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HOLA+4179 Casa Condes Alastaya

Los condes de Alastaya nos reciben en su emblemática mansión en Beverly Hills, una fantasía oriental de la época dorada de Hollywood

'Dawnridge' perteneció al famoso director artístico Tony Duquette, y Hutton Wilkinson, nuestro anfitrión, que era su socio, la compró tras su muerte para salvarla de la demolición


Por: Victoria de Alcahúd
3 de septiembre de 2024 - 7:00 CEST

Supuestamente, no somos solamente nosotros, sino 'nosotros y nuestras circunstancias'. Es decir, que no llegamos a este mundo así sin más, sino que lo hacemos arropados e influidos por todo lo que han sido y hecho nuestros antepasados. El protagonista de esta historia —con permiso de Tony Duquette, al que nos referiremos enseguida, y de la maravillosa, incomparable, especial Dawnridge, una de las mansiones más inauditas de los Estados Unidos— es Hutton José Wilkinson-Tejada, actual conde de Alastaya, título que fue otorgado a sus antepasados por real decreto de Su Majestad el Rey Carlos III el 10 de octubre de 1769.

HOLA+4179 Casa Condes Alastaya© CÉSAR VILLORIA
Hutton Wilkinson, junto a su mujer, Ruth, que lleva una joya diseñada por él.

'Dawnridge' perteneció al famoso director artístico Tony Duquette, y Hutton Wilkinson, nuestro anfitrión, que era su socio, la compró tras su muerte para salvarla de la demolición

HOLA+4179 Casa Condes Alastaya© CÉSAR VILLORIA
HOLA+4179 Casa Condes Alastaya© CÉSAR VILLORIA
Salón principal de la 'Casa de la condes', con una altura de seis metros, una nueva construcción que Hutton Wilkinson añadió a la original. Los sillones están tapizados en terciopelo de seda imitando la piel de tigre. La tela fue hecha en origen para los apartamentos privados de la Reina María Antonieta en Versalles. Sobre estas líneas, en la misma estancia, sobre el sofá, vistas de Venecia del siglo XVIII.

"Es un título español —se explica Hutton—, de lo que me siento muy orgulloso. Don Ignacio Nieto y Roa, militar y noble criollo en el Virreinato del Perú, es el primer conde de Alastaya. Entre mis antepasados se encuentra don Pedro Ladrón de Guevara y Sisa —madrileño—, descendiente del conquistador de Cuzco (Perú) y de una noble familia inca. También, doña Elena Hurtado de Mendoza Zapata, sucesora de don Sancho de Abarca, el primer Rey de Aragón, por citar solo algunos ejemplos".

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El conde de Alastaya en las escaleras que conducen a los dormitorios.
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Su despacho-salón. Sobre la chimenea, un cuadro del siglo XVIII que representa al Rey Carlos III con el recién firmado real decreto que otorgaba el título de conde de Alastaya a su antepasado.

Por esta casa, que respira cine, arte y teatralidad, han pasado desde Greta Garbo, Gloria Swanson y Fred Astaire hasta Grace de Mónaco, los duques de Windsor o Michael Jackson

Ciertamente, la lista de nombres ilustres y aristocráticos en su familia es extremadamente larga y, quizás, no deberíamos olvidar a don José Luis Tejada Sorzano, octavo conde de Alastaya, su bisabuelo. Abogado. Congresista. Presidente del Senado y finalmente Presidente de la República Boliviana (1934-1936). Fue, por lo que parece, un buen gobernante, "pero un pésimo hombre de negocios. Estos ancestros míos eran cultivados, cosmopolitas, con títulos emblemáticos. Educados en París y Londres, con diplomas universitarios de la Sorbona y Oxford. Muy ricos, vivían en mansiones, rodeados de objetos maravillosos… Pero poco prácticos. Era otro mundo aquel. Yo no heredé su fortuna y sí la pasión por las cosas bellas… pero esa es otra historia. Volviendo a mi bisabuelo, un día decidió que sus hijos debían educarse en Europa y, de camino, pararon en nueva York. En el hotel Plaza. Cuando se aburrieron, se dijeron: 'Vayamos a California a ver ‘indios y vaqueros’'. Se dieron cuenta de que 'solo' existían en las películas, descubrieron Hollywood y acabaron comprando una gran casa en Beverly Hills. Pero llegó el 'crack' de 1929 y don José, que había invertido la herencia de sus hijos, se arruinó. Por suerte, quedaba el dinero de la bisabuela y, gracias a él, fueron a los mejores colegios. Se 'convirtieron' en norteamericanos y ya no quisieron regresar a Bolivia".

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El salón principal de 'Dawnridge', de seis metros de altura, con paredes cubiertas de lamé dorado.

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Una pintura colonial de su despacho.

