hola4121 casa saint tropez© Mattia Bettinelli

Stephanie Rehault nos recibe en su villa de estilo provenzal en el corazón de la Costa Azul

La artista y decoradora nos abre las puertas de su vivienda con encanto francés


4 de septiembre de 2023 - 17:52 CEST

Se piensa en  Saint-Tropez  como el mítico lugar donde, en 1956, la película Y Dios creó a la mujer consagró a Brigitte Bardot como sex-symbol y su romance con el director Roger Vadim convirtió esta localidad de la Costa Azul en el centro de la vida social internacional. Pero la mejor manera de descubrir los sutiles encantos de Saint-Tropez es pasear por las calle­juelas entre las murallas de color ocre, bajar hasta el encantador puertecito y sentarse en el famoso Café Sénéquier con sus inconfundibles mesas rojas frente a la puesta de sol, la playa dorada, los yates y los refinados restaurantes. Los sábados en la Place des Lices, la plaza más bonita de esta ciudad, se puede disfrutar con el aroma de los productos provenzales y degustar la tarte Tropézienne, la famosa tarta de nata que creó el chef polaco Micka.

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“Cuando vi esta casa, hace tres años, me enamoré de ella, conectó conmigo. Tenía una historia y la reformé para que renaciera con un toque nuevo, pero con la magia de lo antiguo”
© Mattia Bettinelli

Stephanie Rehault nos recibe en su casa de Saint-Tropez, que reformó completamente al adquirirla hace tres años. La artista y decoradora, que fundó también una firma de joyas, vivió en la residencia mientras hacía las obras porque quería “captar su energía”. La dotó de muchos elementos nuevos, pero manteniendo la esencia del pasado

Stephanie Rehault es la expresión de este encanto francés. Recuerda a la Deneuve y a la Bardot y, sin duda, vive y piensa a la francesa. Su humor y su estilo de vida besan la edad de oro de Saint-Tropez y su misma casa cuenta la magia de este lugar. Una mujer fascinante, polifacética artista, interesante, con una intensa vida que cambió varias veces de escenario. Estilista, joyera, decoradora, empresaria, madre...

—¿Cuál es tu historia? 

—Soy francesa. Mi padre es militar, en activo era coronel general, así que crecí en un ambiente muy estricto. Nos mudábamos mucho. Viví en Normandía, Alemania, París, tanto en el sur como en el norte de Francia… en todas partes, y fui a muchas escuelas diferentes. Nací en París, pero casi por error, ya que mi padre solo estuvo en la ciudad tres semanas.

© Mattia Bettinelli

© Mattia Bettinelli

—Así que tu padre es un coronel francés, ¿y tu madre?

—Mi madre nunca trabajó, ella era madame coronel. Pero todos en su familia son artistas… Hay ebanistas, también muchos pintores… El padre de mi madre era artista, pero también intelectual, viajó mucho, vivió por Asia, hablaba muchos idiomas —español, inglés, chino hablado y escrito—, era profesor de matemáticas de alto nivel... Así que trabajo mucho con las manos, hago bricolaje, pintura, escultura…

—¿Trabajas con papel? 

—Sí, trabajo con todo. Hago origami e hice con mi mejor amiga, Corina Mihaila Larpin, un retrato con la bandera americana: es un Mickey Mouse con flores hecho con dólares. Me gusta mezclar diferentes tipos de cosas, me gusta pintar, me gusta esculpir, dibujar.

“Estudié Estilismo en la Ecole Supérieur de la Mode y al principio trabajé para diferentes firmas de moda. Años después, el mejor amigo del padre de mi hijo, que era diamantista en Ginebra, me pidió que diseñara joyas para los clientes; así que empecé”
© Mattia Bettinelli

“Me gustan los materiales originales, no solo la calidad, porque la calidad a veces es solo demasiado ‘nouvelle riche’; este no es mi estilo, me gustan las cosas sencillas”, nos dice nuestra anfitriona, que en estas paginas posa en el salón con grandes ventanales

—¿Y tu apellido es el de tu padre?

—Sí, nunca me casé, tengo un hijo de una relación de ocho años, pero ahora estoy sola.

—¿Qué estudiaste?

