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Comedor que combina un banco y sillas© Montse Garriga para Verónica Mimoum Studio

Comedores

Neuroarquitectura aplicada al comedor o cuando el diseño estimula el bienestar y la convivencia

Felicidad en la mesa gracias a los conocimientos en neurociencia


23 de septiembre de 2024 - 15:10 CEST

La neuroarquitectura es una disciplina que estudia cómo nos afectan los elementos del espacio construido a nuestro sistema nervioso central buscando responder a las necesidades de las personas de manera integral.

En este reportaje explicamos cómo aplicar las neurociencias en el diseño del comedor. Para ello entrevistamos a la diseñadora de interiores María Lledó Cisneros (paloma-studio.my.canva.site).

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Comedor con mobiliario en madera© JYSK

¿Cambios a la vista?

A nivel multisensorial nuestro cerebro recoge gran cantidad de información de nuestros comedores como, por ejemplo, la distribución espacial, la iluminación, la acústica, si hay vistas al exterior, los olores, la ergonomía del asiento, la temperatura ambiental… Por ello nuestra experiencia y nuestra respuesta va a ser muy distinta dependiendo del lugar. En la propuesta, todo el mobiliario procede de JYSK.

María Lledó apunta que, a la hora de diseñar el comedor de casa, es importante contemplar a las personas en su gran diversidad y complejidad no solo como destino de los proyectos de diseño sino como el origen. Por el contrario, podemos encontrarnos con un diseño que solo se mira a sí mismo.

Por tanto, “a la hora de hacer cambios en este ambiente en nuestro hogar, podemos hacer un ejercicio de tomar consciencia de lo que percibimos en cada comedor que entramos, así como todos esos recuerdos de espacios donde nos hemos sentido bien, para poder trasladar algo de esas experiencias a nuestro comedor”, propone la experta.  

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Comedor tipo 'office', integrado en la cocina© La Redoute Intérieurs

Las virtudes de las cocinas abiertas al comedor

Desde la antigüedad nos reunimos en torno a una mesa para compartir alimentos. Es algo común en las diversas culturas y a lo largo de los siglos. ¡Es todo un ritual! No obstante, la vida moderna, con sus ritmos acelerados y sus cambios constantes ha ido transformando el espacio destinado a comer, así como las rutinas y hábitos culinarios. Las cocinas han sufrido una fuerte transformación, cada vez más las encontramos abiertas al comedor y abiertas a todos los miembros del hogar y a sus invitados. Recobran un carácter social. “Reconocemos, por tanto, este hilo directo entre la cocina y el comedor y es importante que mantengan una misma narrativa (color, formas o materiales) para que se pueda percibir fácilmente esa continuidad entre estos dos espacios. Además, este recorrido tiene que ser cómodo, amplio, libre de obstáculos y corto”, aconseja María Lledó.

El espacio de office integrado se amuebla con piezas de La Redoute Intérieurs. 

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Comedor cuya decoración recuerda a otra época© Tikamoon

Maximizar la comodidad y la funcionalidad del comedor

La diseñadora de interiores considera que es necesario que cada comensal disponga de espacios mínimos de unos 60 cm de ancho, unos 15 cm más si las sillas tienen reposabrazos y si son personas en silla de ruedas pasamos a un mínimo de 80 cm.

Nos recuerda asimismo que para permitir que los comensales se puedan sentar y levantar con comodidad necesitamos como mínimo 90 cm libres. Es importante conseguir no sentirse encorsetado en la mesa y permitir que las personas se puedan desplazar fácilmente, considerando siempre las diferentes dimensiones de cada habitante.

Contempla todas estas medidas el comedor de la propuesta, con mesa y sillas adquiridas en Tikamoon. 

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Mesa redonda con mantelería de lino, ubicada al lado de un gran ventanal© H & M

¿Qué mesa de comedor te conviene?

La mesa es el mobiliario estrella del comedor. Para acertar es imprescindible considerar cómo es el espacio que disponemos. Por ejemplo, la mesa redonda de grandes dimensiones solo la podemos poner en un comedor amplio, pero es muy agradable ya que facilita la conversación porque todos los comensales pueden verse bien, elimina aristas y esquinas y da un aspecto de ligereza y fluidez. Hay modelos extensibles muy prácticos. Eso sí, con una pata central será más fácil y cómodo para la colocación de las sillas, aunque tienen que caber bien las piernas. 

Las mesas rectangulares y extensibles son las más frecuentes en nuestros hogares. La flexibilidad que nos brindan nos facilita estar listos para acoger a nuestras visitas. También para estas mesas es importante conocer el espacio que queda libre entre las patas para calcular cuantos comensales caben cómodamente. 

