Viajamos a la Toscana, una de las zonas más idílicas y evocadoras de Italia, región que ha inspirado infinidad de obras literarias y cinematográficas. En pleno corazón del valle del Chianti, en la hermosa ciudad medieval de Montefioralle, en la cima de una colina, se encuentra una espectacular villa del siglo XIX rodeada de un soberbio jardín y con insuperables vistas a los campos de viñedos y olivares.
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La mujer del barón, Anne Marie de Brochowska, era una enamorada de esta zona y soñaba con una casa en la Toscana. Pero murió repentinamente antes de poder hacerlo realidad
En esta mansión histórica pasó los veranos de su infancia nuestra anfitriona, la aristócrata belga Victoire Terlinden. Psicóloga de profesión, Victoire vive en Sevilla con su familia: su marido, el empresario agrícola Jaime Muñoz de Osuna, y sus tres hijos, María Victoria, de cinco años, y los gemelos Jaime y Javier, de dos. Junto a ellos nos recibe en la propiedad familiar que adquirió en Italia su abuelo materno, el barón Daniel Cardon de Lichtbuer, movido por un acto de amor.
La esposa del barón, Anne Marie de Brochowska, era una enamorada de la Toscana; le fascinaban su luz, sus paisajes y su amplia vida cultural. Con la ilusión de escapar, además, del clima gris de Bélgica, soñaba con tener una casa en esta zona, situada a pocos kilómetros de Florencia y de Siena. Por desgracia, no pudo hacerlo realidad, ya que murió repentinamente, en un accidente de coche, precisamente cuando viajaba a Italia. En su honor, el barón, al que su mujer había transmitido su amor por esta región, compró la propiedad en 1996.
“El jardín, como muchos de la zona, está dividido en terrazas, ya que la orografía es muy escarpada”, describe Victoire
Ilustres visitas
Daniel Cardon de Lichtbuer, que entre otros cargos relevantes fue presidente honorario del Banque Bruxelles Lambert, jefe de gabinete de la alta autoridad de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero y director general honorario de la comisión de la Comunidad Económica Europea, recibió ilustres visitas en esta casa, como Giorgio Armani o la Reina Paola de los belgas. “Mi abuelo era un gran conversador y le gustaba estar rodeado de amigos”, recuerda su nieta. “Tenía varias pasiones que le llevaron a crear o presidir diferentes organizaciones culturales y caritativas, como Child Focus, de la que fue fundador y cuya labor es encontrar a niños perdidos o secuestrados. Parte de la misión de mi abuelo era encontrar patrones para apoyar estos proyectos y esto le hizo tener amistad con varias Casas Reales de Europa. Una de las visitas más notables a esta casa fue la de la Reina Paola, que tenía buena amistad con mi familia”, añade Victoire.
En su origen, la propiedad era un fattoria típica de la zona. Los antiguos dueños de la granja construyeron la casa en 1921, junto a las grandes bodegas de vino, la estrella de la región junto con el aceite, que ya se producían en la época del dominio florentino, hacia finales del siglo XIV.
En su origen, la propiedad era un ‘fattoria’ (una granja) típica de la zona. Los antiguos dueños construyeron la casa en 1921, junto a las grandes bodegas de vino
Distintos lugares de Europa
—Victoire, ¿de dónde procede tu familia?
—Como muchas familias belgas, tiene sus orígenes en distintos lugares de Europa. Mi familia paterna —Terlinden— es originaria de Rheinberg, en Alemania, pero se establecieron en Bélgica en el siglo XVI. Del lado de mi madre, su familia paterna —Cardon de Lichtbuer— son belgas de siempre, sin embargo, su lado materno —De Brochowska— tiene sus raíces en Polonia. ¡Pero nos consideramos belgas!
—¿Tu familia es muy numerosa?
—Soy la segunda de seis hermanos; mis padres viven en Bruselas, pero mis hermanos siempre se están moviendo por Europa. El año pasado vivíamos en cinco países diferentes. Aun así, estamos muy unidos e intentamos vernos a menudo.
La casa principal, de 1.600 metros cuadrados, tiene 19 dormitorios, tres salones y un comedor
Mezclar con mucho estilo
—¿Qué nos puedes contar de esta casa, de su arquitectura y decoración?
—Es la clásica villa de la Toscana, en pleno corazón de la región del Chianti. Desde la casa se disfruta una vista maravillosa del paisaje. El jardín, como muchos de la zona, está dividido en terrazas, ya que la orografía es muy escarpada. El típico camino de cipreses lleva a la entrada principal, pasando por la capilla de la casa. Mi abuelo tenía muy buen gusto y era un apasionado del arte, tanto clásico como contemporáneo; sabía mezclar con mucho estilo las antigüedades y el arte moderno. Consiguió que cada estancia tuviera su atmósfera propia. Desde su muerte, el año pasado, mi madre ha cogido el relevo y se ha encargado de darle un toque especial a la casa.
—¿Cuántas construcciones componen la propiedad?
—La casa principal, que tiene 1.600 metros cuadrados, cuenta con 19 dormitorios, tres salones y un comedor. Aparte, hay otras dos casas de invitados, de 280 metros cuadrados cada una, que se construyeron en las antiguas bodegas de vino, una, y la otra, en las antiguas bodegas de aceite de la fattoria. Además de los jardines, en la finca tenemos algo más de tres hectáreas con viñedos y olivos propios de esta zona.
