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Jardinería

¿Por qué el otoño es la mejor estación para plantar árboles?

Y no solo en tierra, también en maceta. Para darnos todas las respuestas acerca de la óptima forma de hacerlo, hemos consultado con la paisajista Marta Puig


15 de octubre de 2024 - 17:34 CEST

A pesar de que se puede plantar árboles en el jardín casi en cualquier época del año, el otoño sigue siendo la estación ideal. “Esto se debe a que las temperaturas son más frescas mientras que el suelo mantiene el calor acumulado durante el verano, creando un ambiente óptimo para que las raíces se desarrollen sin el estrés de las altas temperaturas. Esta base sólida permite un crecimiento vigoroso en primavera. Además, las lluvias otoñales proporcionan la humedad constante que favorece un buen enraizamiento. Prácticamente todos los árboles y en cualquier formato agradecen más ser plantados en esta época (hay excepciones)”, afirma la experta consultada para este reportaje, la directora de proyectos en MPB Estudio Paisajismo, Marta Puig de la Bellacasa (www.martapuig.es).

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© Max Vakhtbovycn / Pexels

La estación óptima

Para grandes plantaciones, especialmente de árboles caducifolios, el otoño es la época de referencia, sin duda. Muchos viveros especializados producen árboles, en su mayoría caducifolios, destinados exclusivamente a esta estación. Estos árboles se comercializan a raíz desnuda o con cepellón envuelto en malla, lo que significa que no se utilizan contenedores (macetas), sino que las raíces y la tierra se recubren y protegen sin contenerse en un recipiente rígido. Este formato los hace más económicos y, en algunos casos, más eficientes para enraizar en su nuevo entorno, pero limita su plantación únicamente a la estación otoñal.

“En general, los árboles caducifolios (como robles, fresnos, arces y frutales, entre otros) son los más comunes para plantar a raíz desnuda en esta época, ya que su estado de reposo y la pérdida de hojas facilitan su adaptación. Por otro lado, algunos perennes (como pinos silvestres, tejos y acebos) también se pueden plantar en otoño, siempre que se manejen correctamente y se protejan sus raíces con un cepellón envuelto para asegurar su buen establecimiento”, advierte la paisajista.

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© Marta Puig (MPB Estudio Paisajismo)

Plantar en otoño, mejor que hacerlo en primavera o verano…

Marta detalla cuáles son las ventajas:

  • Desarrollo radicular temprano: Las raíces tienen más tiempo para crecer antes de que llegue el invierno, lo que fortalece la planta para enfrentar las temperaturas frías y, en especial, las heladas. Y, prepara la planta para un rápido desarrollo en primavera.
  • Menor estrés hídrico: En comparación con el verano, cuando las temperaturas son elevadas y la evaporación es intensa, en otoño el árbol sufre menos estrés por falta de agua. 
  • Más tiempo para adaptarse: Al plantar en otoño, la planta tiene meses para adaptarse antes del calor del verano siguiente, lo que incrementa sus posibilidades de supervivencia y crecimiento.
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© Davide Tirindelli / Pixabay

… Con excepciones

Por otra parte, existen árboles que no se recomiendan para plantar en otoño en climas mediterráneos continentales. ¿Cuáles? Aquellos sensibles al frío, que requieren temperaturas cálidas y estables para un buen desarrollo radicular, o que son susceptibles a heladas tempranas. Entre ellos se encuentran principalmente las especies de hoja perenne y tropicales, así como algunas especies frutales delicadas (cítricos -por el riesgo de heladas-, albaricoque, aguacate, mango -temperaturas más constantes y cálidas-, e incluso coníferas, como el Cupressus macrocarpa). 

Para estas tipologías de árboles sensibles al frío, es mejor esperar a la primavera. En esta estación, las temperaturas son más estables y el suelo se calienta de forma natural, proporcionando un ambiente adecuado para el desarrollo radicular y la adaptación del árbol al terreno. Además, la primavera permite un periodo de crecimiento largo antes de la llegada del siguiente invierno, aumentando las posibilidades de éxito en el establecimiento del ejemplar”, cuenta la paisajista.

