En las costas de Porto Heli, conocido lugar de vacaciones en el Peloponeso, a dos horas de Atenas, se encuentran las magníficas residencias de verano de la alta sociedad griega. Villas rodeadas de exuberante vegetación de pinos y olivos, con vistas al mar y acceso privado a pequeñas playas. Un lujo del que pocos lugares pueden presumir. Enfrente se encuentran la elegante y fiestera isla sarónica de Spetses y una de las islas griegas vírgenes más bellas, Hidra. Este es el círculo mágico de los grandes armadores, que navegan con sus yates por estas aguas cristalinas.
Desde el mar, se puede ver la maravillosa mansión del empresario Spas Roussev y su esposa, Diliana, una casa famosa por haber pertenecido al Rey Constantino de Grecia. El matrimonio, de origen búlgaro, reside en Londres desde hace muchos años, pero, tras adquirir esta propiedad, reparten su tiempo entre la capital británica y las costas helenas.
Spas Roussev ha desarrollado sus actividades empresariales, sobre todo, en Bulgaria y Estados Unidos, y sus intereses no siempre están guiados por los negocios. A menudo participa en proyectos relacionados con el arte. Tras introducir Motorola en Bulgaria, en los años 90, se dedicó al negocio de las telecomunicaciones. También ha invertido en los sectores editorial, hotelero y tecnológico. Tiene una merecida reputación de creador de tendencias y su lema "lo aburrido no es para mí, hay que provocar e intrigar" le describe. Su mujer, Diliana, es una dama de gran clase que ha moldeado el estilo de esta casa, llena de obras de arte, gracias a su colaboración con el gran decorador internacional Francis Sultana y la decoradora griega Veta Tsoukala.
—Diliana, háblanos de tus orígenes.
—Recuerdo mis maravillosos 'veranos azules' de niña, en la Bulgaria comunista, cuando pasaba las vacaciones en casa de mis abuelos, en el río Danubio. Era una infancia sin preocupaciones, llena de aventuras, en la que pasábamos los días pescando, nadando, jugando, comiendo deliciosos tomates búlgaros y queso feta... Pero avancemos rápido y vayamos a los años 90, cuando ya estaba casada y tenía a mi primer hijo. La situación política en Bulgaria atravesaba una turbulenta transición. Era un caos, el país estaba en caída libre. Tuvimos la increíble oportunidad de trasladarnos a Inglaterra para estudiar. Nunca imaginamos que los siguientes 32 años de nuestras vidas los pasaríamos en Londres. Después de licenciarme, me nombraron directora de la Oficina de Turismo de Bulgaria en Londres, pero mi carrera duró poco, ya que estaba esperando mi tercer hijo. Nació Christa-Maria y abracé la exigente carrera de ser madre.
—Una vez en Londres, ¿cómo cambió tu vida?
—Vivir en Londres nos abrió un mundo nuevo e increíble. Al ser una ciudad cosmopolita y moderna, nos dio la oportunidad de alimentar nuestro interés por el arte, el teatro y la música. Hemos hecho buenas amistades con mucha gente de Inglaterra y de todo el mundo, gente del arte, cultura y diseño. Recuerdo la emoción que sentimos cuando empezamos a colaborar con la Serpentine Gallery. Por pura coincidencia, en el camino de mi vida se cruzó Lawrence Schiller, fotógrafo estadounidense que retrató a Marilyn Monroe. Lawrence, amigo íntimo y colaborador literario de Norman Mailer, nos propuso participar en la fundación del Norman Mailer Writing Center, quien acababa de fallecer en 2007. Spas y yo, junto con Lawrence y Tina Brown, nos convertimos en miembros fundadores del NM Writing Center. Fue una experiencia increíble, que nos sumergió en la vida y la creatividad de un 'león literario'.
Una casa con historia
—Así que ahora disfrutáis de la vida entre Londres y Porto Heli...
—Sí, nos encantó esta casa inmediatamente y supimos que era nuestro lugar. Y es una casa con historia; perteneció al difunto Rey Constantino de Grecia. Fue construida con gran gusto y atención a los detalles. No es extremadamente grande, pero sí muy elegante, y a los dos siempre nos ha atraído la belleza y la elegancia.
—¿Por qué Porto Heli?
—Nos lo recomendaron amigos griegos. Durante la covid, alquilamos casa aquí dos veranos, nos enamoramos de la zona y decidimos comprar nuestra propia casa.
—La casa tiene muchos arcos, típicos de la arquitectura morisca.
—Sí, la casa se construyó en estilo morisco con hermosa piedra griega. Los azulejos de cerámica de diseño árabe, que cubren las zonas alrededor de la piscina, dan a la casa un carácter espléndido.
—¿Hicisteis alguna reforma?
