De vez en cuando, los amigos y algún que otro conocido se preguntan: "¿Cómo consigue hacer tantas cosas? ¿Será que no duerme nunca?". Se refieren a la coleccionista de arte-banquera-diseñadora de joyas-emprendedora ecológica y madre de familia Suzanne Syz.
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Quizás en este atardecer majestuoso, con el sol en descenso llenando de luces y sombras las fachadas de las distintas cabañas —el estilo arquitectónico característico de esta zona de Portugal—, frente a las dunas de una playa infinita, o casi, Suzanne, que a todo lo anterior añade la decoración de sus propias casas, tenga una respuesta. "Pues —confiesa— porque cuando uno se apasiona por algo no siente el esfuerzo. ¿Qué a lo mejor, al final del día, tengo que ocuparme de algún asunto al que no he podido dedicarle el tiempo que requería y esa noche duermo un poco menos? ¡Qué importa! Lo hago con placer. Además, como por naturaleza soy optimista, siempre pienso: 'Cruzaré el puente cuando llegue a él'. No merece la pena preocuparse anticipadamente de lo que quizás podría pasar, pero aún no ha pasado y a lo mejor no pasa nunca. Como 'buena' suiza, soy organizada y voy resolviendo los problemas según van llegando, tanto en mi vida privada como en el trabajo. Y porque, en todas estas —llamémoslas 'facetas'— de mí misma, hay distintos grados de creatividad, y básicamente yo soy una persona creativa".
El arte
Primero fue el arte. En los años 80, cuando era una jovencita recién casada, conoció en Nueva York a los artistas más importantes del momento: Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat, Julian Schnabel, Francesco Clemente… Enseguida se hizo amiga de ellos y comenzó a coleccionar sus obras. Esto la llevó a iniciar, junto a su hoy exmarido, Eric, The Syz Collection (unas 1.400 piezas… de momento), expuesta, en parte, en la sede del banco familiar, Syz Group, en Ginebra y Zúrich. También tiene su propia colección particular y, con frecuencia, 'descubre' piezas interesantes que los demás han pasado por alto. Un ejemplo claro es la gigantesca escultura hinchable 'Inflatable Felix' (2018), que representa al famoso dibujo animado, creado en los años 20 del siglo pasado, 'Félix el gato'. "Sí, eso fue divertido. El inglés Mark Leckey, ganador del Premio Turner, es su autor. Me gustó en cuanto la vi. Soy una compradora que decide con la intuición del corazón. A nadie parecía interesarle porque mide diez metros de alto, es una estructura hinchable y, por tanto, delicada. Pero Félix es un personaje tan positivo y tan simpático que no lo dudé. Más tarde, la Fundación Louis Vuitton compró otro ejemplar y los precios se dispararon. Ahora todos están muy contentos con mi intuición, porque el valor de 'nuestro Félix' ha aumentado mucho".
Lugares extraordinarios
Ciertamente, Suzanne posee una poderosa intuición. Y no solo en arte, ya que también es capaz de descubrir lugares extraordinarios. Como su propiedad en la Toscana, con su casa milenaria, que perteneció a uno de los generales de la Guardia Pretoriana del emperador romano Domiciano, y donde cultiva vinos biodinámicos, o esta finca en Comporta, la pequeña población a una hora de Lisboa. "Fue amor a primera vista. Mis amigos, el legendario decorador Jacques Grange (realizó las mansiones de Yves Saint-Laurent, entre otras muchas) y el anticuario Pierre Passebon, me invitaron a su casa aquí. Era agosto del 2007. 'Vamos a la playa', sugirieron, y allá, tras las dunas, al final del camino, estaba la playa… ¡desierta! No lo podía creer. 'Pero si en Europa, en esta época, todo está a rebosar. ¿Dónde está la gente?', pregunté. 'Oh, sí, pero esto es Comporta', contestaron de forma casual. Comporta ha cambiado desde entonces, ya que hoy es un lugar super de moda… para algunas personas, obviamente, porque es exclusivo y caro. Pero gracias a esas dunas, que son Patrimonio de la Humanidad, protegidas por la Unesco y que no se puede construir frente al mar, se ha conservado muy bien. Y aunque hay más visitantes de los que había entonces, sigue siendo… ¡un paraíso! A unas tres horas, más o menos, de cualquier ciudad europea. Llego, me cambio de ropa y entro en una especie de nirvana. El solo hecho de caminar por las dunas y contemplar el mar hace que las dificultades y los problemas desaparezcan. Y, sin embargo, casi no la pude comprar, porque 'la encontré' en un momento económico algo 'difícil'".