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© Sippakorn Yamkasikorn / Pexels

Preparar la tierra antes de plantar

Es fundamental preparar bien la tierra para asegurar un buen enraizamiento. La paisajista recomienda:

  • Airear el suelo: Remueve la tierra en el área de plantación para mejorar la oxigenación y facilitar el desarrollo de las raíces, especialmente en terrenos compactos o arcillosos. Este paso es clave para que las raíces se expandan sin dificultad y el árbol se establezca con éxito.
  • Mezclar materia orgánica madura: Evita el estiércol fresco o incluso el que aparentemente esté maduro, ya que puede dañar las raíces. En su lugar, utiliza compost bien descompuesto o humus de lombriz. Estos materiales orgánicos mejoran la estructura del suelo y aumentan su capacidad de retención de agua sin riesgo de quemar las raíces. Mezcla bien esta materia orgánica con la tierra existente para obtener un sustrato uniforme y nutrido.
  • Mejorar el drenaje: En suelos pesados o con mal drenaje, incorpora arena o perlita para evitar el encharcamiento que podría asfixiar las raíces. Para comprobar el drenaje, llena el hoyo de plantación con agua hasta al menos 2/3 de su capacidad y espera a que se drene. Si el agua tarda más de 24-48 horas en desaparecer, deberás profundizar el hoyo y colocar una capa de grava de al menos 10 cm para elevar el cepellón del árbol y evitar problemas de encharcamiento en caso de lluvias. En algunos casos, es recomendable instalar tubos de aireación o sistemas de drenaje para asegurar una evacuación adecuada del agua.
  • Incorporar micorrizas: Añadir micorrizas, hongos benéficos que forman una relación simbiótica con las raíces del árbol, es una excelente manera de mejorar la absorción de nutrientes y agua. Aplicarlas en el momento de la plantación favorece el desarrollo de un sistema radicular robusto y saludable, mejorando así la resistencia y crecimiento del árbol a largo plazo.

En el caso de los ejemplares plantados en contenedores, asegúrate de que los orificios de drenaje no queden obstruidos ni al momento de la plantación ni a futuro, para que el exceso de agua siempre pueda salir de manera efectiva.

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© Marta Puig (MPB Estudio Paisajismo)

Plantar el árbol a la profundidad adecuada 

Marta indica que el árbol debe plantarse a una profundidad que iguale la altura del cepellón. Es decir, la base del tronco debe quedar a nivel del suelo o ligeramente por encima, nunca por debajo. Este nivel es con él que la planta ha crecido en vivero y debe mantenerse.  La explicación es sencilla: si tenemos en cuenta que las raíces están justo por debajo de la cota de la superficie y, por lo tanto, a esa distancia el aire , el agua y los nutrientes, enterrarlo por debajo del ‘cuello’ hace que todo lo anterior no llegue de las misma manera a la que están acostumbradas las raíces, dificultando su absorción pues estas no crecen del tronco ya formado (salvo contadas excepciones).

Por otra parte, el hoyo de plantación debe doblar el tamaño del cepellón y hay que evitar que las paredes del hoyo, en caso de suelos con arcillas, quede especialmente duro y compactado al hacer el agujero, pues puede provocar que las raíces no traspasen las paredes de este con el tiempo, y acaben revolviéndose como si estuvieran en una maceta, en estos casos el árbol nunca llegará a tener el tamaño esperado. 

En la propuesta, un proyecto de MPB Estudio Paisajismo en el que se incluye una higuera (que vemos cómo se está plantando). En concreto hay que tener la precaución de alejar esta especie de zonas edificadas, al contar con raíces de gran desarrollo, especialmente de puntos de agua como drenajes, saneamiento, etc. 

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© Wilfried Overwater / thejoyofplants.co.uk

Cuidados de los árboles jóvenes

Una vez plantado, es importante presionar suavemente el suelo alrededor para eliminar bolsas de aire que podrían secar las raíces. Y, por supuesto, hacer un alcorque (hoyo para detener el agua en los riegos) de al menos 1 metro de diámetro o la huella de su copa, con caballones que lo delimiten de 15-20 cm de altura. “Puede parecer excesivo, pero no lo es, el primer riego es fundamental, así como los subsiguientes durante el primer año. Los árboles, y todas las plantas, agradecen agua de manera copiosa, como si fuera una lluvia, en toda la superficie y más allá de su copa, que caiga y penetre en todo el terreno, filtrándose poco a poco”, detalla la paisajista. 