—Estudié Estilismo en la Ecole Supérieur de la Mode, así que diseño ropa y al inicio trabajaba para diferentes marcas. Años después, el mejor amigo del padre de mi hijo, que era diamantista en Ginebra, me pidió que diseñara joyas para los clientes; así que empecé. Llamé a mi firma Stefere. Hace 20 años me dije: “En joyería, hay caro y barato, pero nada intermedio”. Y me pregunté por qué no había marcas intermedias un poco artísticas, no tan sofisticadas, y esta fue mi exitosa idea. Después de cinco años, trabajé con Corina, ella quiso crear alta joyería y compró mi marca.

© Mattia Bettinelli

© Mattia Bettinelli

—¿Empezaste de nuevo? 

—Sí, me gusta la decoración de interiores. Cuando empecé, me compré un apartamento muy pronto. Ya tenía una casa en Saint-Tropez, un apartamento en París y empecé a invertir en apartamentos que estaban completamente destruidos para reconstruir el interior.

—Así que comenzaste a invertir en apartamentos. 

—Sí, en cuanto tenía un poco de dinero, inver­tía en apartamentos, los reformaba y los alqui­laba amueblados. Empecé a trabajar en esto cuando vendí la marca de joyas.

© Mattia Bettinelli

© Mattia Bettinelli

“Me gusta mezclar diferentes tipos de cosas, me gusta pintar, me gusta esculpir, dibujar… Cuando trabajo la madera o pinto es el único momento en que desconecto por completo”, dice Stephanie, que ideó su casa llena de grandes espacios para recibir a sus amigos

—Hablemos de esta casa. ¿Cuándo la compraste?

—Hace tres años. Antes tenía una casa en Gassin, al lado de Saint-Tropez, y tengo otra casa desde hace mucho tiempo, que alquilo en verano, una casa moderna. Ahora prefiero más la casa típica y tradicional de la zona que la moderna.

—¿Por qué volviste a este lado clásico? 

—Viajo mucho y veo muchas cosas. Al principio me centré en lo moderno porque era muy fácil, pero cuando necesitas que una casa tenga alma es más difícil, y me gustan los retos. Cuando vi esta casa, era antigua y tenía una historia. Para mí, es como una persona. Normalmente compro una casa para reformarla, alquilarla o venderla, pero esta conectó conmigo, me enamoré de ella y le puse un toque nuevo para que renaciera. Algo nuevo pero con la magia de lo antiguo.

“Renové la madera del tejado, conservé los suelos —excepto en la piscina— y pinté las paredes con un especialista en la peinture à la chaux (encalado). Elegí a algunos artistas para que traba­jaran conmigo, pero mucho lo hice yo misma”
© Mattia Bettinelli

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—Y así te quedaste diez meses trabajando dentro.

—Sí, para entender la energía. Cuando hago algo, y especialmente en esta casa, de la que me enamoré, hay que encajar la energía, así que quería hacer algo con la misma energía, el mismo ambiente.

—¿Cómo reformaste esta casa? 

—Mantuve la estructura, pero la renové por completo. El balcón era negro y lo cambié. Renové el tejado, la madera, todo estaba sucio, pero con los mismos materiales para mantener el ambiente. Conservé el suelo, excepto el de la piscina, pero necesitaba limpiarlo porque estaba muy sucio. Pinté las paredes con un especialista en la peinture à la chaux. En una de las seis habitaciones, tenemos un toque de verde y el resto es todo blanco. Cambié toda la electricidad, la fontanería, los interruptores, y los enchufes son de bronce antiguo. Son 350 metros cuadrados de casa y 2.500 de jardín, que también hice completamente nuevo. Todos los materiales que utilicé son nobles y los detalles, muy importantes. Patiné toda la madera de la casa yo misma, en las ventanas, en la cocina, en las puertas…

© Mattia Bettinelli

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Arriba, una de las seis habitaciones de la casa, donde predominan el blanco y el ocre. Sobre estas líneas, el cuarto de baño, que aporta un toque de color.

—Así que pasaste mucho tiempo aquí.

—Sí, viví aquí e hice todo de manera artesanal, con la manos; aprendí de mi abuelo, seguí mis orígenes. Cuando trabajo con la madera o pinto, es el único momento en el que desconecto por completo. Necesitaba pasar mucho tiempo aquí, elegí a algunos artistas para que trabajaran conmigo, pero hice mucho yo misma.

—¿Cómo elegiste la decoración y el arte? 

