Navidad en Viena, donde la magia de los fabulosos mercadillos anima cada rincón, los coches de caballos en la Gran Plaza, el aroma a pan de jengibre y al chocolate de la tarta Sacher , la música, la ópera, los conciertos... La capital de Austria es una ciudad muy elegante y casi inalterada por el tiempo.
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Aquí, en una preciosa casa del siglo XIX, cerca de los bosques de Viena, viven Michael y Veronica Schmidt. La villa se parece a su dueña, Veronica: bella, con clase y refinada. La decoración, en blanco y gris perla, es clara y luminosa, con una armonía solo interrumpida por importantes cuadros y detalles en negro que definen y dan personalidad a las estancias. La decoración navideña, en platino y blanco, aporta aún más luz a la belleza contemporánea de los entornos.
“A menudo tenemos invitados, por lo que me encanta la idea de una planta para el comedor y el salón separada de la planta de los dormitorios de los niños”
Michael es el principal distribuidor de automóviles BMW y de camiones y autobuses MAN en el mercado rumano, además de en Austria y Alemania. Asimismo, regenta el mejor concesionario Rolls-Royce de Europa, galardonado como Concesionario Global del Año en la conferencia mundial de Rolls-Royce celebrada en Hong Kong, en 2019, y en 2022 también fue premiado como Bespoke Dealer of the Year. Veronica es autora del libro de cuentos Cheep and Chirp: A Mother and Daughter’s World of Enchantment y pronto lanzará The Book of a Life in Letters, este para un público adulto. Apasionada de la decoración integral, recientemente también abrió una tienda de diseño e interiorismo en Viena.
Originarios de Rumanía y Moldavia, Michael y Veronica decidieron hacer de la región de Transilvania su proyecto familiar y crearon la Fundación M&V Schmidt, una organización sin ánimo de lucro que nació con el objetivo de preservar la cultura transilvano-sajona en Rumanía.
“Este año, mis colores favoritos para la decoración navideña son el blanco, el dorado y el plateado, que combinan perfectamente con los colores de nuestra casa”
—Veronica, háblame de tus orígenes.
—Nací en Moldavia, un pequeño país situado entre Rumanía y Ucrania, en el seno de una familia de profesores. Formaba parte de la Unión Soviética, por lo que en casa hablábamos ruso y rumano. Lo más importante que me dieron mis padres fue un amor incondicional y una infancia feliz. Estudié Derecho en la Universidad Estatal de mi país, pero mis padres me convirtieron en ciudadana del mundo con su educación multilingüe, sin ataduras a un solo país o cultura ni a una historia concreta. Las lenguas ayudan a derribar todo tipo de barreras. Así conocí también a mi marido en Rumanía.
—Cuéntanos, ¿cómo os conocisteis?
—Me vio en un acto social y se dio cuenta de que estaba hablando con unos conocidos comunes, así que les preguntó por mí e intentó conseguir mi número. Cito textualmente: “No tenía planes de casarme cuando tenía 45 años, solo hacer crecer mi negocio, que era mi familia en aquel momento. Nunca creí en el amor, pero cuando la vi, supe que era mi futura esposa y que tenía que encontrar a esa chica”. Buscó por todas partes y consiguió encontrarme durante las vacaciones de Año Nuevo, cuando yo estaba en las Seychelles. Me envió un mensaje con una simple pregunta: “¿Cómo está, señora Schmidt?” —risas—. Tenemos la misma energía y sentido del humor y compartimos los mismos valores. Ambos creemos que el hombre es el cimiento y la mujer, las paredes de un hogar. Llevamos 19 años casados y tenemos una hija, Anne-Kathrin, de doce años, y un hijo, Dennis-Michael, de 19, que acaba de terminar bachillerato y se ha tomado un tiempo para decidir qué quiere hacer.
“Mi marido y yo tenemos la misma energía y sentido del humor y compartimos los mismos valores. Ambos creemos que el hombre es el cimiento y la mujer, las paredes de un hogar”
—¿Qué nos puedes decir de tu marido?
—Ante todo, Michael es el mejor compañero de vida y el mejor padre para nuestros hijos. Nació en Transilvania, en el corazón de la comunidad sajona-alemana de Rumanía. Tras licenciarse en la Universidad Técnica de Múnich, Michael trabajó duro para convertirse en un empresario de éxito.
—Transilvania es vuestro proyecto común.
