En plena región de La Mancha, muy cerca del parque natural de las Tablas de Daimiel y a tan solo hora y media de Madrid, se encuentra 'Monte Arenas', propiedad de la familia Corchado Pinilla. La matriarca, Pilar Pinilla, nos recibe con gran cariño, acompañada por sus hijos y nietos, en la finca, una auténtica joya arquitectónica, rodeada de viñedos y olivares. La casa fue diseñada en 1919 por el famoso arquitecto José López de Coca, que le dio un estilo personal inspirándose en la arquitectura del norte de España. Y quien mandó construirla fue el abuelo de nuestra anfitriona, Federico Pinilla Pinilla, una figura muy destacada y un industrial adelantado a su época, que generó muchos puestos de trabajo en su bodega y en la almazara de aceite.
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Desde su construcción, la casa ha pasado de generación en generación y ha sido punto de reunión familiar. De esta forma, Pilar Pinilla disfrutó de 'Monte Arenas' como nieta, luego como hija y ahora lo hace como abuela. En torno a ella se reúnen sus hijos, Pilar, Pedro e Isabel Corchado, con sus respectivas familias.
La casa, distribuida en dos plantas, tiene capacidad para más de 20 personas y está concebida para utilizar la parte baja en verano —sus gruesos muros aportan frescor a las estancias—, y la primera planta en invierno. Tiene, por tanto, dos cocinas, dos comedores y salones y cuartos de estar.
La casa, que se encuentra muy cerca de las Tablas de Daimiel, en Ciudad Real, fue construida en 1919 y desde entonces ha ido pasando de generación en generación
La finca cuenta con una capilla, que incluye un balcón para poder oír misa desde la primera planta, y entre sus diferentes dependencias existe una antigua quesería, donde se elaboraba un queso manchego de una calidad magnífica. Recientemente, en el terreno se ha incorporado un amplio pabellón, decorado como una nave rústica, para poder realizar celebraciones.
Pero lo más destacado de la casa son sus jardines. Pilar Corchado, vinculada profesionalmente con el mundo del arte, ha sido la encargada de recuperar el esplendor original y adecuar las variedades a las limitaciones de agua que sufren en toda la región. El resultado es deslumbrante y salta a la vista: la arboleda centenaria, compuesta por cedros, pinos, nogales, granados y encinas, se combina con plantaciones autóctonas, destacando lavandas, santolinas, romeros, agapantos, bojs, escalonias, jazmines, cipreses y olivos.
Esta finca es un ejemplo de buenas prácticas en la conservación de la biodiversidad y la protección del medio ambiente, resultado del amor por la tierra de todos los miembros de la familia, como nos contó Pedro Corchado. El empresario, segundo de los hijos de Pilar Pinilla, es además un destacado empresario en la organización de eventos, entre los que destaca la boda de los Reyes don Felipe y doña Letizia.
Pilar Corchado ha sido la encargada de recuperar el esplendor original de los jardines y adecuar la arboleda centenaria a las limitaciones de agua que sufren en toda la región
—Pedro, ¿cuáles son los orígenes de tu familia?
—Somos manchegos por los cuatro costados. La familia de mi padre, Pedro Corchado Enríquez de la Orden, procede de Manzanares y Bailén, mientras que la de mi madre es de Daimiel. Ambos nacieron en Madrid, pero se conocieron y desarrollaron su actividad agrícola aquí, en La Mancha. Mi padre impulsó y diseñó la modernización de las instalaciones agrícolas de 'Monte Arenas'. Somos cuatro hermanos: Pilar, luego estoy yo, después Elisa, que falleció hace unos años, e Isabel. Todos nacimos y vivimos en Madrid, aunque nuestras raíces están en La Mancha.
—¿Qué me puedes contar de la siguiente generación?
—La siguiente generación se compone de doce primos. Los dos nietos mayores han decidido seguir la tradición familiar y son ingenieros agrónomos. Todos tienen pasión por el campo y disfrutan de las actividades al aire libre, sobre todo, si son en familia.
Recuerdos de infancia
—¿Os asusta este legado?
—Recibir un legado es un honor que lleva aparejada una gran responsabilidad de traspasarlo. No nos asusta, aunque la actividad agrícola ha sufrido grandes modificaciones y vive estos días una serie de dificultades, creemos que se van a abrir nuevas oportunidades. Afortunadamente, cada uno de nosotros tenemos nuestra profesión y somos conscientes de que tendremos que esforzarnos para poder legar lo que hemos recibido.
—¿Qué recuerdos de infancia tienes de 'Monte Arenas'?
—Recuerdo los veranos con mis abuelos. Siempre había una tertulia montada en alguna parte del jardín, continuamente estaban recibiendo a amigos y familiares. Mi bisabuelo tuvo ocho hijos y mi abuelo otros ocho, por lo que siempre había alguien en la casa, estaba abierta todo el verano.
—Impresiona ver este paisaje tan extenso, repleto de olivos y viñedos. ¿Qué retos se os plantean para los próximos años?
