Con un jardín de 350 hectáreas que incluye tres lagos, un bosque, establos y un invernadero, Pijnenburg está considerada monumento natural en los Países Bajos. Propiedad de la familia Insinger, una de las más antiguas y conocidas, la histórica propiedad está situada a media hora de Ámsterdam. Al norte, linda con los jardines del Palacio de Soestdijk, el que fuera hogar de la Reina Juliana, y al sur con el palacio de la princesa Beatriz, madre del actual Rey Guillermo. La casa señorial fue construida en 1650 por Philip Vingbooms, uno de los arquitectos más relevantes de la época, autor de las casas y palacios más importantes del gran canal de Ámsterdam en ese período.
Su propietario, Per Insinger, es muy conocido en el sector financiero de los Países Bajos. Su padre, Odo Insinger, fue embajador de Países Bajos en España (1975) y en Bélgica (1978). Hoy nos recibe junto a su hijo Edmond y su nuera, la empresaria española Georgina Claros, quienes forman con sus hijos, Caroline y Alexander, una bonita familia entre dos culturas. Edmond se instaló en Londres para trabajar en un banco de inversión internacional, después de haber vivido en Hong Kong, Singapur y Nueva York, siguiendo los pasos de su padre en el mundo de las finanzas. Georgina nació en Barcelona, donde estudió publicidad y relaciones públicas, y más tarde moda en Central Saint Martins de Londres, así como en la Parsons School de Nueva York. Fue en la capital británica donde se conocieron.
Situada a media hora de Ámsterdam, está considerada “monumento natural” por sus impresionantes jardines de 350 hectáreas
—Edmond, ¿desde cuándo pertenece esta casa a tu familia?
—Mi familia vive en esta casa desde 1860 y, tradicionalmente, se transmite de padres a hijos. Fue construida en dos fases durante épocas distintas; la parte más antigua data del siglo XVII, inicialmente de una sola planta, una bodega, un sótano y fue declarada monumento nacional. La segunda parte, se construyó posteriormente en el siglo XIX, y se hizo una ampliación de dos pisos y un sótano. Toda la casa está rodeada por una plataforma con muros bajos de ladrillo y escaleras. La peculiar escalera interior ovalada, en el vestíbulo, data del año 1917, así como varias de las estancias, como el salón con una gran chimenea de mármol verde, el techo con vigas de madera y los revestimientos, que han permanecido intactos desde entonces. La habitación más acogedora tiene un techo de estuco y una chimenea de 1830, con un tapiz del siglo XIX.
“Mi familia vive en esta casa desde 1860 y, tradicionalmente, se transmite de padres a hijos. Fue construida en dos fases: la parte más antigua data del siglo XVII y la segunda se construyó en el siglo XIX”
—¿Venís mucho por aquí?
—Mi padre, Per, que vive aquí todo el año, también se dedica a administrar la propiedad. Nosotros vivimos en Ámsterdam, pero venimos muchísimo, nos encanta estar aquí con nuestros hijos, tratamos de hacerlo tan a menudo como podemos, y así poder desconectar de la ciudad y de nuestros respectivos trabajos. Nos gusta dar largos paseos por el jardín y ver los cambios de la naturaleza en cada estación del año, reunirnos alrededor del fuego y tener charlas interminables; nos encanta intercambiar, en esos momentos, ideas de negocios y risas, somos una familia muy emprendedora.
“Mi padre, Per, que vive aquí todo el año, también se dedica a administrar la propiedad. Nosotros vivimos en Ámsterdam, pero venimos muchísimo”
—¿Cómo definirías la decoración de esta casa?
—Algunas zonas, como la cocina y los baños, han sido renovadas de una manera más actual, aunque manteniendo por supuesto el carácter propio de la casa. Otras, como los comedores, no han cambiado en los últimos 200 años. Cuando caminamos por la casa, es muy especial estar en ciertas habitaciones, donde nuestros bisabuelos también disfrutaron de momentos maravillosos. Ahora, nos observan desde los muchos retratos familiares que hay por todas las paredes.
Habla Georgina
—Georgina, ¿soléis reuniros aquí muchas veces?