Por otro lado, las mesas ovaladas, que son un punto medio entre las redondas y rectangulares, según el espacio que disponemos, pueden ser una buena idea

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Comedor que combina un banco y sillas© Montse Garriga para Verónica Mimoum Studio

Soluciones para rentabilizar el espacio

Prosiguiendo con el tema de las mesas, para las viviendas de menor dimensión en las que habitan una o dos personas, las mesas plegables que se esconden dobladas en la pared son una opción que nos optimiza al máximo el espacio. Otra posibilidad es una mesa pequeña redonda que tiene la capacidad de hacer de un escueto rincón un comedor con encanto. Aunque siempre puede ser interesante tener un kit plegable de fácil montaje de mesa y sillas para posibles celebraciones con más visitas.

La experta, por último, propone que, para las familias con niños, las mesas rectangulares con sillas y un banco pueden ser una opción práctica, sobre todo si disponemos de poco espacio, ya que el banco puede guardarse debajo de la mesa y de esta forma se arrincona la mesa contra la pared si nos falta espacio de paso al acabar la comida. El ambiente de la imagen lo ha diseñado la interiorista Verónica Mimoun con un banco que tiene capacidad de almacenaje. 

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Ambiente de comedor moderno© Sklum

Unas medidas clave

La altura de la mesa es otro detalle para considerar, puesto que no todos medimos lo mismo. Buscar alrededor de entre 70 -76 cm libres debajo de la mesa suele ser una opción universal, aunque siempre es mejor probarlas ya que puede variar dependiendo de la altura de la persona o de la silla en la que estará sentado. ¿Cómo lograrlo en el caso de parejas con alturas dispares o de los hijos pequeños? Se pueden disponer de diferentes sillas que tengan alturas distintas o añadiendo un cojín para quien necesite más altura. Para los niños hay sillas (como la de la firma Stokke) que acompañan en el proceso de crecimiento del infante. 

Sobre estas líneas, una mesa acompañada de cómodas butacas, todo de Sklum. Un ambiente con fuerte presencia de madera, pues estudios en neurociencias relatan que el mayor confort visual lo proporcionan las estancias con alrededor de un 60% de madera. 

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Bancos y sillas combinados en un comedor de aire 'boho'© PortobelloStreet.es

La silla ideal es diferente para cada persona

María Lledó explica que “las sillas son un elemento que van a facilitar que se haga sobremesa y que se cree un ambiente distendido para que se pueda conversar de manera relajada” y propone tener sillas de diferentes tipos, aunque de la misma familia estética, con características de color o materiales similares, pues permitirá responder a las diferentes necesidades corporales, consiguiendo que todos se encuentren cómodos.  Por ejemplo, unas sillas con reposabrazos y otras sin es una opción. Combinar diseños de tejidos naturales y madera puede ser también una buena alternativa. En la propuesta, se combinan distintos asientos: sillas, un taburete y también un banco. Todo es de PortobelloStreet.es. 

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Arte en forma de cuadro 'XXL' en un comedor moderno© Erlantz Biderbost para SO Arquitectura

Comer sin tener encendida la televisión

“El tiempo dedicado a la comida es un momento privilegiado para escucharnos y compartir no solo el alimento, sino las vivencias y experiencias de cada uno, por lo que si vemos la televisión a la vez esto puede dificultar el encuentro”, relata la diseñadora de interiores con amplios conocimientos en neuroarquitectura. Lo mismo ocurre cuando se presta más atención a los mensajes del móvil que a la conversación de un familiar.

Hay un estudio de Harvard que es uno de los más largos y exhaustivos sobre la felicidad y el bienestar humano. Comenzó en 1938 por lo que lleva más de 80 años en marcha. Uno de los hallazgos más consistentes es que la calidad de nuestras relaciones es el factor más determinante en nuestra felicidad y salud a largo plazo. Las relaciones cercanas son clave. Las personas con relaciones más fuertes y de mejor calidad tienden a ser más felices y saludables dándole importancia a la calidad de las relaciones por encima de la cantidad. Por tanto, se puede concluir que las relaciones buenas y cálidas son la base de una vida feliz y saludable”, expone María Lledó. 

Uno de los lugares más destacados donde tejemos estas relaciones es el comedor, por ello es importante guardar este espacio para compartir el alimento y las vivencias de cada uno. 

Aunque, por otro lado, se entiende que cuando comemos solos la televisión nos entretiene, nos genera esa sensación de compañía, de llenar el silencio que nos puede pesar.

El comedor arty de la imagen lo ha diseñado Sofía Oliva, fundadora del estudio SO Arquitectura, con una mesa a medida. 

