Una de las tendencias más extendidas en decoración e interiorismo es la de abrir la cocina al salón y al comedor. Y es que el open concept ha ido ganando adeptos por sus muchas ventajas: amplía el espacio, ayuda a ganar metros y regala luminosidad. Pero las cocinas abiertas no están hechas para todos los hogares. Y es que todavía hay quienes prefieren mantener estas estancias separadas: por comodidad, para evitar los olores y la grasa al cocinar... Por eso te damos varias ideas para separar estas estancias sin sacrificar las ventajas del open concept. ¡Vamos allá!
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Una gran pared de cristal
Una manera de separar la cocina del comedor y del salón sin sacrificar a la luminosidad es mediante unas paredes de cristal. En esta propuesta, la interiorista Eva Mesa de Tinda's Project se decantó por tirar la pared y cambiarla por un gran panel de cristal con una gran puerta corredera. Y lo mejor es que esta idea aprovecha las ventajas de ambas opciones. Por un lado, garantiza la luminosidad dejando que la luz viaje entre las estancias y, por el otro, mantiene separados la cocina del salón y el comedor.
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Con perfilería blanca
Con el mismo concepto que la propuesta anterior, esta cocina está separada del comedor y del salón gracias a una puerta corredera con perfilería blanca. Su diseño en blanco sirve como hilo conductor entre los espacios, donde los muebles de la cocina, la perfilería y la mesa redonda de estilo moderno presumen del mismo color, aportando cierta unidad.
Y, aunque los espacios están separados por esas puertas correderas, gracias al suelo continuo de madera se crea un efecto unitario y elegante que sube el nivel y remarca la comunión entre los espacios.
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Con doble función
Nos encanta esta propuesta de la interiorista Pia Capdevila. Aquí, de nuevo, es una puerta corredera la que se encarga de separar las estancias protagonistas de la casa: la cocina y el salón. Pero con una puntualización.
Y es que esta puerta corredera siempre separa algún espacio –o se abre a él–. Y es esta doble función la que más nos gusta. Si separa la zona del recibidor, el comedor queda más unido al salón, mientras que si se cierra hacia la cocina, es el recibidor el que queda unido a la zona de día.
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Minimizando el impacto
Una de las ventajas de las cocinas abiertas es que regalan metros y ayudan a que el espacio se perciba mucho más amplio. Además, también permiten que la luz viaje entre las estancias, contribuyendo a este mismo objetivo.
Pero no todos los hogares están dispuestos a perder esa independencia de usos, especialmente si se cocina con frecuencia. Para no sacrificar esta ventaja de la que hablamos, pero mantener los espacios separados, las puertas correderas con una perfilería mínima reducirá el impacto de su presencia. Estas en negro, elegidas por el equipo de Juka Interiorismo son elegantes, ligeras y cumplen su función.
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Un falso tabique abierto
No siempre esta separación tiene que ser total. A veces, una separación parcial será suficiente para que los espacios tengan su propia identidad e independencia. Aquí, la interiorista Pia Capdevila se ha decantado por reemplazar un muro convencional por un cerramiento que incorpora cristal y aberturas sin puertas a los laterales. En la parte inferior, por un lado, un mueble de cocina, y por el otro, el banco del comedor.
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La solución más tradicional
Una puerta opaca es la solución más clásica y tradicional para mantener separadas la cocina del salón. Pero para evitar que se coman el espacio, lo ideal es planificar unas correderas.
Y si son dobles, muchísimo mejor. Y es que así, al tenerlas abiertas, los espacios pueden estar comunicados y hacer vida en común entre las estancias. Eso sí, separadas. Fue la solución del equipo de RQH Studio para separar la cocina del salón, pero, en cierta medida, mantenerlos unidos.
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Ahora abierto, ahora cerrado
Si no eres capaz de decantarte por una cocina abierta o por una cerrada, atenta a esta propuesta de Goko Studio. Para conseguir este objetivo, colocaron una puerta abatible. Este tipo de puertas con aspecto de acordeón se almacenan en los laterales cuando están abiertas. Así, se mantiene el concepto abierto.
Pero, ¿qué pasa cuando queremos cocinar o que las estancias estén separadas? Pues que las puertas se cierran, sin sacrificar la amplitud ni la luminosidad.
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Una apuesta por las paredes de cristal
Paredes y puertas de cristal son el tándem perfecto para unir los espacios y mantenerlos separados, dejando que la luz llegue sin impedimentos a cada rincón.
Es la propuesta de FH Arquitectura para esta casa de estilo industrial donde el negro y la luz natural crean el tándem perfecto. Aquí, se ha separado físicamente la cocina del resto de la zona de día con unas amplísimas paredes y puertas de cristal con perfilería en negro, las mismas que separan con el exterior y que permiten que la luz y la amplitud no sea un problema (ni siquiera con el excesivo uso del color negro).
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Separados, pero no al cien por cien
Si tienes un piso pequeño y lo que buscas es una separación más visual que física, esta propuesta de Jours&Nuits es una opción ideal que no sacrifica los metros ni la luminosidad. Así, un tabique a media altura, con listones de madera que llegan hasta el techo y dejan pasar la luz, te ayudarán a separar la cocina del resto de la zona de día, donde se ubican el salón y el comedor, pero remarcando físicamente su independencia.
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