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Marjolein Steenbergen en su casa© Mattia Bettinelli

En la Baia delle Favole, uno de los rincones preferidos de la nobleza genovesa

Marjolein Steenbergen nos descubre su fabulosa 'casa bianca', en la Riviera italiana

'Está muy cerca de Portofino, a donde nos encanta ir. Puedes alquilar un barquito, disfrutar de una cena fabulosa en la plaza… Y al otro lado tenemos las Cinque Terre', dice la filántropa


23 de julio de 2024 - 7:00 CEST

Marjolein Steenbergen y su marido llevan 26 años casados y tienen tres hijos en común. Su historia es la de una familia consolidada que está comprometida con grandes obras humanitarias. Marjolein fue presidenta del comité organizador de la mayor gala anual de Unicef de Nueva York, a la que asisten más de 900 personas, y ambos han sido galardonados por esta misma organización por su labor en defensa de la infancia. Su marido, que desarrolla su faceta como empresario en Estados Unidos, ha sido además presidente de Unicef Estados Unidos durante los últimos cuatro años.

HOLA+4173 Casa Marjolein© Mattia Bettinelli
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Sestri Levante se encuentra en una península entre la Baia del Silenzio y la Baia delle Favole, en la Riviera italiana; un evocador panorama de postal, el refugio de esta pareja. La compraron en 2018 y la reformaron por completo. Arriba, los Steenbergen posan en Portofino

De origen holandés, el matrimonio, que actualmente reside en Nueva York, ha vivido en Eslovaquia y Hong Kong, aunque, para disfrutar de sus vacaciones, su destino es siempre el mismo. Su casa de veraneo está en el pintoresco pueblo ligur de Sestri Levante, en Italia. Una localidad rica en palacios, iglesias y villas gentilicias, donde la nobleza genovesa tenía sus residencias estivales pintadas trompe-l’oeil.

Sestri se encuentra en una encantadora península entre dos mares, la Baia del Silenzio y la Baia delle Favole, un evocador panorama de postal que se ha convertido en el refugio de esta pareja tan cosmopolita. En pleno centro del paseo marítimo de la Baia delle Favole (bahía de las Fábulas) se alza 'Casa Bianca', y es aquí donde Marjolein diseñó su modernísimo hogar, todo en blanco y negro y adornado con espléndidas obras de arte.

"Está muy cerca de Portofino, a donde nos encanta ir. Puedes alquilar un barquito, disfrutar de una cena fabulosa en la plaza… Y al otro lado tenemos las Cinque Terre", dice la filántropa

HOLA+4173 Casa Marjolein© Mattia Bettinelli
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Arriba, a la izquierda, la fachada de su 'Casa Bianca', situada en Sestri Levante

—¿Cómo empezasteis vuestro viaje humanitario?

—Como familia, empezamos a implicarnos en labores humanitarias cuando vivíamos en Asia, en Hong Kong. Cada año, viajábamos a uno de los países del sudeste asiático para trabajar en un orfanato de una escuela local. Con los años, esto se convirtió en una tradición en nuestras vacaciones de diciembre. Así, por ejemplo, construimos con nuestros hijos pequeños un comedor para monjes huérfanos en Myanmar. Apoyamos una escuela en Tailandia y les ayudamos con una granja hidropónica, plantamos árboles de mango, construimos una sala de ciencias... También ayudamos a construir aseos y duchas para un orfanato en Camboya y prestamos apoyo a niños discapacitados en Laos. Se necesita mucho más apoyo para ellos…

HOLA+4173 Casa Marjolein© Mattia Bettinelli
lgunos detalles del salón, una de las estancias más imponentes, con unos techos de más de cuatro metros de alto, muebles diseñados por ella misma y decoración exclusiva, como el 'chandelier' (debajo)
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El 'chandelier' negro de Murano que preside la estancia; la chimenea y, sobre ella, una pieza de Luca Pigna­telli
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La pantera del artista Dario Goldaniga

—Una implicación para cambiar las vidas de estos niños que los llevó a ostentar incluso cargos de responsabilidad en Unicef.

—Nos involucramos con Unicef cuando nos mudamos a Estados Unidos, en 2010. Y como familia, hicimos mucho trabajo de voluntariado. Por ejemplo, empaquetamos las cajas de invierno para los refugiados sirios. Además, durante 12 años he participado en el comité organizador de la mayor gala anual de Nueva York, a la que asisten más de 900 personas, e incluso llegué a presidir este comité durante tres años. Mi marido ha sido presidente de la junta de Unicef Estados Unidos durante los últimos cuatro años y, durante este tiempo, hemos hecho múltiples visitas a países como Jordania, Guinea, Camboya, Argentina, India, Bolivia y este próximo septiembre iré a Mongolia. En 2019, recibimos el Premio Espíritu de Compasión de Unicef por nuestra labor de defensa de los niños.

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En la imagen, Marjolein posa en uno de los tres balcones de su casa, con vistas al mar de fondo

"Mis padres ya habían estado en Sestri Levante, hace ahora unos 60 años, y decidimos acercarnos para descubrirlo. Condujimos hasta aquí y nos enamoramos de este precioso pueblo pesquero. No hemos faltado ni un verano en los últimos 25 años"

—Sestri Levante se ha convertido en vuestro retiro estival, ¿cómo descubristeis este lugar tan pintoresco?