—Los muebles los conseguí en distintos países, y si el color no encajaba, los pintaba. Mi cama es enorme y, por ejemplo, el tejido y la madera los hice yo misma. Traje una cómoda básica, corté los pies, trabajé con la madera, la pinté e hice una pátina. Generalmente, traigo algo que es nuevo, lo cambio y queda como antiguo. Pongo en cada sitio un toque moderno. Y uso mucho lino; combina con los colores y con mi historia. El lino es un material natural y aquí todo es natural. La piedra, por ejemplo. Inten­té mantener el estilo con un toque moderno.

“Cada habitación tiene terraza y un salon­cito. Hay mucho espacio y las mesas están hechas para mucha gente. Todo lo que hago en esta casa es pensando en la convivencia y en disfrutar con mis amigos”
© Mattia Bettinelli

© Mattia Bettinelli

Arriba, detalle de la cómoda en madera decapada, que trabajó ella misma, y algunas de las obras que decoran las estancias

—Esta casa tiene buenas vibraciones.

—Cuando la gente viene siente las buenas vibraciones. Esta casa es tan cómoda, está llena de felicidad, es atractiva, la gente no quiere salir. Estaba segura de que iba a conseguir la energía, y es lo que quiero. Cada habitación tiene terraza y un saloncito para disfrutar. Nos gusta cocinar, tenemos un horno de vapor para la cocina, es fabuloso. Tengo muchos amigos, hay mucho espacio y las mesas están hechas para mucha gente. Todo lo que hago en esta casa es para la convivencia.

—¿Cómo puedes definir tu gusto? 

—He construido mi gusto paso a paso. Me gustan los materiales originales, no solo la calidad, porque la calidad a veces es solo demasiado nouvelle riche; este no es mi estilo, me gustan las cosas sencillas.

“Tengo un hijo que se llama Nicolas, tiene 23 años, estudia Hostelería en Suiza y va a comenzar un máster en Londres después de graduarse. Tiene una gran personalidad”
© Mattia Bettinelli

© Mattia Bettinelli

“Antes mi vida y mi decoración eran ‘boom boom’, ahora son relajadas, chic, cálidas, selectivas...”, asegura Stephanie, arriba, fotografiada en el gran y acogedor porche de piedra natural. Sobre estas líneas la cocina

—¿Cómo defines tu carácter y a ti misma? 

—Soy muy ambiciosa, decidida, y cuando quiero algo, al final, lo consigo. Y esto es así en mi vida personal, mi vida amorosa o lo que compro. Pienso demasiado. Tengo amigos íntimos, no demasiados, y no soy superficial.

—Háblanos de tu hijo.

—Se llama Nicolas, tiene 23 años, estudia Hostelería en Suiza, tiene una novia en Londres, donde va a comenzar un máster después de graduarse. Tiene una gran personalidad, porque tuvo algunas enfermedades graves cuando era pequeño, la primera cuando tenía seis años, y me dijo: “Mamá, no te preocupes, nos ocuparemos de esto”. Y comprendí que tenía que ser fuerte por mi hijo.

© Mattia Bettinelli

© Mattia Bettinelli

Arriba, el gran y acogedor porche de piedra natural. Sobre estas líneas, otro cómodo rincón del exterior. “Son 350 metros cuadrados de casa y 2.500 de jardín, que también hice completamente nuevo”

—¿Cómo es tu estilo de vida en Saint-Tropez?

—Es la misma historia que con mis casas. Antes era muy moderno. Iba con Corina a la Cave des Rois, a restaurantes, y me iba a dormir a las cinco de la mañana, cuando era más joven. Ahora prefiero algo sencillo y una playa tranquila. Antes mi vida y mi decoración eran boom boom, ahora son tranquilas.

—¿Cuál es tu lugar favorito en Saint-Tropez?

—¡Mi casa!

© Mattia Bettinelli

© Mattia Bettinelli

Arriba, Stephanie fotografiada mientras da un tranquilo paseo por la playa cercana a su casa

REALIZACIÓN Y TEXTONANÁ BOTTAZZI
FOTOSMATTIA BETTINELLI
VESTUARIOERMANNO SCERVINO / ELISABETTA FRANCHI / PHILOSOPHY BY LORENZO SERAFINI / ALBERTA FERRETTI
DECORACIÓN FLORALFABRIZIO COCCHI
ALFOMBRASPASHA WWW.MORET.IT
JOYASSTEFERE
MAQUILLAJE Y PELUQUERÍALILIANA ROSETTA