—Nos encanta recibir gente durante todo el año, especialmente en verano, donde cada año organizamos una gran comida con nuestros amigos e hijos, y actividades como búsquedas del tesoro, gincanas y juegos por el bosque. En invierno también es precioso, incluso, como la casa se encuentra a 30 minutos de Ámsterdam, es muy fácil venir a pasar el día y poder regresar a dormir si necesitamos volver por algún compromiso.
—¿Es difícil para una española adaptarse a este país?
—Los primeros seis meses fueron bastante difíciles, ya que dejé mi trabajo ideal en Londres y no hablaba holandés. En ese momento, apenas tenía amigos aquí. Ámsterdam es una ciudad muy internacional y me esforcé por apuntarme a todos los planes que me iban saliendo. Eso me ayudó a hacer amigos bastante rápido, estoy muy agradecida a todas las personas que me acogieron en la ciudad.
“Algunas zonas, como la cocina, han sido renovadas, aunque manteniendo el carácter propio de la casa. Otras, como los comedores, no han cambiado en los últimos 200 años”
—¿Cómo os conocisteis Edmond y tú?
—Nos conocimos en Londres en el verano de 2007, a través de un amigo en común. Yo estaba haciendo un curso en Central Saint Martins y él estaba en la London School of Economics, pero la chispa no surgió hasta 2012, donde nos encontramos en un conocido evento benéfico llamado Walkabout. Desde entonces, siempre hemos estado juntos. Más tarde, nos casamos en Barcelona, por supuesto, buscando tener el sol garantizado. Confiamos completamente el uno al otro, compartimos los mismos valores y nos damos libertad mutua. Nuestros orígenes culturales, a veces, suponen un desafío pero, por otro lado, nos enriquecen la vida mucho más.
—Ser una familia mitad holandesa, mitad española, ¿ha influido en la manera de educar a vuestros hijos?
—Tenemos mucha suerte porque, a pesar de que Caroline y Alexander son todavía muy pequeños, hablan ya perfectamente español y holandés. Al vivir ahora en los Países Bajos, para mí es muy importante que reciban la cultura y los valores españoles también. Además, nacieron en Barcelona y nos aseguramos de que entiendan que pertenecen a dos lugares diferentes, pero ambos igual de interesantes. Ahora entienden mejor las diferencias entre los dos países y saben cómo vivir con ambas culturas. ¡En nuestra casa siempre hay jamón ibérico y croquetas en la mesa!
“A pesar de que Caroline y Alexander son todavía muy pequeños, hablan ya perfectamente español y holandés. Para mí es muy importante que reciban la cultura y los valores españoles también. Además, nacieron en Barcelona”
—¿Cómo lo estáis haciendo?
—Los niños van a una escuela holandesa y tenemos una niñera española, para mantener el español cuando los niños están en casa. Además, los hemos inscrito en la metodología de estudio llamada Kumon online, desde Barcelona, la cual recomiendo siempre. La escuela aquí termina diariamente antes que en España y, por eso, están apuntados a deportes casi todos los días, llueva o no. Les encanta jugar al hockey, que es muy típico en los Países Bajos. Mirando hacia el futuro, aunque nuestro plan es quedarnos en Holanda, queremos que ellos decidan su camino tras la secundaria. El sistema universitario holandés es fantástico. Los estudiantes se independizan de sus familias y viven en fraternidades, lo cual es muy bueno para su desarrollo, diversión y tener sus propias experiencias.
—¿Qué diferencias crees que existen entre las dos culturas?
—Es imposible resumirlo en poco espacio —ríe—. Una de ellas es claramente el momento de la comida. En España, arreglar la mesa, reunirnos y disfrutar de largos almuerzos es un ritual y está profundamente arraigado a nuestra cultura. Aquí tratamos de hacerlo también los fines de semana. Además, la planificación y la puntualidad en Holanda contrastan con la espontaneidad española. La comunicación directa y el equilibrio vida-trabajo son también distintivos holandeses que hemos aprendido a valorar, enriqueciendo nuestra adaptación a este nuevo entorno.
“Edmond y yo nos conocimos en Londres en 2007. Yo estaba haciendo un curso en Central Saint Martins y él estaba en la London School of Economics, pero la chispa no surgió hasta 2012”
—¿Tenéis pensado vivir aquí permanentemente?
