Marrakech es una ciudad con mucha vida, un trajín constante y un espectáculo para los sentidos con sus cálidos colores, su ruido, su olor… Y en medio de este rincón del planeta con tanta magia, Bruno Oliver Bultó y su prima Inés Bultó han encontrado su refugio de paz, al que acuden en vacaciones con sus familias y también por trabajo.
Y es que el embrujo de Marruecos los cautivó y, en 2007, abrieron su primer hotel, al que, en 2021, siguió otro. A la vez que inauguraron este segundo negocio, adquirieron una casa, en la que ahora nos reciben Bruno y su mujer, Mercedes Bohórquez Domecq, con sus tres hijos, e Inés con los dos suyos.
“Inés es como mi hermana: trabajamos juntos y convivimos mucho. Tanto Jorge (su marido) como Mercedes (mi mujer) se llevan de cine y hacemos muchos planes los cuatro” (Bruno)
Bruno e Inés pertenecen a una conocida saga familiar, vinculada al mundo del motociclismo y la aventura. Su abuelo Francesc Xavier Bultó fue el fundador del imperio de motos Bultaco y Montesa y son primos del piloto Sete Gibernau, pero ellos no han seguido la senda del motor, aun teniendo parte de ‘gasolina en las venas’. Lo que no falta, sin embargo, es el toque de aventura, como nos cuentan mientras nos enseñan las estancias de este oasis de paz, de cuya decoración se ha encargado Mercedes —es interiorista—, porque, en sus vidas, todo queda en familia y son una piña.
—Bruno, ¿desde cuándo tenéis esta casa?
—Aunque viajamos regularmente a Marrakech, desde que lanzamos nuestro primer hotel Riad Abracadabra, ha sido hace dos años, con la apertura del segundo, Casa Abracadabra, cuando decidimos hacernos una casa.
—¿Qué os enamoró de la ciudad?
—Lo tiene todo, salvo el mar, que está a dos horas. Marrakech es todo en uno: a menos de tres horas de avión de los principales aeropuertos europeos y a poco más de 90 minutos del aeropuerto de Madrid, la ciudad tiene una luz maravillosa, zoco y compras, sol y buen tiempo, deportes, montaña y excursiones… Restaurantes y hoteles fantásticos y, en resumidas cuentas, magia por todos lados. El eslogan de nuestros hoteles es Find Magic Everywhere (Encuentra magia en todas partes).
“Para mí, este lugar significa familia, que, al final, es mi esencia y mi principal ocupación, preocupación e ilusión”, nos dice Mercedes, quien se encargó de los espacios, materiales y la decoración
—Perteneces a una saga unida al mundo del motociclismo. ¿A ti no te ha dado por ahí?
—Desde los tres años vamos en moto; a mí me han enseñado así y yo he enseñado a mis hijos. Disfrutamos mucho en familia haciendo largas excursiones. Otra cosa es que no me haya dedicado profesionalmente, como mis primos mayores, pero por nuestras venas corre siempre gasolina.
—Tienes tres hijos. ¿Les gusta pasar tiempo en Marrakech?
—Bruno tiene diez años y es un disfrutón, todo le va bien. El mediano, Juan, de ocho, es un polvorilla, hiperactivo y muy cariñoso. La pequeña se llama Mercedes —su madre la llama Fermina y nosotros, Mini, por lo que tiene un poco de lío— y qué te voy a contar, que se me cae la baba. Los tres son muy deportistas y se lo pasan bien en todas partes. Marrakech les encanta. Disfrutan con sus primos de Jerez, Barcelona, Madrid y Sevilla… Es tan distinto a su día a día, que se lo pasan bomba. Les sorprende todo y disfrutan de la plaza Jamaa el-Fna con serpientes, aguadores, monos, dentistas, contadores de cuentos…
—¿Cómo comenzaste en el mundo hotelero?
—Siempre me ha encantado viajar, empaparme y aprender de otras culturas. En 2005, fortuitamente viajamos con mi prima Inés a Marrakech y dormimos en un riad chulísimo, y tanto nos gustó que empezamos a buscar y, en 2007, compramos lo que ahora es Riad Abracadabra. Lo abrimos en 2009, después de restaurarlo. También, desde hace ya más de doce años, hacemos artículos de cuero para regalos de empresa, sacos de viaje y caftanes que vendemos en las tiendas de los hoteles y en Madrid. Se llama Abracadabra Store.
“Llevábamos años con la idea de comprar una casa en Marrakech y no fue fácil encontrarla. La base era muy buena, pero la reformamos al completo” (Bruno)
—Esta casa de vacaciones también es de tu prima Inés. ¿Cómo la encontrasteis?
—Inés es como mi hermana: nos llevamos dos meses (ella es más joven), trabajamos juntos y convivimos mucho. Tanto Jorge (su marido) como Mercedes (mi mujer) se llevan de cine y hacemos muchos planes los cuatro. Llevábamos años con la idea de comprar una casa en Marrakech y no fue fácil encontrarla. La base era muy buena, pero la reformamos al completo mejorando espacios, abriendo vidrieras, utilizando materiales locales como el pisé (barro y paja en la fachada) o el tadelakt (cemento pulido) para los nuevos cuartos de baño. Mi mujer ha intervenido desde el principio con los espacios, materiales y la decoración: mobiliario con artesanos, diseñando telas, confeccionando pufs, cortinas, cojines y mantas… para hacer una casa acogedora y familiar.
