Ambre era una chica muy estudiosa. Siempre había querido ser diseñadora de moda , pero a sus padres eso no les parecía una carrera. “Eres una estupenda alumna, ¿por qué no estudias Derecho?”. Como los quería mucho y había oído decir en casa múltiples veces eso de que “los estudios son muy importantes”, accedió. Se licenció en Derecho. Entonces, cuando estaba a punto de matricularse en el Instituto Francés de la Moda, volvieron a intervenir: “Eres muy inteligente, ya aprenderás diseño más tarde, ¿por qué no estudias antes Económicas?”.
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Parisina de nacimiento, se licenció en Derecho y en Económicas. Siempre quiso dedicarse a la moda y fue propietaria y diseñadora, junto a su exmarido, de una conocida marca de ‘jeans’, y actualmente tiene su propia firma
“¡Así que estudié Económicas! —Sonríe Ambre recordando aquellos tiempos no tan lejanos—. Pero resultó que en el salón de la moda Who is next?, en París, decidí ayudar a unos amigos que tenían un showroom que distribuía la marca de vaqueros Joe’s Jeans y así fue cómo conocí a Joe”.
Joe Dahan es el creador de la marca de jeans que lleva su nombre y una de las figuras clave del desarrollo del vaquero, que, partiendo de Los Ángeles, en los años ochenta, llega al resto del mundo modernizado y convertido en objeto de deseo. Los hermanos Marciano, fundadores de Guess, son otros de los varios ejemplos de este movimiento californiano. “Me pareció muy simpático. Un poco más tarde, hice un trabajo para Cartier en Nueva York y allí lo volví a encontrar. Me dijo: ‘Deberías venir a Los Ángeles. Te gustará’. Y en un abrir y cerrar de ojos me encontré diseñando con Joe, casándome con él y… ¡viviendo en Los Ángeles!”, cuenta Ambre.
Sus padres se sintieron algo decepcionados: “Tantos estudios para acabar haciendo vaqueros”. Pero en realidad es una apreciación poco acertada. Diseñar jeans en ese momento histórico de 2004 era de lo más cool que se podía hacer. Ambre se coloca a la cabeza de la incipiente empresa y se convierte en codirectora y diseñadora con su marido, desarrollando la marca a nivel global.
“Se me ocurrió hacer jeans para niños, ya que —según ella— nadie lo había hecho hasta entonces. También para mujeres, y todo creció y creció”. Lo mismo que el número de sus fans, como Madonna, Angelina Jolie, Jennifer López, Meghan Markle, Alessandra Ambrosio, Lana del Rey e incontables estrellas más.
Luego inventó una aplicación, llamada Walk in my Closet, con la que se podía comprar, consignar, recibir consejos profesionales de estilismo, tener fotografiado tu guardarropa —por si no te acuerdas de todo lo que tienes—, retocar las piezas para que te sienten mejor, etcétera. Una idea revolucionaria en 2013 que hasta contaba con su propia revista. “Que desgraciadamente no funcionó —reflexiona la diseñadora—. La idea era buena, gustaba muchísimo, pero era excesivamente pionera. No tuve un equipo tecnológico tan desarrollado como lo que llegaría más tarde y, además, lo hacía con mi propio dinero, por lo que, a partir de un momento, resultó insostenible. Y como pienso que cualquier experiencia es positiva, decidí continuar y lo siguiente, con mi propio nombre, Ambre Victoria, fue lanzar una línea de joyería muy especial”.
Claramente, a Ambre le sobran las ideas y, aunque no es de esas que se despierta por la noche y lo anota todo en una libretita, sí es cierto que cualquier cosa la inspira. La vida en general, los viajes y, sobre todo, las mujeres… sus amigas y sus hijas.