—Siempre tuve mi vida bastante planificada, pero esto es algo que aún no sabemos. Estamos en una fase donde intentamos tener en cuenta las oportunidades que nos van surgiendo y, por eso, preferimos no estar atados a ninguna ciudad o país, aunque nos encanta vivir aquí, especialmente teniendo a los niños pequeños. Ámsterdam es como un pueblo, las calles son pequeñas, estamos a cinco minutos en bicicleta de todos lados, no hay contaminación, pero, en cambio, sí mucha lluvia —ríe—. Es una ciudad idílica e inspiradora, los canales, la fachada de los edificios tan característicos, la iluminación. En verano es fantástico, la gente sale y definitivamente se siente el buen ambiente de inmediato. Es como vivir en un libro de cuentos.
—¿Echas de menos España?
—Por supuesto, aunque vamos mucho durante las vacaciones escolares, para pasar tiempo allí con mi familia y amigos. Intento escaparme sola para pasar tiempo de calidad con mis padres y amigas que, aunque nos veamos poco, es como si el tiempo no hubiese pasado.
“Ámsterdam es una ciudad idílica e inspiradora, los canales, la fachada de los edificios tan característicos, la iluminación… Es como vivir en un libro de cuentos”
—Eres una gran emprendedora. Cuéntanos a qué os dedicáis.
—Corinthia Studio es una agencia creativa donde ayudamos a los clientes a lanzar, elevar y promocionar su marca, para que puedan centrarse en dirigir su negocio. Creemos que, para que una marca tenga éxito, debe tener unos cimientos sólidos, por lo que comenzamos desarrollando una estrategia de marca, seguida de la creación de una identidad visual, (logotipo, paleta de colores, tipografía). Después creamos el contenido, desarrollamos las páginas web y ayudamos con las redes sociales… Pienso que tenemos un estilo único y diferenciador y no nos gusta considerarnos minimalistas. Ofrecemos apoyo a marcas lifestyle, interiores y hoteles. Tenemos clientes muy diferentes, hemos trabajado para cadenas hoteleras de 5 estrellas y villas de alquiler vacacional de lujo, a marcas de joyería, cerámicas y fragancias.
—¿Qué te resultó más difícil al principio?
—No me resultó demasiado difícil comenzar, pero sí tomar la decisión de dejar mi trabajo a tiempo completo y lanzarme a mi proyecto, por todo lo que implicaba: riesgos, desafíos e incertidumbres, pero además me gustaba mucho. Vengo de una familia donde todos somos emprendedores y la necesidad de seguir ese camino. Tuve la suerte de tener clientes, desde el primer día, que creyeron en mí. Aun así, sigo aprendiendo todos los días para ir por delante de las tendencias.
“¡En nuestra casa siempre hay jamón ibérico y croquetas en la mesa! —nos dice Georgina—. Los niños van a una escuela holandesa y tenemos una niñera española”
—Has trabajado para grandes marcas. ¿Qué has aprendido de tus otros trabajos?
—Muchas cosas. En primer lugar, diría que la comunicación entre equipos es crucial para que todos estén en la misma página y tengan claros los objetivos y la visión de la empresa. Otro aprendizaje es el pensamiento estratégico y la capacidad de anticiparse a las necesidades de cada uno. Ofrecer soluciones de manera proactiva, en lugar de reactiva, me ha enseñado la importancia de considerar el impacto de la ejecución en cada decisión. Además, mi experiencia en Calvin Klein Perfumes me ayudó a tener una visión meticulosa en cuanto a la gestión de presupuestos, lo cual me sigue ayudando a día de hoy.
—¿Qué proyectos tenéis próximamente?
—Edmond se centra en la captación de capital para empresas y fondos, mientras desarrollamos, con otros dos socios, el primer Club de Campo y Hotel para miembros, a 30 minutos de Ámsterdam. Mi enfoque principal es mantener la satisfacción de nuestros clientes y trabajar en la marca, concepto y desarrollo del Club de Campo, un proyecto que verdaderamente me apasiona. Sin embargo, nuestra prioridad sigue siendo nuestros hijos, buscando siempre el equilibrio entre nuestros proyectos.
La finca linda al norte con los jardines del Palacio de Soestdijk, que fue hogar de la Reina Juliana, y al sur con el de la princesa Beatriz, madre del actual Rey Guillermo de los Países Bajos, en la provincia de Utrecht