—Tuvimos mucho cuidado de no alterar demasiado la idea original de la casa, pero por supuesto queríamos imprimir nuestro sello al interior. Para las paredes del salón utilizamos mármol español, reflejo de la belleza natural de las playas mediterráneas, y creo que creamos un aura serena, un ambiente enriquecido con nuestro arte, diseminado por toda la casa, y todos los muebles que adquirimos a lo largo de los años.
—Veo muchas piezas interesantes e inusuales.
—Somos muy amigos de Francis Sultana, que figura en la lista de los 100 mejores decoradores de interiores, y de su marido, David Gill, propietario de una de las más prestigiosas galerías londinenses. Sus consejos son muy valiosos. También nos gusta apoyar a los artistas búlgaros; es estupendo que cada vez más obras de artistas búlgaros formen parte de colecciones privadas y de museos.
—¿Cómo definirías el estilo de la decoración?
—Me gustaría describirlo como ecléctico, una mezcla de moderno y contemporáneo. Como soy amiga de algunos decoradores importantes y sigo sus consejos, tenemos una mezcla de piezas encargadas con otras que compramos en galerías. Esta fusión de diferentes estéticas puede crear un interior cautivador y único, que refleja el estilo personal. Un espacio sin arte parece frío y poco acogedor. Como partidarios del arte búlgaro, tenemos obras de Stefan Nikolaev, del famoso artista y decorador Boris Deltchev, al que encargamos el fascinante techo del comedor; otro de nuestros favoritos es Nedko Solakov, que coleccionamos desde hace años... Desde que compramos esta casa, empezamos a coleccionar también artistas griegos, aquí tenemos obras de Alekos Fassianos, Vasilis Papageorgiou. También tenemos piezas de India Mahdavi y R. Capron.
—Vivís en un entorno maravilloso: la casa está justo al lado del mar.
—Grecia tiene unas cualidades increíbles. Personalmente, creo que tiene las mejores playas, las mejores bahías con acantilados espectaculares donde se puede ir en barco, las aguas son turquesas, no hay medusas y la gente es tan maravillosa, sin olvidar la deliciosa comida.
—Háblame un poco de vuestro estilo de vida aquí.
—Nos bañamos mucho en el mar, es muy cómodo porque no hay que caminar mucho hasta la playa. Algunos días hacemos largas caminatas récord, de entre 15 y 20 kilómetros; hay muchos lugares alrededor para dar esos largos paseos. Esto nos mantiene en forma, ya que la vida social puede ser bastante movida aquí; los amigos griegos e internacionales abundan, y uno tiene que no excederse con las cenas mediterráneas tardías, que normalmente empiezan después de las nueve de la noche.
—Después de tantos años con tu marido, ¿seguís locamente enamorados el uno del otro? Porque lleváis 44 años casados.
—Bueno, es impresionante, ¿no? Nos casamos cuando yo tenía 20 años y a los 22 tuve a mi primer hijo. El amor, por supuesto, es una parte importante, pero después de un tiempo, si el matrimonio sobrevive tanto, te apegas tanto al otro que es como una parte de tu cuerpo. Por supuesto, eso es AMOR con mayúsculas.
—Esto es maravilloso. Es tan bonito ver una familia de verdad. Tenéis un hijo y una hija.
—Sí, tenemos dos hijos maravillosos. Por desgracia, tuvimos una gran pérdida en nuestra familia. Nuestro segundo hijo, Dimmy, murió trágicamente a los cuatro años. Nuestro hijo mayor vive con su pareja, Andrea, que el pasado octubre dio a luz a un niño. Así que ahora soy abuela y estoy muy contenta. Los nietos son muy especiales para sus abuelos, y estoy deseando que empiece a andar y a hablar.
—Y el mes pasado tu hija celebró aquí una boda fabulosa. Cuéntanos más sobre la boda.
—Sí, desde este mes de julio soy oficialmente suegra. Nuestra hija, Christa-Maria, se casó con su novio desde hace siete años, John Okemah. John es estadounidense y se conocieron en el Williams College, donde ambos se licenciaron. El año pasado le propuso matrimonio a Christa durante una visita a Hidra. Decidieron celebrar la boda la primera semana de julio en Grecia. Somos amigos de una de las mejores organizadoras de bodas, Tali Yaacobi, la persona más creativa que conozco. Fue la elección correcta.
—La villa estaba decorada con miles de flores blancas.
—Sí, teníamos rosas blancas, lirios, jazmín, glicinas, lilium, calas y muchas más, una cantidad increíble de flores. El blanco es un símbolo clásico de perfección. La combinación del perfume de las flores, la floración blanca y las hojas de un verde intenso transformaron nuestra casa en un lugar mágico y romántico, para la fiesta preboda. Al día siguiente, la ceremonia religiosa se celebró en una iglesia minúscula local, Agios Emilianos, situada literalmente sobre una roca. La cena fue en una maravillosa playa entre olivos, un terreno agreste que se transformó en un lugar de cuento de hadas. Fue inolvidable.