—¿Cuál es la estancia en la que pasáis más tiempo?
—En la zona de la piscina, que tiene un porche maravilloso. Tengo muchos recuerdos divertidos de mi infancia, ya que durante los veranos pasábamos mucho tiempo aquí.
—¿Compartirías alguna anécdota que hayas vivido en esta casa?
—Recuerdo con especial alegría la boda de mi hermano Tancrède, que reunió a toda la familia y muchísimos amigos suyos venidos de todas partes del mundo. Estas casas grandes encuentran todo su sentido en momentos como ese.
“Una de las visitas más notables a esta casa fue la de la Reina Paola de Bélgica, que tenía buena amistad con mi familia”
De turismo por el sur
—¿Cómo conociste a Jaime, tu marido?
—A Jaime lo conocí a través de un íntimo amigo en común, sobrino de la Reina Fabiola de Bélgica, que pasaba temporadas en Bruselas. Fue visitando a este amigo en España cuando, haciendo turismo por el sur, conocí a Jaime. Pasamos unos días en “Tabajete”, una finca preciosa que tienen mis suegros en Jerez de la Frontera, el mismo lugar donde nos casamos justo dos años después.
—¿Cómo compaginas tu trabajo como psicóloga con tres niños tan pequeños?
—¡Con mucha ayuda y mucho orden! En este sentido, tengo mucha suerte porque mi marido es fantástico. Somos un equipo bien coordinado, compartimos los mismos valores y en casa seguimos unas rutinas desde que nacieron los niños que facilitan mucho la educación. También hay que decir que nuestros hijos son muy buenos, aunque muy activos y llenos de vida.
“Estas casas grandes encuentran todo su sentido en celebraciones como la boda de mi hermano Tancrède, que reunió a toda la familia y muchísimos amigos suyos venidos de todo el mundo”
—¿Qué planes soléis hacer cuando venís a la Toscana?
—La Toscana tiene una riqueza cultural e histórica infinita. Toda mi vida he pasado los veranos descubriendo las diferentes ciudades que tenemos a poca distancia de la casa. He disfrutado de Florencia, Pisa, Siena y multitud de pequeños pueblos maravillosos. Por las noches suele haber conciertos de música clásica en alguna iglesia de la zona, que además a menudo esconden auténticas obras de arte. Todo eso sin mencionar la magnífica gastronomía italiana.
“Mi abuelo tenía muy buen gusto y era un apasionado del arte, tanto clásico como contemporáneo; sabía mezclar con mucho estilo las antigüedades y el arte moderno”
—Tu bisabuelo paterno, el vizconde Charles Terlinden, fue un conocido historiador e hispanista. ¿De él te viene tu amor hacia España?
—Sí, mi bisabuelo era un ferviente admirador de la cultura española y de los valores que la Monarquía española ha sabido transmitir a lo largo de los siglos. Fue una personalidad extraordinaria, nombrado gentilhombre de los papas León XIII, Pío X y Benedicto XV; elegido como representante de Bélgica para las negociaciones de la Paz en París en 1919, después de la Primera Guerra Mundial, y fue nombrado caballero del Toisón de Oro por Otto de Habsburgo-Lorena. La vinculación con España ya la tenía su padre, mi tatarabuelo el vizconde George Terlinden, tanto es así que ambos recibieron el afecto del Rey Alfonso XIII cuando les condecoró con la Encomienda y la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. Incluso el título nobiliario que llevo —Jonkvrouw—- fue otorgado a los Terlinden por el Rey Carlos II de España, en 1676. Parece que estaba predestinada a vivir en España. Estoy muy feliz viviendo en Sevilla, la adoro, igual que Écija, ciudad de origen de Jaime. Además, he descubierto que tengo alma sevillana, ¡me encantan la Semana Santa y la Feria!
“La Toscana tiene una riqueza cultural e histórica infinita. Toda mi vida he pasado los veranos disfrutando de Florencia, Pisa, Siena y multitud de pueblos maravillosos”
—Tu abuelo, el barón Daniel Cardon de Lichtbuer, anterior dueño de esta casa, fue presidente de la Fundación Europa Nostra. ¿Qué nos puedes contar al respecto?
—Europa Nostra es una institución europea que agrupa a más de 400 organizaciones activas en el campo del patrimonio cultural distribuidas por todo el territorio europeo y constituye un importante lobby para la defensa del patrimonio cultural en Europa. Mi abuelo fue nombrado presidente ejecutivo en 1992; sentía pasión por proteger y mejorar el patrimonio cultural, legado de nuestros antepasados. En España, la delegación de Europa Nostra se llama Hispania Nostra y me consta que hacen una labor magnífica.
—Háblanos de tu profesión, ¿qué te llevo a estudiar Psicología y por qué decidiste dedicarte a ello?
—Desde pequeña tenía claro que me iba a dedicar al cuidado de las personas. Por otra parte, tengo una mente analítica, me encanta entender cómo funcionan las cosas. Me apasionan las terapias donde se tratan temas trascendentales; por otra parte, tengo la suerte de poder hacer terapia online en cuatro idiomas (francés, inglés, alemán y español), esto me permite ver pacientes del mundo entero y poder comprenderlos en su entorno cultural.
“A Jaime lo conocí a través de un íntimo amigo en común, sobrino de la Reina Fabiola de Bélgica, que pasaba temporadas en Bruselas”, nos cuenta Victoire