A Elisabetta Franchi le apasionan sus casas, que siempre evocan sus sueños y que ella amuebla con su visión personal del estilo. Son hogares cálidos y acogedores en los que en cada habitación se respira la sensualidad de su moda. La extravagancia reside en la imaginación de la diseñadora, que da a todas ellas, y a cada mueble, un significado, un tema. La casa de Cortina es un punto de encuentro entre el mood de montaña más vanguardista y el amor por el estilo de vida familiar tradicional. Siempre alegre y siempre inesperado. De hecho, Elisabetta personaliza su ropa y la de su familia en la montaña, vistiendo el típico dirndl tirolés con calcetines y zuecos de cuero, los pijamas familiares totalmente escoceses, capas, camisas, faldas de estilo Ampezzo siempre mezcladas con sus jerséis minimal, corsés y botas y calcetines con edelweiss. Recibe a sus invitados en los salones con las paredes de roca iluminadas con lenguas de fuego y, al atardecer, abre las puertas del salón al aire libre, con vistas a las montañas bajo las estrellas y con las grandes hogueras encendidas.
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Una nueva forma de vivir los espacios, en la zona superior, abiertos con paredes-ventana y terrazas con vistas panorámicas; en las zonas subterráneas, con techos altísimos, madera y mármoles, que evocan la naturaleza de alrededor. Como apasionada de la arquitectura y la decoración que es, Elisabetta se siente muy orgullosa de su casa, una de las más bellas de Cortina, que, por primera vez, presenta en ¡HOLA! en todo su esplendor.
—¿Qué significa Cortina para ti?
—Cortina es la perla de los Dolomitas. Forma parte del patrimonio de la Unesco porque se encuentra en una posición envidiable. Es uno de los pocos lugares donde aún se ve el pasado, no ha sido devastado por lo nuevo, no ha sido destruido por lo moderno. Y aunque las casas han sido renovadas, todos han intentado mantener el estilo de Ampezzo sin distorsionarlo. Llegas aquí e inmediatamente te das cuenta de que hay dos épocas: la de los años 20-30-40 y la de los 80. Cortina se construyó en dos momentos históricos diferentes, y estos momentos coexisten muy bien. Los que compran y los que viven aquí respetan las dos épocas, y eso es bueno porque, si no, acabarías con otras cosas que no serían Cortina. Incluso pasa con los refugios, ya que te encuentras con algunos de 1960 o de 1920 y no han cambiado nada. Está la tecnología de los telesillas, que los están renovando, pero llegas al Principe di Savoia, y es de 1920; al Scoiattoli, y es de 1960.
—¿Es esta la casa de tus sueños?
—Compré esta casa en 2010, después de una larga búsqueda. Yo venía a Cortina de vacaciones alquilando casas, pero pronto sentí que tenía que tener una aquí. Después de dos años, me enseñaron esta, que es una casa de 1940, la clásica de Ampezzo, y en cuanto la vi dije: “Es mía”. Me enamoré de ella y la compré inmediatamente. Obviamente, tengo mi propio gusto, así que el proyecto fue un gran trabajo e ingenioso. Creo que siempre hay que respetar el lugar que te acoge, por eso decidí darle un toque moderno y, al mismo tiempo, amplificar el mood de estos hermosos Dolomitas.
“Compré la casa en 2010 después de una larga búsqueda. Es una casa de 1940, la clásica de Ampezzo y, en cuanto la vi, dije: ‘Es mía’. Me enamoré de ella y la adquirí inmediatamente”
—¿Cómo fue la reforma?
—Empezamos con la renovación de las dos primeras plantas. Al principio, me orientaba mucho hacia el cuero, el diseño y los colores oscuros. Luego, mi gusto evolucionó. Al construir la parte inferior, quise optar por la madera. Es una madera vieja que se ha cocido a cierta temperatura para obtener este color claro tan particular. La madera es muy importante porque constituye el 80 por ciento de la casa. Luego quise darle un toque de mármol, un mármol como soplado. Si lo miras de cerca, parece nieve cuando se congela sobre la madera. El mármol de la parte nueva de la casa es casi una alfombra. Cogí estas losas imaginando un gran oso y lo puse en el suelo.
