Cuántas veces hemos oído eso de: “Tus padres solo quieren lo mejor para ti… deberías hacerles caso”. Naturalmente que nos desean lo mejor, pero… ¿debemos aceptar su consejo ciegamente? Verdaderamente, ¿pueden saber ellos qué es lo mejor para nosotros? Los padres de Victoria-Maria Geyer querían que estudiara Económicas o Derecho. Seguramente —teniendo en cuenta sus capacidades artísticas—, no habría sido feliz si les hubiera obedecido. Y, por otro lado, el mundo habría perdido a una persona tan creativa como ella.
Victoria-Maria está casada con Louis Martin, heredero de la icónica familia belga-francesa de los Arthur Martin . Con él y sus tres hijos vive en Bruselas, en un palacete de seis pisos. Esta casa, rehabilitada y decorada por ella, es la confirmación de que —a veces— los padres se equivocan.
‘Como buena alemana’
“Llevo toda mi vida en Bélgica, pero soy alemana al cien por cien. Mis padres también son alemanes, aunque viven aquí desde hace… no sé, quizás unos 40 años. A la hora de dar a luz, mi madre, como ‘buena alemana’, decidió fiarse solo de su doctor de toda la vida y se trasladó a Hamburgo para el parto”.
Periodista por compromiso
Son estos pequeños detalles, como la nacionalidad, el carácter o las decisiones que uno toma, los que influyen en el futuro de las personas. Oscar Geyer, el padre de Victoria-Maria, pensaba que ella debía escoger una profesión ‘con futuro’. De ahí lo de Economía o Derecho. “Hoy, que yo también tengo hijos, entiendo mejor a mis padres y su preocupación por que escogiera un futuro ‘seguro’. Al final llegamos a un compromiso —recuerda— y estudié Periodismo, que tampoco me gustaba demasiado, pero no quería enfrentarme a ellos abiertamente”.
“Mis padres son alemanes, aunque viven en Bélgica desde hace unos 40 años. Yo también llevo toda la vida aquí, aunque nací en Hamburgo”
Y, sin embargo, estaba claro que lo suyo era la decoración, la arquitectura de interiores, el saber manejar los volúmenes de los objetos. Ya desde muy pequeña, transformaba totalmente su habitación cada dos meses. “Tenía cinco o seis años y recuerdo perfectamente cómo empujaba el escritorio para cambiarlo de sitio. O incluso la cama o el armario. No tengo ni idea de cómo lo hacía… debían pesar muchísimo para alguien tan pequeño, pero el caso es que lo hacía. Y también recuerdo que mi madre observaba el resultado y me dejaba hacer porque le gustaba lo que veía”.
Sin clientes, pero con una gran confianza
Ya con el título de periodista en sus manos, decidió, por fin, orientarse hacia aquello que siempre le había gustado: la arquitectura de interiores. “Conseguí trabajo rápidamente en una empresa en el Sablon (una zona elegante del centro de Bruselas) y, prácticamente al año, en 2007, lancé mi propia empresa. No tenía clientes, pero sí una gran confianza en mí misma, que, además, era la única empleada”, relata la diseñadora.
“Por suerte, tuve a mis tres hijos antes de los 30 años. Con mi actual volumen de trabajo, me habría sido muy difícil organizarlo todo”
Hoy es mundialmente conocida por mezclar creativamente piezas antiguas y contemporáneas en sus diseños, logrando mantenerse al día con las tendencias actuales y, al mismo tiempo, conservar su singularidad.
Tres hijos antes de cumplir los 30
Los clientes y los proyectos, poco a poco, pero con continuidad, empezaron a llegar. Sus progenitores dudaban de su futuro y pensaban que nunca lo conseguiría. Pero ella no los escuchó. Siguió adelante apoyándose en su instinto mientras, paralelamente, fue teniendo a sus tres hijos, “¡antes de cumplir los 30! Y estoy feliz de haberlo hecho de esta manera —afirma—, porque tuve a Gustave (quince años), Alphonse (trece) y Eugenia-Maria (diez) cuando estaba empezando con mi empresa, cuando aún no tenía tantos clientes ni el volumen de proyectos de ahora”.
Victoria-Maria recuerda cómo fue avanzando: “Con todo al mismo tiempo paralelamente, digamos, al crecimiento de los niños y a su mayor independencia como personas. Desde luego, si hubiera tardado mucho más, la situación me habría sobrepasado, no habría podido y me habría visto obligada a dejar de trabajar”.
Gran proyecto en París
Es el gran problema de las mujeres que tienen una carrera a la que no quieren renunciar y, a la vez, desean ser madres. Compaginarlo todo, ciertamente, genera estrés. “Sí, es complicado —admite—. En estos dos últimos años, además, estoy involucrada en un gran proyecto en Francia del que aún no puedo hablar demasiado”.
“Estuve un año rehaciendo la casa y devolviéndole su elegancia de antaño, pero la decoré en ‘cinco minutos’. Llevaba tanto tiempo pensando en ello, que no tuve ninguna duda”
Eso supone para Victoria-Maria viajar al menos un día a la semana a París. “Pero lo manejo. Salgo a las siete y media de la mañana de casa, cojo el tren (mi medio favorito de transporte) y, durante la hora y veinte minutos que dura el trayecto, voy trabajando. Una vez en la ciudad, continúo con todo lo que tenga que hacer, sin descanso, y a eso de las seis y media de la tarde ya estoy de vuelta en Bruselas para la cena de los niños”.
