En pleno centro histórico de El Puerto de Santa María , cuna de bodegueros, se encuentra la casa palacio de Tomás Terry, a la que entramos por primera vez. El empresario nos recibe acompañado de su sobrina Gadea Vázquez Terry, quien es hija de su hermana Cristina y de Joaquín Vázquez Parladé.
Fue construida en 1759 para Thomas Patricio Ryan de Danganmore y su mujer, Margarita Terry Macnamara, de ilustres linajes irlandeses que vinieron a España tras la conquista de Cromwell
Con una fachada barroca, muy característica de las mansiones y palacios de esta ciudad gaditana, la vivienda fue construida en torno a 1759 para don Thomas Patricio Ryan de Danganmore y su esposa, Margarita Terry Macnamara, ambos de ilustres linajes irlandeses que llegaron a España tras la conquista de Oliver Cromwell. Dos siglos después, en 1972, Tomás Terry, al contraer matrimonio con Ana Rosa Pidal, compró la casa a la viuda de Antonio Caballero, propietario de las bodegas del mismo nombre, y vivieron juntos en ella hasta su separación.
Tomás, al casarse con Ana Rosa Pidal, se la compró en 1972 a la viuda del empresario bodeguero Antonio Caballero y vivieron aquí hasta su separación
Tomás reside en Madrid, pero siempre que puede hace escapadas a El Puerto de Santa María —sobre todo durante el verano y nunca falla a la procesión de la Patrona, la Virgen de los Milagros— y siempre hace gala de haber nacido en esta tierra. Discreto y con muchos amigos dentro y fuera de España, el empresario fue quien propulsó el Salón Internacional del Caballo (SICAB).
“Tomás, mi único hijo de mi matrimonio con Pilar Medina Sidonia, es un gran aficionado a la conservación del patrimonio histórico y recuperó la casa en 2018”
Hace 32 años, Carmen Martínez de Sola, presidenta en ese momento de la Asociación Nacional de Criadores de Caballos de Pura Raza Española (ANCCE), y Miguel Rojas le pidieron que colaborase en la organización y difusión del concurso; accedió encantado y empezó llamando a personajes amantes del caballo español. Las primeras en acudir fueron Bo Derek, Diandra Douglas, Daryl Hannah, la cantante Shania Twain y, a partir de ahí, llegaron Alain Delon, Catherine Deneuve, Jacqueline Bizet, Charlton Heston, Gina Lollobrigida, Sofía Loren, Claudia Cardinale y los españoles Norma Duval, Alfredo Kraus, Rocío Jurado, Raphael, Carmen Sevilla... Una convocatoria impresionante.
Ahora tenemos el privilegio de poder conocer su casa, de la que se siente muy orgulloso y que nunca antes se había atrevido a mostrar.
“Al adquirir la casa por primera vez, encargamos la restauración a Rafael Manzano Martos, primer español que recibió el premio Richard H. Driehaus de arquitectura clásica”
—¿Quién fue la persona encargada de la restauración de esta casa?
—Encargamos su restauración al ilustre arquitecto Rafael Manzano Martos, primer español que recibió el prestigioso premio Richard H. Driehaus de arquitectura clásica y miembro de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras y de las Bellas Artes de San Fernando, entre otras muchas distinciones. Aunque la casa estaba relativamente bien conservada, Rafael, muy amigo mío y compañero de colegio, rescató y puso en valor los elementos más destacados de la vivienda, de común acuerdo con Ana Rosa y conmigo, e introdujimos mejoras y arreglos para su embellecimiento. Al separarme, la casa estuvo alquilada durante muchos años. En 1990, volví a contraer matrimonio con Pilar Medina Sidonia, con la que tuve a mi único hijo, Tomás, y este, muy aficionado a la conservación del patrimonio histórico, alrededor del 2018 la recuperó, remodeló y decoró con la ayuda de su madre, que tiene mucha experiencia y gusto en este campo.