“Cuando entras te das cuenta de que es el hogar de una persona que habla, diseña y se ocupa de moda. Hay muchas fotos de familia porque creo que cada una es parte de tu vida”
—Es una casa que enamora de inmediato.
—El estilo no es obvio, porque cuando empecé a pensar en la tapicería, las alfombras, los sofás… traté de encontrar una nueva clave para no estar demasiado ligada a los colores de Cortina, como el rojo burdeos, porque, quizá, corría el riesgo de que resultara demasiado cargado. Así que pensé, siempre con respeto por este hermoso lugar, en una Cortina más nueva, más moderna. Jugué mucho, sobre todo en la parte inferior, con el crudo, la cuerda, los colores claros de la madera, un poco como estar en un henil.
—¿Cuántos salones hay en la casa?
—En esta casa hay tres salones en diferentes plantas. En la primera, el sofá es un Baxter en cuero marrón. Así que arriba empecé con oscuro y después fui bajando siempre más al claro. En el segundo, adyacente al comedor, hice los silloncitos. Y en la tercera, una sala de estar, que no fue fácil de decorar porque la habitación es larga y estrecha. Lo intenté muchas veces y en ninguna los sofás encajaban, así que decidí diseñarlos yo misma. Tenía en mente grandes piedras que hablaran entre sí, y de esta manera le di este movimiento.
—Impresionante la altísima pared de roca.
—Creo que es fundamental, sobre todo cuando vas a trabajar bajo tierra, crear entornos con gran perspectiva y grandes alturas para que no te sientas ‘debajo’. Se trata de una roca de siete metros con la que hicimos este desfiladero, con una chimenea que parece una lengua de fuego, y ciertamente, si solo hubiera habido madera, la imagen de esta casa habría sido más pesada. En cambio, gracias también a los espejos, es mucho más armoniosa y ligera.
—Los osos son los protagonistas de la casa, ¿por qué?
—Soy una amante de los osos y, sin duda, quería meter una pareja. Incluso el gran tronco no fue fácil de instalar: antes de poner los cristales tuvimos que pensar en cómo introducir el tronco. Cuando trabajas en estos espacios subterráneos, tienes que prestar atención a cada detalle.
“El desayuno se toma con vistas a las montañas. Delante tenemos el Tofane, a los lados el Cristallo y el Faloria, a la izquierda las Cinque Torri. Así que estoy rodeada de la Perla de los Dolomitas, y es como vivir en un cuadro”
—Tienes un desayuno con vistas.
—El desayuno se toma con vista a las montañas. Delante tenemos el Tofane; a los lados, el Cristallo y el Faloria, y a la izquierda, las Cinque Torri. Así que estoy rodeada de la ‘perla de los Dolomitas’, y es como vivir en un cuadro.
—¿Qué significado tienen los objetos de esta casa?
—Me gustan los recordatorios de montaña, como los osos gigantes. Al entrar en la casa, cerca de la puerta, está ‘Bruno’, un oso negro que te da la bienvenida. Luego, yendo hacia el segundo salón, hay dos osos: el oso ‘Gianni’ y la osa ‘Giuseppina’, que se quieren, son mis Romeo y Julieta. La casa no está demasiado llena de objetos. Hay candelabros con astas de ciervo, en los que el ciervo se pierde de forma natural y luego se recogen y se convierten en candelabros. Muchos libros de moda. La moda debe estar en todas partes. Cuando entras en la casa, te das cuenta de que es el hogar de una persona que habla, diseña y se ocupa de la moda. Muchas fotos de familia, porque creo que cada foto es parte de tu vida. Y me gusta dejar esas fotos aquí para recordar esos momentos. Nunca cambio los marcos, es una bonita evolución de la vida. Hay pocos objetos que llamen la atención, en parte porque esta casa no permite demasiados. Forré de piel sintética el pasillo que lleva a las habitaciones de los niños y de los invitados. Es como estar dentro de la barriga de un oso. Trabajé mucho con los espejos.
