Nos reciben Andreas Hanitsch y Thani Huynh en su fabulosa mansión en Moorrege Hamburgo. Compraron el castillo Düneck en 2022, una edificación que data de 1871, obra del arquitecto Detlef Lienau —conocido por las mansiones que construyó para los Astor, los Vanderbilt…— para su hermano Michael Lienau y su esposa, Sarah, un matrimonio que aunó dos emporios: el de él, que se hizo rico como importador de vinos en Nueva York, y el de ella, una de las familias más ricas de la ciudad de los rascacielos, descendiente de los antiguos colonos holandeses. La finca consta de un edificio principal de 1.400 metros cuadrados, un parque de 36.000 metros, un estanque, una orangerie, una casa de té, una pista de petanca y un fantástico jardín de invierno con cepas de más de siglo y medio de antigüedad.
Andreas y Thani encontraron Düneck por casualidad. Lo visitaron dos veces y, en tan solo unos días, decidieron comprarlo, maravillados por su glorioso pasado y las historias que se encierran entre sus muros. También muertes trágicas, suicidios, fraudes multimillonarios y ruinas económicas por los juegos de azar… Ahora, suman la suya. Porque nuestra anfitriona nació, en 1980, en Alemania, pero sus orígenes son otros. Su madre estaba embarazada de ella cuando tuvieron que dejar Vietnam como refugiados de guerra en un barco. Fue de las primeras modelos asiáticas en Alemania. Con los ingresos que fue obteniendo como modelo, estudió Administración, posteriormente se financió un MBA y trabajó en la industria de la moda como ejecutiva de ventas para una marca global. Conoció a Andreas, de 61 años, inversor privado y promotor inmobiliario, en la boda de su hijo mayor, Niklas. Un año después, se convirtieron en compañeros de vida.
La reforma historicista
Tuvieron la suerte de obtener los planos originales del castillo, que se guardaban en la Universidad de Columbia, en Manhattan, y decidieron reconstruirlo siendo fieles a ellos. El proyecto de construcción fue planificado y supervisado por el estudio Giorgio Gullotta Architects, una revisión historicista pero contemporánea, en el que incluyeron diez nuevos cuartos de baños y suites de huéspedes y suponía la reorganización de los espacios.
En el primer piso: una sala-galería con un piano de cola Steinway, distintos comedores, un salón de bridge, un salón dorado, un salón-bar y una biblioteca. En el nivel del jardín, bajo la bóveda de cañón, una cocina de diseño y una gran mesa de comedor, con una bodega adyacente y vistas al exterior, además de una sala de billar y las áreas de servicio. Y, en los dos pisos superiores, diez suites con diferentes temáticas que inspiran la decoración: Chanel, Newport, Capri…
Los Huynh han convertido su residencia en un foco cultural ineludible en la Baja Sajonia. En sus jardines y salones se celebran conciertos de grandes figuras de la música clásica
En este lavado de cara del castillo se restauraron las baldosas, el parqué y las tarimas —de casi dos siglos de vida—, las cerca de 160 ventanas que se abren en el edificio, las puertas y portones de madera —que se trataron artesanalmente— y se decaparon las paredes hasta conseguir que los frescos y revestimientos originales volvieran a salir a la luz.
Thani y Andreas han logrado un hogar familiar 'muy activo', con numerosos invitados que asisten a los conciertos, ballets y pícnics que organizan in and outdoors, así como las cenas y obras benéficas que organizan con asiduidad. Eso, cuando se quedan en casa, porque a esta pareja le encanta viajar. Viajes de varios meses de duración. Hacemos esta entrevista, de hecho, cuando acaban de regresar de Sudamérica y la Antártida, donde no pierden la oportunidad para acrecentar su colección de arte, diseño y moda vintage. El último trabajo en común ha sido rediseñar un hotel en Hamburgo. Y ahora dirigen sus pasos hacia la Bienal de Venecia, antes de que Thani haga un viaje relámpago a Marbella con sus amigas.
Thani, la anfitriona
—Thani, ¿cómo os conocisteis Andreas y tú?
—Ocurrió en la boda de su hijo mayor, Niklas. Ambos éramos alumnos de la misma asociación de MBA. Habíamos fundado el WHU Lions Club juntos y nos hicimos amigos. Un año después de conocer a Andreas, me mudé con él a Hamburgo. A un loft de 600 metros dentro de una antigua estación de bombeo de agua de 1859, que Andreas había convertido en un animado pequeño pueblo para diez familias y un lugar para eventos de arte, conciertos y rodajes de películas, que, por cierto, salió en varias televisiones.