—Fuiste gran amigo de la duquesa de Alba, entre otros. Cuéntanos quiénes han ido pasando por aquí y por las casas de tu familia.
—Además de la infanta Elena, que desde el primer momento nos apoyó y es nuestra presidenta honoraria, la duquesa de Alba fue uno de los más firmes puntales del Salón Internacional del Caballo (SICAB). Fue raro el año que faltara y siempre estuvo dispuesta a recibir y entregar premios, recorrer los pabellones, animar con su presencia, etc. Como conocía a algunos de los artistas extranjeros, les invitaba al palacio de Las Dueñas y el año que fueron a cenar Diandra y Michael Douglas, este era tan popular que revolucionó toda la casa y, aunque entonces no había teléfonos móviles, todo el mundo se hizo una foto con él. A Cayetana todos la queríamos muchísimo y siempre la recordaré.
“Mi hijo Tomás la remodeló y decoró con la ayuda de su madre, que tiene mucha experiencia y gusto en este campo”
—¿Cómo viviste los años de SICAB en los que reunías a tanta gente de todas partes del mundo?
—Aturdido, nervioso, pero feliz, al final, porque a pesar de las dificultades siempre superábamos el reto.
—¿Resultó complicado reunir a todos los famosos que venían durante esa época?
—Conté con la ayuda de Jaime Molina, uno de los máximos responsables de SICAB, y de su magnífico equipo y de todos los presidentes de ANCCE. La Asociación me puso como asistente a Silvia Peris que, con el tiempo, se convirtió en mi alter ego y, en el campo de las relaciones públicas, hizo una labor sobresaliente. No puedo olvidar a los patrocinadores, como mi gran amigo Manolo Colonques, de Porcelanosa, que colaboró muchos años con Sicab y fue el artífice de lograr que Sofía Loren, la última gran diva del star system , viniese a Sevilla. Le encantó el Salón del Caballo, pero no pudo disfrutar mucho de la ciudad porque despertaba tal expectación, que apenas podía moverse. Fuimos al comedor del hotel Alfonso XIII a tomar un poco de jamón, que le entusiasmaba, y nos tuvimos que ir por la cantidad de gente que había. ¡Se lo tuvo que comer en su cuarto!
“Además de la infanta Elena, la duquesa de Alba fue uno de los más firmes puntales del SICAB” recuerda el empresario, impulsor del Salón Internacional del Caballo
—Cuéntanos la anécdota de cuando vino Jackie Kennedy a tu finca.
—Jackie Kennedy vino al baile de debutantes que los Medinaceli daban todos los años en Casa Pilatos antes de la Feria, que quería conocer, y se quedó a vivir en Las Dueñas. Cayetana era muy amiga de Lola Vázquez Parladé, cuñada de mi hermana Cristina y, por mediación de ella, nos pidió a la familia Terry dos caballos para montar en la feria. Jackie y ella, ambas muy buenas amazonas, y les dejamos dos magníficos ejemplares de pura raza española: Descarado II y Nevado VII. Curiosamente, muchos años más tarde, en 1974, su hija Caroline vino al Puerto a casa de María Roca de Togores, casada con el conde polaco Peter Potocki, pariente de Lee Radziwill, la hermana de Jackie, y en la finca de mi familia, Caroline montó el mismo caballo que su madre en la feria de 1966.
—Conociendo a tanta gente, habrá alguna persona que te haya impactado por encima de los demás.
—Las dos mujeres con las que me casé.
Bo Derek, Diandra Douglas, Daryl Hannah, Alain Delon, Catherine Deneuve, Charlton Heston, Gina Lollobrigida y Sofía Loren son algunas de las estrellas, apasionadas por el caballo español, a las que Tomás trajo a España
—¿Cómo te gusta vivir ahora?