Suzanne acababa de comprar, en 2006, la Fattoria di Caspri, sus viñedos, y debía restaurar no solo las casas, sino los propios viñedos y convertirlos en biodinámicos. El franco suizo estaba cotizando muy a la baja respecto al euro, y se desvalorizaba casi por segundos. "Y precisamente entonces, en aquel primer viaje, Jacques y Pierre dijeron: 'Esa casita que ves ahí enfrente (señalaron la casa principal, la que tiene la escalerilla hacia la buhardilla) es una antigua morada de pescadores. Pertenece a un brasileño que la quiere vender porque regresa a su país'. No era cara, sobre todo si lo comparamos con los precios de hoy en día, pero… les contesté: 'Ya me gustaría, pero no tengo dinero'".
Terminadas sus vacaciones, se marchó con un cierto pesar, pero como la vida tiene sorpresas extraordinarias, de pronto, un 'interesante objeto' (en realidad, una mesa de comedor con sus correspondientes seis sillas, titulada 'Millepiedi', de 1953, de los diseñadores italianos Franco Campo y Carlo Graffi) que tenía en su despacho resultó que se había revalorizado muchísimo —de nuevo, ese ojo que tiene Suzanne—, así que lo vendió y, con el dinero que obtuvo, compró la casa. "Aunque durante años no la toqué. Cuando me recuperé económicamente, fui agrandando los terrenos y las construcciones. Hace diez años, construí la piscina y mi casita-'suite'. Luego, las de mis hijos". Pronto llegó el garaje y las dependencias de las fieles cocineras y ayudantes, Maria y Zita. En realidad, aún queda espacio —si quisiera— para construir dos o tres casas más para invitados, ya que posee uno de los terrenos más grandes de la zona: 17.000 metros cuadrados. "Por fin pude dedicarme a la decoración, que me divierte mucho y que me gusta hacer en persona. Mi teoría es que, si los objetos son interesantes, siempre encuentran su sitio, y que uno debe expresarse creando espacios con los que se identifique".
De la creatividad y los números
Y como la inspiración te puede llegar en cualquier lugar, este es, desde luego, un sitio ideal para diseñar sus joyas. En su última temporada, las conchas son las protagonistas. "Aunque he de reconocer que no lo hice de forma consciente, pero lo cierto es que están gustando muchísimo, porque las conchas son un elemento protector y, en la situación global actual, todos buscamos de alguna forma esta protección. Me encantan mis clientas, porque siempre me descubren algo nuevo y, por ello, les estoy agradecida. Recientemente me confesaron: 'Suzanne, tus joyas nos hacen felices. Son alegres y divertidas como tú, y eso se contagia'. ¿Qué más puedo pedir? ¿Qué mis joyas transmiten felicidad? Pero ¡qué maravilla!".
Sin embargo, no solo este lugar es una inspiración para sus diseños, sino también para sus negocios. Suzanne pertenece al consejo de administración de la banca familiar, Syz Group, y aunque, según ella, "nunca fui muy de números", parece que eso es cosa del pasado. "Es el negocio familiar y siempre pensé que era mi responsabilidad. Mis hijos, Marc y Nicolas, trabajan muchas horas y muy intensamente, y yo no podía ser menos. Sin embargo, no ha sido fácil: los dos primeros años asistía a las reuniones, escuchaba atentamente, pero permanecía callada. Paralelamente, estudiaba cuestiones bancarias y lo que no entendía, se lo preguntaba a mis hijos, y ellos me lo explicaban, hasta que por fin me sentí con fuerzas para hacer preguntas". En estas reuniones de consejos de administración formados por gente especializada en cuestiones bancarias, las preguntas 'naturales' e incluso algo ingenuas de Suzanne sorprendieron. "¡Ah —decían—, qué interesante lo que cuestionas! Vamos a estudiarlo", y así fue pasando el tiempo, hasta que ella se convirtió en imprescindible para el equipo. "Porque hago las preguntas que haría una persona 'de la calle'. Pienso, como en otras muchas facetas de la vida, que el que coincidan en un mismo grupo personas diferentes, de distintas procedencias, es muy fructífero para llevar a buen término los proyectos, ya que la diversidad es constructiva. Lo cierto es que ahora ¡los números me encantan!".
Tanto es así que, en los últimos tiempos, algunos grupos financieros internacionales de gran prestigio se le han acercado para preguntarle si quería ofrecer su punto de vista en alguna de sus reuniones de negocios: "¡No está mal para alguien a quien no le gustaban mucho los números!".