‘Forde Abbey’ se alza imponente a orillas del río Axe, cerca de donde se cruzan las fronteras de Devon, Somerset y Dorset, con sus históricas almenas y su sublime jardín amurallado. Está considerada una de las mansiones privadas más importantes de Reino Unido y catalogada en el grado I del patrimonio nacional. Su origen se remonta al siglo XII, cuando se fundó como monasterio cisterciense. Durante más de 400 años, los monjes que aquí vivieron dedicaron sus días al servicio religioso y al trabajo de sus tierras. Fue en el siglo XVI, con la orden de disolución de los monasterios dictada por Enrique VIII, cuando la abadía sufrió un drástico cambio de destino.
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La propiedad pasó a manos privadas y fue transformada en una residencia noble. Entre sus propietarios más notables se encuentra la familia Prideaux, que la adquirió en 1649 y la convirtió en una impresionante mansión renacentista y dejó una huella indeleble en la finca, ampliando y embelleciendo el terreno con exuberantes jardines y paisajes. Más tarde, Sir Thomas Dyke Acland, primer ‘baronet’ de Killerton, y su esposa, Lady Lydia Elizabeth Hoare, heredaron la propiedad, en 1846. Su pasión por la historia, el arte y la horticultura se vio reflejada en su restauración y mejora continua, y bajo su cuidado, ‘Forde Abbey’ se convirtió en un centro de actividad cultural y social, atrayendo a artistas, intelectuales y líderes de la sociedad victoriana de la época.
“Mi familia llegó a “Forde Abbey” en 1905, después de seis generaciones de diferentes familias habitando aquí. En 2009 fue cuando nos trasladamos Julian, nuestros tres hijos y yo”, nos dice Alice
Sin embargo, fue la llegada de la familia Roper, a principios del siglo XX, lo que realmente revitalizó el esplendor de la mansión y sus terrenos. Todavía hoy, después de cuatro generaciones, siguen siendo los propietarios. Alice Roper vive todo el año aquí con su marido, Julian Kennard, y sus tres hijos, Ben, Sam y Marcia, quienes trabajan y estudian fuera en este momento. El matrimonio ha sabido mantener y cuidar de manera ejemplar el compromiso de su legado.
Como peculiaridad, la casa alberga uno de los tesoros más preciados de Reino Unido: se trata de los tapices de Mortlake que cuelgan de las paredes del salón principal, rodeados de otros muchos objetos, obras de arte y muebles de gran valor. Los tapices están tejidos a partir de los dibujos pintados por Rafael, que ahora se exhiben en el Museo Victoria y Alberto, de Londres, y representan escenas de las vidas de San Pedro y San Pablo tal como se describen en el Evangelio de San Juan y los Hechos de los apóstoles. Los tapices originales fueron encargados por el Papa Julio II en su momento, para la Capilla Sixtina, de Roma, y se tejieron por primera vez en Bruselas, alrededor de 1520.
Este conjunto que hoy nos muestran se fabricó unos cien años después, en Londres, en la fábrica de Mortlake.Ante la inmensidad del espacio con el que cuenta la familia a lo largo de toda la casa, los Kennard han preferido acomodarse de manera más acogedora en una de las alas de esta mansión formidable. El interior de la abadía lo componen múltiples estancias: una capilla donde se celebra Misa todas las Navidades e invitan a los habitantes del pueblo; pasajes repletos de tapices con puertas camufladas tras ellos; 17 majestuosos dormitorios; un impresionante refectorio con una pareja de pianos clavecines en medio de una impresionante biblioteca de libros antiquísimos; altísimas galerías acristaladas, inundadas de luz y revestidas de mármol de Purbeck, con bases moldeadas y paneles de piedra de Bath, donde se muestran los impresionantes escudos de las familias relacionadas con la casa a lo largo de los años.
La casa alberga uno de los tesoros más preciados de Reino Unido: los tapices de Mortlake, tejidos a partir de los dibujos pintados por Rafael, que cuelgan de las paredes del salón principal
Sus exteriores los componen jardines repletos de flores durante la primavera y el verano, establos para caballos y un inmenso invernadero. Sir Francis Gwyn, de la familia Prideaux y antiguo propietario, creó los inicios del jardín moderno a principios del siglo XVIII, utilizando el agua del gran estanque para crear otros tres más inferiores, conectados entre sí por cascadas, al mismo tiempo que diseñó tres avenidas radiales en el jardín sur. En el invernadero se cultivan suficientes frutas, verduras y flores para abastecer la casa durante todo el año.