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Colorista y vibrante comedor© Zanotta

Diseño que influye en la interacción social entre los comensales

El alimento es una herramienta que facilita la comunicación. Además, es un vehículo de afecto, ¡cómo no pensar en nuestras abuelas que nos han mostrado tanto su cariño a través de una rica y elaborada comida! 

La experta continúa aconsejándonos para lograr que se forjen mejores relaciones en el comedor. A este respecto, considera que es importante que todos los comensales se vean las caras, además, una correcta acústica ayudará a que podamos compartir en un volumen agradable nuestras vivencias, para ello la madera y los tejidos naturales son buenos aliados. “Las mesas grandes, que además se pueden ampliar son señal de un hogar acogedor”, opina María Lledó.

En la propuesta, el moderno mobiliario es de la firma Zanotta.

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Comedor de factura contemporánea© Vicugo Foto para Egue y Seta

Reducir el estrés y la ansiedad de las personas con un comedor bien pensado

 “Hay informes sobre algunos restaurantes que por sus características del interior provocaban que te enfadases con más facilidad y era frecuente la agitación y el volumen muy elevado. Este tipo de registros refuerzan la idea de que el diseño de un espacio puede influir en cómo nos sentimos y en nuestro comportamiento. La mala acústica en el comedor es algo que nos irrita y agita con facilidad, así como la falta de espacio de paso, una iluminación muy blanca, olores fuertes sin una correcta ventilación de la cocina… todo ello puede dificultar nuestra experiencia. Por tanto, en nuestro comedor también tenemos que cuidar esos aspectos”, revela la diseñadora de interiores. 

De hecho, existen numerosas maneras de mejorar la acústica de nuestro comedor como con el suelo de madera, tapices, textiles, asientos mullidos, plantas, paredes con superficie texturizada, paneles de madera o paneles acústicos 3D (revisten parte de la pared del dúplex de la imagen, reformado por Egue y Seta). Si el comedor está unido al salón el uso de un biombo o una estantería abierta, por ejemplo, permite el paso de la luz, pero no del sonido directo.  

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Vajilla artesanal© Plaart

Enfatizar los materiales y las texturas 

Los materiales y las texturas son un ingrediente muy apetitoso para nuestros sentidos en un comedor. “La artesanía sigue siendo un punto en auge y que nos habla algo del mundo natural, de un proceso que tiene un rostro humano. Son objetos que pueden conectar fácilmente con nuestros afectos”, afirma la experta. La madera, la cerámica, el vidrio soplado, las fibras naturales y los tejidos van a crear un comedor multisensorial agradable. 

Las vajillas de cerámica artesanal son maravillosas, nos muestran también la belleza de la imperfección, nos hablan de carácter, belleza y autenticidad, además nos dan una sensación táctil agradable al no ser completamente liso con sus texturas. Esta, por ejemplo, es de la firma Plaart. 

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Rico estilismo en una mesa de comedor doméstica© Dior Maison

 Así es un buen anfitrión

 Para una velada especial en pareja o recibir a los amigos, un bello estilismo de la mesa con sus combinaciones de colores, con los textiles, con algunas ramas o flores naturales dispersadas estratégicamente, velas y todos esos detalles que nos gustan tanto, siempre nos va a hacer más feliz y plena nuestra experiencia en la mesa, puesto que añade el ingrediente de la belleza, creatividad y afecto de la persona que lo ha colocado.

En la propuesta, vajilla, cristalería y cubertería de Dior Maison. Y para decorar la mesa, unos delicados arreglos florales. 

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Comedor estiloso© Jonathan Adler

Potenciemos los buenos hábitos

La neuroarquitectura aplicada en la cocina es capaz de fomentar hábitos alimenticios saludables, aplicada en el salón también puede potenciar que se hagan más actividades aparte de ver la televisión, ¿en el caso del comedor se puede lograr este objetivo de mejorar nuestras costumbres?

María Lledó es de la opinión de que sí, es el espacio idóneo para ayudarnos con los buenos hábitos de fomentar la comunicación y la disposición colaborativa entre las personas con las que convivimos. Se puede intentar dejar las pantallas, en la medida de lo posible, para prestarnos atención plena durante ese momento. Es el lugar para celebrar momentos especiales en los que el agradecimiento puede ser el mejor condimento. 

“También en esta mesa pueden suceder otras acciones como los divertidos juegos de mesa o actividades creativas compartidas”, propone la experta. 

