Dependiendo del clima del jardín vamos a poder tener floraciones y especies en su apogeo de manera escalonada. “Naturalmente, hay zonas en que la dureza del invierno hace muy difícil que una floración tenga lugar en lo más crudo del invierno. Pero incluso en esos casos hay especies que, con sus hojas otoñadas, sus frutos o su follaje natural nos van a dar un toque de color que contraste con ese gris parduzco tan propio de las épocas frías. No obstante, desde la más temprana primavera, hasta entrado el otoño es rara la región que no permita escalonar floraciones muy llamativas”, afirma Fernando Nájera (fernandonajera.es). Este paisajista nos ofrece todas las claves para tener un jardín atractivo durante los doce meses del año.
Un diseño que asegura floraciones en diferentes estaciones
Para Fernando la clave es no jugar solo la carta de una o varias especies muy dominantes por temporada, porque puede parecer que el jardín es otro completamente distinto en cada estación, sin continuación con el precedente. Por lo tanto, es bueno mezclar especies que interactúen entre ellas, con cierto solape, con lo que además de asegurar las transiciones, también evitamos que haya momentos sin floración.
“Es bueno que estas plantas más llamativas estén situadas de manera que se distribuyan regularmente en toda la superficie, y que se inserten en macizos más permanentes aquellos que van a actuar como estructura del jardín. Me preocupa mucho darles excesivo protagonismo a las plantaciones muy floridas porque, ante su ausencia, podemos sentir que falta algo. Y, además, muchas variedades valen poco a nivel de tallo u hojas, por lo que extinta su floración nos quedamos con plantas poco estéticas. Rodearlas y abrazarlas con plantas 'de estructura’ nos ayuda mucho a mitigar esos riesgos”, aconseja el paisajista.
¿A favor de integrar algunas flores de temporada?
“No era mi mayor afición la flor de temporada, pero últimamente reservo pequeños rincones para estas plantas. Un huequito en un macetón, un rincón de un arriate, parcelitas en la huerta...”, explica Fernando.
La corta esperanza de vida de estas plantas hace que lo den todo en un intervalo corto de tiempo, por lo que tienen floraciones profusas y extraordinariamente ricas. Un porcentaje pequeño sobre el total de la plantación no hace que el jardín luzca cojo ante su ausencia, pero se ve radiante con su presencia. El experto es de la opinión de que por lo poco que cuesta ponerlas y renovarlas merece la pena. Además, ten en cuenta que hay numerosas flores de temporada disponibles, tanto en invierno como en épocas templadas, por lo que es muy sencillo incorporarlas.
Un jardín colorido y bello
No es misión imposible apostar por flores que tengan una más larga vida que las de temporada. Fernando dice que puede lograrse, pero asumiendo que en climas frescos de noviembre a marzo será menos variada la floración que el resto del año. Porque, no olvidemos que las espigas de las gramíneas, las floraciones de los brezos o las flores de los bulbos son recursos floridos como lo son las flores de una verbena. Por lo tanto, renunciar al color no es necesario, los que sí que es imprescindible es asumir distintos tipos y texturas de floraciones.
¿Qué ejemplos nos da el paisajista? La de algunas especies que tienen follajes coloridos o interesantes que añaden atractivo visual incluso cuando no están en flor, como las hostas, las heucheras o las hojas otoñadas de la hortensia hoja de roble. Por otro lado, algunas plantas son muy tempranas en su floración como las mahonias aquifolium o los crocus. Y, finalmente, otros recursos son los tallos, como el rojo encendido de los Cornus alba en pleno invierno.
Una mirada sostenible
Si te preguntas qué especies de flores tienen bajas necesidades de riego y mantenimiento, pero aportan color y textura al jardín, la respuesta es: las propias del jardín mediterráneo, que no dejamos de ver en los últimos tiempos, pero que muchas siempre han estado aquí. Fernando menciona las lavandas, las salvias, las jaras, los romeros, las gauras, las verbenas, las achilleas, las echinaceas, las rudbeckias (en la imagen), las gaillardias, los girasoles, los Hylotelephium y algunos cardos, como los Echinops o los Eryngium. De estas hay multitud de cultivares, con sus matices, algunas más adaptadas a ciertos suelos y rangos de temperaturas, pero en esencia son resistentes a la sequía, requieren poco mantenimiento, y a la vez ofrecen colores y texturas variadas.
“Con estos básicos es difícil equivocarse, pero la labor del paisajista es escoger cuáles van a funcionar mejor, cómo combinarlas para que haya armonía entre ellas y favorecer solapes de floración lógicos. No tiene sentido plantar todas las especies de floración primaveral en un grupo, las otoñales en otro y así con todas… porque según la época del año vamos a ver golpes de color muy poco equilibrados en el jardín”, comenta el experto.
Flores que fomentan la biodiversidad animal
Las plantas aromáticas con flor (lavanda, tomillo, romero, salvia…) o sin ella (albahaca, perejil…) son una fantástica opción para un jardín sostenible, no solo por sus fragancias y floración, sino también porque ayudan a fomentar la biodiversidad. ¿Cómo? Fernando relata que, en primer lugar, al atraer polinizadores, insectos beneficiosos y aves que son ya un buen ejemplo de incremento de la biodiversidad. Pero no solo es eso, pues la mejora del micro ecosistema del jardín tiene ventajas como la reducción de plagas y sus efectos al haber mayor cantidad de depredadores, atraídos por la presencia de presas y de alimento. En suma, se logra un sistema ecológico más completo y funcional.