Así, con este alcorque nos aseguramos llenar de agua toda la superficie y siguiendo estas medidas se le dan entre 120-157 litros de agua perfecto para asegurar que existe una unión entre el terreno y el cepellón recién plantado uniéndose perfectamente ambos.

Si es necesario, habrá que colocar un tutor (o unos tutores) alrededor del cepellón antes de cerrar el hoyo y regar. 

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© Flower Council of Holland

Árboles en contenedores, ¿cuándo plantarlos?

Los árboles que van a estar en contenedores también conviene plantarlos en otoño, es una época favorable pues, al igual que si se plantan en tierra, las temperaturas frescas y la humedad del otoño favorecen su desarrollo sin que la planta sufra estrés por calor o falta de agua. Además, al plantar en otoño, damos tiempo al árbol para aclimatarse y establecerse antes de la llegada del verano. 

No obstante, advierta Marta, “es importante tomar precauciones cuando llegan las temperaturas frías del invierno, ya que en contenedores o jardineras las raíces están mucho más expuestas a las heladas. Esto es especialmente crítico si se utilizan recipientes que no son transpirables (como el plástico o el metal) y sin revestimientos aislantes en su interior (poliespán o similar)”. 

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© Adobe Stock

Resistir bien el invierno

Los árboles jóvenes, en algunos casos, pueden necesitar protección adicional durante sus primeros inviernos, especialmente si las temperaturas caen significativamente. Marta nos detalla algunas recomendaciones clave:

  • Tutoreo: Si la zona es propensa a vientos fuertes, es recomendable instalar dos o tres tutores en árboles de tallo fino para estabilizarlos y evitar daños. Asegúrate de colocarlos de manera que no restrinjan el crecimiento natural del tronco y revisa periódicamente las ataduras para que no corten o dañen la corteza.
  • Protección del tronco: En climas con heladas, cubre el tronco con un material transpirable, como arpillera o yute. Esto ayuda a proteger la corteza de grietas causadas por las bajas temperaturas, evitando que se abran heridas que podrían no cicatrizar adecuadamente. Este tipo de cobertura permite que el tronco respire mientras se mantiene aislado del frío extremo.
  • Acolchado: Algunos expertos sugieren no acolchar durante el primer año para favorecer un mejor establecimiento del árbol y facilitar la retirada manual de malas hierbas, reduciendo así la competencia por agua y nutrientes. No obstante, si se considera necesario acolchar para proteger las raíces del frío, es importante elegir materiales secos y transpirables, como la paja, especialmente en suelos con baja permeabilidad, arcillosos, o propensos al encharcamiento. En estos casos, otros materiales orgánicos como hojas o corteza de pino pueden retener demasiada humedad, promoviendo el crecimiento de hongos. Sin embargo, en suelos franco-arenosos con buena permeabilidad, estos materiales pueden utilizarse sin problema, ya que permiten un drenaje adecuado del agua y ayudan a mantener la humedad de manera equilibrada. Otra alternativa es acolchar con gravas u otros materiales inorgánicos. Estos ayudan a amortiguar las temperaturas, protegiendo las raíces del frío, y además retienen la humedad del suelo sin el riesgo de desarrollar hongos, para ello es necesario un acolchado de 8-10 cm de espesor.
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© Molteni&C

¡No sin mi árbol!

Marta es de la opinión que incorporar árboles en un proyecto paisajístico es fundamental, no solo por sus valores estéticos, sino también por los innumerables beneficios que aportan. Los árboles proporcionan sombra natural, creando microclimas que reducen la temperatura en verano y hacen los espacios exteriores más frescos y habitables. Además, son elementos clave para la biodiversidad, ofreciendo refugio y alimento a aves, insectos y otros organismos beneficiosos.

Desde un punto de vista medioambiental, los árboles actúan como sumideros de carbono, mejorando la calidad del aire y contribuyendo a la mitigación del cambio climático. Un jardín con árboles bien ubicados no solo es un lugar de belleza, sino también un pequeño ecosistema que enriquece nuestro entorno y bienestar, conectándonos con la naturaleza.

Finalmente, los árboles también generan un impacto positivo en nuestro bienestar emocional. Tanto si somos amantes de la naturaleza como si no, instintivamente buscamos su sombra, cobijo y protección, ya que nos proporcionan una sensación de seguridad y tranquilidad. “Plantar un árbol es una promesa de esperanza y un legado que nos permitirá disfrutar de un mundo mejor”, apunta la paisajista.