—En el año 2000, nos trasladamos por motivos de trabajo de mi marido a Bratislava, Eslovaquia, que aún no formaba parte de la Unión Europea, y cuando nos mudamos allí, ese verano estuvimos pensando dónde ir de vacaciones. Mis padres ya habían estado antes en Sestri Levante, hace ahora unos 60 años, y decidimos acercarnos para descubrirlo. Condujimos hasta aquí y nos enamoramos de este precioso pueblo pesquero. Desde entonces, no importa dónde estuviéramos viviendo (Holanda, Eslovaquia, Hong Kong o Nueva York), no hemos faltado ni un verano en los últimos 25 años.

—¿Qué tiene de especial este lugar?

—Sestri Levante tiene mucho que ofrecer. Está muy cerca de Portofino, a donde nos encanta ir. Todo el mundo conoce Portofino. Puedes alquilar un barquito, ir a San Fruttuo­so, disfrutar de una cena fabulosa en la plaza… Y al otro lado de Sestri Levante tenemos las Cinque Terre, que son preciosos pueblos pesqueros, muy coloridos, empinados sobre las colinas, sobre las rocas, al mar. También nos encanta ir a Pietrasanta, epicentro de creatividad y arte, donde tienes la posibilidad de encontrar galeristas y artistas de todo el mundo y conectar con ellos construyendo amistades mientras te enamoras de sus obras de arte.

"La casa fue construida en la segunda mitad del siglo XVI. Al principio, el edificio solo tenía la primera planta, que funcionaba como almacén de barcos y sala de guardia"

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La cocina, con acabados modernos hechos a medida en Milán, está presidida por tres piezas grandes de Luca Pignatelli
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Nuestra anfitriona en otra imagen en la cocina
Marjolein Steenbergen en su casa© Mattia Bettinelli
Marjolein posa ante las obras de arte de su cocina, sentada sobre una de las encimeras
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En el comedor, las paredes están revestidas de mármol de Carrara

 

—¿Cuándo comprasteis esta casa?

—Compramos la casa en 2018, a una familia de Milán que la poseía desde hacía más de 50 años. El exterior de la casa tenía que conservarse, sin embargo, el interior podía modificarse. Eliminamos la mayor parte de las paredes y techos, hasta llegar a la estructura base de la casa, y reconstruimos de nuevo con una distribución totalmente nueva. La casa por dentro tiene 342 metros cuadrados. Reforzamos su estructura con un nuevo suelo de hormigón armado que también ayudó a igualar los suelos de todas las habitaciones. Además, se apuntalaron las paredes y los techos y se añadieron varias vigas de acero. Lo más notable fue la apertura de las paredes de la entrada principal a la orilla del mar, por lo que la casa es muy luminosa al entrar, de modo que se puede ver todo el camino desde la parte trasera hasta la delantera. La renovación total duró menos de un año y esto fue posible gracias a nuestro amigo Carlo Masanta, que supervisó todo el proceso. Pudimos utilizarla por primera vez durante el verano de 2019.

HOLA+4173 Casa Marjolein© Mattia Bettinelli
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En estas imágenes, detalle de la conexión del salón con el comedor, dos estancias decoradas en tonos neutros, donde la luz que entra por los tres balcones que dan al mar es una de las protagonistas
HOLA+4173 Casa Marjolein© Mattia Bettinelli
En esta imagen, detalle de la mesa puesta, con una vajilla que combina detalles geométricos y mariposas.

—¿Cuál es la historia de la casa?

—Fue construida en la segunda mitad del siglo XVI por un arquitecto llamado Galeazzo Alessi. Al principio, el edificio solo tenía la primera planta, que funcionaba como almacén de barcos y sala de guardia. Junto a ella se encontraba la torre de vigilancia, desde la que los guardias alertaban a los habitantes de la ciudad de los peligros procedentes del mar. En 1500, Sestri Levante se convirtió en una ciudad turística para las familias nobles de Génova, que optaron por construir sus villas con los jardines cerca del mar. Más adelante, 'Casa Bianca' se amplió convirtiéndose en una residencia aristocrática de tres plantas. La entrada principal se encuentra en la calle trasera, desde la que se accede a la planta principal mediante un puente interior. Esta estructura era típica de las casas urbanas de las ciudades costeras, ya que permitía escapar fácilmente al centro de la ciudad en caso de ataque pirata. A lo largo de los años, la casa ha albergado a ilustres residentes, entre ellos, desde 1934 y durante la década siguiente, el escritor holandés Arthur van Schendel. Vivió aquí con su familia.

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En la imagen, Marjolein posa junto a una de las obras de arte más llamativas de la casa, 'The Golden Lips Art', de Niclas Castello.

"Como familia, empezamos a implicarnos en labores humanitarias cuando vivíamos en Hong Kong. Nos involucramos con Unicef cuando nos mudamos a Estados Unidos, en 2010" nos dice Marjolein, madre de tres hijos

—Nada más entrar, se nota el cuidado en el detalle… ¿En quién habéis confiado para esta zona?