Además de su valor histórico y arquitectónico, ‘Forde Abbey’ es reconocida por su compromiso y ejemplo con la sostenibilidad y la conservación ambiental. A través de iniciativas como la gestión forestal sostenible y la agricultura orgánica, la finca se ha convertido en un modelo de prácticas ambientalmente responsables en el campo de la conservación del patrimonio.
—Alice, ¿cómo se fundó la comunidad de monjes cistercienses aquí?
—Richard Brioniis, piadoso laico, barón de Okehampton y vizconde de Devon, fundó un monasterio en Brightley, pero la tierra resultó difícil de cultivar. En 1141, los monjes regresaron a Surrey con Richard de Brioniis ya fallecido. En su camino de vuelta, se encontraron por casualidad con Adelicia Brioniis, hermana de Richard, y esta, para honrar la memoria de su hermano, les ofreció a los monjes establecerse en un sitio a orillas del río Axe, pudiendo llegar a formar en siete años la abadía de Forde.
—¿Cuándo paso la abadía a ser propiedad de tu familia?
—Mi familia llegó a ‘Forde Abbey’ en 1905, después de seis generaciones de diferentes familias habitando aquí. Mis padres vivieron en ‘Forde’ hasta 2009 y fue entonces cuando nos trasladamos mi marido, Julian; nuestros tres hijos, y yo. Habíamos estado viviendo ocasionalmente aquí y trabajando en la granja desde 1992.
—¿Qué mejoras se han realizado en la propiedad desde que pasó a ser de tu familia?
—En 1975, mis padres revolucionaron la casa, creando baños, trasladando la cocina e instalando calefacción central. El mantenimiento continuo ha sido una prioridad y seguimos en ello. Continuamos tratando de mantener la casa moderna mientras, al mismo tiempo, somos conscientes de su importancia histórica.
“Nos encanta tener equipos de filmación en nuestra casa, a pesar de las interrupciones en el día a día, aunque el espacio y la profesionalidad de los equipos lo hacen agradable”, dice Julian de los rodajes en la mansión, entre ellos, la película ‘Restauración’
—¿Por qué se les llama a los dueños de estas impresionantes mansiones ‘ángeles custodios’ de las mismas?
—Pienso que estas casas son mucho más que solo nosotros. Como individuos, estamos aquí por un período muy corto de tiempo, en comparación con la edad de la casa. Sentimos mucho que nuestro papel es cuidarla, manteniéndola relevante para el día moderno, y esperamos poder pasarla a la próxima generación en igual o mejor estado que cuando nos trasladamos aquí.
—¿Cómo se transmite ‘Forde Abbey’ de generación en generación? Tenéis tres hijos, Ben, Sam y Marcia, ¿algún plan para el futuro?
—Espero que alguno de ellos esté dispuesto a aceptar el desafío de cuidar la casa y su finca. Es bastante abrumador cuando eres joven como ellos, pero creo que están comenzando a entender el deber y el trabajo, involucrándose en cuidar una parte tan importante de la historia de Inglaterra. Siempre han mostrado un gran interés en todo lo que sucede aquí y les encanta participar ayudando en su mantenimiento.
—¿Cómo es un día normal para ti en ‘Forde Abbey’?
—La abadía tiene 1.700 acres de tierra (aproximadamente 700 hectáreas, en Dorset y Somerset, que cultivamos). Nuestra principal actividad agrícola es el ordeño de 2.500 cabras, eso significa el ocho por ciento de la leche de cabra de todo el país. Cultivamos alimento para ellas y vendemos su leche, así como permitimos que otros ganados pasten aquí si sus propios pastizales no son adecuados para el cultivo. Además, alrededor del diez por ciento de la tierra está dedicada a bosques que cosechamos periódicamente para leña y materiales de construcción. También se cultivan frutas. Un día normal es extremadamente variado. Como contamos con el personal que contamos, y esto es tan grande, estamos muy involucrados en todos los aspectos. Personalmente, paso muchas horas en el jardín, creo que realmente refleja tu personalidad; toda persona que lo contempla puede llegar a sentir la contribución personal de esta familia. Después de la jornada laboral, dedico tiempo a la familia y a los animales que tenemos; me encanta montar a caballo la mayoría de los días y estar con mis perros.
