Los orígenes de Noto son muy antiguos, pero, tal y como la vemos hoy, es el resultado de su reconstrucción barroca tardía, tras el terremoto de 1693. Se llamó a los artistas más brillantes de la época de toda Sicilia, que la diseñaron como la escenografía de una película, estudiando las perspectivas para hacerla perfecta. Las calles principales son paralelas y anchas, los palacios y las iglesias están construidos con la piedra caliza de la zona, de color claro, pensados para que les dé el sol en todo momento y, con el tiempo, han adquirido un maravilloso color dorado. Noto es Patrimonio de la Humanidad e injerta, de forma muy original, este humus contemporáneo, sencillo, arenoso y soleado en la arquitectura de palacios y plazas cuadradas, siendo una de las ciudades del sur de Italia donde hay más iglesias. Una combinación de cristiano y pagano, antiguo y moderno. La grandeza de la arquitectura y la ligereza de la gente.
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Las baronesas Costanza Messina y Luigia Sergio son un ejemplo de disciplina y saber estar. Partiendo de puntos incluso distantes, tienen una manera de hacer las cosas que las hace sentirse casi hermanas. Por otro lado, la baronesa Giulia Modica, en su palacio de San Giovanni de Modica, representa el desarrollo de la modernidad de su historia familiar, ligada a la investigación universitaria en favor del territorio.
“En el 1700, Noto tuvo que ser completamente reconstruida tras el terremoto de 1693, principalmente, por arquitectos locales”, nos explica Paolo Rossello
Entrar en sus casas es vivir una experiencia mágica: las fiestas en la masseria (típica casa de campo del sur de Italia), los sabores de su cocina y sus delicados vinos, la calidez de su hospitalidad, tan italiana y tan siciliana, y la elegancia de su linaje. Un arte de recibir que embruja.
Las baronesas posan en este reportaje para Paolo Rossello , dueño de la firma de moda P.a.r.o.s.h., su amigo, al que adoran. Paolo —a quien le encanta viajar por el mundo para comprar casas que amuebla con pasión buscando artistas y pintores locales que cuenten la historia de esos lugares— se ha enamorado de esta espléndida Noto, con sus iglesias y palacios que se tiñen de oro al atardecer y ofrecen una visión única e idílica. En su casa vibra su sensibilidad por la moda y quedan reflejados su estilo y su gusto. Con la poderosa naturaleza siciliana como telón de fondo, es una casa lineal, monotemática y relajante que ‘vive’ al aire libre y ‘se asoma’ al mar.
—Paolo, eres un amante de las casas, ¿en qué ciudades tienes residencias?
—En Sicilia, Ibiza y Milán.
—¿De dónde viene esta pasión por las casas?
—De las ganas que tenía quería hacer Arquitectura. Empecé con ello, no lo terminé y luego me metí en la moda. Pero, en los últimos años, me han llegado oportunidades para hacer arquitectura, especialmente para mí, así que empecé a hacer mis casas por todo el mundo.
“La estructura es de piedra de la zona. Siempre utilizo materiales locales y los mezclo con cemento y madera. Tiene dos plantas y una vista espectacular”, dice sobre su casa, donde posa con sus amigas baronesas
—¿Por qué Noto?
—Porque me encanta estar aquí. Todo lo que he hecho en mi vida lo he hecho siempre porque me gustaba hacerlo, nunca he hecho un negocio solo por el beneficio. Me gusta el lugar, la gente, el ambiente…
—Vamos a describirlo un poco.
—Noto es un lugar mágico, todavía no ha sido contaminado por todos los años 60, 70 y 80, que son años en los que Italia fue devastada por este abuso de construcción de condominios y casas de campo horribles, que también se encuentran en Sicilia. Aquí hay muchos lugares que han permanecido intactos, sobre todo, en el centro histórico. Todavía hay sitio para hacer cosas bonitas y mirar alrededor y tener vistas preciosas sin feas construcciones.
“Me vuelve loco la autonomía, incluso en las casas, y esta puede ser vivida por dos familias. Cada planta tiene su propia cocina, comedor, y hay dos piscinas”
—La ciudad es Patrimonio de la Humanidad.
—La ciudad es muy pequeña, riquísima, maravillosamente bella y condenadamente ornamentada. Es la joya del barroco siciliano.
—¿Por qué se reconstruyó todo?
—En el 1700 tuvo que ser completamente reconstruida, tras el terremoto de 1693, principalmente, por arquitectos locales, entre ellos, Gagliardi, que fue uno de los que más obras hizo. Y como en cada familia había monjas, obispos, sacerdotes y abadesas, cada una se construyó una catedral, pero lo asombroso es que estamos hablando de catedrales exageradamente grandes, palacios históricos con maravillosos jardines interiores, pero todo en una ciudad que no llega a un kilómetro. Un pequeño pueblo que es una joya.
