Las orquídeas son plantas de una belleza especial. Elegantes y originales, a todos nos gusta tenerlas en casa, ya que son capaces de elevar la decoración de un espacio de una forma espectacular.
Sin embargo, las orquídeas tienen fama de ser plantas difíciles, exigentes en sus cuidados y no aptas para jardineros principiantes. Hoy verás que, en realidad, no es para tanto… Si entiendes cuáles son las necesidades de tus orquídeas podrás cuidarlas sin demasiados problemas.
La elegancia hecha flor
¿Quién no querría tener una orquídea en su salón para disfrutar de su belleza peculiar todos los días? Sus preciosos colores llenos de matices, la forma peculiar de sus flores, su porte elegante…
Lo que nos frena a la hora de ir corriendo a por una a la floristería o al vivero es que nos parecen plantas muy difíciles de cuidar, especialmente cuando no tenemos experiencia en plantas de interior. Esta fama de las orquídeas no es tan cierta como se cree. De hecho, son resistentes y pueden durar mucho tiempo si se les dan las atenciones que precisan. Te contamos cuáles son.
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Un género muy diverso
No podemos hablar solamente de una orquídea, sino que se trata de un amplio conjunto de ejemplares, algunos muy diferentes entre sí. El género comprende nada menos que más de 2.500 variedades distintas.
A pesar de esta gran diversidad, la más común para cultivar en casa es la Phalaenopsis u 'orquídea mariposa'. Se trata de una planta resistente y bastante sencilla de cultivar, y puede ser una buena elección por la que empezar, si eres principiante en el cuidado de plantas de interior.
Otras opciones son las orquídeas Dendrobium, que hace gala de una gran variedad de tipos y colores, y la Cymbidium, cuya floración es muy larga.
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El mejor espacio para ellas
Si vas a cultivar tus orquídeas como plantas de interior tendrás que buscarles el emplazamiento más adecuado donde reciban la luz que necesitan y estén protegidas de todo aquello que las pueda perjudicar.
No las pongas cerca de una fuente de calor, como un radiador o una estufa, y tampoco las expongas a corrientes de aire. Las orquídeas necesitan ventilación y aire limpio, pero nunca en una zona de corrientes ya que eso las podría dañar considerablemente.
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¿Cuánta luz necesitan?
La respuesta más rápida y sencilla a esta pregunta es mucha, pero con matices. Es cierto que las orquídeas requieren de una alta luminosidad para estar bien y florecer, siempre y cuando no reciban esta luz de forma directa. Los rayos del sol incidiendo sobre ellas sin filtro alguno son muy perjudiciales ya que podrían quemar sus hojas. Por eso, en lo que a la cantidad de luz se refiere, las orquídeas necesitan un término medio: ni oscuridad ni luz directa, sino mucha luminosidad indirecta.
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Aman la humedad ambiental
Como buenas plantas tropicales que son, las orquídeas prefieren los ambientes húmedos, por lo que es importante que tratemos de recrearlos en casa. Para conseguirlo puedes colocar la maceta de tu planta sobre un plato con piedras y agua, de forma que aumente la humedad.
También puedes acostumbrarte a pulverizar tus orquídeas, aunque con moderación. Hazlo, por ejemplo, una vez a la semana durante todo el año, sin que el agua moje las flores.
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El riego, el cuidado esencial
Llegamos ahora a uno de los puntos más importantes en lo que al cuidado de las orquídeas se refiere: el riego. Establecer una pauta de riego correcta es lo más importante a la hora de cultivar estas plantas. En general tenemos tendencia a excedernos con el aporte de agua que le damos a nuestras plantas y eso en el caso de la orquídea puede ser fatal para ella. Puede, incluso, llevarla a la muerte.
¿Qué debemos hacer entonces? Cuando la planta está en flor, no la riegues más de una vez cada dos semanas. Además, debes hacerlo por inmersión, sumergiendo la maceta en agua durante unos 15 minutos, y dejando que escurra después antes de devolverla a su lugar. Una vez la planta pierde las flores puedes espaciar el riego. Bastará con un aporte de agua cada tres semanas.
Un consejo: a las orquídeas les gusta el agua mineral o de lluvia, por ser de mineralización débil.
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Que no les falte energía
Para conseguirlo debes abonar tus orquídeas de la manera correcta, utilizando un fertilizante específico para ellas. Con el abonado fortalecerás la planta y potenciarás su floración, aunque debes observar ciertas pautas importantes.
Utiliza un fertilizante líquido y aplícalo después del riego. Comienza a hacerlo a inicios de la primavera, coincidiendo con la época de crecimiento de la planta, y alarga el abonado hasta noviembre, más o menos.
Un consejo: es clave respetar las indicaciones y las dosis recomendadas por los fabricantes, ya que un exceso de fertilizante podría quemar las raíces y las hojas de tus orquídeas.
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¿Cómo potenciar la producción de flores?
Queremos orquídeas floridas y podemos hacer algunas cosas para tratar de conseguirlo. Además de usar un abono específico, es posible favorecer la floración sometiendo a estas plantas a ciertos cambios de temperatura, de forma que se produzca cierto estrés en la planta lo cual hace que produzca más flores.
Puedes hacerlo de varias maneras. La primera consiste en crear oscilaciones de temperatura entre el día y la noche. Para ello deja la planta dentro de casa durante el día, a unos 21ºC, y sácala a la terraza durante la noche, donde la temperatura puede ser de 15ºC o menos. Otra forma de hacerlo es dejar la planta en la terraza durante unos días y después pasarla de nuevo al interior.
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Aprende a cuidarlas tras la floración
Una vez la orquídea pierde las flores, entra en un periodo de reposo. En esta etapa es fundamental que la planta se recupere del gasto de energía que ha hecho durante la floración. Ahora empieza una nueva etapa con otros cuidados. Toma nota:
- Conviene espaciar el riego un poco (de regar cada dos semanas pasaremos a regar cada tres).
- Cuando la vara floral se seque debes cortarla a ras de las hojas.
- Tras la floración es el momento de trasplantar la planta, en caso de que lo necesite. Busca una maceta de mayor tamaño y renueva el sustrato eligiendo uno específico para orquídeas. Es importante elegir una maceta transparente para que las raíces reciban la luz que requieren.
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