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Plato de E. PuiGGalí hecho artesanalmente con gres orgánico© Maria Algara Photography para E. PuiGGalí

Disfrutar de cada bocado

La alimentación consciente es un ejercicio interesante: “Prestar atención a cada bocado y disfrutar de los sabores, texturas y aromas de la comida. Es una actividad muy ‘neuro’ que nos va a ayudar a estimular nuestros sentidos y a comer con más serenidad e intensidad”, relata la interiorista.

Otro buen hábito que podemos fomentar en la mesa es la correcta hidratación. Dejar siempre visible una jarra con vasos o esos dispensadores de cristal con un pequeño grifo van a facilitar el consumo de agua. Les podemos añadir unas rodajas de lima o limón para hacerlo aún más apetecible. El agua es algo básico para nuestra salud física, como bien sabemos, pero también para nuestra salud mental ya que nos influye en los niveles de cortisol y serotonina, dos componentes clave en la regulación del estado de ánimo y del estrés. El cerebro está compuesto aproximadamente por un 75% de agua. Esta alta proporción de agua es crucial para el adecuado funcionamiento del cerebro, ya que mantiene el equilibrio de los electrolitos, facilita la transmisión de señales nerviosas, el suministro de nutrientes y oxígeno a las células cerebrales... 

El porcentaje de agua en nuestro organismo afecta a nuestro equilibrio emocional, claridad de pensamiento, capacidad de hacer frente al estrés… Su falta puede provocarnos tristeza, ansiedad, dificultad para conciliar el sueño, etc. además de la sintomatología física más conocida.

En la imagen, un plato de E. PuiGGalí hecho artesanalmente con gres orgánico que no contiene ni plomo ni cadmio y con el motivo realizado con tintas de origen natural.  

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Comedor con toques 'arty'© Montse Garriga para Luzio Studio

Una mejor experiencia gastronómica… ¡gracias al color!

El color, como muchos otros elementos, influye en nuestro apetito; puede hacernos aumentar el hambre y la excitación o todo lo contrario. La experta expone varios ejemplos: a grandes rasgos se puede decir que el color rojo es un color comúnmente utilizado en restaurantes de comida rápida porque tiende a fomentar la velocidad en el consumo y el hambre. En cambio, los colores fríos generan un efecto más calmante reduciendo el apetito. Por otro lado, los colores neutros, como los tonos terrosos o verde oliva, pueden crear una atmósfera más acogedora para nosotros los mediterráneos y pueden alentar a los comensales a permanecer más tiempo en la mesa y disfrutar de una experiencia gastronómica más prolongada. A ello invita el espacio de la imagen ideado por Luzio Studio, con alfombra que arropa, sillas tapizadas, una mesa de madera natural y una pintura en tamaño 'XXL' de inspiración biofílica.

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Vajilla con platos que reproducen la flor del cerezo© Aquazzura Casa & InCasa

Más sobre la psicología del color

“Algunos estudios demuestran que el color de la vajilla y del entorno puede influir en la percepción del sabor de la comida. La comida en platos blancos puede percibirse como más dulce o menos intensa que la servida en colores oscuros. Un alto contraste entre el color de los alimentos y el del plato puede hacer que los comensales percibamos el sabor de manera más intensa. También, el color puede afectar a la temperatura percibida en los alimentos, así, en ambientes rojos la comida puede parecer más caliente o picante, mientras que en los comedores de tonos verdes o azules la hacen parecer más fresca”, detalla María Lledó. En concreto, sobre estas líneas, vemos la colección 'Cherry Blossom', de Aquazzura Casa.

Pero no hay que olvidar que la percepción del color está influenciada no solo por factores biológicos sino también culturales, psicológicos o incluso por las propias experiencias personales de cada individuo, con lo que nuestras interpretaciones y respuestas pueden ser muy variadas.

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Comedor muy luminoso© Coordonné

Presta atención a la iluminación

Según la neuroarquitectura, un buen diseño de comedor debe tener una buena iluminación. La luz en este espacio a menudo nos viene de una lámpara de techo que cae justo encima de la mesa. Existe gran cantidad de oferta de lámparas de techo grandes y muy creativas que enseguida le van a dar mucha personalidad al espacio. 

Una reflexión de María Lledó es que “las protagonistas en la mesa son las personas, aunque muy a menudo podemos percibir una luz que nos deslumbra o incomoda a los ojos, porque está pensada para destacar únicamente los alimentos. Hay que apostar en su lugar por una iluminación suave, difusa, uniforme y cálida, pues va a ser una opción agradable para las personas que están sentadas a la mesa”. 

Respecto a la temperatura del color, un estudio explica cómo la luz cálida hace que percibamos la comida como más apetecible y sabrosa en comparación con la luz fría.