—Como he comentado, la agricultura está viviendo un proceso de cambio acelerado en las últimas décadas. Todos procuramos ayudar a mejorar y rentabilizar la explotación familiar, aunque mi hermana Isabel es la más implicada, ya que compagina su trabajo en una empresa de cosmética con la gestión, y lo más difícil, la relación con la Administración. Nuestra principal actividad agrícola es el cultivo de la vid; no producimos vino para comercializar. Los jóvenes de la familia, con mucha ilusión y en homenaje a su tía Elisa, están elaborando un vino artesanal bajo la dirección de los dos ingenieros agrónomos, y cada año muestra una notable mejoría. Además de uva, de variedad Cencibel en tinto y Macabeo en blanco, contamos también con el cultivo de almendra y recientemente hemos incorporado el de pistacho, que en breve va a ser el cultivo predominante en esta comarca, si se cumplen las expectativas. Estamos atentos a las nuevas oportunidades y, en estas tareas, contamos con mi cuñado Diego de Alvear, que tiene larga experiencia en el sector.
—¿Desde cuándo tenéis el campo de croquet? Y, ¿quiénes son los más aficionados de la casa?
—El croquet se ha practicado en 'Monte Arenas' desde hace muchos años, como atestiguan fotografías que hemos recuperado. Con el nuevo auge de este deporte, hemos construido un campo en la zona de la piscina. Mi hermana Pilar es la impulsora y principal aficionada, aunque a todos nos gusta practicarlo.
"Mi bisabuelo tuvo ocho hijos y mi abuelo otros ocho, por lo que siempre había alguien en la casa, estaba abierta todo el verano", recuerda Pedro
—Pedro, con tu empresa de arquitectura efímera, Orca Events, organizáis eventos muy exclusivos como la boda de los Reyes de España. De hecho, se os considera 'los magos de los eventos'.
—La empresa la creé hace 30 años junto a mi socio, Jean François Denizot, del que he aprendido mucho en estos años. Nuestra especialidad es el más difícil todavía. Siempre nos llaman para montar eventos en sitios singulares y complejos, pero he de reconocer que es la parte del trabajo que más me gusta; diseñar un evento desde la nada y sacarle el máximo provecho al entorno. Hacer que la carpa no parezca carpa, hacerla desaparecer, que los invitados no sepan dónde están…
—¿Qué evento te ha hecho especial ilusión?
—Montar la boda del heredero a la corona de España, en el Palacio Real, es un encargo y una responsabilidad que no puede superarse; como mucho podrá igualarse, espero que en un futuro próximo… El montaje de la carpa en el Patio del Príncipe, con su decoración e instalaciones, convirtió el patio en un salón interior a todos los efectos. La clave consistió en adaptar la carpa en la galería superior del palacio y cubrir el patio entero. El resultado, hacer desaparecer la carpa y aprovechar el entorno. Pero la que más ilusión me ha hecho, sin duda, ha sido la boda de mi hija Marta, el año pasado, aquí, en 'Monte Arenas'. Fue un día de otoño espectacular y estrenábamos el nuevo espacio para fiestas. Era la primera novia de la nueva generación de la familia que se casaba y la casa lucía en todo su esplendor. Para no ser menos, diseñamos una carpa que no pareciera una carpa. Revestimos el interior con una decoración de cañizo y vigas de madera, rústica pero sólida a la vez, con ventanales al campo y lámparas colgando del techo. Esta carpa se ha quedado instalada en la finca y nuestra pretensión es que sirva para futuras celebraciones familiares y ajenas.
—¿De dónde viene tu vena artística?
—No me considero un artista, sino un buen observador. Aprendo de mis clientes, que son muchos y muy buenos. Hay que tener en cuenta que llevamos 30 años entrando en las mejores casas de España. Me gusta escuchar y aprender. Trato de que mis hijos conozcan mi trabajo, los cuatro me han ayudado en alguna ocasión.
—¿A qué dedicas tu tiempo libre?
—A mi familia. Es la gran perjudicada de mi profesión. Organizar fiestas para los demás te aleja de casa demasiado tiempo. Y en segundo lugar, lo dedico al campo. Afortunadamente, a todos nos gusta, así que a la menor ocasión nos venimos aquí.
"El croquet se ha practicado en 'Monte Arenas' desde hace muchos años, hemos construido un campo en la zona de la piscina. Mi hermana Pilar es la principal aficionada, aunque a todos nos gusta practicarlo"
—¿Recuerdas alguna anécdota de su infancia en esta casa?
—Hay una muy divertida, que nos fascinaba de pequeños. Era la leyenda de que durante la Guerra Civil se escondió un tesoro en el jardín. Nuestros tíos se pasaban las vacaciones cavando hoyos para encontrarlo, mientras nuestra abuela se desesperaba por todo el desorden. Por supuesto, el tesoro nunca apareció.
—¿Cuál es el próximo hito familiar?
—El próximo año, nuestra madre cumple 80 años y queremos organizar una gran fiesta en el jardín. Le gustaría celebrarlo rodeada de familia y amigos. Nos encanta planear cómo será ese gran día. Tenemos claro que habrá una Misa de agradecimiento, seguida de una cena bajo la supervisión de nuestra madre y, posteriormente, un animado baile con actuaciones musicales a cargo de los miembros de la familia. Será, sin duda, en verano, ya que las puestas de sol en La Mancha son verdaderamente únicas.