—Tranquilo, disfrutando de los buenos amigos y haciendo algunos viajes. Me encanta el cine y mi asesor es Alfonso Diez. Ninguna de las películas que me ha recomendado me ha decepcionado. Es un gran experto. Por razones de salud, mi infancia y adolescencia fueron duras, pero el cariño de mis padres y hermanos mitigaron las dificultades. El refrán “al mal tiempo buena cara” me acompañó siempre. Mi vida ha sido intensa, variada, llena de emociones y de oportunidades. Una de mis grandes satisfacciones ha sido conocer muchos países hermanos de la América hispana, en donde me he sentido como en mi propia casa y cada uno de los que he visitado me ha dejado una huella profunda. Además, en Cienfuegos hay un teatro llamado Tomás Terry que erigió un pariente nuestro, que llegó a ser uno de los hombres más ricos del mundo con el negocio del azúcar. No tengo palabras para agradecer a todos los amigos de estos países su amistad, cariño y hospitalidad. Por todo ello, doy gracias a Dios.
Habla su sobrina Gadea
La sobrina de Tomás Terry ha encontrado su camino en el mundo de la cocina y es copropietaria, junto a los hermanos Clara y Antonio Ruiz de Alda, del conocido catering Alda & Terry . Está casada con Borja Melgarejo, es madre de tres hijos y su pasión está en los fogones desde que era niña.
“De mi padre, el escritor Joaquín Vázquez Parladé, aprendí el buen gusto y de mi madre, Cristina Terry, a cocinar y presentar los platos y la mesa”, confiesa Gadea, que se dedica al mundo de la cocina
—¿En qué momento empieza a interesarte la cocina?
—De niña me encantaba pasar tiempo en la cocina y mirar los libros que tenía mi madre. A ella le encantaba guisar. También solía venir a esta casa cuando mi tío Tomás invitaba a gente y, juntos, elegíamos el menú; después yo ayudaba en la cocina a prepararlo. En casa de mis padres solía inventar alguna receta nueva y los sábados, que estaba menos ocupada, la ponía en práctica. Cuando terminé el colegio, me fui a Estados Unidos a estudiar un grado de Dirección de Hotel y Restauración y volví en 1992, para trabajar en la Expo de Sevilla. Entonces mi madre tenía un catering y colaboré con ella en varias ocasiones, aprendí mucho de ella en esa época.
—¿Dónde trabajaste antes?
—¡En muchos sitios! Mi primer trabajo fue en el Restaurante El Faro, de El Puerto de Santa María, con Fernando Córdoba, y de allí me fui a Madrid a La Alacena de Víctor, con Pedro Larumbe, y al Hotel Castilla Plaza. Más tarde volví a Cádiz, concretamente a Cabo Mayor en Sotogrande y, después, trabajé también en el Real Club de Valderrama durante la Ryder Cup de 1997. En Sevilla, abrí la escuela de cocina Telva y, sobre esa época, es cuando empecé a trabajar con Clara Ruiz de Alda con el nombre C&G, haciendo pequeños catering y comidas de empresa. A partir de ahí fuimos creciendo muy rápidamente y es entonces cuando nos asociamos con el hermano de Clara, Antonio y es ahí cuando nace Alda & Terry.
—Tu padre, Joaquín Vázquez Parladé, fue un conocido escritor, gran amigo de don Juan de Borbón, y tu madre, Cristina Terry, muy avanzada para su época por ser dueña de su propio negocio. ¿Qué pudiste aprender de ellos?
—De mi padre, sobre todo, el buen gusto, a apreciar las cosas buenas y bonitas. Era una persona muy observadora y cuidaba mucho los detalles. De mi madre por supuesto la cocina, tanto guisando como en la presentación de los platos y la mesa. Siempre fue una gran anfitriona y organizadora, todo este aprendizaje lo pongo en práctica continuamente en Alda & Terry. Muchas de las recetas que tenemos actualmente las hemos ido adaptando a las suyas originales.