“La atmósfera de la casa me encanta y me siento muy cómoda. Sin ser inmensa, tiene muy buenos espacios, mucha luz y un salón muy agradable” (Inés)
Habla Inés
—Inés, ¿cómo describirías la atmósfera de la casa?
—Me encanta y me siento muy cómoda. Sin ser una casa inmensa, tiene muy buenos espacios, mucha luz y un salón muy agradable.
—¿Qué es lo que te conquistó del país y de esta casa?
—La luz, los contrastes y las gentes de Marruecos me conquistaron hace ya casi 20 años. La autenticidad de sus tradiciones, su cultura tan diferente y el ambiente tan exótico, a menos de dos horas de vuelo desde España, siempre me han fascinado. Esta casa fue un flechazo; me acuerdo de visitarla por primera vez con Bruno, Mercedes y Jorge un 16 de agosto, hace ahora cuatro años. Estábamos a 48 grados y solo pensábamos en tirarnos en bomba en alguna piscina. Al verla, supe que sería la definitiva.
—¿Fue tu sueño dedicarte al mundo hotelero o llegaste a este sector un poco por casualidad?
—Soy licenciada en Medio Ambiente, así que imagínate… A los 17 años, cuando tuve que elegir mi carrera, no tenía ni idea de lo que quería y mira dónde he acabado. Soy muy organizada y perseverante; creo que con mi primo Bruno hacemos muy buen tándem.
—Tu padre, Ignacio Bultó, es una leyenda del motociclismo. ¿Has heredado su pasión?
—Pasión por las motos no, pero sí tengo pasión por mi padre y le admiro mucho como persona y también por todos los éxitos que ha conseguido. Mis hijos van en moto en nuestra casa familiar y yo, como madre sufridora, lo paso regular cuando pasan horas rodando en un circuito… pero me compensa ver lo que disfrutan.
—¿Cada cuánto vas a Marruecos?
—Vivo en Madrid y viajo a Marruecos cada dos semanas aproximadamente, a veces sola y la mayoría con Bruno. Cuando los niños tienen vacaciones, organizamos viajes en familia. Pedro tiene casi trece años, mucho carácter y también mucho sentido del humor. Lorenzo es un niño cariñoso, que siempre se preocupa por los demás. Se llevan catorce meses y lo hacen todo siempre juntos.
“Mis hijos van en moto en nuestra casa familiar y yo, como madre sufridora, lo paso regular cuando pasan horas rodando en un circuito… pero me compensa ver lo que disfrutan” (Inés)
—¿A qué se dedica tu marido, Jorge Coll?
—Es anticuario, como sus padres, y socio de Colnaghi, la galería de arte más antigua del mundo. ¡Se fundó en 1760! La dirige desde Londres, donde vive desde 2013. Tiene que viajar muchísimo y le encanta venir a Marrakech a descansar. Adora esta casa.
Habla Mercedes
—Mercedes, tú te has encargado de la decoración. ¿Todo es de Marruecos o trajiste algo de España?
—He intentado buscar lo mejor de todos lados. Marruecos es inspiracional: colores, tejidos, materiales y artesanía, por lo que me he centrado en usar y exprimir todo lo que me ofrece. He hecho muchos dibujos: mesas y sillas varias, armazones para doseles de cama, mesitas de noche… La mayoría de las telas las he diseñado y se han fabricado en España. También los cabeceros de cama, doseles, plaids y cortinas, pero muchas otras cosas, como sofás y sillones, pufs y alfombras, las he hecho en Marruecos. Es increíble la finura y detalle con los que trabajan.
—¿Cómo la describirías?
—La decoración está muy unida al estilo y la configuración de la familia. Una casa ordenada, agradable y con una buena armonía hace que te sientas más a gusto y feliz. Mis trabajos suelen tener una decoración fresca pero acogedora, donde no falta nunca la armonía.
—¿Qué es lo más especial para ti?
—Me encantan todos los rincones. El salón de la piscina tiene una mesa de hueso y resina que hice a medida; al final, son cuatro mesas triangulares unidas. La rodean unos grandes sofás diseñados por mí, tanto el modelo como la tela. El porche es otra zona que me encanta, la piscina con sus tumbonas con su tela de exterior, que le dan más solera, la mesa… Los cuartos con sus grandes doseles. Un rincón especial para mí es el cuarto de mis tres hijos, con sus tres camitas, una al lado de la otra.
—¿Qué significa para ti esta casa?
—Familia, que al final es mi esencia y mi principal ocupación, preocupación e ilusión. Pasamos muy buenos momentos y se nota en el ambiente que a todos nos encanta. Durante todo el proceso del proyecto, he disfrutado muchísimo y he trabajado con artesanos únicos y muy expertos. Como decía antes, la decoración también ayuda a hacer familia.