En su lista de clientas hay numerosos rostros conocidos, como Jennifer López, Meghan Markle, Alessandra Ambrosio y Lana del Rey
Una ‘superwoman’
“Ya me había separado de Joe (fue en 2014) —añade—, del que, por cierto, soy muy amiga y a quien ‘rescaté’ para que, con su experiencia, me ayudara en mi nueva empresa, que se llama SPRWMN, que se traduce como Superwoman. Empezó de una forma simple, en 2016, a raíz de unos vestidos de seda a los que les añadí unos leggings de cuero elástico para hacerlos un poco más especiales. Los vestidos no funcionaron, pero los “leggings” tuvieron un éxito inmediato”, recuerda.
Realizados en cuero de gran calidad y en todos los colores imaginables, son comodísimos, ‘hacen figura’, pues sientan bien a todo tipo de mujeres, y además son sexis. Se han convertido en un icono. Más tarde, llegaron los jerséis de cachemira y las camisetas de un perfecto algodón. “Alterno el legging con unos jeans, y esas piezas básicas son mi uniforme. Diseño para mí y para mis amigas —mujeres fuertes—, con las que trabajo, viajo, tengo vida social y… me dan su opinión. También lo hacen mis hijas, que me inspiran y me obligan a avanzar, porque la vida es una constante renovación”.
Ambre revela también el ‘secreto’ para su éxito y es la visualización. Tiene una idea. La imagina clara y específicamente. Luego trabaja y trabaja y trabaja en su ejecución hasta que se manifiesta. Así nació su empresa, e incluso su bebé, Rai Coco Bear.
“Joe —su exmarido— me pareció muy simpático cuando nos conocimos. Luego nos volvimos a encontrar en Nueva York y me dijo: ‘Deberías venir a Los Ángeles’. Y en un abrir y cerrar de ojos me encontré diseñando con él y casándome”
“Ella y Billie, de 14 y 15 años, eran casi adultas y yo sentía que aún no había ‘terminado’ de ser mamá —afirma—. Siempre quise tener un hijo más, así que fui a ver a una doctora para congelar mis óvulos, por si acaso, y me dijo: ‘En realidad, aún no te haría falta, toma estas vitaminas y veremos qué pasa’. ¡Al mes estaba embarazada!”.
Ambre tardó seis meses en restaurar la casa y devolverle el esplendor del pasado: “Lijé la “boiserie”, quité las dobles puertas, barnicé los suelos…”
Fue una sorpresa precedida de un deseo. Ambre vive desde hace tres años una bonita relación con Teva. Él era su antiguo profesor de surf en Hawái y la amistad se transformó en amor. Es un compañero tranquilo a quien sus hijas adoran e incluso es amigo de su exmarido. Bienvenidos a las familias reestructuradas con inteligencia. “Teva es, además, un gran empresario. Tiene su propia marca de ropa de surf, Blak Bear. Es fabulosa. Va camino de convertirse en una marca icónica y yo me siento muy a gusto —afirma sonriendo—, porque adoro estar junto a un hombre que, como yo, sea emprendedor”.
Tantos años en Estados Unidos han influido a esta parisina en su forma de considerar los negocios. Le gusta el estilo americano, que anima y empuja al éxito. Cree que en Europa, con frecuencia, el éxito produce envidia, al contrario que en su país de adopción, que provoca admiración.
“El bebé ha llegado en el momento perfecto. Las chicas son responsables y unas ‘minimamás’ para ella —afirma—. La casa es grande y hay sitio para todos. La siento muy mía porque yo la encontré, yo la reformé y yo la decoré. Todo... prácticamente sola. Mantuve su pasado, la boiserie del despacho solo necesitó lijarse, quité las dobles puertas, barnicé los suelos de madera... Los grandes ventanales dejaron pasar una luz tamizada y, como tenía muchos muebles, solo tuve que readaptarlos”.
Divorciada desde 2014, acaba de tener un bebé con su nueva pareja, Teva, un profesor de surf hawaiano que tiene su propia marca de ropa deportiva
Ambre no solo adora esta casa, sino el vecindario. “La calle está llena de gente interesante. Este trozo del Old Hollywood , donde antiguamente vivían las estrellas, es fabuloso”, cuenta. Evidentemente, Ambre se encuentra en un momento muy feliz, muy tranquilo, “muy de disfrutar de los míos, de la gente que quiero y… muy creativo”.