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En la imagen, el techo en detalle, con una inmensa lámpara creada en 1949 por Tony Duquette, quien manipuló las flores de cristal veneciano para que parecieran lirios.

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En esta imagen, los condes delante de la escalera que conduce a los dormitorios. El mural es una imagen de Venecia inspirada en la obra de Giorgio de Chirico.

"Se casaron con norteamericanas/os y es entonces cuando empieza la nueva sección de la familia, comenzando con mi abuelo y mi padre, ambos prestigiosos arquitectos. Vivíamos en una casa fabulosa. Con una mezcla decorativa extraordinaria, procedente de cuatro mansiones anteriores (por parte de padre y madre), llena a rebosar de libros de historia, decoración, arquitectura, etcétera, que otros arquitectos amigos venían a consultar. Todo ello influyó positivamente en mi formación. Así que, un día, leí un artículo en el periódico 'Los Angeles Times Home' sobre Tony Duquette. En él aparecía fotografiado en su estudio, sentado en un trono que había pertenecido al palacio de Chapultepec, en México, vestido con ropajes de cardenal, rodeado de madreperlas y cristales. Me impresionó tanto que le dije a mi padre, que estaba junto a mí, sentado en su sillón: 'Esto es lo que me interesa'. A lo que él respondió: 'Creo que estás cien por cien loco'".

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En la imagen, el pasillo que comunica con los jardines al fondo. A la derecha de la imagen, la estatua de un veneciano del siglo XVIII.

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El comedor dispuesto para la cena. Las sillas venecianas son del siglo XVIII. Los candelabros en forma de palmeras fueron realizados por el famoso joyero veneciano Codognato. La cubertería de plata es francesa del siglo XIX y la cristalería, de Baccarat.

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Hutton tenía solo 13 años y no hizo caso de la respuesta de su padre. Él solo veía en Tony al gran artista que era. Pintor. Escultor. Diseñador de vestuario y escenarios en películas de MGM de Fred Astaire y, especialmente, de Vicen­te Minnelli, de cuya hija Liza era padrino. De musicales como Camelot en Broadway, donde fue recompensado con un Tony (el equivalente al Oscar en cine). Decorador de los duques de Windsor, Doris Duke, J. Paul Getty, Elizabeth Arden… Era definitivamente un personaje emblemático y original. "¡Mi ídolo! Pregunté insistentemente a los amigos de mis padres que venían a sus fiestas si podían presentármelo, pero ellos no se atrevieron a entrometerse. Por fin, mi profesora de Arte, con la que me llevaba muy bien y con la que jugaba a '¿Cómo lo decoraría Tony?', se enteró de que buscaba ayudantes. Me presenté en su estudio".

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Dormitorio 'de invierno'. Las lámparas de las mesillas de noche fueron creadas por Tony Duquette para su propia exposición en el Museo del Louvre. El primer artista americano en la historia en conseguir ese honor. Abajo, el aseo de cortesía. La pintura es de la artista Elizabeth 'Beegle' Johnstone, esposa de Tony Duquette.
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Hutton tenía 17 años. Duquette, unos 63. Para probarle, quiso que le acompañara a visitar una casa que había decorado. Al salir le preguntó: "¿Qué te parece? Muchos piensan que es rara". Hutton contestó sorprendido: "A mí no me parece nada rara". Duquette asintió, sintiendo que aquel chico le entendía, y le contrató por el escaso salario de 50 dólares cada dos semanas. Ese mismo día, Hutton abandonó el colegio. "Tras tres años trabajando con él, anunció un aumento de sueldo: cinco dólares la hora. Lo rechacé: 'No, gracias, creo que puedo arreglármelas mejor solo'. Empecé entonces a ganar mucho dinero. Coincidió con el gobierno de Jimmy Carter y una inflación galopante. Comprabas… digamos una cómoda francesa del XVIII por 500 dólares y al día siguiente costaba ya 5.000. Se podía hacer una fortuna". Sin embargo, ganar una fortuna no era todo lo que le interesaba a Hutton. Echaba de menos la colaboración con Duquette y, cuando este se le aproximó de nuevo, aceptó. Esta vez como partner. Socios. De igual a igual. Dólar por dólar.

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El dormitorio principal, con su perrito, 'Pipper Dundee', sobre la antigua colcha de seda bordada. Al fondo se vislumbra el 'boudoir' de Ruth (debajo, en detalle), su saloncito privado, con las pinturas de Elizabeth Duquette fotográficamente ampliadas y reconvertidas en papel pintado. Se trata de un trabajo creado especialmente para la película de Vicente Minnelli "Goodbye Charlie".
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El bisabuelo de Hutton, octavo conde de Alastaya, fue pre­sidente del Senado y más tarde de la República Boliviana (1934-1939) y "el causante de que una parte de la familia se instalara en Beverly Hills"

"Tony empezaba a tener ya una edad avanzada. Le ofrecían proyectos magníficos, pero era demasiado trabajo para él, así que lo hacíamos juntos. El espectacular apartamento en el palacio Brandolini, frente al Gran Canal de Venecia, para los millonarios John y Dodie Rosekrans, de San Francisco, fue legendario... por citar alguno, y por supuesto, las joyas, que, desde el primer momento, fueron mi creación".

