En 1854 un emprendedor Louis Vuitton inauguró su propio taller de fabricación de baúles y equipaje en París. Apenas cinco años después de fundar su maison, abrió su taller en la localidad de Asnières (actualmente denominada Asnières-sur-Seine), cercana a la capital francesa y donde también decidió tener su residencia habitual.
Algunas de las piezas más emblemáticas siguen fabricándose a mano aquí, donde trabajan más de 300 artesanos. Junto al corazón de la producción el diseñador y empresario sitúo su casa (la vemos a mano izquierda).
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Una joya arquitectónica
Los hijos del fundador de una de las casas de lujo más prestigiosas en la actualidad (Georges, Blanche Amélie y Émilie Elizabeth Vuitton) jugaban en el jardín de esta casa de campo situada a tan solo 10 km del centro de París, remaban en el cercano río Sena y aprendieron el oficio familiar en los talleres antes de entrar en el negocio.
En contraste con los talleres construidos en el futurista estilo Gustave Eiffel de la época, la vivienda es de estética tradicional, salvo tras el añadido art nouveau (como muestran su bella vidriera y fachada coloreadas), de la ampliación hecha por su hijo George tras la muerte de su padre. Otra contribución importante del primogénito fue crear el monograma con el que ahora se reconoce a la marca, con las iniciales ‘LV’ entrelazadas, la flor y el diamante.
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Con ritmo pausado
Como contrapunto a la actividad de los talleres cercanos, la casa familiar mantiene la sensación apacible de un lugar que ha sido testigo de la vida de grandes mentes. Aquí el ritmo es calmado, comenzando por unos exteriores que se viven plenamente con salones o comedores al aire libre y algunos rincones de sombra o arcos creados por plantas enredaderas, mostrando cómo de importante era la comunión con la naturaleza para la familia Vuitton.
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Un luminoso salón
Tras la bella cristalera coloreada y ensamblada mediante varillas de plomo, con representaciones de lirios, amapolas y clemátides, se encuentra un salón 'informal' con un sofá creado a modo de una colchoneta de base y cojines en el respaldo. Este rincón permitía a la familia numerosa copiosas reuniones y fiestas.
Y decorando la mesa de centro con sobre de cristal, se haya un bonsái feliz, al recibir tanta luz natural.
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Una zona social majestuosa (¡y multifuncional!)
El salón de esta casa noble cuenta con un sinfín de áreas, desde las de asientos para mantener una charla agradable o leer, hasta otra con una mesa de despacho donde revisar la correspondencia e, incluso, una mesa de billar para pasar divertidos ratos de ocio.
La decoración de las paredes y techos es deliciosa, con unas fantásticas ornamentaciones florales. La casa con solera mantiene otros elementos arquitectónicos que muestran su historia, como las ricas carpinterías y los arrimaderos de pared.
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Detalles de estilo
Louis fue un innovador y a él le debemos que los baúles con los que se trasladaban las ropas en los viajes sean de tapa plana, más fáciles de apilar. Se acompañaban con un forro para que no se hinchase la madera por la humedad, dado que el motivo de las tradicionales tapas curvas es que la lluvia resbalara. También el cierre especial que creó ha quedado para la posteridad.
En este rincón, uno de sus icónicos baúles se emplea como cajonera, añadiendo un vidrio en la parte superior para proteger la tapa.
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Al calor del hogar
En el extremo más interior de la sala de estar se encuentra la chimenea, con una embocadura escultural de cerámica que sirve hasta para exponer dos artísticos botes de porcelana.
Una joya es también la pareja de apliques de pared en forma de flor, así como el arrimadero de pared que envuelve el espejo.
Soberbio comedor
Junto al salón se sitúa un comedor con molduras en el techo, chimenea para calefactar el ambiente en los días fríos y el mismo suelo de madera en espiga que hemos visto en salón, vestido con una gran alfombra.
La decoración no es excesiva ni recargada, pero sí cuenta con detalles llenos de estilo como el camino de mesa o los platos que decoran la pared.
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Unas fechas clave
Louis Vuitton nació un 4 de agosto de 1821 en Anchay, un pequeño pueblo al este de Francia y su ‘marca’ homónima la fundó en 1854, así que este año celebra su 170 aniversario.
Respecto a la casa, el último familiar que residió aquí falleció en 1964, así que el contenido se desperdigó entre los distintos herederos. No obstante, en la década de los 80' la empresa restauró la casa para devolverle todo su esplendor y fue amueblando y decorando sus interiores con piezas que han sido adquiridas en anticuarios, mercadillos de objetos de segunda mano y casas de subastas. Piezas originales sí son baúles y maletas de la firma francesa.
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