“Los muebles se fabricaron en Bali, grandes sofás de teca, diseñados por mí con espíritu balinés, mientras que las mesas y los jarrones se hicieron en Marruecos”, explica Paolo, fundador de la firma de moda P.A.R.O.S.H.
—¿Cómo son ahora el estilo de vida y la vida social?
—La vida de Noto empezó hace muchos años, también a través de Antonino Sciortino y Rodolfo Dordoni, el arquitecto, que estaban entre los primeros que vinieron aquí. En los últimos diez años, más o menos, se ha formado una familia con estas personas que han amado la ciudad, en parte por su belleza, en parte por las cosas que ofrece, en parte porque el mar está cerca, en parte porque se come muy bien y porque existe la posibilidad de construir casas, sin gastar una fortuna, en un lugar mágico.
Una casa con piedra de Noto
—¿Cómo es esta casa?
—La estructura es toda de piedra. La casa no es muy grande porque en Sicilia las casas se desarrollan principalmente en el exterior. Tiene dos plantas y una vista espectacular del mar. Estoy en una colina, muy tranquilo, con pocos vecinos y todos son muy especiales: arquitectos, editores...
“La familia Modica llegó a Sicilia con los normandos. Hoy somos la octava generación, queremos seguir ligados al territorio y trabajamos para hacer algo por él”, cuenta la baronesa Giulia
—¿Qué piedra has utilizado?
—Piedra de Noto. Siempre utilizo materiales locales y los mezclo con cemento y con madera. Piedra de Noto para las paredes y los accesorios y el suelo es de hormigón encerado, todo gris natural.
—Tienes también estructuras mitad bambú, mitad metal.
—Así es, me gusta la contaminación, juntar cosas diferentes para crear un ambiente moderno, pero con sabor clásico. Así que piedra y hierro, hormigón y bambú, hierro y bambú.
“En el jardín me gusta mucho hacer líneas que contornean las cosas. Hay líneas de romero, adelfas, palmeras... Todo rematado, ya que estamos en Sicilia, con olivos. Planté 80”
—¿Cómo es la decoración?
—Los muebles se fabricaron en Bali. Grandes sofás de teca, diseñados por mí con espíritu balinés: cogí los bancos balineses originales, los diseñé de forma más moderna y se hicieron allí. Las mesas y los jarrones, en Marruecos (con las palmeras enanas que diseñan la casa). Hacen como dibujos, me gusta mucho hacer líneas que contorneen las cosas. Aquí hay una línea de romero, una línea de adelfas, otra de macetas, de palmeras, y todo rematado, ya que estamos en Sicilia, con olivos, de los que planté 80.
—Y luego lo enriqueciste con obras de arte.
—Con cuadros de Giuliano Cardella, Raúl y Antonino Sciortino, que es uno de los primeros artistas que conocí aquí y trabaja con alambre. Es artista, pero también diseñador industrial y un gran diseñador de hierro. También me gusta ir a la Galleria Spazio Noto, de Paolo Perelli, donde siempre compro obras de arte contemporáneo.
“Yo elegí vivir aquí, nuestro trabajo es preservar y proteger esta tierra y su historia. Decidí ocuparme de la empresa de mi familia, que produce vino, limones y aceite”, dice la baronesa Luigia
—Eres un amante del arte.
—Sí, desde hace años. Me gusta el arte joven, fresco, con personalidad. Tuve una galería de arte en Milán durante cuatro años, donde exponía gente que me gustaba mucho. Gente desconocida, recién llegada, que tenía cosas nuevas que decir. Cada uno tiene su peculiaridad.
—Luego llegamos a la piscina doble.
—Me vuelve loco la autonomía, incluso en las casas, así que esta, que tiene dos plantas, tiene la posibilidad de ser vivida por dos familias distintas, o por padres e hijos, y evitar que convivan demasiado. Me aseguré de que cada planta tuviera su propia cocina, comedor y dos piscinas. Así que esta casa tiene dos habitaciones arriba, dos abajo, dos cocinas y dos piscinas.
—Háblanos de tus diseños de moda. Este verano apuestas por las palmeras de lentejuelas.
—Hablemos de las lentejuelas. Es algo que he estado haciendo bastante durante 30 años. Porque me gustaba el objeto, su materialidad y el hecho de poder transformarlo. Así que trabajé mucho en el concepto de llevar la lentejuela de día y lo conseguí. Primero estudié todas las técnicas de la mano de obra de lentejuelas, porque en mis prendas van todas bordadas a mano y la singularidad es que cada prenda está hecha por una mano diferente, por lo que cada una es una pintura.
—¿Cómo es ahora tu firma en su desarrollo económico?