—Al principio, Transilvania se convirtió en nuestro proyecto familiar. Luego nos concentramos en crear la Fundación M&V Schmidt, una organización sin ánimo de lucro que fundamos en 2010. Mi marido se ocupa de la integración cultural de rumanos y alemanes, y yo de la renovación de antiguas casas e iglesias de la región. Queremos que nuestros hijos sepan que estamos haciendo algo que merece la pena por el lugar donde nacimos, donde aprendimos nuestros valores y las normas por las que vivimos.
La pareja creó, en 2010, una fundación para preservar la cultura transilvano-sajona: “Michael se ocupa de la integración cultural de rumanos y alemanes, y yo de la renovación de antiguas casas e iglesias de la región”, cuenta Veronica
—¿Cuál es el objetivo de la fundación?
—El objetivo es preservar la cultura transilvano-sajona en Rumanía. También apoyamos proyectos en pro de la educación germanoparlante en Rumanía. Estamos muy orgullosos de haber impulsado la Semana Cultural de Haferland, un festival que promueve el patrimonio cultural de la región y que hemos dado a conocer a turistas internacionales. Se celebra cada agosto y atrae a miles de visitantes. Muchos embajadores de la Unión Europea, Reino Unido y otros países han asistido a esta semana cultural a lo largo de los años. Por ejemplo, a Carlos III de Inglaterra le encanta Transilvania, la ha visitado muchas veces y posee allí varias fincas. Incluso presume de estar emparentado con Vlad el Empalador a través de su bisabuela la Reina María, que nació como princesa alemana. Es muy especial ver al Rey Carlos viviendo en casas ascéticas de Transilvania. Durante la renovación de las casas antiguas de la región, pude ver la vida real, la pobreza de los niños... Cuando les miras a los ojos, puedes sentir que están suplicando ayuda. No basta con dar dinero, hay que dar algún tipo de ejemplo. Por eso creé un programa extraescolar donde estos niños pueden estudiar y recibir apoyo psicológico. Les encanta venir a nuestra casa de huéspedes y, aunque me alegra ver turistas allí, me hace aún más feliz ver que los niños de mi programa la consideran un hogar, con duchas calientes, ropa limpia y comida buena y nutritiva. Me encanta ver que estos niños crecen y llegan muy lejos, algunos ya están en la universidad. Mi marido también creó una escuela para jóvenes que quieren ser mecánicos de coches y les da su primer trabajo.
—El libro que acabas de publicar, ¿también está relacionado con la fundación?
—El libro está inspirado en mi hija, Anne-Kathrin, y juntas lo dedicamos a los niños de familias desfavorecidas que participan en el programa extraescolar de la Fundación M&V Schmidt. Para los niños, los cuentos son probablemente la primera y mejor forma de comprender el mundo y de expresar los sentimientos. ¿Quién mejor para contárselos que un padre? Trasladamos las ideas de mi hija a estos cuentos y creamos todo un universo para los niños que tanto nos importan. Decidí publicarlo en los cuatro idiomas que habla mi hija: alemán, ruso, rumano e inglés. El libro también es benéfico, ya que el dinero de las ventas se donó a niños desfavorecidos.
—Hablemos ahora de esta casa, ¿cuál es su historia?
—La elección fue una consecuencia natural de mi estilo de vida. Me quedé fascinada a primera vista cuando contemplé esta casa del siglo XIX, tan cerca del centro y al mismo tiempo rodeada de los bosques y viñedos de Viena. Nunca había visto nada parecido en otra ciudad. La construcción me impresionó mucho, porque, aunque hay cuatro niveles, la casa está en pendiente y, a pesar de que es muy grande, es proporcionada. Tiene unos 700 metros cuadrados y un gran jardín, ideal para plantar mi colección de rosas; todos los fines de semana disfruto recogiéndolas para hacer ramos hermosos. Cuando entramos, podemos sentir el pasado y el presente al mismo tiempo, porque la casa conservó su fachada original, pero el interior se reconstruyó por completo. La piedra de la chimenea y los escalones, así como una parte del suelo de la cocina, son originales. Esas partes conservan la belleza de la belle époque , impecablemente unida a elementos de diseño contemporáneo.
A menudo tenemos invitados, por lo que me encanta la idea de una planta para el comedor y el salón separada de la planta de los dormitorios de los niños. En todos los dormitorios tengo preferencia por los textiles de terciopelo, ya que dan sensación de confort. En Navidad, mi hija incluye en el cuarto de invitados a un huésped muy especial: un oso polar blanco —risas—. La suite matrimonial está en la última planta y tiene dos balcones, uno que da al parque y otro a nuestro jardín y piscina, así como al bosque. Pero mi lugar favorito es la vista que tenemos desde el baño de nuestra suite, donde puedo ver todo el barrio y los edificios altos del centro.