“Especies que además de vistosas son fragantes hay muchas, como las clásicas lavandas, salvias y romeros, pero podemos decir otras a veces olvidadas, como las melisas, tomillos, menta, orégano, albahaca, hierba luisa, rudas, ajedrea, caléndula o la santolina. La mayoría de ellas, además, tiene un uso culinario o medicinal muy arraigado en la cultura mediterránea. La lista es larguísima, y lo curioso es que muchas de ellas estaban en nuestras casas y jardines hace décadas, pero últimamente se han olvidado en muchos casos”, afirma el paisajista.
En la propuesta, para ofrecer el menor cobijo a distintos insectos beneficiosos para el jardín se instala un ‘hotel’ para ellos justo encima de unas lavandas.
Plantas estrella en las estaciones más frías del año
Fernando pasa a recomendar algunas especies que van a destacar en cada una de las estaciones del año:
- Otoño: los Aster o el Hylotelephium spectabile acaparrarán todas las miradas. En el caso de los arbustos o arbolillos, podemos plantar en el jardín Cotinus coggygria, que va a desplegar todos sus encantos en esta época. Además, no podemos olvidar que las espigas de las gramíneas veraniegas o las hortensias secas tienen un papel importante en esta época.
- Invierno: Especies que lucirán con todo su esplendor en la estación más fría del año pueden ser los Helleborus o los ciclámenes (Cyclamen). También las Bergenias o los brezos destacan en esta época. Por supuesto, las camelias. Plantas que adquieren tonos especiales o que destacan en esta época son las artemisias, que parecen heladas por su color azulado, los Cornus alba con sus ramas rojas, los acebos con su fruto, los Crataegus y pyracanthas con sus bayas o las Skimmias.
Las infinitas opciones de la temporada primavera-verano
Sin duda la lista de flores destacadas por su estética en los meses más cálidos del año sería interminable. Pero sí hay que señalar que en las zonas de meseta más elevadas se da un curioso fenómeno de primaveras muy tardías con heladas puntuales, por lo que es difícil señalar aquí algo que sea válido para Soria y Castellón, por poner un ejemplo. En la primavera más temprana Fernando subraya a los narcisos o los tulipanes. Según avanza la estación florecen los prunus, los pensamientos y las peonías. Mayo es el mes de las primeras rosas, lilas y lirios. También los Allium destacan ahora. Y en el casi arranque del verano entran en acción las salvias, verbenas, geranios o lavandas. Julio ve crecer a las gauras, equináceas, lavandas de zonas frescas, o agapantos. Y agosto algunas variedades de salvias, Hylotelephium o rudbeckias.
Las especies con floración prolongada más recomendables
Si quieres plantar especies que tienen una prolongada floración, para ornamentar el jardín durante muchos meses al año, puedes optar por las verbenas, las gauras, las lantanas, algunas variedades de salvia como las greggii, y algunas variedades de lavanda, como la Lavandula dentata. “Sobresalen porque presentan floraciones muy prolongadas o sucesivas, lo que ayuda a mantener el jardín muy vistoso sin apenas esfuerzo”, comenta el paisajista.
Cómo lograr un jardín visualmente atractivo
Fernando considera esencial la combinación estratégica de plantas de varias alturas, texturas y colores, puesto que crea un paisaje dinámico que evoluciona con las estaciones. La clave, explica, es “evitar la monotonía y la regularidad, ocultando lo que menos nos interesa de las plantas floridas y apoyándonos en las plantas de estructura”.
Buen ejemplo de lo que comenta es el proyecto sobre estas líneas, un jardín de estilo naturalizado.
Consejos para salvaguardar el vigor de la floración
No siempre es necesario cambiar las plantas cada pocos años para asegurar una floración continua, pero sí hay algunos factores que podrían influir en la profusión de la floración y, en algunos casos, en la longevidad de las plantas. Nos los detalla el paisajista: “Por un lado, la diferencia entre plantas perennes, anuales o bianuales influirá en la necesidad de cambiar las plantas porque agotan su ciclo vital. El clima puede ayudar o perjudicar decididamente a ciertas plantas convirtiéndolas en perennes aun siendo anuales en climas más benignos. Y al contrario, algunas perennes pueden comenzar a perder vigor con el paso del tiempo”.
Así pues, a veces es útil dividir las plantas o rejuvenecerlas cada 3-5 años para promover un crecimiento saludable y una floración abundante. Ejemplo de esto son las equináceas o las lavandas. No es un cambio, pero algunas perennes como las lavandas o las salvias, puede que ya no florezcan como antes, en estos casos, podarlas severamente a finales del invierno o principios de la primavera puede revitalizarlas.
Realzar el jardín (y sus flores) con la iluminación de exterior
“Una iluminación exterior adecuada puede transformar un jardín nocturno y resaltar tanto las flores como los elementos estructurales, manteniendo el interés incluso de noche, algo que, en verano, diría que es capital”, cuenta Fernando.
La luz nocturna no pretende destacar los colores, y si bien no los opaca completamente, estos pasan a un segundo nivel. En la noche es el juego de luces y sombras y el volumen lo más destacado. Ya sea iluminando desde abajo (resaltando dramáticamente las formas de arbustos o árboles), desde arriba con balizas, o a ras, la iluminación va a permitirnos disfrutar de los aromas del jardín, de los sonidos y las formas sin tanta distracción del color, que es el protagonista diurno.