—Ahora cuenta con 350 clientes en todo el mundo y seis tiendas propias: Madrid, Ibiza, Roma, Noto, La Spezia, Milán y París.
—¿Cómo es la mujer P.a.r.o.s.h.?
—Es una mujer transversal, no tiene una edad concreta. Tengo clientas de 80 años y también hijas de clientas que ahora tienen 15 o 16. Es una mujer que ama cualquier estilo, siempre que sea internacional y tenga sabor a libertad. Odio las restricciones, odio los tacones, odio las cosas que te atan a un estatus social. Me gusta la libertad de la pieza, de cualquier prenda que pueda ponerse en función de cómo le apetezca a mi clienta llevarla ese día.
La baronesa Sergio
—¿Por qué Sicilia es la tierra de los barones?
—Porque nuestra nobleza proviene de la independencia de Sicilia. Tenemos pocos condes, pocos marqueses y tenemos barones que están ligados al feudo, al dinero; es una aristocracia más moderna. Yo elegí vivir aquí, nuestro trabajo es preservar y proteger este territorio y la historia de este lugar. Decidí ocuparme de la empresa de mi familia, Barone Sergio, en Noto, que produce vino, limones y aceite.
“Me encanta la vida social intensa y ser la portavoz de la estirpe siciliana en esta ciudad, única en el mundo”, confiesa la baronesa Costanza
—¿Qué representa Noto para ti?
—Para mí, Noto representa la luz. Es una cuestión de cómo incide en los edificios. Es una luz dorada. Y luego, quizá, sea una cuestión de ADN: llevamos aquí muchos años, así que me siento más en casa aquí que en Messina, que es donde vive mi familia. Es una familia de Palermo, Santo Stefano di Camassa para ser exactos. Mi padre es Sergio, que es barón, y mi madre es de Calabria.
La baronesa Messina
—¿De dónde proviene tu familia?
—Somos una antigua familia siciliana, ya presente en la realidad de la antigua Noto —destruida por el terremoto de 1693—, que participó en la reconstrucción de la ciudad que todos conocéis hoy. Más allá de Noto, estamos vinculados a Val di Noto, incluida la ciudad de Palazzolo Acreide, y en ambas hemos creado plazas, jardines, palacios, escuelas, iglesias, monasterios y otras obras de bien para los niños, los ancianos y los enfermos. Hemos sido una familia muy religiosa, en la que las mujeres se dan en matrimonio a otros nobles o a Dios con una gran dote, haciéndose monjas, y entre los hombres también tuvimos un obispo de Noto. Mi padre, en cambio, que pertenece a la tercera generación de los Noto “reconstruidos”, creció en el esplendor de la dolce vita de la posguerra. Vivía en Taormina, en un hotel. Conoció a una modelo suiza, mi madre, rompiendo la tradición familiar.
—¿Cómo era la ciudad entonces?
—Noto era diferente, había una rica vida social entre familias y palacios llenos de fiestas y magnificencia, y la gente pasaba de palacio en palacio para luego abandonarlo por otro lugar. No había cuidado por el patrimonio de uno, quizá, porque las últimas generaciones del siglo crecieron cómodamente. Quizá, también, por eso mi mamá se hartó y se fue, yo me quedé con mi papá. A mis hermanos se los llevaron, pero luego regresaron y, desde entonces, siempre hemos permanecido atados a esta tierra. Tenemos una masseria maravillosa y me encanta vivir allí y cuidarla. Me encanta tener una vida social intensa y ser la portavoz de la estirpe siciliana en esta ciudad única en el mundo.
La baronesa Modica
—¿De dónde es originaria tu familia?
—La familia Modica llegó a Sicilia con los normandos, en el siglo XII, y se estableció en Modica, de donde procede el apellido, y más tarde en Ispica. Aquí prosperó y adquirió varias baronías, vinculándose con otra familia importante, Bruno di Belmonte. Entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, se vinculó a la familia Nicolaci, príncipes de Villadorata. Así comenzó la aventura de la pesca del atún con Marzamemi, Vendicari y Portopalo. En 1782, adquirió el feudo de Bufalefi.
—¿A qué os dedicáis ahora?
—Hoy somos la octava generación, mi hermano Alessandro y yo. Después de la muerte de mi abuelo, mi padre se hizo cargo de la empresa, que solo producía vino a granel para mezclas con otros vinos, y comenzó a abrir una línea de embotellado. Hoy producimos más de 8 etiquetas. Mis padres y mi hermano quieren estar ligados al territorio y hacer algo por él. Mi hermano lo hace con sus actividades, la familia con la granja y yo con la Universidad de Catania, donde realizamos investigaciones relacionadas con el mundo agrícola, incluida la investigación local para hacer crecer la zona y mejorarla para hacerla competitiva con las realidades nacionales e internacionales.