Doble faceta
Victoria-Maria considera que una buena organización es la clave de su éxito en su doble faceta de empresaria creativa y madre: “Como soy muy visual, no llevo el calendario en el móvil, sino que lo paso todo a papel. A cada uno de mis hijos le corresponde un color y los coordino con el mío propio para así organizar las actividades de cada uno y no perderme entre tantas tareas. Y ,por supuesto, Louis también me ayuda”.
“Mis padres querían para mí una profesión ‘seria’, como derecho o económicas. Estudié Periodismo y, luego, de forma autodidacta, empecé a trabajar y al año, en 2007, tenía mi propia empresa”
‘Business partner’
Louis y Victoria-Maria se conocieron en el 2002. Se cruzaban aquí y allá porque Bruselas no es tan grande. Poco a poco, pasaron de conocidos a amigos y, más tarde, se enamoraron y se casaron. Ahora, además, se han convertido en socios: “Como su trabajo estaba relacionado con transportes y finanzas, Louis siempre ha sido de gran ayuda para mí, sobre todo, en temas económicos. Hace un año, se convirtió en mi socio. Ya es oficial: es mi business partner . Llevábamos mucho tiempo hablando de ello y, como mi empresa estaba creciendo y creciendo cada vez más, tenía sentido que él, con su gran experiencia en la parte económica, formara parte de ella. Estoy muy contenta de esta decisión que hemos tomado”.
De los cimientos a la vajilla
Apasionada de la historia del arte y con una sólida red de proveedores en todo el mundo, la empresa de Victoria-Maria, que lleva su nombre, puede realizar cualquier proyecto de principio a fin. Es decir, desde los cimientos de la casa a los platos que van a estar sobre la mesa del comedor. Si el cliente lo desea, todo lo puede diseñar. Atiende a grandes familias europeas que confían en ella por su discreción y buen gusto.
“Como soy muy visual, siempre llevo, en papel y en distintos colores, el calendario de las actividades de mis hijos para coordinarme con ellos”
“Puedo hacer proyectos muy grandes, pero también más pequeños, y lo que ahora me gusta, casi diría que hasta el punto de estar obsesionada, es la decoración de las mesas. Disfruto de estar tres semanas organizando la decoración de Semana Santa o un mes la de Navidad, así que, como consecuencia, he diseñado vajillas, cristalerías, mantelerías, es decir el art de la table , para Meillart. También hago colaboraciones de alfombras, tejidos y papel pintado con Maison Pierre Frey, o incluso tiradores de puertas con La Maison Vervloet. Todo ello está, además, repartido a lo largo de esta casa, que es como un laboratorio de ensayo”.
De oficina a vivienda
Fue en 2016 cuando Victoria-Maria y Louis encontraron este palacete del siglo XIX, en el que viven desde hace siete años. Estaba en un estado deplorable, dividido de forma arbitraria, ya que había sido sede de varias oficinas durante años. Pero se encuentra en Ixelles, una de las zonas más elegantes de la ciudad, y en cuanto lo vio se dio cuenta de sus posibilidades.
“Soy una persona espiritual y trato siempre de escuchar a ‘mi guía’, esa voz interior que te aconseja. Si le haces caso, acabas logrando tus sueños. Yo soy el ejemplo de ello”
“La casa tiene unos 800 metros, sin contar el jardín y el garaje; siete habitaciones, seis cuartos de baño y un ascensor interior. Estuve un año rehaciéndola y devolviéndole su elegancia de antaño, pero la decoré en cinco minutos. Llevaba tanto tiempo pensando en ello, que no tuve ninguna duda y, ¡zas, zas!, coloqué esto aquí y esto allá casi sin pensar”.
Creer en uno mismo
Visto así y desde fuera, podría parecer que la profesión de Victoria-Maria es fácil y que ‘no’ trabaja. Pero lo cierto es que sí lo hace, mucho y muy intensamente, y, sin duda, esa dedicación es lo que la ha convertido en una arquitecta de interiores tan cotizada.
“Creo que, para empezar, uno tiene que creer en sí mismo. Luego, haga lo que haga, sea lo que sea a lo que se dedique, lo ha de ejecutar lo mejor posible, lo mejor que sepa y pueda en ese momento. Entonces, solo entonces, puede conseguir, si no el cien por cien de lo que quiere, digamos al menos el 90 por ciento”, reflexiona, lanzando una máxima muy útil para todos los emprendedores.
“Casi estoy obsesionada con ‘el arte de la mesa’. Puedo pasarme tres semanas organizando la decoración de Semana Santa y un mes la de Navidad, así que ahora diseño vajillas, cristalerías, mantelerías...”
Es más, en su opinión, “uno debe seguir su instinto e incluso iré más lejos, creo que, como en mi caso, ya que soy una persona espiritual, escuchar a tu ‘guía’. Esa voz que llevas dentro que te avisa. A veces nos empeñamos en ir de A a B por el camino más corto y directo. Los obstáculos nos lo ponen difícil. Nuestra voz nos dice que no y nos presenta otra oportunidad que parece un desvío. Uno se resiste, piensa que está perdiendo el tiempo, pero de pronto escucha a su voz, le hace caso y lo que parecía que no se iba a cumplir… se cumple. Yo soy el claro ejemplo de cómo, siguiendo la voz de mi guía, estoy logrando todos mis sueños”.