“Tomar el control fue intimidante, pero Alice y yo estamos preparados para los desafíos. Disfrutamos de nuestros roles y nos sentimos afortunados de contribuir a la historia de “Forde Abbey””
—¿Sientes el peso de la responsabilidad al asumir el compromiso de tu legado y siendo la cuarta generación dentro de tu familia?
—Creo que la mayor responsabilidad es la de no ser yo quien falle. Mi padre fue un hombre increíble y realmente salvó esta casa, dejándola en una situación mucho mejor que cuando la tomó. Me encantaría que mis hijos pudieran llegar a decir lo mismo cuando se la entreguemos a ellos.
—¿Soléis recibir invitados? ¿Cómo te gusta organizarlo?
—A menudo tenemos invitados que se quedan a pasar unos días. Esta maravillosa casa realmente se presta mucho al entretenimiento. Me encanta tener amigos y pasar días con ellos, poder compartir lo que ‘Forde Abbey’ puede ofrecer. Es muy especial poder llenar de invitados incluso todas las habitaciones, para lo que fueron originalmente diseñadas. Aunque es grande, generalmente es una casa fácil de organizar.
Habla Julian
—¿Cómo os conocisteis Alice y tú?
—Nos conocimos en la universidad, en 1989, mientras hacíamos la carrera de Administración de Fincas Rurales en el Royal Agricultural College, en Cirencester. Casualmente, compartíamos casa de estudiantes.
—Aunque eres inglés, viviste la mitad de tu vida en Argentina, ¿por qué tu familia decidió mudarse allí desde Reino Unido? ¿Aún mantienes tu finca familiar allí?
—Mi padre nació en Argentina. En ese momento, vivíamos en Inglaterra, pero él siempre quiso regresar a su país de origen. Nos fuimos toda la familia a Argentina en 1975 y aún tenemos la estancia en la provincia de Buenos Aires, donde me crie toda mi juventud, hoy gestionada por mi hermano.
—¿Cómo recuerdas tu juventud en Argentina?
—La mudanza a la estancia argentina fue una experiencia fabulosa. Crecer allí fue idílico: espacios abiertos, gran libertad y todos los días montando a caballo. Tanto ‘Forde Abbey’ como nuestra estancia en Argentina comparten objetivos de producción alimentaria sostenible y conservación del medio ambiente.
—Manteniendo la casa e implementando constantes reformas, ¿de qué proyecto te sientes más orgulloso?
—Un proyecto reciente fue reparar el reloj del siglo XVII en el ala este de la casa, que involucró la restauración de la esfera del reloj y la veleta. Reparar elementos históricos de la mejor manera posible es crucial para las generaciones futuras.
—¿Sentiste algún temor al tomar las riendas de esta casa?
—Tomar el control fue intimidante, pero Alice y yo estamos preparados para los desafíos. Disfrutamos de nuestros roles y nos sentimos afortunados de contribuir a la historia de ‘Forde Abbey’.
—’Forde Abbey’ ha sido escenario de varias películas, incluida Restauración. ¿Cómo fue tu experiencia?
—Nos encanta tener equipos de filmación en nuestra casa, a pesar de las interrupciones en el día a día, aunque el espacio y la profesionalidad de los equipos lo hacen agradable.
—Se suponía que ‘Forde Abbey’ sería visitada por la Reina Ana Estuardo. ¿Qué pasó al final?
—La Reina Ana iba a visitar a sus dueños en 1714, pero, lamentablemente, murió días antes del viaje. Sir Francis Gwyn, el propietario, adquirió algunos muebles anticipándose a su visita, piezas como un conjunto de sillas maravillosas cubiertas con tapicería holandesa muy importantes, y encargó una cama con dosel digna de la estancia de su majestad. Tanto la cama como las sillas permanecen en ‘Forde Abbey’, hasta el día de hoy, en su estado original. Muchos de nuestros invitados suelen dormir en este dormitorio.
“Espero que alguno de nuestros hijos esté dispuesto a aceptar el desafío de cuidar la casa y su finca. Es bastante abrumador, pero están comenzando a entender el deber y el trabajo, involucrándose en cuidar una parte tan importante de la historia de Inglaterra”