—¿Qué caracteriza arquitectónicamente a Düneck?
—Esta mansión es bastante especial: estilo château francés, chimeneas victorianas, azulejos decorativos de Dinamarca, ladrillos rojos del norte de Alemania, vidrieras de colores…
Thani Huynh es una gran activista social. Está al frente de la Sisterhood society, un proyecto solidario que pone en contacto a mujeres de los cinco continentes para ayudar a los más desfavorecidos
—Thani, cuéntanos cómo lo decorasteis.
—Viajamos por Europa para la decoración de los interiores, comprando candelabros en Venecia, París y Berlín; telas Rubelli antiguas, de un gran hotel veneciano, con las que entelamos nuestro cuarto o antiguas sillas del castillo; arte en subastas; muebles italianos de casas como Edra, Gervasoni, B&B, Devon & Devon… Wittmann en Austria; papel pintado inglés, e, incluso, un Bentley Azure clásico descapotable para viajar con estilo.
—Procedes de un lugar muy distinto y lejano. Háblanos de tu infancia y de cómo viviste el cambio cultural de Vietnam a Alemania.
—Mis padres dejaron Vietnam después de la guerra. Fueron muy afortunados al encontrar trabajo y un hogar, gracias a la ayuda y hospitalidad de la alcaldesa de la localidad, una gran mujer. La comida vietnamita, la ropa y el idioma nos han acompañado siempre, hasta hoy día. De hecho, nos ha llevado años lograr el equilibrio entre las dos culturas… Ahora, en cambio, Andreas me dice que soy más 'germánica' que él mismo… Pero es evidente que mi espíritu emprendedor procede claramente de mi madre.
—En qué consiste Sisterhood Society, tu proyecto personal.
—Hubo un momento en el que me dio la sensación de que, en esta parte del mundo, se organizan muchos eventos para ver y dejarse ver, pero que la mayoría se limitan a reunir una y otra vez a las mismas personas. Así que decidí cambiar las cosas. Yo reúno a diversos grupos de señoras con la ambición de actuar en beneficio de los menos favorecidos, pero, ahora, entre mis invitadas hay empresarias, galeristas, comisarias, cineastas, modelos, banqueras, cocineras y otras grandes mujeres que provienen de Afganistán, Argentina, Brasil, China, Irán, Israel, Marruecos, Nigeria y Vietnam, además de los países europeos.
—¿La moda sigue interesándote? ¿Cómo recuerdas esos años en los que trabajaste como modelo ?
—La moda fue mi profesión durante muchos años, y por supuesto que sigue siendo mi pasión. Allá en los años noventa, fui una de las primeras modelos asiáticas que aparecían en la publicidad alemana. Ser modelo era emocionante y me dio los medios financieros suficientes para invertir en mi futuro y educación, incluyendo MBA en dos universidades. Realmente, me encantan la ropa y los accesorios vintage, que compro en París, Londres… Por ejemplo, hace unas semanas, encontré un vestido de YSL, de finales de los años 60. En cuanto a la moda contemporánea, me gusta explorar marcas jóvenes, preferiblemente en concept stores, que, creo, son el futuro del comercio minorista exclusivo… Pero también me verás con ao dais vietnamitas. Es agradable ver tanto a mujeres como a hombres apreciando mis looks, a veces, bastante inusuales.
Andreas y el arte
—Andreas, ¿qué obras de arte destacarías de vuestra colección?
—Una de mis obras favoritas es de Anthony Lister. Se trata de una pieza de gran formato comprada, hace unos años, en una galería de Lisboa. Otra es una escena de baño en un lago, que es de Helena Janecic y refleja a la perfección el estanque que tenemos en el jardín. En nuestra colección se incluyen piezas de Peter Doig, Daniel Richter, Jonathan Meese, Jean-Philippe Brunaud, George Segal, AR Penck, Le Corbusier… Y entre nuestras adquisiciones más recientes contamos con fotografía de Anastasia Samoylova y esculturas de Anina Brisolla y Wolfgang Flatz.
La novela 'Silkes Liebe', de Carl von Bulcke, un clásico de la literatura alemana, sucede entre los muros del castillo: una historia real de amor imposible entre una doncella y un poderoso caballero
¿Un piano falso?
—¿Y el piano Steinway del salón, Andreas?
