reubicarlas en función de las necesidades de cada momento.
Por otra parte, la televisión se colgó en la pared del comedor, lo que ahorró espacio y evitó cables a la vista, mejorando tanto la estética como la funcionalidad. “Además, nos permitió eliminar la necesidad de un mueble, lo cual es fundamental en espacios pequeños”, revela Alexandra.
Una oda a Barcelona
La pared del salón tiene una rica textura, la del ‘tesoro’ descubierto durante las obras: el ladrillo visto. Alexandra decidió dejar este muro expuesto para recordar la historia del edificio, que está ubicado en el corazón de la ciudad vieja de Barcelona.
A pesar de que la arquitectura deja a la vista huellas de su pasado, la decoración es del todo moderna con toques entre mediterráneos y nórdicos.
En este ambiente la alfombra, con su diseño geométrico, ayuda a ampliar visualmente el espacio, al tiempo que define las distintas zonas en el espacio abierto. Su patrón sigue las líneas de las vigas del techo, creando una armonía visual.
Pero el concepto principal del proyecto, además de lograr amplitud, era capturar los colores vibrantes que transmite la bóveda del mercado de Santa Caterina, que se encuentra a escasos metros del piso. “Queríamos que esa referencia arquitectónica tan emblemática de Barcelona se reflejara en el interior de la vivienda. Para lograrlo, incorporamos pinceladas de esos tonos vivos en diversos elementos del espacio, creando una conexión entre el entorno urbano y el interior del hogar”, relata Alexandra. Es el caso del cuadro de Alexandra Leira Crafting Spaces o el sillón naranja Skälboda, de Ikea.
Otro tributo a la Ciudad Condal es la incorporación de la lámpara ‘Cestita’ de Santa & Cole, diseño del barcelonés Miguel Milá. Y es que se quiso rendir homenaje a la capital catalana no solo a través de los colores, sino también mediante piezas icónicas de diseño local que aportan carácter y autenticidad al espacio.
Un piso de reducidas dimensiones muy bien distribuido
Los 36 metros2 útiles de la vivienda se reparten entre la zona de día que hemos estado viendo y que incorpora también un área de servicio: la del lavadero con el termo, y la zona de noche, que consta del dormitorio y del baño, ambos con ventanas a un patio interior.
Un baño alegre
En el baño se quiso romper un poco con la estética general del resto del piso, con el objetivo era crear un espacio muy vibrante y audaz. Por eso, se optó por un diseño menos convencional: en lugar de las típicas juntas blancas, se eligió la lechada naranja, que aporta un toque de color inesperado y destaca la verticalidad de las piezas cerámicas. Este contraste refuerza la identidad propia del baño. Y como el espacio contaba con muchas líneas geométricas y formas rectas, Alexandra se decantó por un espejo de forma más orgánica, que rompe con esa rigidez. Las formas curvas se repiten también en el lavabo de sobremesa tipo cuenco.
Junto a la zona de cortesía se encuentra el inodoro, equipado con una cisterna empotrada que es ideal en baños pequeños, ya que maximiza el espacio disponible y aporta una estética más limpia y minimalista. “Al estar oculta, permite una mayor fluidez visual y facilita la limpieza, ofreciendo además un toque contemporáneo”, cuenta la interiorista.
Marcar la diferencia
En la zona de ducha, con alicatado hasta el techo, la grifería (de la firma Sensea) y el marco de la mampara de ducha (de Glassinox) son de color negro, para que ofrezcan un rico contraste cromático entre claroscuros. El negro resalta en un ambiente en tonos blancos, aportando elegancia y reforzando la idea de pequeños detalles que destacan dentro de un entorno más neutral.
En este rincón podemos apreciar también que el baño cuenta con ventilación natural (gracias a la ventana al patio interior), permitiendo renovar el aire y mejorar la calidad ambiental, lo que es clave para un espacio más saludable y fresco.
Un minidormitorio en el que reina la magia
Al igual que el baño el dormitorio es muy tranquilo pues su ventana no da a calle, lo que propicia un buen descanso. La luz es suave y proviene tanto de luces cálidas que resaltan la textura original de las paredes como de la luz tenue que entra desde el patio interior, creando un ambiente relajado.
El espacio es mínimo, por lo que el área del cabecero se resalta con herramientas resultonas que no restan metros, como el cabecero de obra pintado, la pared de ladrillo retroiluminada y dos mesitas de noche de formas muy escultóricas.
El proyecto global apuesta por llenar cada rincón de color, incluyendo el dormitorio, con el objetivo de reflejar un diseño vibrante y cohesionado que rinde homenaje a la alegre cubierta ondulada del vecino mercado de Santa Caterina.