—¿Qué tipo de cuadros elegiste? ¿Endless?
—Sí, tengo muchos. La Galería Contini me vendió este Endless, un artista que además es amigo mío. También inauguramos una Bienal de Venecia con él, donde presentó una obra extraordinaria. Tengo un cuadro aquí y otros dos en Bolonia.
—Los dormitorios parecen, desde luego, sacados de un cuento.
—Cuando pensé en el dormitorio de mi hijo, Leo, entré en el mundo de Ralph Lauren. Aunque sea la habitación de alguien que hoy es un niño, también me lo imagino dentro de diez años, así que es una habitación atemporal. Para el respaldo utilicé una piel verde botella, también de Ralph Lauren. Puse una cama de cuero. Hice el vestidor utilizando una tela navajo y dándole así un aire muy peruano. E hice este largo escritorio como si estuviera haciendo un dibujo mirando una montaña delante. La habitación de Ginebra la diseñé para una niña, pero también para una mujer. También es atemporal. Trabajé con tapicería de cachemira de Loro Piana. Pensando en los cristales, creé lámparas de araña como si fueran racimos de uvas pegados a la pared. También para ella pensé en una cama bonita, cómoda y envolvente. Mi habitación está en el segundo piso. El cabecero de mi cama es un cristal en el que, cuando me giro, puedo ver el campanario. Aunque llevo aquí doce años, cuando llego siempre disfruto de esa vista, sobre todo al atardecer, cuando está iluminado. Es una emoción increíble.
“Mi estilo deportivo es muy tradicional y técnico. Si no, me gusta crear algunos ‘looks’ locos… combinar la clásica falda de Ampezzo y, quizá, ponerme encima algo completamente opuesto para crear contraste”
—¿Te gusta el arte de recibir, que haya invitados en tu casa?
—Siempre hago mis casas pensando en los invitados y en mis cenas un tanto extravagantes. Para la última que hice, en enero, íbamos todos vestidos de Ampezzo, parecíamos recién llegados de una fiesta de pueblo. Me gustan las cenas placée, pero también de pie, donde cada uno se sienta donde quiere. Es una energía muy bonita, y cuando hago las casas pienso en dónde pondré a mis invitados.
—Has convertido tu jardín en una sala de estar al aire libre.
—Es un jardín atípico para estar en la montaña, porque en verano te encuentras esta plataforma redonda de madera y un jardín perfectamente Ampezzo, como si estuviera dentro de una casa. Así que los que pasan siempre lo miran con gran admiración, porque es una sala de estar llevada al exterior. En invierno, cuando nieva, es maravilloso. A veces, para entrar en el jardín tienes que atravesar un túnel de nieve y te encuentras en esta plataforma helada donde tienes toda la pared a tu alrededor y la nieve, y es mágico. Y es otro lugar donde me encanta recibir a los amigos y tomar un aperitivo mientras contemplo los Dolomitas de Cortina.
“La pared aquí abajo es una roca de siete metros, con la que hicimos este desfiladero con una chimenea que parece una lengua de fuego; si solo hubiera habido madera, la imagen de la casa habría sido más pesada”
—¿Cómo es el aperitivo en tu cocina?
—Pensé en la cocina como un gran espacio con una larga barra donde tomar el aperitivo entre amigos. Pensé en ella como un lugar para vivir y no solo para cocinar, sino para abrir una botella de vino en compañía.
—¿Cual es tu lifestyle en Cortina?
—Es muy difícil encontrarme en el centro del pueblo porque, cuando vengo aquí, me gusta ir a la montaña. De hecho, hago esquí de fondo y con pieles, a los que me he aficionado mucho en los últimos años. Esquiando siempre estás a merced de los telesillas y de las esperas, así que, a veces, cuando hay mucha gente, pasas más tiempo haciendo cola que bajando por la pista. Mientras que con las pieles sabes que partes de un punto y que puedes tardar tres horas en llegar a un refugio. Requiere mucha dedicación y cuando llegas a la cima dices: “Vaya, lo he conseguido”. Volvemos siempre con linternas. Llegamos tarde al refugio y esperamos a que caiga la luz, encendemos las linternas, nos quitamos las pieles y bajamos por la ladera. Mi estilo deportivo es muy tradicional y técnico. Para mi estilo no deportivo me gusta crear algunos looks locos.