“A Carlos III de Inglaterra le encanta Transilvania, la ha visitado muchas veces y posee allí varias fincas. Incluso presume de estar emparentado con Vlad el Empalador a través de su bisabuela la Reina María”
La mayor parte de los muebles, la porcelana y la plata proceden de mi tienda de diseño, donde prima la idea del concepto de decoración integral de la casa: desde el principio hasta los detalles finales. La elegancia atemporal de los muebles franceses, hechos a mano, de Moissonnier aporta un toque de nobleza a nuestro hogar. Las cómodas, mesas, sillas y lámparas de esta marca están en armonía con el resto de la casa. Me gusta el nombre de las lámparas Work in progress (de la marca italiana Karman) porque da la idea del toque moderno de unas paredes inacabadas, a la espera de que los paneles de madera y el papel pintado de seda completen el diseño. Los sofás modernos, en combinación con los muebles clásicos y las alfombras de seda de Pasha, hacen que nuestra casa sea acogedora. Las acuarelas de Enzo Fiore, en blanco, gris suave y negro, se integran muy bien en las paredes gris claro del salón. Mi afición a la floristería forma parte de la decoración de nuestra casa. Me gustan los jarrones de Bernardaud, Raynaud, Ercuis y Christofle con mis flores sobre las consolas de Moissonnier. Pequeños detalles como las telas delicadamente bordadas a mano que dan un toque navideño, reflejando los mismos detalles que la porcelana y la cubertería. Este año, nuestro árbol de Navidad se parece a los del bosque que hay al otro lado de la valla, y mis colores favoritos para la decoración navideña son el blanco, el dorado y el plateado, que combinan perfectamente con nuestros colores.
—¿Cómo surgió el proyecto de tu tienda de interiorismo?
—La tienda es mi hobby. Empecé realizando yo sola las reformas de nuestras casas de Rumanía, de unos 1.000 metros cuadrados, y de Transilvania. Luego diseñé una casa típica andaluza en Marbella, la más antigua de la Sierra Blanca. Pero cuando me di cuenta de que no podía hacer el proyecto de la chimenea por mí misma, pedí ayuda a Ernesto Polanco, un arquitecto muy famoso en la Costa del Sol. Cuando vio la casa, me preguntó quién había hecho las reformas, ya que sentía mucha curiosidad. Tras ver también el proyecto que había hecho en Rumanía, me sugirió que con mis habilidades podía crear un negocio, aunque no soy diseñadora ni arquitecta, porque lo hago por la belleza, para mantener los toques antiguos e históricos. Encontré un lugar precioso en un edificio histórico de Viena, una antigua panadería que aparece en la biografía de Mozart, y la energía de este lugar tan especial me animó a abrir una pequeña boutique de diseño de interiores, con muebles hechos a mano, paredes de madera y revestimientos de seda, utilizando mi propia colección de papeles pintados por verdaderos artistas y hermosos suelos hechos por los mejores artesanos. Las marcas que elijo son atemporales. La tienda ganó el premio District Business Awards en 2022.
“Michael, que nació en Transilvania, en el corazón de la comunidad sajona-alemana de Rumanía, es el mejor compañero de vida y el mejor padre para nuestros hijos”, nos dice Veronica
—¿Cómo celebráis estas fiestas?
—Nochebuena la pasamos en Viena porque viajamos mucho durante el año y nuestro hogar es el lugar donde sentimos que debemos estar en Navidad. Mantenemos las tradiciones y cocinamos comidas de todas las culturas en nuestra familia. De mi madre aprendí platos tradicionales moldavos y rusos, como la ensalada Mimosa con migas de yema de huevo y la ensalada Schuba con remolacha y pescado, así como el sarmale rumano y moldavo: rollitos de col con carne y arroz. Por supuesto, mi suegra me enseñó a hacer galletas y pasteles sajones de Navidad. Estos platos nos recuerdan a Michael y a mí nuestra infancia. A mi hija también le gusta cocinar y ha introducido platos modernos en nuestra familia, como el carpaccio de pescado y un plato vienés especial que aprendió en el colegio. Pero lo que más nos gusta es cómo Anne-Kathrin transforma nuestro comedor en un pequeño restaurante con menús escritos a mano, con un máximo de cuatro platos (todos cocinados por ella) seguidos de un cóctel festivo al final. Después, solemos ir a esquiar a St. Moritz, y luego disfrutamos de unos días de playa en alguna isla.