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El salón 'de verano' viste sus paredes de verde malaquita con telas de Jim Thompson. Del techo cuelgan antiguas jaulas de pájaros del XIX.

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En la imagen, la piscina rodeada de vegetación.

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La laguna creada por Hutton, con el templo del siglo XIX que descubrió en la India e hizo traer desde allí. El barquito sobre las aguas es en realidad una embarcación nupcial vietnamita, que nuestro anfitrión pintó también en los colores fetiches de Tony Duquette, coral y turquesa.

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Una vista aérea de la mansión.

'Dawnridge' se construyó en 1949, sobre los restos de un antiguo estudio de Holly­wood, y está considerada una 'histórica joya arquitectónica' de especial interés

Las fabulosas joyas en oro, piedras preciosas y semipreciosas son extraordinarias en tamaño y en esplendor. Hutton empezó con ellas a los 17 años, con, curiosamente, un artista-joyero de 17 años también que trabajaba con el gran David Webb. Aún siguen colaborando. Tienen mucho éxito con celebridades, diseñadores de moda (Tom Ford, Gucci...) y, por supuesto, con mujeres. Muy ricas, porque, claro, no son baratas, pero sí muy especiales. "Tony muere en el 99 y su esposa, la artista Elizabeth 'Beegle' Johnstone, cuatro años antes. 'Dawnridge' iba a ser derruida y yo no podía permitirlo, así que la compré. Añadí dos terrenos más, desarrollé los jardines, el palacete indio y construí el lago. Más tarde, en honor a mi esposa, la 'Casa de la condesa'. Hoy, aunque la empresa lleva su nombre —para continuar con su legado—, yo soy el único dueño y su director creativo. Ha sido una sucesión muy fluida porque teníamos mucho en común, aunque él era esencialmente un artista muy original y a mí me interesa más la arquitectura y la evolución del diseño".

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Los espectaculares jardines, de 12.000 metros cuadrados, y la laguna son el resultado de la imaginación creativa del matrimonio Hutton. Gran parte de la vegetación es reciclada de la 'basura' residual de la construcción del estadio de los Dodgers, de mediados de los años 50.

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Otra vista de los espectaculares jardines, enmarcados por una fantasía alada fruto del estilo de Tony Duquette. El artista y decorador y su mujer, Elizabeth, se casaron en otra célebre mansión de la época, 'Pickfair', de Mary Pickford y Douglas Fairbanks.

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Los magníficos guerreros indios son del siglo XIX.

Esta casa ha visto pasar a innumerables personajes. Del antiguo Hollywood (Mary Pickford, David O. Selnick), de la realeza (la princesa Grace de Mónaco o los duques de Windsor…) o de la moda (John Galliano, Oscar de la Renta...). Las parties de Tony eran famosas y las de Hutton también, aunque en los últimos años sus múltiples proyectos en todo el mundo no le permiten hacer tantas fiestas como le gustaría.  Eso le da un poco de tranquilidad a su musa, su esposa, la condesa de Alastaya, Ruth, con quien lleva toda una vida.

"Cuando Tony murió, en el 99, se pensaba derribar y yo no podía consentirlo. La compré. Añadí dos terrenos más. Creé los jardines, la piscina, el lago, el palacio indio y la nueva 'Casa de la condesa' en honor a mi esposa"

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"Efectivamente. Nos conocimos en la clase de Historia en el instituto. Me pareció estupenda y muy inteligente. Fue fulminante. A los 18 años nos fuimos a vivir juntos y a los 24 nos casamos. Es más tímida que yo, pero, en cambio, es un genio con los números y la que lleva la parte del negocio de la empresa. No podría vivir sin ella". Definitivamente, Ruth es uno de sus dos amores. El otro es Dawnridge y el legado que está ayudando a conservar y desarrollar, gracias a su relación socioprofesional con uno de los artistas más interesantes del siglo pasado, y del que se ocupa incansablemente para que no desaparezca, continuando con trabajos alrededor del mundo, en Los Ángeles, Nueva York, Palm Beach, Tailandia, París, Venecia o Arabia Saudí.

PRODUCCIÓN Y TEXTO Victoria de Alcahúd
FOTOSCésar Villoria
DECORACIÓN Y JOYASHutton Wilkinson