“Soy una amante de los osos y sin duda quería que estuvieran representados. El gran tronco no fue fácil de instalar. Cuando trabajas en espacios subterráneos, tienes que prestar atención a cada detalle”
—De hecho, llevas la moda tirolesa de forma poco convencional.
—Me gusta combinar la clásica falda Ampezzo y, quizá, ponerme encima algo completamente opuesto para crear contraste. A veces, uso el vestido clásico pero lo combino con un calcetín para desdramatizarlo.
—¿Nos puedes hablar de tu sentido de la familia?
—Los miembros de mi familia son mis primeros amigos. Cuando estoy con mis hijos estoy bien. Cortina es un lugar de vacaciones en familia, es tradición, es Navidad. Mis hijos han pasado todos los años en Cortina desde que nacieron y me gusta pensar que el día de mañana vendrán aquí y les recordarán a sus hijos que vinieron cuando ellos acababan de nacer. Se guarda un patrimonio increíble. Mi hija tiene 16 años y tiene amigas cuyos padres tuvieron una casa aquí, e incluso, antes, sus abuelos. En Cortina se construyen las raíces de la amistad y es un punto de encuentro único. Los chicos se reúnen en Corso Italia, y también es un lugar seguro. Se ven muchas familias que tienen su casa aquí desde hace dos o tres generaciones, y los que vienen después se enamoran enseguida.
—¿Y de tu amor por los animales?
—De mis nueve perros, muchos viven en Bolonia. Todos son adoptados, sacados de perreras o de la calle.
“Cortina es uno de los pocos lugares donde aún se aprecia el pasado, no ha sido devastado por lo nuevo. Y aunque las casas han sido renovadas, todos han intentado mantener el estilo de aquí sin distorsionarlo”
—¿Cómo va tu fundación canina?
—Es una fundación sin ánimo de lucro creada en 2014. A veces siento que soy una gota en el océano, pero muchas gotas hacen un cuenco y, poco a poco, lo conseguimos. Estoy contenta porque están saliendo leyes importantes a favor de los animales, y en este lugar no hay hogar sin perro, y Corso Italia es un ejemplo: está poblado de perros. Incluso en Bolonia, mi ciudad natal, veo que cada vez hay más gente que adopta animales. Ayudamos mucho a los voluntarios y apoyamos mucho a las asociaciones que no lo consiguen y nos piden ayuda. Ayudamos mucho en la adopción y cada mes enviamos quintales de comida. También hacemos mascotaterapia para niños con perros. Es un proyecto que empezó en Navidad. Todos los sábados por la mañana, se llevan cuatro galgos a dos pabellones pediátricos de Bolonia y van a apoyar con su cariño a estos niños enfermos.
—¿Quién es Elisabetta Franchi en la moda actual?
—Es una empresa fundada en 1998. Hoy contamos con 340 empleados. Tenemos 107 tiendas, entre propias y franquiciadas, y estamos presentes en tiendas multimarca seleccionadas de todo el mundo. Estamos en 78 países. Somos muy fuertes en Oriente Medio, el norte de Europa, España, Alemania. Nos falta América, pero llegaremos.
—¿Cómo ha evolucionado tu mujer?
—Es una mujer extremadamente sensual y sofisticada. Quiero vender a mujeres que quieran sentirse guapas. Esté donde esté, mi mujer tiene que ser sexi. Puede ser sensual incluso con un polo y unos pantalones largos. Es más una cuestión de actitud. La mujer que llevo a la pasarela, sin embargo, es una mujer siempre dispuesta al cambio. En primavera-verano, traje a una mujer ligeramente roquera, y en otoño-invierno, será una mujer universitaria que, sin embargo, por la noche se convierte en una party girl.