—Cuando entras en la casa por la entrada principal, el vestíbulo tiene un suelo de mármol Nero Marquina. Las paredes son obra de un amigo nuestro, Alessandro Gambuzza, que es un artista realmente fabuloso. Decoró las paredes de resina con plantillas antiguas ampliadas. La escalera la hicimos de nuevo con las piedras 'lavagna' origi­nales.

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La anfitriona, junto a sus mascotas, tumbada en uno de los sofás del salón
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Detalle de uno de los baños, de estilo minimalista
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Uno de los rincones más acogedores del dormitorio
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Uno de los cuatro dormitorios, decorado en tonos claros, que reflejan la luz que entra por el ventanal

—Se aprecia que habéis puesto atención en cada detalle, ¿cuáles son los puntos más llamativos?

—Cuando entras en la casa, entras en un lugar muy luminoso y claro, con puertas negras de tres metros de altura hechas a medida. Los suelos son todos hechos por el mismo amigo que decoró las paredes, Alessandro. Los transformó con resina, trozos de mármol y piedras para no tener un suelo demasiado blanco. La cocina es negra, moderna, de Rifra Milán, y las luces también. Hay colgadas tres piezas grandes y bonitas de Luca Pigna­telli. En el comedor, donde las luces son del diseñador holandés Piet Boon, las paredes están revestidas de mármol de Carrara, de Henraux, que se encuentra en Pietrasanta. La cocina tiene una hermosa vista de las calles de Sestri Levante porque está construida en el puente que conecta la entrada principal con el edificio del siglo XVI. Así que puedes ver desde ella ambos lados de la calle trasera de Sestri Levante.

—Sigamos con el salón, repleto de obras de arte. ¿Qué destacarías de esta estancia?

—El salón cuenta con techos muy altos, de casi cuatro metros y medio de altura, y con tres grandes ventanales y puertas a un balcón de mármol con vistas al mar, a la Baia delle Favole. Los muebles están diseñados por mí. El chandelier negro es de Murano, es una de las piezas que presiden la estancia, y las lámparas también son de diseño. Hay una hermosa y moderna chimenea de gas, así como una enorme y hermosa pieza de Luca Pignatelli, de 2,1 por 3,8 metros. Una escultura de mármol de un puño tatuado, de Fabio Viale; un torso en la pared, hermoso, elegante, de Eppe de Haan (artista holandés que trabaja en Pietrasanta), y una pantera del artista Dario Goldaniga completan una estancia cargada de personalidad.

"En 1500, Sestri Levante se convirtió en una ciudad turística para las familias nobles de Génova, que levantaron sus villas con los jardines cerca del mar"

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Detalle de otro de los dormitorios
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Se puede apreciar el 'kintsugi' en los suelos (para arreglar las grietas con polvo de oro): "Es una tradición japonesa para abrazar la imperfección. Lo cual me parece hermoso"
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Otro de los baños de la casa.

—¿Cómo diseñasteis las habitaciones más privadas de la casa?

—Hay cuatro habitaciones con su propio baño. Dos son de resina negra con piezas de metal. Y las otras dos son de color arena. Las duchas y los grifos son todos de Fantini. El espejo es de Valper. Los muebles de cama de todas las habitaciones los he diseñado yo y los armarios están todos hechos a medida.

"Compramos la casa, en 2018, a una familia de Milán que la poseía desde hacía más de 50 años. La renovación total duró menos de un año y pudimos utilizarla por primera vez durante el verano siguiente"

HOLA+4173 Casa Marjolein© Mattia Bettinelli
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Arriba, Marjolein posa subida en su bicicleta a las puertas de su casa. Sobre estas líneas, descarga un pesquero sin perder la sonrisa

—¿Cuándo comenzasteis a cole­ccionar arte?

—Nos mudamos a Eslovaquia en el año 2000, con nuestro hijo de nueve meses. Los otros dos nacieron en Austria, cerca de la frontera con Eslovaquia, cuando vivíamos allí. Allí no pude conseguir un permiso de trabajo, así que ese fue el momento en que empezamos a implicarnos más en causas benéficas. Ese fue también el momento en el que empezamos a coleccionar arte con nuestra primera obra: un cuadro enorme que cuelga en Nueva York. Tenemos muchas esculturas allí de varios artistas, por ejemplo, de Fabio Viale (italiano), de Igor Mitoraj (polaco), de Kanya Suda (japonés) o de Xavier Marín (mexicano). Después de Eslovaquia, volvimos a Holanda por un tiempo. Luego nos trasladamos a Hong Kong y, hace 14 años y medio, nos mudamos a Nueva York, donde vivimos a día de hoy.

REALIZACIÓN Y TEXTONaná Bottazzi
FOTOSMattia Bettinelli
DECORACIÓN FLORALFabrizio Cocchi
VESTUARIOErmanno Scervino, Alberta Ferretti y Elisabetta Franchi
JOYASChantecler
MAQUILLAJE Y PELUQUERÍALiliana Rosetta