—Después de descubrir que el piano que compramos con el castillo era falso, emprendimos la búsqueda de un verdadero Steinway, que atraería a los mejores pianistas a Düneck y luciría genial en nuestro salón. Convencimos a nuestros amigos de Klangmanufaktur de que su piano de cola familiar (una pieza de 1913) sería el instrumento perfecto. ¡Y lo es! Por cierto, ¡acaba de aparecer en la película 'Tar', de Cate Blanchett!
—Sois mecenas de las artes por vocación, ¿qué artistas han tocado en vuestra casa?
—The Fanny Mendelssohn Artist son algunos de nuestros invitados habituales. También, el pianista Alexander Krichel, considerado como uno de los mejores intérpretes de Rachmaninov y Chopin, o Alexandra Sostmann, que tocó a Bach en casa. La semana pasada, tuvimos a la Hamburger Kammerballett, una actuación de la Hip-hop Academy y un concertino de la Deutsche Stiftung Musikleben. Para una exposición este verano, tuvimos a unos 20 pintores y escultores como invitados. Eso nos hace felices.
—¿Cuáles son vuestros próximos proyectos, aparte del hotel de Hamburgo que acabáis de ultimar?
—Iremos a Venecia, por la Bienal, y aprovecharemos la oportunidad para buscar palacios y antiguas fábricas de vidrio en la isla de Murano.
Dramas y comedias
—Este castillo guarda muchas y rocambolescas historias, ¿verdad, Andreas?
—En 153 años, las paredes de este lugar mágico han visto de todo. Al principio, fueron testigos de la alegría y la felicidad de la cosmopolita familia Lienau. Sarah Lienau era tan generosa que solía comprar ropa y joyas para regalarlas como presentes. Ya fuera a sus invitados como al personal de la casa, e incluso a extraños en la calle. Las facturas regularmente caían en la almohada de su marido. También hubo lugar para la tragedia. Meta, una criada de 15 años, se enamoró secretamente de un invitado de la casa mucho mayor que ella. Aquel amor era imposible por las diferencias sociales y él terminó suicidándose en el piso de arriba a punta de pistola, y Meta, embarazada, al enterarse, se tiró a un río cercano, donde se ahogó. Ahora, ambas lápidas, que aún siguen en nuestro jardín, se inclinan un poco la una hacia la otra… Pero hay otras historias más divertidas también… Como la de un anterior propietario que recorría la finca en su Harley Davidson o la de unas hermanas estafadoras que traicionaron a unos inversores de metales preciosos y nos dejaron de recuerdo muchas cajas de joyas de Bvlgari, Chopard, Chanel… Lamentablemente, todas vacías.
—¿Alguna anécdota increíble que hayáis vivido Thani y tú aquí?
—Después de que el castillo estuviera diez años deshabitado, los animales se habían hecho con el lugar y eran todos bastante excepcionales: desde un gato negro muy gordo a un búho enorme que había anidado en la fachada. Los ciervos del bosque se nos acercaban a inspeccionar qué pasaba aquí e incluso los conejos se quedaban como petrificados ante nuestra presencia… Y si me preguntas si creo en los fantasmas, hace un tiempo te habría dicho: "Eso no son nada más que tonterías", pero conocí a Neck, el fantasma del castillo, y cambié de opinión. Ahora somos amigos, pero, cuando llegamos, golpeaba la escotilla de madera del techo… Debe ser que ahora le encanta la actividad que le hemos devuelto a la mansión.
La pareja encontró los planos originales del castillo en la Universidad de Columbia, en Manhattan, y decidieron reconstruirlo siendo fieles a su trazado. Después, con la decoración, le dieron un nuevo aire moderno y contemporáneo
—La novela 'Silkes Liebe', de Carl von Bulcke sucede en vuestra casa, ¿no?
—Esta novela fue un éxito entre el público femenino allá por los años 20 y en ella se relata la trágica historia de amor de Meta, la doncella. Yo la leí de principio a fin, pero Thani nunca logró llegar hasta el final. Guardamos la primera edición, junto con una antigua máquina de escribir, en una de nuestras suites de invitados. La llamada Silkes Liebe.
—¿Cuál es tu rincón favorito del castillo?
—Afortunadamente, tengo hasta tres rincones favoritos y en ellos, según la experta en feng shui Sonia Pohlmann, el amor, la salud y la prosperidad se distribuyen equitativamente. ¡Puedes apostar que sí, que creemos a pies juntillas en estas cosas!
De estilo ecléctico, con apariencia de 'château' francés, chimeneas victorianas, ladrillo rojo alemán y vidrieras y lámparas italianas, la propiedad cuenta con 1,400 metros cuadrados edificados y un jardín de 36.000, con estanque, una 'orangerie' y una casita de té