¡Qué regalo es la naturaleza! El ciclo de las estaciones del año queda muy patente en las plantas y hoy vamos a centrarnos en los árboles que en primavera visten sus más floridas galas y alegran los jardines domésticos con su colorido y vida.
Cada año, sin necesitar un calendario, almendros, jacarandás o cerezos regalan su imagen más esplendorosa durante esta estación. Te ofrecemos una selección de árboles que convierten tu jardín en un cuadro primaveral y van a dar mucho interés a los niveles superiores del jardín gracias a su espectacular floración. Sintamos con estas plantas la naturaleza, celebremos la primavera.
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Magnolio (‘Magnolia grandiflora’)
Un árbol muy admirado por su floración es el magnolio (Magnolia grandiflora), cuya flor es valorada además porque está ligeramente perfumada. No obstante, es un árbol con el que deberás tener paciencia dado que, dependiendo de la variedad, puede tardar hasta 10 años en florecer. Una vez aparecen, sus atractivas y grandes flores pueden ser de colores tan variados como el blanco, el crema, el rosa, el rojo o el morado y destacan por su despliegue de pétalos en espiral.
El magnolio es un árbol originario del sureste de Estados Unidos de crecimiento lento (pero seguro) que alcanza hasta 30 metros de altura cultivado en el terreno, y bastante menor si lo tenemos en un gran contenedor. Sus cuidados son mínimos, pues se adapta a todo tipo de suelo y tan solo hay que preservarlo del frío extremo y el viento frío. En el jardín lo más habitual es emplearlo como árbol de sombra, al ser una variedad de hojas grandes y perennes.
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Cerezo
El cerezo en flor es un festival para los sentidos. Existen dos variedades principales de cerezo y se diferencian por su adaptación a nuestro clima y su vistosidad:
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Cerezo común (Prunus avium): se cultiva especialmente por sus frutos (las cerezas), aunque es un árbol que florece.
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Cerezo japonés (Prunus serrulata): muchos viajeros que visitan Japón lo hacen en primavera precisamente llamados por la 'fiebre sakura'. Este es el cerezo de flor por excelencia, así, es un árbol con un alto valor ornamental y, de hecho, no produce frutos comestibles, aunque su floración es mucho más espectacular y a menudo presentan flores más grandes y vistosas que el cerezo común. Además, tienden a ser más pequeños, con una altura que puede variar desde unos pocos metros hasta alrededor de 10 metros, dependiendo de la variedad. No obstante, a pesar de que pueden adaptarse al tiempo mediterráneo, lo cierto es que prefieren climas templados y frescos. Por lo que, en áreas con veranos muy calurosos, es posible que necesiten un poco de sombra parcial y riego adicional durante los periodos secos para mantenerlos sanos.
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Muchas especies de ‘Prunus’
Aparte del ya mencionado cerezo (Prunus avium o Prunus serrulata), del género Prunus florecen en primavera un buen número de variedades dejando bellas estampas para el jardín, como el melocotonero (Prunus persica), el almendro (Prunus dulcis), el albaricoquero japonés (Prunus mume), el ciruelo (Prunus domestica) y el ciruelo rojo (Prunus cerasifera). Su característica común es que suelen tener un porte moderado y, algunos, se valoran tanto por su carácter ornamental como por los frutos que producen. Las flores van desde el color blanco al rosa e incluso pueden teñirse de una tonalidad roja intensa.
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Naranjo (‘Citrus sinensis’)
Igual de fragante que el magnolio con sus flores de magnolia es el naranjo (Citrus sinensis) con sus aromáticas flores de azahar que producen un aroma muy dulce apreciado en perfumería. El naranjo es un árbol originario de Asia Oriental cuya floración, en general, ocurre entre los meses de marzo y mayo.
Este cítrico prefiere la exposición a pleno sol y, aunque tolera heladas ligeras, no es amante de las temperaturas frías. Se trata de una variedad de tamaño mediano y bella copa redondeada.
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¿Quieres conocer la variedad ideal para tener en terrazas o incluso en el interior de casa? La alternativa la encuentras en el naranjo chino o kumquat (Fortunella), un árbol enano que también florece en primavera y da frutos ricos en vitamina C y cuya piel es comestible.
¿De qué alturas máximas estamos hablando? El kumquat puede alcanzar los 5 metros. Además, es menos friolero que el naranjo, al tolerar hasta -10º C.
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Jacarandá (‘Jacaranda mimosifolia’)
El jacarandá (Jacaranda mimosifolia) tiñe de color morado o azul intenso el jardín en primavera e inicios del verano. De copa amplia y redondeada, las hermosas flores de este árbol exótico presentan una forma de trompeta y se agrupan en densos racimos. Este árbol nativo de los países intertropicales de América suele tener un tamaño contenido y alcanzar alturas de como máximo 15 metros, así que tiene un porte medio.
¿Dónde cultivarlo? En climas cálidos y soleados, si bien puede tolerar heladas ligeras una vez establecido, prefiere vivir en lugares con inviernos suaves. Si lo sitúas expuesto a pleno sol crecerá feliz y mostrará más flores. Por otra parte, en el caso de que desees podarlo para darle forma, recuerda que siempre debes hacerlo tras la floración.
Debes saber que el jacarandá tiene un sistema de raíces muy profundo y robusto, que le permite resistir el viento y la sequía pero que, al mismo tiempo, lo hace incompatible cerca de una piscina.
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Árbol del amor (‘Cercis siliquastrum’)
El árbol del amor (Cercis siliquastrum) se llama así porque presenta unas flores de color rosa y hojas en forma de corazón. Dichas flores crecen directamente en el tronco y las ramas principales antes de que aparezcan las hojas, ofreciendo una estética llamativa y romántica.
Este árbol caducifolio originario del Sur de Europa y Asia Occidental alcanza una altura de entre 6 a 12 metros y también es conocido como ciclamor, algarrobo loco o árbol de Judas, pues se cree que Judas Iscariote se quitó la vida colgándose en uno de ellos. Por su valor ornamental en el jardín suele emplearse suelto o en alineaciones y recorriendo un sendero, al que ofrecerá sombra en los meses cálidos. Hay paisajistas que también lo emplean para formar setos altos.
El árbol del amor prefiere climas cálidos, aunque puede soportar temperaturas bajas, si bien no heladas prolongadas. Otro aspecto vital para su cuidado es que los ejemplares adultos son de difícil trasplante, mientras que los jóvenes lo admiten bien con cepellón de tierra a la salida del invierno, en ejemplares bien establecidos pueden producirse problemas, así que es importante llevarse la mayor parte posible del sistema radicular para favorecer el éxito.
Por último, ¿verdad que te hemos comentado que sus flores son rosas? Pues bien, en la variedad Cercis siliquastrum 'Alba', estas son blancas.
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Flamboyán (‘Delonix regia’)
El flamboyán (Delonix regia) es muy apreciado por su imagen ‘encendida’ cuando presenta flores rojas o naranjas brillantes. Este árbol originario de Madagascar se ha extendido a muchas regiones tropicales y subtropicales alrededor del mundo, como las Canarias. Destaca por su espectacular belleza y sus vistosas flores, que en ocasiones puede desplegar durante más de una vez al año.
Debes tener en cuenta que el flamboyán es una planta friolera, por lo que necesita temperaturas muy suaves y mucho sol para florecer abundantemente. Su sensibilidad al frío implica que solo dará flores en sitios donde la temperatura no baja de 5º C durante todo el año.
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